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Se abrió á las dos y media, con la lectura y aprobacion del Acta de la anterior.

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Ministro de Hacienda tiene la palabra.>>>

Ocupando dicho señor la tribuna, leyó un proyecto de ley sobre la deuda atrasada del personal (Véase el Apéndice primero al Diario núm. 40, que es el de esta sesion), y otro relativo al pago de 8,343.313 rs. que adeuda el Tesoro público á D. Rafael Alvarez y Alfaro, hijo y heredero de D. Juan Alvarez y Mendizábal, por resultas de los contratos y servicios que éste tuvo á su cargo en la época de 1823 (Véase el Apéndice segundo á este Diario), y se anunció que pasarian á las secciones para el nombramiento de Comisiones.

Dióse cuenta que los Sres. Iñigo y Rios Rosas (Don Antonio) no podian asistir á la sesion de hoy por hallarse indispuestos.

A la Comision de Constitucion pasaron unos apuntes sobre la misma, que remitia D. José María Pazo y Cánovas, vecino de María, en la provincia de Almería.

Se publicó que el Sr. Norato ingresaba en la sexta seccion.

Se mandó unir á los antecedentos una exposicion del Ayuntamiento y varios vecinos de la villa de Burgo de Osma pidiendo que se declarase desde luego

abolida la contribucion de consumos.

Se recibieron con aprecio, y mandaron archivar, dos ejemplares de la obra titulada El Contador de Hacienda pública, que remitia su autor D. Lorenzo Fernandez.

Se dió cuenta de que la Comisión encargada de dar dictámen sobre la proposicion de ley del Sr. Navarro Zamorano, relativa á incompatibilidades parlamentarias, habia elegido presidente al Sr. Martin y secretario á dicho Sr. Navarro Zamorano.

En seguida se leyó la siguiente proposicion: «En atencion á lo avanzado del tiempo, y á que el dia 1.o de Enero ha de tener efecto la resolucion que las Córtes adopten sobre la supresion de los derechos de consumos, pedimos á las mismas se sirvan acordar que, concluida la discusion pendiente sobre el discurso de la Corona, se dé principio à la que está á la órden del dia sobre aquel preferente asunto.

Palacio de las Córtes 21 de Diciembre de 1854.= Ambrosio Gonzalez.=Joaquin Garrido, Manuel Bertemati. Tomás Rodriguez Pinilla. Francisco Sanchez

del Arco. Benito Alejo de Gaminde. José Antonio Aguilar. José Ignacio Llorens.>>

Terminada la lectura, dijo

El Sr. PRESIDENTE: Antes de conceder la palabra al Sr. Garrido ó cualquiera otro de los señores firmantes de la proposicion que la apoye, la Mesa se halla en el caso de reclamar la consideracion de la Asamblea, porque cree que esta proposicion contiene un ataque á las prerogativas del Presidente, porque verdaderamente es una reforma de Reglamento.

El Presidente señalará y dirigirá las discusiones; así lo previene el art. 15. El 111 establece que toda proposicion sobre reforma ó modificacion del Reglamento ha de seguir los trámites de una proposicion de ley. Y el art. 1.° de los adicionales fija tambien que una Comision permanente de Reglamento haya de ocuparse de este asunto.

Si el Presidente ha de señalar las discusiones, creo que la Asamblea no debe hacerlo nunca; si bien el Presidente oira cualquier observacion que se le haga, como oyó las que muy oportunamente le hizo el Sr. Marqués de Albaida.

Habia una porcion de asuntos pendientes, de fecha. anterior al dictámen relativo á la contribucion de consumos; hizo el Sr. Marqués de Albaida una indicacion, y yo no tuve ningun inconveniente en que se pusiera á la órden del dia á continuacion del dictámen sobre la fuerza del ejército permanente para el año de 1855, Lo antepuse á otros muchos que estaban presentados en la mesa, por las mismas consideraciones que manifiestan los señores firmantes de la proposicion. Tuve presente, para tomar esta determinacion, que el Sr. Ministro de la Guerra me habia manifestado los deseos, la necesidad, la alta conveniencia de que se discutiese el proyecto fijando la fuerza del ejército permanente para 1855, y no olvidé que se trata de un proyecto, que no se ha de discutir por artículos, porque como no tiene más que uno, en una discusion general se concluye.

