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vista la cuestion, el Gobierno y la Comision hallarán motivos para reformar su juicio, y confio en que la buena inteligencia de los Sres. Diputados constituyen tes sabrá apreciar las razones que voy á exponer en apoyo de mi enmienda.

Al presentarnos el Gobierno su proyecto de ley, ha acompañado dos estados para manifestar la distribucion de las fuerzas necesarias para el servicio de las plazas y para sostener el órden público y conservar la tranquilidad. No quisiera equivocarme en la apreciacion que hago respecto al estado que acompaña al proyecto del Gobierno. No quisiera tampoco equivocarme en los cálculos que expondré, porque yo acostumbro á apreciar siempre los cálculos como debe hacerse, es decir, quedándome siempre bajo; pero cualquier equivocacion que padeciere, entiéndase que estoy pronto á rectificarla al momento,

Yo creo, señores, que al presentar este proyecto se ha partido de datos de apreciacion que en mi concepto son algo erróneos. Se ha fijado la fuerza del ejército en su relacion de caballería, infantería, artillería é in- | genieros de una manera desproporcionada é inconveniente, a mi parecer. Digo inconveniente, porque en el mismo proyecto del Gobierno veo las excusas que le mueven á presentar su plan del modo que lo ha hecho.

No es por esto, señores, que yo no reconozca la fuerza de los argumentos que pueden aducirse. Reconozco que la caballería, artillería é ingenieros son cuerpos especiales que necesitan más tiempo de instruccion para poder entrar en campaña y sostener los objetos de su instituto. Pero en medio de que lo reconozco así, no olvido que es necesario introducir gran des reformas y grandes economías en el presupuesto; y ante esta consideracion, que es muy superior á las expuestas por el Gobierno, creo que debe subordinarse el pensamiento de necesitarse más tiempo para la instruccion de estos cuerpos especiales.

Estamos viendo, señores, la situacion lastimosa del Tesoro público; y cuando el Tesoro público se encuentra en esta situacion, y cuando hay grandes impuestos que satisfacer, grandes obligaciones que cubrir, es, señores, cuando se presenta el Gobierno de S. M. á pedir un contingente que es superior, en mi opinion, á nuestras necesidades, y superior tambien á las fuerzas del país, el cual necesita emplear sus recursos de un modo diferente de aquel en que se viene aplicándolos mucho tiempo hace.

y quinto órden. Las de primero y segundo necesitan fuerzas de consideracion para preservarlas, sostenerlas y defenderlas. Pero como quiera que al mismo tiempo se enuncia por el Gobierno la idea importante de que la Milicia ciudadana es el sosten del órden y el baluarte de la libertad, que ha prestado eminentes servicios y está dispuesta a prestarlos siempre que sea necesario, de aquí deduzco yo una reflexion que no puede ni debe desatenderse. Si vozotros teneis Milicia ciudadana para conservar el órden público, ¿qué necesidad hay de grandes ejércitos con este mismo objeto? En tiempo de Fernando VII el ejército no era tan numeroso; ¿y será posible que en esta situacion, cuando podemos contar con 400 ó 500.000 nacionales que deben servir como un gran recurso para conservar el órden, ¿será posible que se trate de crear fuerzas numerosas para conservar ese mismo órden? Yo no lo comprendo, y de aquí que trate de demostrar lo inconveniente de las grandes guarniciones que aumentan las necesidades del servicio, y la conveniencia de rebajar hasta el número que yo propongo la fuerza que se pide de 70.000 hombres.

Se proponen para Castilla la Nueva (me fijîré en dos ó tres puntos capitales) 4.434 hombres de infantería, 2.760 caballos, 1.693 artilleros y 1.600 ingenieros; total 10.487 hombres, 2.011 caballos y 378 mulas. Ahora bien, señores; la Milicia Nacional de Madrid, que cuenta de 18 a 20.000 hombres; la Milicia Nacional de Madrid, que en dias de apuro ha sostenido el órden en la capital en un dia que debe estar presente en la memoria de todos, que llevó la tranquilidad á las familias, que prestó un apoyo decidido al Gobierno, hizo innecesaria la concurrencia del ejército; hablo del 28 de Agosto. ¿Y será posible que habiendo servido la Milicia para conservar el órden y llevar la tranquilidad á las familias en circunstancias tan críticas, no sirva para sostener ese mismo órden en situacion más despejada, más normal que la de la época á que me refiero? Creo que sí, y por esto opino que no es necesaria gran guarnicion en Castilla la Nueva.

