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manos, y sólo anhela por cultivar, bajo la sombra de la oliva, los dulces frutos de la industria y de la libertad.

El infrascrito Ministro aprovecha esta primera ocasión para tener la honra de ofrecer al Señor Secretario de Estado y del Despacho General del Libertador Presidente de Colombia las sinceras expresiones de su alta consideración con que es de V. S., Señor Ministro, atento servidor,

MARIANO ÁLVAREZ.

ANEXO NÚM. 16.

Cartas del General Don Juan José Flores á Bolívar, sobre el curso de la guerra perú-colombiana.Marzo-Mayo de 1829.

Guaranda, 25 de Marzo de 1829.

Excmo. Señor Libertador Presidente, etc., etc., etc.

MI RESPETADO GENERAL Y LIBERTADOR

Confieso á V. E. que me ha sorprendido la convocatoria para el nuevo Congreso, porque ni lo esperaba ni lo deseo. Los Cuerpos colegiados son en todas partes bulliciosos, y en la América han probado muy mal; quizás el que se va á reunir hará algo bueno bajo los auspicios de Tarqui. Jamás he atribuido á V. E. falta de energía en su administración, pero sí he llegado á persuadirme de que V. E. tiene á veces más miramientos por los que se llaman liberales que los que ellos se merecen. Si V. E. hubiera fijado un sistema, y dicho como Jesucristo: el que no está conmigo es mi enemigo, estoy cierto que todos, todos, sin exceptuar á nadie, hubieran marchado por la senda que se les trazara. No puedo negar á V. E. que mis opiniones fijas en política pueden ser muy extravagantes para los que tienen otro modo de ver las cosas, pero en mis investigaciones teóricas, con el apoyo de mi corta experiencia, hallo que el mundo es de hecho en todas partes, y que el derecho es en la práctica una mera abstracción.

De un lado veo á los insignes Puffendorf, Grotio y Watell tratando del derecho y haciendo aplicaciones; pero frecuentemente difiriendo entre sí de lo que ellos mismos llaman justo y necesario.

Por las comunicaciones que he dirigido de oficio á la Secretaría general se habrá impuesto V. E. que los Jefes del Perú no quieren entregar á Guayaquil y que se disponen á defenderlo con las armas. Sin embargo de que la inundación de los caminos dificulta las operaciones, por cuanto las canoas son las que forman la movilidad de aquel país y están de hecho en poder del enemigo, me dispongo á la campaña y no vacilo en creer que los resultados correspondan á mis esperanzas. Ayer marchó Rifles con dirección á la Sabaneta, hoy lo verifica Dragones del Istmo y mañana Caracas; Pichincha llegará aquí el 27 para cubrir mi retaguardia y reforzarme en caso necesario, pues Rifles lleva menos de doscientas plazas y el Istmo cuarenta y ocho; Cedeño vendra también aquí para acompañar á Pichincha. Aunque se dice que los pueblos de Guayaquil se han pronunciado contra Colombia y que los Jefes peruanos muestran mucho ardor en la defensa que van á hacer de aquel país, no se me da cuidado de las consecuencias; sólo en el caso de que las reliquias del ejército del Perú se embarcaran en Paita y vinieran á Guayaquil, nos podrían, en la estación presente, hacer mucho mal; porque si después de internados al Daule nos atacan con fuerzas superiores, nos veríamos obligados á resistir el ataque sin poder maniobrar á los flancos, ni emprender una marcha retrógrada. En fin, haremos todo lo posible por el honor de las armas y la gloria de V. E.

He dicho á la Secretaría General, que contraído á la guerra contra Guayaquil, no me es posible entender en los Cuerpos que se hallan estacionados en el Ecuador y Azuay; pero doy mi parecer sobre la reorganización de que es susceptible el Ejército. También hago algunas indicaciones sobre la campaña del Perú, y antes de que V. E. las lea digo que ellas son mis opiniones, y que V. E. no debe abrazarlas si las encuentra defectuosas. El Mariscal de Villiers triunfó siempre contra los consejos que recibió de sus generales; y es por esto que Napoleón cree que son muy pocos los que la naturaleza ha destinado al mando en Jefe de los ejércitos.

No escribo más largo porque estoy enfermo en cama, con un fuerte dolor de cabeza del paso del Chimborazo.

Cuente V. E. conmigo para todo, y disponga como guste del mejor de sus amigos, profundo admirador de sus glorias, muy obediente servidor,

JUAN JOSÉ FLORES.