Despues de manifestar que esta proposicion contiene un ataque à las prerogativas del Presidente, no tengo inconveniente en que el Sr. Garrido, ó cualquiera de los demás señores firmantes apoye la proposicion.»>

Lo hizo en estos términos

El Sr. BERTAMATI: De ningun modo tiene por objeto la proposicion que hemos presentado atacar las prerogativas de la Mesa. El Sr. Marqués de Albaida encareció con buenas razones la necesidad de que se diera preferencia en la discusion al dictámen sobre consumos; y no habiéndose adoptado una resolucion satisfactoria sobre este asunto, los firmantes de la proposicion hemos creido que debíamos someter esta consideracion importante al buen juicio de las Córtes. Es el caso que estamos á 21; dentro de diez dias ha de tener efecto la supresion de los derechos de consumos, toda vez que tanto la mayoría como la minoría de la Comision están de acuerdo. Es, pues, indispensable que este asunto se discuta cuanto antes, à fin de que se ponga en ejecucion antes que llegue ese término fatal.

Diez dias no es tiempo suficiente para una cosa tan importante. Creo, por tanto, que estamos en el caso de dar la preferencia a ese asunto; porque mal podremos discutirle si entramos en la cuestion de fijar la fuerza del ejército permanente, que podrá ser más ó ménos dilatoria, sin contar con dos dias de interpelaciones que ha de haber en el intermedio.

Me parece, por tanto, que sin lastimar en nada las prerogativas del Sr. Presidente, están los Sres. Diputados en el caso de decir si puede ó no alterarse la órden del dia para asunto tan importante. No digo más. El Sr. Ministro de la GUERRA (Conde de Lucena): En efecto, como ha dicho el Sr. Presidente, manifesté ȧ S. S. hace dias la urgencia de que se discutiera el proyecto que fija la fuerza que ha de tener el ejército permanente en el próximo año de 55, por dos razones: primera, porque se aproximaba el 1.o de Enero; y segunda, porque el ejército va á quedar sumamente bajo de fuerza en 31 de Diciembre, y hay que disponer el medio de cubrir esas bajas hasta ponerle en la fuerza que las Córtes determinen que haya.

Estas son las razones que tuve para suplicar al señor Presidente que pusiese a discusion este asunto à la mayor brevedad, tanto más cuanto que tiene tambien la prioridad sobre los demás asuntos.

En cuanto al fondo de la proposicion que se acaba de leer, fácil es demostrar que quien tiene principalmente interés en que se ventile la cuestion de consumos, no son los pueblos, sino el Gobierno. La contribucion de consumos concluye el 31 de Diciembre, y si las Córtes no votan un equivalente para ese día, indudablemente los pueblos no pagarán nada, porque estarán en su derecho. En su consecuencia, el Sr. Bertemati reconocerá que no pueden irrogarse esos grandes perjuicios.

El Sr. BERTEMATI: Las Córtes saben que este asunto es de mucha consideracion; hay contratas pendientes, y los contratistas no cesarán mientras no haya una ley que se lo mande. Vamos, pues, á poner á los pueblos en un conflicto.>>

Se leyó nuevamente la proposicion, y al irse ȧ hacer la pregunta de Reglamento, dijo

El Sr. BERTEMATI: En virtud de lo que ha manifestado el Sr. Ministro de la Guerra, retiramos la proposicion.

El Sr. PRESIDENTE: Queda retirada la proposcion; pero pueden tener entendido los Sres. Diputados que la Mesa en lo sucesivo será muy celosa de conservar las facultades que tiene.

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Garnica tiene la palabra.

El Sr. GARNICA: He pedido la palabra solo para dirigir una pregunta al Sr. Ministro de Fomento. Seré muy breve, por dos razones: primera, por no incurrir en el desagrado del Sr. Presidente; segunda, porque nuestra mision es aprovechar el tiempo en bien del país. Entraré, por lo tanto, desde luego en la pregunta.