Fuera de este punto, yo no creo, señores, que haya que sostener otros más que el canal de Isabel II,. donde se necesita alguna fuerza. Despues de ésta están Cuenca, Segovia, Guadalajara y Ciudad-Real, capitales que, segun saben los Sres. Diputados, están ó han estado guarnecidas con una ó dos compañías, fuerza que hoy tambien podremos disminuir, toda vez que en ellas hay Milicia. En efecto, ó la Milicia sirve ó no sirve para conservar el órden y la tranquilidad en las poblaciones. Si sirve, creo que debe disminuirse la fuerza del ejército en proporcion del servicio que pueda prestar la Milicia.

En todos estos puntos que he recorrido de Castilla la Nueva, el servicio se aumenta extraordinariamente sin necesidad. Es mi opinion, y está tambien en la conciencia pública.

El estado núm. 2.°, que acompaña al proyecto de ley, distribuye la fuerza de 70.000 hombres en el servicio de los cuatro distritos militares y entre 87 plazas de primero, segundo, tercero, cuarto y quinto órden. Señores, en medio de que se nos dice que el sistema de fortificacion no está completo, lo cual indica que hay todavía muchos trabajos para perfeccionarlo y asegurar los puntos estratégicos que se consideran necesarios en lo interior, toda vez que no pueden abandonarse, en medio de esto es preciso tener presente que la mayor parte de estos fuertes pueden defenderse y conservarse con tan escasas fuerzas, que, á mi parecer, no deben entrar para nada en la cuestion por su insignificancia. Y en efecto, necesitan fuerzas insignificantes, porque Esto, señores, está enlazado seguramente con el hay fuertes de éstos a cuyo frente se encuentran sub- sistema de administracion, que no es propio; se crean tenientes; otros mandados por tenientes ó capitanes, necesidades para emplear hombres, y cuando hay este algunos de los cuales apenas tienen á sus órdenes 20 sistema es preciso corregirle en todos los puntos, porhombres. Podria citar algunos puntos donde esto su- que solo corrigiéndole en todos los puntos, cuatro en cede, uno, seis en otro, es como podemos presentar una base Hablo de algunas de las plazas de tercero, cuarto de reformas y de economías indispensable que sea de

Hay una infinidad de puntos donde se establecen guardias que, en concepto de la mayor parte de las personas que en Madrid viven, son completamente innecesarias.

algun bulto, que sin duda se aceptará por los repre- señores, que, como ha dicho el Sr. Ministro de la Guersentantes del país.

Entremos ahora á tratar de Andalucía en la parte de Sevilla, porque tenemos tambien en la distribucion que hace el Sr. Ministro de la Guerra por distritos militares, el de Granada. En Sevilla se nos presenta una fuerza de 6.001 hombres y 521 caballos y 368 mulas, fuerzas, en mi opinion, superiores à las necesidades de este distrito, porque, señores, para probar esto yo no tengo más que hacer una observacion.

En las Andalucías en los siete años de guerra civil no hubo facciones, ó si las hubo, estuvieron de paso, puede decirse. No estuvo allí el foco de la rebelion. Esto demuestra el buen espíritu que reina en las Andalucías. Además, señores, hay mucha diferencia en la situacion actual á la de 1834 ó 1835. No es, pues, esto que yo desconozca que entonces hubiera más fuerzas. Eran necesarias; pero hoy pueden quedar muy reducidas sin grave inconveniente. Pues qué, señores, ¿el espíritu liberal no se ha difundido por todas las clases del pueblo? ¿No hay más intereses creados? Cierto. Pues todo esto debe entrar en la apreciacion de los hombres de gobierno.

