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en la costa del mar, no han dado con ella, i los que de la costa del mar han querido subir la cordillera nevada a descubrirla, han hallado tantas dificultades, i los caminos tan ciegos, que han desfalle-, cido del trabajo, i no han conseguido nada.

«I así, el mejor camino, el mas fácil i el mas directo es el que trajeron estos dos hombres, que fue por tierra, i por la otra banda de la cordillera que mira a Buenos Aires i a Tucuman, i no por mar, que tiene dos dificultades mui grandes e insuperables, la una del mar, i la otra de tierra; i que las embarcaciones las han de dejar, i trasmontar las cordilleras sin noticias del camino, ni certidumbre del pasaje. I como se ha de llevar la comida a cuestas por cuestas tan empinadas, i donde se encuentran lagunas profundísimas que forman las nieves, que necesitan para pasarse de otras embarcaciones, i no las hai, ni se pueden hacer fácilmente, faltan las fuerzas, desfallece el ánimo, acábase la comida, i piérdese la tolerancia, no viendo fruto del trabajo.

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«Este descubrimiento de esta ciudad de los Césares, para conseguirlo, se ha de hacer por donde lo intentó el gobernador don Jerónimo Luis de Cabrera, gobernador que fué del Tucuman, caballero de gran valor i esfuerzo, i de magnánimo corazon para empresas grandes, el cual, con las noticias que de esa ciudad tuvo, con el celo de hacer a su real majestad un señalado servicio, i a estos hombres del navío perdido i de la ciudad de los Césares, un grande bien para sus almas de llevarles sacerdotes, i quien los gobernase en policía cristiana, i que supiesen por dónde se habian de comunicar con los españoles que estaban en diferentes poblaciones del Perú, Chile i Tucuman, se ofreció a descubrirla a su costa; i dando parte a Su Majestad, estimó el ofrecimiento, i le prometió hacerle título de la ciudad que descubriese, i otras muchas mercedes. I habida la licencia del rei, levó a su costa cuatrocientos hombres, i partió del Tucuman con doscientas carretas, i dos mil bueyes, cuatro mil vacas, i otras muchas prevenciones i pertrechos; i caminando mas de doscientas leguas, llegó a estar enfrente de la Villarrica, de la otra banda de la cordillera, hasta las tierras del cacique Curigurli, don de hasta hoi se conservan las mazas de algunas carretas que allí deshizo i dejó por despreciadas, i sirven de gloriosas columnas para memoria de tan alentada determinacion i jenerosa empresa, donde pudo escribir el NON PLUS ULTRA que escribió en sus columnas Hércules. Yo llegué al paraje donde están, pasando la cordillera nevada por la Villarrica, desde Boroa, en ocasion que fuí a poner de paz los indios puelches i pegüenches, i hallé frescas las memorias de

LA C. DE L.

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este caballero i de su viaje, i personas que me dijeron cómo los indios de guerra de Chile habian hecho una junta de guerra para salirle al camino con cinco mil indios, i pelear con él, i atajarle los pasos; i persona que fué a la junta, i español cautivo me lo refirió. I esta fué una de las causas que obligaron a dicho gobernador a volverse de aquel paraje, aunque no la mayor, que su alentado espíritu no se embarazaba con millares de indios que encontraba en el camino, bien que no eran chilenos, ni tan valerosos, i ejercitados en la guerra; mas para todo, le sobraba el valor. No estaba de Dios por entonces, ni era llegado su tiempo; i así por habérsele huido los guias, i faltadole el bastimento, no prosiguió el viaje, i por habérsele quemado muchas carretas, i haberle hecho muchos acometimientos los indios pegüenches que habian convocado la junta de los cinco mil indios chilenos, i la estaban esperando para formar un grueso ejército, los cuales, en algunas refriegas, le hicieron algunos daños. I lo que mas sintió fué haberle quitado un caballo de su persona, de grande precio, i de su aficion. I sobrevinieron otros muchos accidentes que le obligaron a volver a rehacerse al Tucuman; i las ocupaciones resfriaron los fervores; i desde aquel tiempo, no ha dado aquella tierra otro don Jerónimo Luis de Cabrera que los encienda.