Memorias del General O'Leary, publicadas por su hijo Simón B. O'Leary, tomo 4.o, núm. 61, pág. 171.

San Miguel de Chimbo, á 26 de Marzo de 1829.

Excmo. Señor Libertador Presidente, etc.

MI RESPETABLE GENERAL LIBERTADOR

En este momento acabo de llegar á este pueblo, donde recibo las comunicaciones que acompaño. Por ellas verá V. E. que el Comandante de Baba se ha retirado ya y que los paisanos de Babahoyo mandan á encontrarnos sus cartas llenas de lisonjas y nos preparan raciones y canoas. ¡La terrible fuerza es el argumento incontestable!

Puede ser cierto que hayan llegado á Guayaquil las tropas que anuncian las cartas; pero aquellas tropas no pueden ser otras que las altas de hospitales, los escuadrones de Gamarra que no pasaron el Macará, y cuando más, el cuadro del núm. 9 que se disolvió en Saraguro, pues no corresponde que las reliquias del ejército enemigo hayan tenido tiempo para llegar á Paita el 17, que es el día en que han debido embarcarse en Paita las que se dice llegaron á Guayaquil el 21. Sea lo que fuere, de verdad creo que Guayaquil quedará en nuestro poder, ó porque lo entreguen cuando nos aproximemos, ó porque una función de armas la rinda á la victoria.

Ya no queda duda que la resistencia para entregar aquella plaza es porque la Prueba no puede salir de la ría. Así es que pienso escribir secretamente á Prunier ofreciéndole recursos pecuniarios si separa su fragata del resto de la Escuadra y hace lo que yo le diga. Le recordaré la amistad que debe á V. E. y los elogios que V. E. hace á su favor.

Tengo algunas otras cosas pensadas que corresponden á la parte secreta; todas son decentes, pero sutiles. Dios me deje llegar con vida al Daule.

Mañana voy á dormir al Jorge y pasado mañana á la Sabaneta; de todas partes escribiré á V. E.

Soy como siempre de V. E. profundo admirador, muy obediente servidor y amigo fiel,

JUAN J. FLORES.

Memorias del General O'Leary, publicadas por su hijo Simón B. O'Leary, tomo IV, núm. 63, pág. 176.

Babahoyo, á 31 de Marzo de 1829.

Excmo. Señor Libertador Presidente, Honorable Simón Bolívar, etcétera, etc., etc.

MI RESPETABLE GENERAL Y LIBERTADOR

Estoy un poco arrepentido de haber venido á esta campaña, porque á las dificultades que hay para la movilidad de las tropas en la presente estación, se agrega lo que padece mi espíritu con la irregularidad de esta guerra, pues aquí se mata á los Generales y á los Sacerdotes, se roba con impunidad y nada se respeta. Mas ya estoy empeñado y es preciso salir bien llevando adelante la ocupación de Guayaquil, por más que me repugnen los desórdenes y escándalos.

Ayer llegó aquí de Guayaquil un hombre, dependiente del Coronel Campos, y por la relación que hace de lo que ha visto y oído, entiendo que los enemigos tienen toda su esperanza en la marina, que no defenderán el cerro de Santa Ana si no reciben oportunamente refuerzos de Lima ó Paita, y que se limitan á emprender una guerra de pueblos en el interior, reservando sus tropas para hacer frecuentes desembarcos en Samborondón, Baba y los demás pueblos situados en las márgenes de los ríos. No considero difícil precavernos de las ventajas que los peruanos se prometen sacar de su plan, si dejamos en algunås poblaciones guarniciones superiores á las fuerzas que las puedan atacar y si cuidamos de castigar ejemplarmente á los paisanos que se tomen con las armas en la mano, con algunas medidas de conciliación para los que sean menos culpables; pero lo que no podemos evitar est el bloqueo que continuará en toda la costa del Departamento. Á fin de ocupar pacíficamente la Ciudad, escribí á Prieto la carta que adjunto en copia y reservadamente hice lo mismo con Novoa y Prunier. Al primero le ofrezco un amplio salvoconducto con tal de que reuna las personas notables y se presente al Jefe peruano reclamando el cumplimiento del artículo 11.° del tratado de Girón y del convenio de 22 de Enero; al segundo ofrezco recursos pecuniarios para continuar la recomposición de la Prueba y toda la protección que necesite, siempre que reconozca la rebeldía de las autoridades de Guayaquil. También le anuncio la llegada de V. E. á Quito y le recuerdo su amistad. Todas las cartas fueron por un conducto al parecer muy seguro, y de hoy á mañana espero las contestaciones.

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