El párrafo último de los motivos en que se funda la exposicion que precede al proyecto de ley sobre ferro-carriles dice lo siguiente:

«Por estas consideraciones, el Gobierno, conformándose con los dictámenes de la Junta creada por Real decreto de 23 de Agosto último, y competentemente autorizado por S. M. la Reina (Q. D. G.), tiene el honor de proponer a las Córtes los adjuntos proyectos de ley.>>

Por aquí se ve, señores, que el Gobierno ha creado una Junta en virtud del decreto de 23 de Agosto último, cuyo objeto fué dar un dictámen sobre los diferentes expedientes de ferro-carriles, con el cual se ha conformado el Gobierno. Conocidos estos antecedentes

voy á hacer mi pregunta, que se reduce à que, si el Sr. Ministro de Fomento no tiene inconveniente, me diga quiénes fueron los señores que compusieron esa Junta; y en caso de que no hubiese para ello algun | obstáculo, quisiera saber si pertenecieron á ella los Sres. Montesino, Infante y Rua Figueroa.

Hago esta observacion, porque he visto que la Comision que ha de dar su dictámen en este mismo proyecto de ferro-carriles cuenta entre sus indivíduos á esos tres Sres. Diputados, que habiendo formado parte de aquella Junta y dado su dictámen, no es de creer que lo reformen en ningun sentido. El Congreso sabe que esta cuestion de ferro-carriles es de la mayor importancia, y yo por mi parte estoy dispuesto á censurar y reprobar altamente todas las inmoralidades, ilegalidades, escándalos y abusos cometidos en los expedientes de ferro-carriles, principalmente en cuanto diga relacion á las indemnizaciones concedidas á los empresarios que por desgracia no han cumplido ninguna de sus promesas y han dejado las cosas en el ser y estado que tenian.

El Sr. MONTESINO: Pido la palabra para una alusion personal.

El Sr. PRESIDENTE: Va á usar de la palabra el Sr. Ministro de Fomento.

El Sr. Ministro de FOMENTO (Luxán): Creo que el Sr. Montesino no tendrá necesidad de entrar en esta cuestion. Comienzo por manifestar á las Córtes que me extraña un poco, por no decir mucho, que el Sr. Garnica, mi amigo, con quien tengo íntimas relaciones de amistad, y que me ha hablado bastantes veces respecto del ferro-carril de Alar á Santander, no se haya dignado hacerme esta pregunta confidencialmente, ni participármela siquiera antes de hacerla en el Congreso. Esto solo me cumple desde luego manifestar á S. S., atendida nuestra amistad,

En seguida tengo que hacer presente à las Córtes que el Sr. Garnica hubiera podido evitarse la molestia de hacer esa pregunta, y evitarme á mí el contestarle, con pérdida de tiempo tan precioso para el país, si se hubiera tomado el trabajo de leer la Gaceta de 23 de Agosto, en donde habria visto los nombres de los señores que compusieron esa Junta, á quienes el Gobierno, en uso de sus atribuciones, creyó conveniente flar, por su inteligencia, celo y dotes especiales, el conocimiento de ese árduo, difícil y complicadísimo asunto de ferro-carriles. Allí hubiera visto S. S. los nombres de las personas que compusieron esa Junta; y si bien está entre ellos el del Sr. Montesino y el del Sr. Infante, el del Sr. Montesino está como director que es de obras públicas, y el del Sr. Infante como Senador que fué, y más que como Senador, como la persona que promovió este asunto tan complicado y que tantas consecuencias ha traido para la libertad, para la moralidad y para la formacion de estas mismas Córtes. Los Sres. Infante y Montesino formaron parte de esa Comision, pero no el Sr. Rua Figueroa.

Y ya que se habla de extrañezas (sin que esto sea hacer ningun género de reconvencion al Sr. Presidente), me parece que cuando se hagan preguntas de este género no se extra limiten como lo ha hecho el señor Garnica al formular su pregunta, hablando de ferrocarriles, de las concesiones hechas á los contratistas y de otras cosas que solo vendrán bien en el dia de la discusion.