Yo creo, señores, que el sistema de fortificaciones para una guerra civil está apoyado por el heroismo de los pueblos, por el heroismo de sus mismos vecinos nacionales. Podria, señores, citar muchos ejemplos de la guerra civil. Todos hemos visto fortificarse como por encanto muchas poblaciones para defender los intereses de la Pátria, y que sirvieron de apoyo para las divisiones del ejército constitucional. Y yo no dudo, señores, que si por desgracia ocurriese otra nueva disension en nuestra Pátria, los hombres que se lanzaron, que se comprometieron en la revolucion de Julio, repetirian aquellos esfuerzos, toda vez que hoy cuentan con alguna organizacion, y que esta organizacion debe adquirir más fuerza en el año próximo de 1855. En tal concepto, las pequeñas fuerzas destinadas à fortificaciones de cuarto y quinto órden pueden economizarse.

El Congreso oyó dias pasados al Sr. Ministro de la Gobernacion que para el año próximo tenia pedidos en el presupuesto 7 millones de reales con aplicacion al arnamento de la Milicia ciudadana.

Si, pues, al armamento que pueda adquirirse con esta cantidad se reune el que pueda utilizarse recomponiendo el existente, yo creo que se podrá presentar en el país una fuerza muy considerable, auxiliar del ejército en circunstancias dadas, un apoyo grande para el Gobierno, una garantía de la libertad, que pueda anonadar en poco tiempo las facciones que puedan levantarse. Pues qué, la organizacion de la Milicia ciudadana, que nada ó muy poco cuesta al Gobierno, es decir, en el presupuesto, ¿no puede presentarse de modo que haga innecesaria la concurrencia de una fuerza superior del ejército para conservar la tranquilidad, para ocurrir á un movimiento que pudiese haber de pronto? Yo creo que sí, señores; y creo que sí, porque la considero como base para presentar un cuerpo suficiente de voluntarios para contrarestar las facciones que pudiesen levantarse.

Además, señores, las facciones no se improvisan. No se presentan en el campo así como quiera 20 ó 30.000 facciosos. Y si el crear esas fuerzas ha de ofrecer dificultades á los que quieran lanzarse otra vez á encender la guerra civil, yo creo que el Gobierno, con los medios fuertes que posee, que el Gobierno de una Nacion de 14 millones de habitantes, de una Nacion,

ra, y yo me asocio à su pensamiento, en el momento de un conflicto daria 100 ó 200.000 hombres para con. fundir tola rebelion, para defender y conservar la independencia, creo que podria organizar antes que la faccion los medios de ataque para destruirla en sus primeros pasos. Creo, pues, que esto nos debe servir de guia y de norte para ser muy prudentes en la concesion de la fuerza que se nos pide para el ejército permanente.

Nos presenta tambien el Gobierno como una razon de conveniencia para que se fije el número de 70.000 hombres, el no haber cuadros de reserva, ó al ménos el no tener reserva, en cuyo caso parece que quiere darse à entender que el ejército se disminuiria,

Es indudable, señores, que el ejército es más gravoso que las reservas, y en tal concepto parecia natural se trajese tambien ese pensamiento, puesto que contribuiria á la vez à disminuir la fuerza del ejército permanente, á disminuir el presupuesto. Yo estoy convencido de que es una necesidad formar cuadros de reserva de oficiales, para darles pan, sin que quiera decir por esto que el Sr. Ministro de la Guerra no se le dé en la actualidad; no, tienen consignado su haber en el presupuesto y se les cumple religiosamente; pero yo quisiera, si posible fuese, que se igualase á todos los oficiales que no están en servicio activo, para que cubriesen mejor sus necesidades. Me explicaré. Desearia que se organizasen cuadros con todos los jefes y oficia les que están en las diferentes situaciones de reempla. zo, cuadros, comisiones, etc.; que se formasen tantos cuadros cuantos fuesen necesarios para dar cabida á todos estos jefes y oficiales con igualdad de haber; y en esto verá el Sr. Ministro de la Guerra cómo hay diferencia entre lo que S. S. ha creido y lo que yo deseo. Igualdad para todos. De este modo se satisfacen todas las aspiraciones y se evitan disgustos y trastornos. Yo haré ver al Sr. Ministro de la Guerra que esto no es difícil de ejecutar y que es conveniente el que se ejecute, porque no es menester mucho para satisfacer las legítimas aspiraciones de todos los que se encuentran en este caso.