no,

«Desde Valdivia, intentó otro capitan de gran valor pasar la cordillera nevada; i puesto en paraje a donde llegó dicho gobernador don Jerónimo Luis de Cabrera, que cae enfrente de Valdivia, proseguir su viaje, i hacer el viaje para el descubrimiento, que ya tenia andadas las doscientas leguas dichas, i llevaba buen derrotero; pero, por haber llevado jente sin licencia de Su Majestad, ni del gobierfué un oidor a conocer de la causa, i le cortó la cabeza a él i a otros, i a todos, el hilo de las esperanzas del descubrimiento tan deseado de esta ciudad de los Césares. Pero, en estos tiempos, viendo que el camino de la otra banda de la cordillera era el mejor i el mas cierto, dejando los del mar, que habian salido inciertos, i asimismo el camino que el año ántes habia descubierto por mar el capitun Juan Velásquez Aleman, gran piloto, enviado del jeneral don Cosme Cisternas por mar, que, entrando por un rio caudaloso de la costa, i dejando las embarcaciones, subió las cordilleras nevadas a pié con su jente; i cargando a cuestas la comida, encontró con una laguna en 48°, que le pareció era la de los Césares; i no teniendo con que navegarla, se volvió, prometiendo de hacer allí embarcacion, volviendo con mas prevencion de materiales i comida; i todo este viaje fué incierto, i lleno de mil encuentros de dificultades.

«Mas ahora, por el año de 1670, recien entra lo a gobernar el reino de Chile el marques de Navamorquende, intentó con mayores fundamentos, mejores guias, i sin tanto aparato, este descubrimiento, por mas cierto camino, i guiado de mejor estrella, el padre Nicolas Mascardi, rector i misionero de la Compañía de Jesus, desde Chiloé, solo, i por medio de tan bárbaras naciones, prometiéndose feliz suceso i mucho fruto en las almas, llamado para esta empresa, i para el martirio que en ella le esperaba, del apóstol del Oriente, San Francisco Javier, como diré en el capítulo siguiente. I la ocasion fué que, habiendo ido a la provincia de Chiloé por jeneral de ella el maestre de campo don Juan Verdugo, determinó hacer una entrada a tierra del enemigo que está de la otra banda de la cordillera, que es la tierra de los puelches, presumiendo que estaban rebelados contra las armas de Su Majestad. Envió por cabo de la faccion al capitan Diego Villarroel, como persona esperimentada en la guerra, el cual tuvo tan buena suerte, que apresó alguna jente, enemiga a su parccer, i entre ella, algunos caciques i personas principales, entre los cuales, se cautivó una india nobilísima, que llamaban la Reina, la cual habia venido en aquella ocasion a ver unos parientes suyos, desde los confines del estrecho de Magallanes, i era de nacion poya, i mui estimada de los suyos, a quien llamaban la Reina, por ser mujer de un cacique principal, no porque en realidad lo fuese, que esta jente es bárbara, i no tiene rei; mas su autoridad, el señorío que tenia sobre los demas, i su presencia, le habian granjeado este nombre de Reina.

«I como Dios suele sacar muchos bienes de los males que permite, como de la muerte del rei inga, monarca del Perú, que se tuvo por injusta, sacó la conversion de tantos reinos, como se han reducido a la fe de Jesucristo en el Perú, i la salvacion de tantas almas, como las que han ido a gozar de Dios en la gloria eterna por medio de la predicacion del santo evanjelio, en esta ocasion, se esperimentó esta verdad, porque, habiéndose retirado nuestra jente con la el presa, celoso i apostólico padre Nicolas Mascardi fué luego a predicar el santo evanjelio a aquellos caciques, i demas piezas que se habian apresado por esclavos, i a la Reina, que con ellos habian cautivado, a los cuales convirtió a nuestra santa fe, i los bautizó, acudiéndoles a sus necesidades con grandísima caridad; i la mayor que con ellos usó fué averiguar, como en sus tierras estaban de paz, no habian hecho hostilidad ninguna a los españoles, ni dado causa para que los maloqueasen, i matasen como a esclavos, con que dilijenció su libertad, sobre que hubo diferentes pareceres, i duró la resolucion