Respecto á la incompatibilidad de los Sres. Infante y Montesino, debo decir que siendo Diputados lo mis

mo que S. S., las Córtes y las secciones están en su derecho al nombrarles para esa Comision, sin que sea obstáculo el que pertenecieran á aquella Junta, el uno bajo el concepto de director general de obras públicas y el otro por haber sido el que inició la grave cuestion de que se trata. ¿A dónde iríamos á parar si por tener un Diputado una investidura oficial, ó por cualquier otro concepto, se le quisiese privar del derecho de merecer la confianza del Congreso en las Comisiones cuyo desempeño se le encargase? ¿Ha comprendido el señor Garnica la pregunta que ha hecho? ¿Qué sucederia si se levantase otro Sr. Diputado y dijese que el r. Garnica no podia pertenecer á esa Comision, como pertenece, porque Diputado por Santander, era de creer que tuviese intereses más ó ménos importantes en las cuestiones de ferro-carriles? ¿Cur tam varie, Sr. Garnica? ¿Por qué S. S. ha de tener derecho para pertenecer á esa Comision, y no el Sr. Montesino, que puede pertenecer á ella con más independencia que S. S., porque ni tiene intereses en esa provincia, ni nada que toque ni ataña á ferro-carriles? En efecto, el Sr. Montesino no tiene en esa cuestion otro interés que el interés general como director que es de obras públicas, y conocimientos generales para apreciar esta cuestion, pudiendo por lo tanto, sin inconveniente alguno, ser indivíduo, tanto de la Comision á que el Sr. Garnica se refiere, como de cualquiera otra para la que las Cortes tengan á bien designarle.

Creo contestada la pregunta de S. S., y concluiré rogándole encarecidamente que en asuntos de esta especie puede acercárseme confidencialmente en uso de nuestras buenas relaciones, y yo le satisfaré, como lo habria hecho en el asunto que nos ocupa, de una manera conveniente, evitando á S. S. el trabajo que se ha tomado de formular esa pregunta.

El Sr. GARNICA: Pido la palabra para rectificar. El Sr. PRESIDENTE: Yo tengo que contestar tambien à una amistosa reconvencion que me ha dirigido el Sr. Ministro de Fomento, á la cual solo diré que me alegraria mucho de que todas las preguntas que se hiciesen aquí no se extendieran más que lo que se ha extendido la de mi amigo el Sr. Garnica. El Sr. Garnica tiene la palabra.

El Sr. GARNICA: Doy las gracias al Sr, Presidente. Sin duda no me ha comprendido el Sr. Ministro de Fomento. Yo no he querido decir que los Sres. Infante y Montesino, à quienes respeto por sus conocimientos, luces é independencia, fuesen incompatibles para esa Comision.

Otra de las cosas que ha dicho el Sr. Ministro es, que cómo pregunto yo quiénes son los indivíduos que formaron esa Junta, cuando constan en la Gaceta de 23 de Agosto. Yo pregunto...

El Sr. PRESIDENTE: Señor Garnica, el Regla mento no permite que V. S. se extralimite en la pregunta.

El Sr. GARNICA: En el decreto de 23 de Agosto, es cierto que aparecen los nombres de los indivíduos que formaron esa Junta; pero á mi no me consta, ni por la Gaceta ni por ningun otro conducto oficial, que hubiesen aceptado sus cargos, y por eso he recurrido, para enterarme, á mi amigo el Sr. Ministro de Fomento.

El Sr. Ministro de FOMENTO (Luxán): Creo que el Sr. Garnica ha padecido una grande equivocacion en lo que ha dicho à las Córtes. Un indivíduo de los nombrados para aquella Junta fué el único que hizo

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renuncia de su cargo, que, si no me engaña la memoria, fué el Sr. Cuenca, y su renuncia se publicó en la Gaceta, lo mismo que se hubieran publicado las de los demás señores si las hubiesen hecho. No apareció en la Gaceta otra renuncia que la del Sr. Cuenca; luego no debió tener lugar ninguna otra.

