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Dios, i sin diferencia alguna a los jentiles, emborrachándose como ellos, i teniendo ocho o diez mujeres, i en todo lo demas siguen los ritos i usos de los jentiles; i así, deseoso de ayudar a esas almas, i compadecido de sus miserias, hizo, cuando se vió en el estrecho, grandes dilijencias por descubrir esta colonia de españoles, informándose de unos i otros. I no hallando noticias entre aquellos indios, o por no saber de ellos, por habitar, segun se dice, entre las cordilleras, en una laguna, i en una isla grande que hace en medio de ella, que los pegüenches tambien habitan en unas abras grandes que hace la cordillera nevada, i en medio de la nieve, tienen sus ranchos, o porque maliciosamente se las negaban, porque no anduviesen por sus tierras los españoles. I lo mas cierto sería que el demonio, que visiblemente se les aparecia, les diria que no dijeran dónde estaban, porque el santo padre no fuese a procurar el remedio de sus altas, que, pesaroso de ver las almas que convertia, i deseando que no anduviese por aquellas tierras, i que le matasen, se les apareció en forma visible en una junta que hicieron estos indios del estrecho, i les dijo: que no dejaran andar por sus tierras a aquel padre, que era un mal hombre, revoltoso i embustero que los venía a perturbar, a quitarles sus mujeres, sus bailes i sus borracheras con doctrinas falsas i mentirosas, queriendo establecer usos nuevos, i que dejasen los de sus padres i antepasados; que no fuesen cristianos, ni consintiesen que los cristianos i españoles entrasen en sus tierras, que no venian, sino a hacerse señores de sus minas, i de las tierras que a ellos les habian cabido por su suerte, i que, al padre, le matasen, i no le dejasen hacer capaz de la tierra, i sembrar en ella malas semillas, ni consintiesen que volviese con vida a sus tierras; que era un espía oculto, que habia de traer despues muchos españoles para que se apoderasen de ellos, de sus mujeres e hijos, i de sus minas i haciendas; que si no le quitaban la vida, vendrian sobre ellos rayos, torbellinos i desgracias que él les enviaria, por hacer mas caso de un estranjero, que de él.

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<«<Así tenia el demonio prevenidos a los indios; con que, a los principios, se recataban grandemente de hablar con el padre, i de irle a ver, hasta que fueron perdiendo el miedo, i con la dulzura de sus palabras, les fué ganando las voluntades. I aunque algunas veces fueron determinados a matarle, como despues diré en el capítulo donde se trata de su martirio, no lo pusieron en ejecucion, por no haberlo Dios permitido hasta el tiempo, i en el lugar que tenia determinado. Pero ellos enviaron sus flechas ensangrentadas a las otras naciones para que le mataran, declarándoles lo que el demonio

les habia dicho de é', i encargándoles que no le dejaran volver con vida a sus tierras. I así como estaban con ese cuidado i temor que el demonio les habia puesto de que el padre anduviese por sus tierras, si supieron algo de la colonia de los españeles, lo ocultaban; o porque se fuese allá, le dijeron que allá en el Mar Océano, que está de allí cien leguas, habian habitado unos hombres blancos, como él, i con barbas, que traian espadas anchas, sombreros, zapatos i vestidos de gala mui diferentes de los suyos, que eran de pieles de animales. I fué así, aunque ellos no distinguian de qué nacion fuesen, que despues se averiguó que eran ingleses de nacion que allí estuvieron algun tiempo. I con estas noticias confusas, se determinó el santo padre a ir atravesando aquellas pampas i secos arenales, donde mas fuertemente abrasa el sol, i donde ménos agua, yerba, leña, caza, ni otro sustento se halló para la vida humana, i para las cabalgaduras. Pero fiado en Dios, que hasta allí los habia sustentado con su divina providencia i con prodijiosos milagros, como despues diré, se puso en camino con deseo de encaminar al cielo las almas de los indios que habia en aquel comedio, i a las márjenes del Mar Océano, i a los españoles que buscaba, si los hallase allí. I lo que es indios halló en aquel comedio muchos millares, i diferentes naciones, i con ellos, ejercitó el oficio de apóstol que dijimos con los demas.