Yo he calculado que pueden formarse 50 ó 60 cuerpos de reserva, de cuadros de oficiales solamente, donde pudieran adquirir mayor grado de instruccion. No niego que en el dia tengan bastante suficiencia; pero me parece que estando en los cuerpos de depósito podian, con utilidad de ellos mismos y del servicio, ir adquiriendo mayor grado de conocimientos; porque, á mi parecer, y con este parecer convendrá el ilustrado señor Ministro de la Guerra, nunca falta que aprender, Todos los dias estamos viendo adelantos en las ciencias y en el arte de la guerra, y todos los dias, por consiguiente, es necesario estar estudiando para hallarse al corriente de cuanto se publica. Creo que 9 ó 10 millones de reales, aplicados á los oficiales que hoy dia están en la situacion que acabo de indicar, serian suficientes para dar a todos ellos las tres cuartas partes de su sueldo. En esto verá el Sr. Ministro de la Guerra que no me quedo corto. Es necesario que las Córtes tengan presente que además del ejército activo hay militares. empleados en comisiones, oficiales en reserva y oficia. les con sueldo de reemplazo. La diferente clasificacion de cada uno, ó el estar colocado en ella, se atribuye, no diré yo con razon, al mayor ó menor favor; pero de todos modos, surgen de aquí consideraciones muy importantes que no podrán ménos de apreciarse por el

Gobierno para reconocer que hay una necesidad de hacer más llevadera la suerte de esos oficiales, que quizá en la situacion de reemplazo no cuentan con lo bastante para sus atenciones, y que esto podria hacerse toda vez que el ejército se disminuyese. Cuando hablo del ejército me refiero á los soldados, á la clase de tropa.

Se nos ha dicho tambien por el Gobierno de S. M. que la Nacion puede restablecer las milicias provinciales; y si no recuerdo mal, creo haber oido al señor Ministro de la Guerra que el número de esas milicias se elevaria á 75.000 hombres. Pues bien, señores; 70.000 hombres por una parte, 75.000 por otra de milicias provinciales, resguardo numeroso, además Milicia ciudadana para el sosten de la Administracion que rige; y en fin, podemos decir que nos hemos convertido en una Nacion de militares; vivimos en una Nacion libre, y yo no veo más que bayonetas por todas partes. Es necesario que procuremos, pues, reducir el ejército, para que sea ménos gravoso, toda vez que tenemos otros medios, los de la Milicia ciudadana para conservar la tranquilidad en las poblaciones, y que puede prestar algun otro servicio extraordinario en casos necesarios. ¿En qué tiempo ha habido en España 155,000 hombres, fuera de las guerras civiles y de la Independencia? Se me citará la época de Cárlos IV: conozco algo la historia militar de aquellos tiempos; sé lo costoso, que fueron para la Nacion aquellos armamentos; pero entraré en consideraciones, explanaré mi pensamiento y haré comprender que cuando digo que es excesivo el número de 70.000 hombres de ejército y 75.000 de milicias provinciales, me refiero á estable cer comparaciones á tiempos normales. ¿Estamos ó no en esta situacion? ¿Es tiempo normal este, ó no lo es? ¿Podemos conservar nuestra independencia sin más ejército? ¿Podemos ser ó no neutrales en ciertos casos? Todas estas cuestiones tienen que ventilarse y discutirse con calma.

que se cree más apremiante é imprescindible para unos, pero que es relativa para otros.

Las Córtes se admirarán cuando sepan que el Ministerio de la Guerra absorbe en estos momentos tanto como absorben los seis Ministerios restantes. Yo lo probaré.

Entramos en el período de ajustar cuentas, y ya he dicho que soy tolerante con las personas, que las considero, pero que en el momento que entrásemos en cuestiones de principios, que llegásemos á las cosas, he dicho y repito que las examinaré con detencion. He aquí por qué, considerando que esta cuestion tiene gran significacion política, que afecta al porvenir de mi prís he de tratarla en todos los terrenos despacio y con, pruebas; las pruebas están en el presupuesto y en documentos oficiales, son de cifras, y por lo tanto debe haber exactitud. Si los datos son exactos, no se pueden sacar sino consecuencias exactas; si las bases no lo son, discurriremos en un campo falso; pero yo me apoyo en documentos oficiales, en el presupuesto, y camino en firme y con seguridad.