El Sr. MONTESINO: Señor Presidente, pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: Tiene V. S. la palabra para una alusion personal; pero ruego á V. S. que se atenga à la cuestion, mayormente despues de lo manifestado por el Sr. Ministro de Fomento,

El Sr. MONTESINO: Siendo el asunto de tan poca monta, renuncio al uso de la palabra, limitándome á contestar á S. S., que quizás ha tenido la idea de que yo no formase parte de esa Comision, que ojalá las secciones no me hubieran nombrado para ella.

El Sr. PRESIDENTE. Queda terminado este incidente.

El Sr. PRESIDENTE; El Sr. Conde las Navas tiene la palabra.

El Sr. Conde de las NAVAS: Dias pasados pedí que se buscara cierto expediente en el Archivo del Congreso, y el Sr. Presidente, con la actividad que le distingue, me dijo á la hora y media que no existia aquí semejante expediente. El expediente es relativo à una Comision que se nombró en el año 40, si no estoy mal informado, para que examinase y formase los inventarios de las alhajas de la Corona y examinase tambien si el testamento de Fernando VII estaba cumplido por su viuda. Celoso del honor de aquella señora, y más todavía de los intereses del país, deseo que ese expediente pase á la Comision del Congreso que entiende en este asunto. Creo que los antecedentes han de radicar en la Intendencia de Palacio: desearia que la Mesa pidiese al señor intendente de Palacio que se entendiese con el Archivo de esa Casa, para ver si podíamos saber el resultado de los trabajos de esa Comision. Si el expediente no estuviese allí, porque me parece que veo hacer un signo negativo con la cabeza, desearia que se buscase en cualquiera otro punto donde pudiese estar. Que se nombró esa Comision, es indudable; que debió actuar, es indudable; que esos antecedentes deben existir, tambien es cierto. Y ya que estoy en el uso de la palabra, diré que no soy solo el curioso en esa materia, pues ya el año 47 el Sr. Sagasti, siendo Diputado, hizo esta misma pregunta, apoyándola en un magnífico discurso que tuve el gusto de leer ayer, á pesar de mi quebrantada salud. Señores, yo creo que es de grandísimo interés para todos que se busque y parezca ese expediente.

El Sr. PRESIDENTE: La Mesa no puede complacer á S. S.; S. S., en uso de su derecho podrá presentar. la proposicion que estime conveniente, ó la Comision que se nombre para esa informacion podrá pedir los datos que quiera. La Mesa no puede hacerlo sin que preceda una u otra cosa.

El Sr. HEROS: El Sr. Conde de las Navas no está muy bien informado. Esa Comision fué nombrada por el Gobierno, y uno de sus indivíduos fué el Sr. Rodriguez Busto, que se sienta aquí entre nosotros. Con esa Comision no tuvo nada que ver la Casa Real y la Intendencia de Palacio. Dónde fueron a parar esos papeles, no lo sé, porque nunca los ví; de consiguiente, ni á mí me está bien meterme en investigaciones que no

me cumplen en este momento, ni puedo dar otras explicaciones. El Gobierno, en vista de esto, si lo tiene por conveniente, practicará las diligencias que crea oportunas, y satisfará à S. S. segun tenga ó no medios para ello.

El Sr. Conde de las NAVAS: Yo lo que quiero es que se adopten los medios convenientes para buscar esos documentos. Anuncio, pues, una interpelacion al Gobierno de S. M. para que averigüe y sepa dónde para ese expediente; y en ese caso suplico á la Comision que entiende en este negocio que lo pida, como elemento indispensable para poder dar su dictamen en un asunto de altísima política. Cuidado, señores, que ese juicio que nosotros vamos á abrir aquí tiene consecuencias y muy grandes, y puede ser que la mayor parte de los Diputados no las hayan calculado, como yo en el rincon de mi casa las calculo, y las calculo por todos los medios posibles; pues á pesar de mi calidad, quiero que no se desacredite esa institucion, que quiero consolidar.

El Sr. PRESIDENTE: El Gobierno señalará el dia en que haya de contestar á la interpelacion de S. S.