Llegó a un brazo del Mar Océano que entra por la tierra adentro en la costa de Buenos Aires, que dista de la ciudad unas tres· cientas leguas, i en un recodo de brazo de este mar, halló un alojamiento capaz de seis cuadras de largo i ancho, donde habia señal de haber alojado allí, no españoles cristianos, porque no halló el santo padre cruz alguna, ni señal de ella, que es lo primero que ponen los cristianos en su alojamiento, como insignia gloriosa, i triunfante estandarte de su fe. I así entendió que allí habian alojado ingleses herejes enemigos de la fe católica. Hallaron doce pozos con agua hechos a mano, a donde se bajaba por unos escalones de piedra, señas de haber dado carena por las astillas i brea, cuerda, zapatos i botijas vidriadas quebradas, i una olla de bronce, que todas eran señas de haber estado allí estranjeros, que despues se supo que habian sido ingleses por una relacion suya que vino a mis manos, i la pondré en el capítulo 11. Hizo entonces el santo padre sus dilijencias por saber qué nacion se habia alojado allí. Entre los indios, halló sombreros, espadas anchas, gallinas i cosas que no habia en aquella tierra; i no le supieron decir de qué nacion eran, sino que eran blancos, como él, i que no entendian su lengua, ni les hablaban como él, en su propia lengua. Dióles el santo padre noticias del santo evan

jelio, i predicóles en su propia lengua, admirándose de oírle hablar en ella. Juntóse mucha jente de aquella costa del Mar Océano a oír la palabra divina, i recibiéronla con grande voluntad. I allí bautizó i convirtió muchos millares. I no hallando por aquella costa a los españoles que buscaba, que sin duda están entre las cordilleras, volvió otra vez desde el Mar Océano a las faldas de la cordillera nevada, atravesando aquellas campañas i estendidas llanuras, que abundan de indios, en la distancia que hai de doscientas leguas del mar a la cordillera, enderezando su marcha al término de donde habia salido, que eran los Póyas, i Guaiticas, i al término de su vida i de sus gloriosos trabajos.

«No llevaba ya tanta jente consigo, sino hasta ciento cincuenta caciques i indios principales, que los demas se iban quedando en sus tierras. I dondequiera que hallaba indios que doctrinar, paraba; i juntando todos los de la comarca, les daba noticia del santo evanjelio, i los catequizaba mui despacio, hasta que, bien informados de las cosas de Dios, i de la importancia del santo bautismo, le pedian que los hiciese hijos de Dios. Bautizándolos, i dejándoles fiscales de su nacion que les enseñasen todos los dias las oraciones, i el catecismo, pasaba adelante. I así vino a dar una vuelta en redondo a todas aquellas dilatadas pampas, i estendidas llanuras, i las atravesó por medio, alumbrándolas, i convirtiendo a Dios a todas las jentes que las habitan, hasta volver a los Póyas i Guaitécas, gastando en esta apostólica mision cuatro meses i medio, bautizando en ella, como dijimos, mas de cuarenta mil almas, i convirtiendo otros muchos millares que se iban disponiendo para el santo bautismo.

«Dióse la majestad de Dios por bien servida de tan relevantes servicios, como el santo i apostólico padre le habia hecho, i recibió gustosa el presente que le hizo de tantas almas convertidas en aquella jornada, que no hai para Dics oferta mas grata. I diciéndole a Dios con San Pablo:-Cursum consumavi; fidem servavi; ya, Señor, acabé mi carrera, i cumplí cuanto me mandastes, consumando la obra de la conversion de estas provincias; no me queda ya, sino la corona del martirio, que, aunque me la prometistes de gracia, me la debeis de justicia; In reliquo reposita est mihi corona justitiæ; aquí, Señor, entre estos póyas, ha de ser el teatro de mi gloria; aquí, entre estos guaitecas, el palenque de mis peleas; aquí haré pié para no volver pié atras en la batalla que me espera con mis contrarios-; i con los deseos que tenia de dar la vida por Cristo, i con la revelacion de que, en aquel paraje, habia de ser coronado del martirio, hizo allí pié. Dejémosle aquí, mientras celebra una corona tan preciosa, como la

suya, de tantas piedras preciosas, como diré despues en capítulo aparte, i verémos premiados los agrados de Dios en los servicios que en esta mision le hizo, convirtiéndole tantas almas, i los milagros i portentos que obró el Señor en agrado i crédito de este su gran siervo i fiel dispensador de su hacienda en estos desiertos.>>