Yo entraria aquí á decir algo si estuviese presente el Sr. Ministro de Hacienda; pero tenemos la desgracia de que la parte más importante, la más importante en estas cuestiones, que es la del representante de la Hacienda pública, porque sin Hacienda no es posible gobernar, falte de este sitio con frecuencia,

No es posible esperar grandeza dicha, y porvenir para este pueblo en tanto que la cuestion de Hacienda, la cuestion económica esté abandonade, al acaso y que no podamos dirigir ni aun nuestras observaciones ya que no cargos, que vendrian en ros de las observaciones amistosas que aconseja el bin del país se hagan, para hacer luego cargos más severos si estas observaciones no se atendiesen.

Llamaba la atencion de las Córtes sobre la época, por lo pronto, en que se han presentado los presupuestos; esto es, despues de cuatro meses de iniciada la re

triunfante, cuando no ha debido descansarse dia y noche hasta presentar aquellos trabajos tan necesarios para conocer la situacion del país y presentarlos tan luego como se hubiesen abierto las Córtes. Y qué, señores, ¿hemos de ser ménos que las Córtes moderadas, cuyos Gobiernos en alguna ocasion han tenido cuidado de presentar los presupuestos al dia siguiente de abrirse, aun cuando despues no se votaran?

Yo debo anunciar á la Cámara que en esta discu-volución, despues de cuatro meses de la revolucion sion me extenderé bastante: hasta aquí he sido lacónico cuando he tenido la honra de dirigirme á las Córtes; pero ahora tengo necesidad de ser extenso, porque necesito hacerme cargo de todas esas cuestiones bajc los diferentes puntos de vista que las he presentado. Este es un asunto en que versan muchos millores, que le cuesta mucho al pueblo, y que tiene una relacion íntima con la conservacion de la libertad, sin que por esto quiera yo decir que el ejército pueda atacarla; no, señores, yo le defiendo; soy representante del pueblo y vengo a defender tambien la clase de los militares: aquí deseamos atender à todas las clases; deseamos atender al ejército, porque es justo que los que han derramado su sangre en los campos de batalla tengan que comer y sus familias tambien; pero además de esta clase hay otras obligaciones no ménos im. portantes, que el Gobierno de S. M. apreciará sin duda en el fondo de su corazon, y no podrá ménos de hacer justicia á las reclamaciones de los Diputados de las Córtes Constituyentes.

Pues qué, tenemos solamente el ejército en España? ¿No tenemos otra infinidad de obligaciones? ¿No están ahí los empleados civiles, el pueblo fabril y el agricultor, á quien atender tambien? Pues esto es necesario que se tenga en cuenta; porque desde el momento que se examinan las cuestiones en otro terreno del en que deben examinarse, no se resuelven bien ni pueden resolverse, porque no se atiende más que á la necesidad,

Sea cual sea la calificacion que se haga de aquellos presupuestos, el resultado es que allí se presentaba el estado de la situacion del Reino bien ó mal.

Digo, señores, que no puedo ménos de lamentarme de la falta de presentacion de los presupuestos con la oportunidad que exigia la estrecha relacion que tienen con la cuestion que nos ocupa; porque seguramente los presupuestos, que no se han presentado con la oportunidad conveniente, tienen una gran relacion con el debate sobre la fuerza permanente del ejército. Esto es todavía más claro. Pocas palabras son necesarias para demostrarlo. Si las Córtes señalasen el número de 50.000 hombres, las cifras del presupuesto deberian rebajarse, el presupuesto sufriria una alteracion notable; porque es bueno que sepan las Córtes que en el presupuesto para 1855 figura la cifra de 70.000 hombres para el ejército permanente, como si hrabiese sido ya acordada por el Parlamento. Esto quie. re decir, segun yo comprendo, que el Sr. Ministro de la Guerra ha contado ya con la victoria. Es verdad que

la cifra podrá estar sujeta á una modificacion al tratarse de los presupuestos; pero quiere decir que si hoy las Córtes acordasen los 70.000 hombres, la Comision de Presupuestos quedaria con las manos atadas y no podria discutir sobre la fuerza permanente del ejército, ni sobre si era conveniente ó no rebajar una cifra de 70.000 hombres por exigirlo así los apuros del Tesoro.