El Sr. BERTEMATI: La Comision à que alude el Sr. Conde de las Navas no se ha nombrado aún; se ha nombrado una Comision para que dé su dictámen para ver si esa Comision se habia de nombrar.

El Sr. PRESIDENTE: Deseo que no haya diálogos y que los Sres. Diputados no usen de la palabra sin que yo se la conceda.

ORDEN DEL DIA.

El Sr. GIL VÍRSEDA: Pido la palabra para hacer antes una pregunta al Gobierno.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. GIL VÍRSEDA: Seré muy breve. Segun la órden del dia, vamos á entrar en la discusion del proyecto de ley que fija la fuerza del ejército para el año de 1855. Desearia que el Sr. Ministro de la Guerra tuviese la bondad de decirnos, para que nos sirva en el debate, cuánta es la fuerza efectiva del ejército despues del licenciamiento que deberá verificarse á fines del presente mes. Creo que se necesita saber esto, y por lo tanto, suplico à S. S. que nos diga cuál es la fuerza que quedará efectiva.

El Sr. Ministro de la GUERRA (Conde de Lucena): La pregunta que ha hecho el Sr. Diputado no tiene relacion con fijar la fuerza del ejército. Cuando se trate del reemplazo, entonces sí será preciso presentar ese dato para saber si es conforme à la diferencia que hay entre la fuerza efectiva del ejército despues del licenciamiento y la que se ha fijado para el año 1855.

El Sr. GIL VÍRSEDA: Deseo, señores, que se tenga en cuenta esto, porque yo desde ahora anuncio, y no quisiera ser profeta de malas nuevas, que si en lugar de 25.000 hombres fueran 40.000 los que se pidiesen, el país no lo consentiria. (Muestras de desaprobacion.)

El Sr. Ministro de la GUERRA (Conde de Lucena): Seré muy breve, señores, porque solamente uso de la palabra para decir que yo tengo un convencimiento enteramente contrario al del Sr. Diputado que acaba de hablar, pues tengo el íntimo convencimiento de que las leyes votadas por la Asamblea Constituyente serán

aceptadas y respetadas por toda la Nacion, y si la defensa del país, su integridad y su independencia exigieran mañana, no digo 40.000 hombres, sino 200.000, las Córtes lo votarian y todo el país lo acataria, corriendo a las armas la Nacion entera, (El Sr. Escosura: Iríamos nosotros los primeros.)

Pero no estamos en ese caso, y tranquilícese S. S., porque la fuerza armada que cree el Gobierno que es necesaria para el año 55 es la que pide y fija en 70.000 hombres hasta que esté organizada la reserva, en cuyo caso rebaja 10.000 hombres más. No es necesaria una quinta de 40.000 hombres, ni aun incluyendo los 7 ú 8.000 que hay que mandar á Ultramar.

El Sr. GIL VÍRSEDA: Pido la palabra para una rectificacion.

El Sr. PRESIDENTE: Yo desearia que el Sr. Diputado explicase sus palabras, porque esas palabras son de tal naturaleza, que podrian dar lugar á que algunos interpretasen que sobre la Asamblea puede haber otra fuerza, y sobre la Asamblea no hay nadie en España.

El Sr. GIL VÍRSEDA: Precisamente he pedido la palabra para hacer esa explicacion. Yo no dije esas palabras de la manera que se han interpretado; tal vez me habré explicado mal. Decia, señores, que desgraciadamente el país quizá no lo viese bien; que yo no lo veia de esa manera; pero de ningun modo quiero en lo más mínimo hacer un llamamiento al país, porque yo soy el primero en prestar una obediencia ciega, y lo declaro muy alto, á cualquiera determinacion que las Córtes, en uso de su soberanía, tengan por conveniente adoptar.

Estaba en el deber de hacer esta manifestacion, porque deseo que no se interprete mal lo que yo he ma nifestado.

El Sr. PRESIDENTE: Sigue la órden del dia: discusion del proyecto de contestacion al discurso de la Corona. (Véase el Apéndice quinto al Diario núm. 29, y Diarios números 36, 37, 38 y 39.)