Segun lo que acaba de leerse, el padre Mascardi, en cumplimiento de las órdenes del presidente-gobernador de Chile, atravesó, de ida i vuelta, por el medio de la Patagonia, desde los Andes hasta el Atlán- . tico, bautizando indios, estableciendo una especie de organizacion relijiosa, i buscando la ciudad de los Césares; visitó las costas del estrecho, i llegó hasta la embocadura del Rio Santa Cruz, a lo que puede colejirse, puesto que dice haber alcanzado en su correría, hasta un brazo del Mar Océano, que entraba por la tierra adentro, en la costa donde se hallaba situada Buenos Aires, i a unas trescientas leguas de esta ciudad; descubrió a corta distancia de este lugar un alojamiento abandonado de ingleses, sobre los cuales procuró recojer cuantas noticias pudo; practicó las mas prolijas indagaciones para saber si la ciudad de los Césares, fundada, segun su opinion i la del padre Rosáles, en territorio chileno, se levantaba en las costas del Atlántico; i solo regresó al país de los Póyas, «dando una vuelta en redondo a aquellas dilatadas pampas, i estendidas llanuras,» cuando se cerciorú de que la tal ciudad no estaba por aquel lado, i estimó por esto mas presumible que ella estuviera en la falda oriental de la cordillera.

Esta incursion del padre Mascardi, llevada a cabo por comision del presidente-gobernador de Chile, es una prueba incontestable de que en aquel tiempo, atribuyéndose a las leyes vijentes su verdadero i jenuino significado, se consideraba la Patagonia como parte integrante de la mencionada gobernacion,

III.

El capítulo destinado a la materia de Guerra en la memoria del gobierno del virreinato del Perú pasada con fecha 4 de agosto de 1681 por el virrei conde de Castellar dice como sigue:

«Desde que gobernó este reino el señor virrei conde de Santistévan, que hará veinte años, sucesivamente fueron repitiéndose diferentes cédulas de Su Majestad, participando a este gobierno los recelos i noticias de las prevenciones de enemigos de Europa, con designio de pasar a este mar a infestarlo con gruesa armada, i hacer hostilidades en sus costas, ordenando el cuidado i prevenciones con que se habia de resguardar su defensa; i habiendo venido hasta el

puerto de Valdivia, el año pasado de 1671 (gobernando el señor conde de Lémos) un bajel de Inglaterra, i logrado al mismo tiempo, despues de diferentes hostilidades, los piratas de las costas de barlovento en Porto Belo, Chágres, Panamá i otros puertos del mar del Norte, hasta quemar i saquear aquella ciudad, se avivaron mas los recelos, i con mayor aprieto las órdenes de Su Majestad; i en las que a mí se sirvió remitirme, en cédula de 6 de junio de 1674, se me encargó lo mismo; i en otras que se me entregaron en Madrid, el reconocimiento i disposiciones convenientes cerca de la fortificacion de Cartajena i Tierra Firme, que ejecuté en mi pasaje, con la puntualidad i desvelo que merecieron a Su Majestad su real aprobacion i gracias, en cédula de la matéria.

«Siendo ésta la principal i de mayor importancia a la monarquía, en la seguridad i defensa de este reino, tan apetecido i envidiado de todas las naciones estranjeras, luego que fuí recibido en su gobierno, apliqué todos los medios convenientes, reconociendo en persona los parajes marítimos de la cercanía del Callao i Lima, donde el enemigo pudiese saltar en tierra, i hacerle opósito, i dando para todos los demas del Perú, Valdivia i Chile, las órdenes convenientes, enviando las armas, municiones i pertrechos necesarios, encargando a todos los correjidores i gobernadores la disciplina militar de toda la jente de sus partidos, i que la tuviesen pronta para acudir con ella a la parte que fuesen avisados, o instase mas la necesidad; i para prevenirla con anticipacion, sin que el descuido ocasionase malos sucesos, les ordené tambien que, en todas las costas marítimas i cerros mas eminentes, hubiese continuas centinelas, i que éstas, con las candeladas i ahumadas, manifestasen las velas que reconociesen en la mar, con las demas precauciones convenientes en semejantes

casos,

«Al mismo tiempo, pasé muestra a la jente de mar i guerra del presidio i puerto del Callao; reformé los útiles para el manejo de las armas; i llené el número de las quinientas plazas de su dotacion, de mui buena jente, como se conservó en todo el tiempo de mi gobierno; i porque asistiesen efectivamente cabos, oficiales i soldados, sin la facilidad con que solian ausentarse con pretesto de negocios en Lima i otras partes, ordené con precision que ninguno saliese de aquel presidio sin mi licencia por escrito; i que la compañía pagada que asiste de guarda en el palacio real de Lima, alternase de dos a dos meses, por sus antigüedades, con las demas del Callao, para que fuese igual el trabajo, o el alivio; de que, habiendo dado cuenta a Su Majestad, se sirvió, en cédula de 14 de mayo de 1576, aprobarlo,

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