Hé aquí, señores, cómo llegan ocasiones para explicar las objeciones que dias pasados se hicieron sobre otra cuestion que tenia un objeto parecido. Hablo de la cuestion de consumos y derechos de puertas. Se presentó entonces como argumento el que todavía no se habian presentado los presupuestos, y que mientras esto no sucediese, mal podian apreciarse, ni la abolicion de dichos impuestos, ni hacerse economías ni rebajas.

Aquella cuestion, señores, aprovechaba al pueblo, porque se referia á la contribucion de consumos y á los derechos de puertas; la del ejército de 70.000 hombres le perjudica. Y justamente aquel beneficio se decia que no podia hacerse al pueblo no estando presentados los presupuestos, y esto que le perjudica no hay inconveniente en que se tratase aun cuando no estuviesen presentados los presupuestos.

Y qué, ¿no será posible que desatendamos otras importantísimas atenciones del servicio público por atender únicamente á las del ejército?

Desde luego, señores, se prejuzga la cuestion de los impuestos si acordásemos para el ejército la cifra de 70.000 hombres. Cierto que se me dirá: lo mismo se prejuzga esa cuestion adoptando la cifra de 50.000 hombres; pero 50.000 hombres es una cosa razonable, con lo que se puede atender al servicio público, al ser vicio del ejército, y prepararnos para cualquier suceso. Hé aquí por qué no tengo inconveniente en admitirla, y no he puesto la enmienda en otro sentido, sino para que estas cuestiones se aplacen tambien para cuando se trate de la cuestion de presupuestos.

Tambien se me dirá que por las Constituciones conocidas (porque hoy dia no tenemos ninguna que nos rija) presupuestaba fijar todos los años la fuerza del ejército permanente; pero me parece que esta fuerza se debe considerar en una extension mayor. En todos los países, cuando se trata del ejército, se comprende el ejército, tanto de la Nacion como de las colonias ó provincias de Ultramar; y para mí hubiera sido conveniente que al tratar de la fuerza del ejército se comprendiera el de tierra y el de mar, pues así apareceria clara y terminantemente lo que se paga por este ramo del servicio.

Hablo de esto, señores, y hablo tambien del presupuesto de 1855, porque tiene mucha relacion con la cuestion que se debate. En el de 1855 se piden para el servicio de las armas 25.000 hombres, de los cuales se dice que ingresarán 21.000 y que los 4.000 restantes se redimirán. Me parece que este es el concepto del Sr. Ministro de la Guerra...

El Sr. Ministro de la GUERRA (Conde de Lucena): Si S. S. me lo permite, explicaré mi pensamiento. El Sr. LABRADOR: No hay inconveniente. El Sr. Ministro de la GUERRA (Conde de Lucena): Los 4.000 hombres de que V. S. hace relacion son bajas naturales que tienen todas las quintas.

El Sr. LABRADOR: Pues si son bajas 4.000 hombres, no se comprende cómo se piden 25.000 con los fondos necesarios para sostenerlos,

Un Sr. Diputado: Es que las Provincias Vascongadas no quintan.

El Sr. LABRADOR: Entonces es una cantidad negativa. Y no comprendo tampoco por qué se dice que bastan 21.000 hombres y se pagan 25.000. ¿Son 21, ó 25? Se me dice que 21.000 son los que anualmente se señalan. ¿Y cómo se nos dice luego que en el presupuesto se consignan cantidades, para esos 4,000 hombres más? Se consignan cantidades toda vez que por nota que he leido se dice que de la quinta de 25.000 hombres, los 4.000 entrarán por reenganche. Si entran por reengache hay quinta de 25,000 hombres, algunos tendrán que pagar estos reenganches.

Todo cuanto he expuesto hace comprender á la Asamblea que esta cuestion no es una cuestion solamente militar, sino que tiene relacion con los demás intereses del país; debemos, pues, ser parcos en acordar la fuerza permanente del ejército, obrando con mucha meditacion.

Nos dice el Sr. Ministro de la Guerra que las Naciones tienen necesidad de determinar y fijar, en la manera que acostumbran á hacerlo, la base de la organizacion de su ejército, y que el mínimo de esta base para España hoy es de 70.000 hombres. Hé aquí cómo yo considero que esta base de 70.000 hombres puede ampliarse en vez de rebajarse, y puede ampliarse, señores, aun sin la guerra. Pero como he dicho y repito que en caso de una guerra podia contarse con todos los elementos de defensa y resistencia que fueran necesarios, por esto hoy me fijo en que la cifra de los 70.000 hombres debe limitarse á una cifra que sea compatible con el servicio público y al mismo tiempo con las obligaciones de nuestro presupuesto.