El Sr. SECRETARIO (Huelves): Se va á leer por primera vez, para que pase á la Comision, una enmienda que se ha presentado al párrafo cuarto del mismo proyecto. Dice así:

« Pedimos a las Córtes que en lugar del cuarto período del proyecto de contestacion al discurso de la Corona, se dignen admitir y mandar se inserte el siguiente:

«Vuestra Majestad, recordando enternecida los sucesos pasados, exclamó: «Saquemos de ellos, Sres, Diput dos, ejemplo y enseñanza para esta vida política que ahora se nos abre;» y las Córtes, de acuerdo con la indicacion de V. M., atenderán la leccion de escarmiento que les ofrece el pasado. Las infracciones de ley y altas prevaricaciones, cuya impunidad es en todos tiempos aliento para el crímen y humillacion para la sociedad, serán por las Córtes sometidas al correspondiente juicio y fallo legal, desagraviando y acatando. en las formas del derecho los altos principios de justicia. Tomando tambien en consideracion la sabia advertencia de V. M., las Córtes Constituyentes adoptarán una política conveniente á la nueva época, que está tan de acuerdo con las últimas manifestaciones del pueblo, como distante de seguir ó imitar sistemas condenados por la opinion pública.

Palacio de las Córtes 16 de Diciembre de 1854. Urbano Feijóo Sotomayor. Nicolás María Rivero.=

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Santiago AlonNatal Noboa.»

El Sr. SECRETARIO (Huelves): Ahora, cerrado ya el debate acerca de la totalidad del proyecto, se va á entrar en el de sus respectivos párrafos,>>

Leidos sucesivamente el primero, segundo y tercero, se aprobaron sin discusion, prévias las preguntas de Reglamento.

En seguida se leyó por segunda vez la enmienda al cuarto preinserta, y en su apoyo dijo

El Sr. FEIJÓO: Señores, yo reconozco como el que más las pérdidas de tiempo que el Congreso deplora, y yo las deploro tambien: creo que en ningun tiempo he dado motivo á fomentarlas. Hoy, sin embargo, tengo el presentimiento de que varios señores no hallarán en mi discurso sino una pérdida de tiempo; pero creo necesario expresar mis ideas. Ayer el respetable señor Heros nos ha dado una leccion de prudencia y mesura en la discusion, que no podia recaer sobre el que tiene el honor de hablar en este momento; empero de aquí en adelante tendré el disgusto de quedar incurso en la reconvencion de S. S., que acepto para lo sucesivo.

Voy a hablar en contra del discurso-contestacion, porque cuando hago esta enmienda es porque no estoy conforme con el espíritu que reina en todo el proyecto. No necesito presentar la desventaja con que hablo cuando tengo que discutir frente a frente con personas de tan elevada categoría y superior talento como son los señores de la Comision. Sin embargo, yo, para prevenir la réplica ó contestacion que la Comision tenga á bien darme, debo anticipar un juicio que ayer debí formar aquí, El Sr. Lafuente, cuya ilustracion es muy reconocida por todos y por mí mucho, ha calificado á un digno orador de la extrema izquierda como corrector de correctores, y yo voy á incurrir en la misma calificacion, Yo ruego desde ahora al Sr. Lafuente y demás indivíduos de la Comision, despues de manifestarles que yo presento contra el proyecto un nombre desconocido de un Diputado oscuro, como yo soy, como un raciocinio, que en su imparcialidad se sirvan contestar un raciocinio con otro, que será sin duda más fuerte y más conveniente, y que consideren que no será una razon el decirme que hay en la Comision cuatro académicos, dos miembros de la de Correccion de estilo, grandes escritores públicos, y en todos sentidos eminentes hombres; la razon de autoridad la reconozco, pero no la admito.

Estoy, como he dicho, en desacuerdo con el espíritu, con el pensamiento que reina en el proyecto de contestacion, y tengo para ello una razon que anticipó ayer el Sr. Escosura. Este distinguido orador, con esa valentía é incisiva diccion que en él reconozco, dijo que falta en el proyecto corazon y le sobra cabeza; yo digo lo mismo: que encuentro en él falta de corazon; aun cuando es muy posible que no estemos conformes el Sr. Escosura y yo, porque podrá ser que S. S. haya encontrado de ménos el corazon que se efunde en demostraciones de afecto, de cariño, de respeto, y á mí me parece que el corazon que falta es el del patriota que se inflama con las ideas del dia.