cuatro años, i al fin salió victorioso con la libertad corporal de los que habia librado las almas de la esclavitud del demonio. I por todo este tiempo, los favoreció, i ayudó grandemente, doctrinándolos mui despacio en los misterios de nuestra santa fe, de que se hizo mui capaz la Reina, la cual dió noticia al padre Nicolas Mascardi de la ciudad de los Césares, diciéndole cómo, cerca del estrecho de Magallanes, estaba fundada una ciudad de españoles, que, viniendo a Chile en un navío, se perdieron en un naufrajio, i habian poblado junto a una laguna, dando muchas e individuales señas que confirmaban las noticias que de dicha ciudad habia en Chiloé. I aunque el tiempo i las imposibilidades de este descubrimiento le tenian olvidado, i ya dejado como imposible, con las noticias que la Reina dió al padre Nicolas Mascardi, i con prometerle i facilitarle el camino para ir allá, se encendió el apostólico padre en descos de ir a convertir a los españoles de aquella ciudad, i darles a conocer a Dios, i sacarlos de los errores que, de la comunicacion con los infieles, habrian contraído, i asimismo de convertir a las infieles i bárbaras ǹaciones que, en todo aquel intermedio, que es de doscientas leguas, habia por aquellos estendidos campos. Trató con el jeneral que gobernaba a Chiloé de sus deseos; solicitó de llevar en persona aquellos esclavos que habia puesto en libertad a su tierra, i restituirlos a su patria, i de camino intentar el descubrimiento de la dicha ciudad, juzgando que haria un gran servicio a Dios i al rei; i todos juzgaban lo mismo, i así dieron parte al virrei del Perú i al gobernador de Chile, para que, con su órden, hiciese el apostólico padre Nicolas Mascardi el viaje que intentaba al descubrimiento de la ciudad de los Césares, i a la conversion de los infieles. I como sus intentos eran de ir solo, sin escolta de soldados, por no llevar ruido,. ni espantar aquella jente bárbara con las armas españolas, que habian de juzgar que les iban a hacer guerra, como se la hacian en Chile a los indios, i tan sangrienta, que habia ciento i cuatro años que duraba, i habia guerra para muchos años mas, causada, ya del natural belicoso i soberbio de los indios, ya de los daños que causaba la esclavitud; i llegaba a la otra banda de la cordillera a los puelches i poyas pacíficos, que con ninguno se metian, i no querian sino vivir, i no guerrear; i así proponia el apostólico padre que lo mejor era que los españoles se estuviesen en Chiloé, i no entrasen en las tierras de los infieles, porque era ocasionar guerras, sino que, para convertirlos, entrasen los padres misioneros solos, i puesta la confianza en Dios, como los apóstoles, i que si los matasen como a ellos, fueran dichosos como ellos en gozar la palma del martirio, que bien

por

sabía el Salvador que les habian de quitar las vidas, i los enviaba dos fines: para que alumbrasen a los jentiles con la luz del evanjelio, i juntamente que muriesen por él, como él habia muerto por ellos, en que perderian poco, aunque la pérdida de los apóstoles era tan grande, i ganarian mucho, ganando la corona del martirio, i dejando un ejemplo ilustre a los venideros de fortaleza, caridad i paciencia; i rubricando con su sangre la doctrina que predicaban, sería mas firme i creíble su testimonio; i con ella, regarian aquellos estériles campos de la jentilidad para que diesen mas colmado fruto con el riego de su sangre, como se ha esperimentado i visto que, con la sangre de los mártires, se fertiliza el campo de la iglesia; i aunque han hecho falta los varones apostólicos que han dado su vida predicando el santo evanjelio, han sido mas útiles a la iglesia, favoreciéndola desde el cielo, i ajenciando desde allá la conversion de los infieles. Estas razones le movian al apostólico padre Nicolas Mascardi a emprender esta mision de los infieles, solo i sin armas, confiado en Dios, i dispuesto a lo que le pudiera suceder, i a que le quitasen la vida, que, si, a los ojos humanos o mundanos, parecia pérdida, a los ojos divinos i apostólicos, no era sino ganancia, i grande felicidad, i por tal la tenia, i como tal la deseaba. De todo esto, dió parte al padre viceprovincial, su prelado, pidiéndole licencia para ir a esta mision i nuevo descubrimiento, i para dejar a otro padre por vicerrector en su lugar, representando con gran viveza las razones que habia de conveniencia para hacer este viaje de tanta gloria de Nuestro Señor i bien de las almas, i ofreciéndose con gran fervor i caridad a dar la vida en la demanda, i a derramar su saugre por amor del Señor, que por nosotros habia derramado la suya.»

La precedente narracion del padre Rosáles, inédita hasta ahora, suministra materia para varias observaciones tan interesantes, como oportunas en el actual debate.

Iré haciéndolas unas en pos de otras.

El padre Rosáles alude en dicha narracion a lo que mas estensamente habia espuesto acerca de la ciudad de los Césares en el libro 1.° de su HISTORIA JENERAL DEL REINO DE CHILE.

Esto demuestra que la CONQUISTA ESPIRITUAL fué compuesta con posterioridad a la HISTORIA JENERAL.

En las pájinas 234 i siguientes del tomo 2 de esta obra, he manifestado que el padre Rosales, tanto en el capítulo 4, como en el 17, libro 1.o, de la HISTORIA JENERAL DEL REINO DE CHILE, asevera mui claramente que el estrecho de Magallanes en toda su estension desde el Atlántico hasta el Pacífico, i la rejion que se prolongaba

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