En la parte expositiva del proyecto del Gobierno se hacen comparaciones entre la fuerza del ejército en los años 53 y 54 y la que se pide para el de 1855, y se dice que hay una diferencia de 30.000 soldados respecto de ese año, y 24.000 respecto de otro. Pero tras de esta idea, yo examino el plan del Gobierno y encuentro que la cantidad que en el presupuesto se pide para el ejército de 70.000 hombres es casi igual á la que el año último se acordó en el presupuesto para el ejército teniendo 24.000 hombres más. Lo explicaré más claro. Doscientos ochenta y ocho millones y pico de reales se presupuestaron el año pasado para el ejército; 280 millones se presuponen para el de este año, habiendo, como ya he dicho, 24.000 hombres ménos. Es verdad que en el año anterior se consignaron otras cantidades, importantes 63 millones de reales, por decretos de Marzo, Abril y Mayo últimos; pero hay que tener en cuenta que esas cantidades se destinaron á objetos especiales que no figuran en el presupuesto de 1855. De consiguiente, no puede considerarse como una rebaja el importe de las cantidades que arrojan los citados decretos.

El año anterior se acordaron esos créditos para objetos especiales; y para probar que efectivamente se habia hecho este año la rebaja que se dice en el presupuesto, era preciso que esos objetos especiales figurasen tambien en este presupuesto. Y si eso no puede decirse, ¿como ha de sostenerse que se ha hecho semejante rebaja para el año de 1855? En mi concepto, esto no tiene contestacion satisfactoria: pero si se me diese, estoy pronto á admitirla. Es cosa que no puedo comprender que 24,000 soldados ménos cuesten casi lo mismo que costaban 24.000 soldados más. Tres de las partidas de que he hablado se destinaron á trasportes,

utensilios y hospitales; y creo necesario insistir en esto, porque solo así se puede apreciar la cuestion como es debido. Yo creo que estas partidas acordadas como aumento al presupuesto de 1854 para gastos extraordinarios, para gastos que no debian repetirse bajo un concepto fijo en el presupuesto inmediato, no pueden considerarse como baja, como economía.

Se nos dice en la parte expositiva del proyecto del Gobierno que no se da mucha importancia a los proyectos que se fraguan para encender de nuevo la guerra civil, pero que hay motivo por lo menos para obrar con cierta precaucion. Yo creo, señores, que los síntomas de guerra civil pueden conjurarse con reformas útiles y convenientes; pueden conjurarse destinando una parte de las cantidades que se piden para el ejército permanente de 70.000 hombres á objetos de más utilidad pública. Es preciso hacerlo, porque si no empezamos á introducir grandes reformas en el capítulo de la Guerra, ¿qué podremos esperar de los demás Ministerios, cuando el presupuesto de la Guerra absorbe tanto como los seis restantes, exceptuando el servicio extraordinario?

Voy á probar mi proposicion:
Estado, números redondos, rs. vn...
Gracia y Justicia..
Marina...

Gobernacion..

Fomento (no se comprende el presupues

to extraordinario para obras públicas, cuya cifra casi se eleva á 88 millones)....

Hacienda (no se comprende el resguardo ni gastos reproductivos).....

10.000.000 38.000.000 91.000.000 50.000.000

63.000.000

29.000.000

281.000.000

en junto, y que excede tan solo en un millon de reales al presupuesto de la Guerra. ¿Y es posible, señores, que un solo Ministerio absorba tanto como los seis restantes, donde está concentrada la instruccion pública, la administracion de justicia, la gobernacion interior del Estado, nuestra política exterior, el fomento de los intereses públicos, la administracion de la Hacienda, sin resentirse los intereses públicos?

Esto no es posible que continúe así sin graves inconvenientes. Es preciso decir que esta Nacion, sin deberlo ser, es una Nacion militar, y que si sigue por esta senda, no hay que esperar prosperidad; no puede desarrollarse ésta aplicando tanta suma al sosten del ejército.