A primera vista encuentro, y me sorprende, que el discurso de la Corona es más oportuno, más explícito, más decisivo que el que se pone en boca de las Córtes, á quienes corresponde toda la accion en un dia de reparaciones, de refundicion de leyes, en una palabra, de revolucion. Comienza el primero manifestando su agrado, su confianza, sus sentimientos y su deseo.

Noblemente despues nos recuerda el pasado, y con una franqueza y lealtad que honran al Trono, preséntanos como una leccion aquella triste memoria. Las Córtes se ocupan en sus dos primeros párrafos en congratulaciones y demostraciones de respeto, cuya necesidad reconozco, cuya fuerza aplaudo; pero en el primero y segundo, y aun en el tercero, que es más aplicable á las circunstancias, noto que aparece la cosa pública en una forma exigua ó no aparece. Y recuerdo ahora una leccion que ayer se ha servido darnos el Sr. Lafuente, es á saber: que al autor incumben las pruebas. He dicho exigua, y puesto que ya están aprobados esos párrafos pido la venia del Congreso para probar ó fundar mi aserto, porque así conviene al apoyo de la enmienda que tengo la honra de sostener. No veo en los primeros dichos párrafos más que estos pensamientos que ruego à la Comision atienda y estime. En el primero, los Diputados y la Reina tienen buenos sentimientos; el segundo se reasume en esto: las Córtes aliviarán á la Nacion, si pueden, porque tienen moralidad y justicia; el tercero: haremos una buena Constitucion.

Los Sres. Diputados, si tengo la dicha de que como yo, se convenzan de que estos tres pensamientos corresponden á cualquiera época, han de deducir, como yo, que falta el pensamiento de la actual; falta una idea especial, distintiva del dia en que tengo el honor de hablar.

Con estos antecedentes llego al párrafo cuarto, y no necesito indicar á la ilustracion de los Sres. Diputados cuán ardua es la tarea que emprendo al tener la honra de presentar otra redaccion del párrafo con la idea de suplir en parte las faltas que en el total son más notables.

Yo no puedo creer que en un tiempo que se dice de revolucion, sea adecuado un discurso en el cual, ó no aparece, ó si se ve, es en una forma muy mezquina, el pensamiento revolucionario, ó sea el pensamiento culminante del tiempo. Todos los Sres. Diputados convendrán conmigo en los deseos de abrir la más ancha y recta vía á las reformas, y parecia que debian haber merecido esas reformas una pequeña representacion en el pensamiento del discurso. Todos sabemos cuán interesante nos es amar al pueblo para evitar males posibles y atropellamientos que ya hemos sufrido; parecia, pues, que la Milicia ciudadana, esa grande institucion que es sin duda la primer garantía de nuestro porvenir, debia obtener en el discurso alguna mencion honorífica, y que yo creia tan política como justa. Por último, se ha huido de tocar con el pincel el cuadro de la época nueva, y parece se ha evitado cuidadosamente decir nada del pensamiento de hoy.

Yo juzgo imprescindible en un documento de esta clase pintar en rasgos generales nuestro plan, nuestro pensamiento político, y tambien nuestro plan de gobierno, que es la base para el desarrollo de aquel. No indiquemos, en buen hora, ese desconcierto bochornoso en que se presenta el partido progresista; evitemos recordar sus debilidades; ese aluvion de proyectos inmediatos; ese torrente desbordado de preguntas, interpelaciones, réplicas, personalidades; la presentacion, por otra parte, de leyes en las cuales brilla una profunda erudicion y un alto celo, más bien que la aplicacion à la práctica. Todo esto, por amor á nosotros mismos, releguémoslo al olvido; pero fije la razon en este documento algo de eso que las circunstancias y el pueblo exigen, algo de lo que conviene a la salud pública.

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