Hé aquí por qué debemos formar tanto empeño en examinar esta cuestion; porque tenemos la desgracia, señores, de estar siglo y medio hace bajo el imperio de la fuerza, y es preciso introducir modificaciones.

Yo comprendo, señores, que en algunos períodos del siglo pasado, y aun en alguno de éste, fuese necesarla, fuese compatible la existencia de ese imperio de la fuerza armada con las formas de gobierno que regian entonces en España; pero yo no comprendo, señores, que en un país hoy liberal hayamos de necesitar de la misma fuerza ó más que en tiempo de Fernando VI y hayamos de absorber más cantidad que en aquella época en el capítulo de la Guerra.

Pero es necesario tener en cuenta, señores, que yo tampoco olvido que están comprendidos en ese prepresupuesto los Monte-píos, que son las consecuencias de tantas guerras, de la guerra de la Independencia

y de las dos guerras, civiles, y que éstas han creado obligaciones que es necesario atenderlas: no crea el Sr. Ministro de la Guerra que yo comprendo toda al cifra como destinada al ejército activo, no; me hago cargo de lo que se paga por este concepto, que quizá pasa de 88 ú 89 millones. No estoy seguro de la cifra.

Pero esto mismo, esta causa que produce tanta obligacion, es preciso tenerla presente para ir rebajando todo cuanto se pueda el ejército activo, porque solamente así podremos ir extingniendo esta deuda sagrada que tiene la Nacion para con sus servidores, y solamente así evitaremos crear nuevas obligaciones en la misma escala para el porvenir. Ejércitos numerosos hoy darán clases pasivas numerosas para mañana: reemplazarán á los que mueran, y de consiguiente, el presupuesto de la Guerra, lejos de disminuir, irá en aumento; é irá en aumento, porque los 75.000 hombres que van á pedirse para la milicia provincial han de costar algo; y de consiguiente, hay una razon más para juzgar esta cuestion con toda prudencia.

Yo estoy persuadido, señores, que cuanto más se disminuya el ejército en la situacion presente, nos podemos prometer mejor porvenir, porque el porvenir más inmediato no es de guerra, es más bonancible para el pueblo español si se sabe interpretar el sentimiento público. No se ha de fundar en la fuerza física, no, La fuerza de los ejércitos, el sistema militar, viene dominando muchos siglos hace; pero especialmente fué organizado en principios del siglo anterior. No me remonto a otras épocas lejanas, à la época de Carlos V. Y hago esta ligerísima indicacion para aconsejar que estamos en tiempos de disminuir el ejército y de emprender un sistema distinto del que hemos seguido hasta aquí, porque con ejército numeroso la Nacion no puede prosperar. Yo conozco que es necesaria alguna fuerza militar permanente: las demás Naciones la tienen tambien; pero es preciso no olvidar que contamos con escasos recursos, pues así seremos más comedidos en la apreciacion que hagamos del estado de otras. Naciones.

Si hasta aquí, señores, hemos sido instrumentos quizás de manejos y de intrigas de otros paises, hoy dia los españoles ya tienen sus representantes legítimos, tienen una Cámara donde deben ventilarse todos sus asuntos generales y de interés comun, y las circunstancias para adquirir compromisos han variado. Hoy dia no nos pueden comprometer en una guerra, en una alianza, sin que el Gobierno de S. M. venga aquí á decirnos los motivos y causas que le pueden impulsar á tomar parte en las negociaciones con otros países. Esto se hacia antes, en los tiempos pasados, en que se resolvian estas cuestiones del modo que conocen las Córtes. ¡Cuántos males ha producido al país esta manera de resolver los negocios públicos! Fué tan desacertada, que nos ha conducido al estado lastimoso en que nos encontramos.

Por esto he dicho que nuestra situacion es más bonancible y permite disminuir el ejército, ofreciendo como ofrece paz para el porvenir. Pues qué, ¿se cree que aun cuando nosotros concediésemos hoy dia 90.000 hombres al Gobierno de S. M., seria su posicion más firme? No, señores, y yo lo demostraré. Si nosotros acordásemos hoy, no 90, sino 100.000 hombres, seríamos más débiles, porque consumiríamos nuestros recursos, y consumiendo más pronto nuestros recursos, seguramente para una ocasion dada seria imposible que pudiésemos cubrir las obligaciones que nos asediaran,

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