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M. MALDONADO.-BERNABÉ CORNEJO Y AVILÉS.-JOSÉ RAMÓN MENÉNDEZ.-JERÓNIMO ZERDA.-MANUEL IGNACIO DE AGUIRRE.-FRANCISCO DE MARCOS.-JOSÉ VILLAMIL.-JUAN JOSE CASILARI.-JOSÉ RAMÓN DE ARRIETA, Secretario.

Protectorado del Perú.

Guayaquil, Noviembre 21 de 1820.

El que suscribe, después de haber manifestado á V. S. los poderes de que se halla investido por el Excmo. Sr. Capitán General don José de San Martín, tuvo el honor de explicar en la conferencia de esta mañana que V. S. se sirvió dispensarle, no sólo la positiva decisión de su General á respetar la voluntad del pueblo de Guayaquil respecto al orden político que adoptase en el sistema de la América á que tan dignamente se ha consagrado, sino á cooperar á su libertad y prosperidad como á una parte apreciable de la gran familia americana.

Sobre esta base, el que suscribe, exponiendo en dicha conferencia los peligros en que, en su sentir, consideraba á esta benemérita Provincia si, aislada como una República independiente, rehusaba su inmediata asociación á alguno de los Estados más fuertes y libres de la América, propuso á la resolución de V. S. la actividad política en que deseaba conservarse, de acuerdo con la voluntad de los pueblos cuya autoridad representaba, para que aquélla sirviese de norma á la conducta oficial del que suscribe con arreglo á sus instrucciones; V. S. tuvo la bondad de indicar los principios constitutivos de su administración, pero siendo de desear se fije de un modo expreso y terminante su voluntad en la cuestión propuesta, espera el que suscribe se digne V. S. trasmitírsela para comunicarla luego á su General y continuar en el progreso de las relaciones que tan felizmente ha iniciado.

El que suscribe se hace el más alto honor en ofrecer á V. S. su respetuosa consideración.

TOMÁS GUIdo.

Señores Presidente y Vocales de la Junta Superior de Gobierno en Guayaquil.

Guayaquil y Diciembre 30 de 1820.

El Gobierno de Guayaquil, tomando en consideración que las fuerzas de esta Provincia no sólo deben contribuir á la seguridad interior y exterior de ella, sino cooperar de un modo uniforme y decidido á los grandes objetos de que se halla encargado el Excmo. Sr. Capitán General D. José de San Martín, y estimando necesario á este fin el que S. E. dé el impulso y la forma conveniente á la organización y operación exteriores de dichas fuerzas, se ha acordado proceder sobre esta base á arreglar con el Sr. D. Tomás Guido, Comisionado por S. E. cerca de este Gobierno, un convenio que concilie todos los intereses bajo los artículos siguientes:

1.o La provincia de Guayaquil, por su situación limítrofe entre los Estados del Perú y de Colombia, conservará un gobierno independiente bajo la Constitución provisional sancionada por la voluntad general de los pueblos de la Provincia hasta que los Estados del Perú y Colombia sean libertados del Gobierno español. En cuyo caso queda en entera libertad para agregarse al Estado que más le conviniese.

2. La provincia de Guayaquil se declara durante la guerra en el Perú bajo la protección del Excmo. Sr. Capitán General del Ejército libertador.

3. El Gobierno de Guayaquil reconoce al Excmo. Sr. Capitán General del Ejército libertador del Perú por General en Jefe de las tropas de línea de mar y tierra de la Provincia.

4. Todas las tropas de línea de mar y tierra existentes en la provincia de Guayaquil se considerarán como una división del ejército del Perú á las órdenes del Gobierno de dicha Provincia en cuanto sea relativo á la seguridad interior y defensa de ella.

5. El Excmo. Sr. Capitán General del Ejército libertador del Perú nombrará el Comandante General de las Armas de la provincia de Guayaquil en la vacante de este destino, que es ocupado actualmente por el Coronel Mayor D. Toribio de Luzuriaga, adicto al Estado Mayor de dicho Ejército.

6. Las vacantes, grados y empleos de la guarnición de las tropas de línea de mar y tierra de la provincia de Guayaquil se proveerán por el Gobierno en virtud de propuesta del Comandante General de las Armas que está nombrado, ó del que por su vacante nombrase el Excmo. Sr. Capitán General del Ejército libertador del Perú.

7. La organización de las tropas de línea de mar y tierra de la provincia de Guayaquil se ejecutará conforme al plano adoptado ó

que se adopte en el Ejército libertador del Perú por S. E. el Señor General.

8. El Excmo. Sr. Capitán General del Ejército libertador del Perú remitirá á esta Plaza trescientos á cuatrocientos hombres de buena tropa veterana con sus respectivos Jefes y Oficiales para la guarnición de la Provincia.

9.o El Gobierno de Guayaquil sostendrá y vestirá las tropas de la guarnición de mar y tierra y satisfará todos sus gastos, en el modo y forma que se acordará con el Comandante General de Armas de que habla el art. 5.o

10. La Provincia de Guayaquil concurrirá al aumento del Ejército libertador del Perú con cuatrocientos hombres remitidos al Cuartel General á costa de los fondos de la Provincia lo más pronto posible.

11. El presente convenio tendrá toda su fuerza y será válido y subsistente mientras dure la guerra contra los opresores del Perú.

JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO.

Plan de Bolívar sobre la anexión de Guayaquil.

Excmo. Sr. Presidente y Vocales de la Junta Gubernativa.

EXCMO. SEÑOR

Cuando el Gobierno de Colombia me ha honrado con la brillante comisión de manifestar á V. E. la satisfacción que ha experimentado por ver este país libre de sus opresores, me ha confiado igualmente órdenes é instrucciones de cuya pronta ejecución puede pender la tranquilidad y seguridad de este Gobierno y pueblo. El armisticio celebrado en Trujillo el 25 de Noviembre del año pasado entre los Generales de España y Colombia, debe ser trascendental á esta Provincia según la ley fundamental dada por el Soberano Congreso: aquél impide por el espacio señalado alguna invasión sobre esta ciudad, y pone á V. E. en estado de levantar cuerpos y organizar un ejército capaz de libertar á Quito y demás pueblos oprimidos, obrando de acuerdo con el del Sur de Cundinamarca. Yo me hallo autorizado para intimarlo al Presidente de Quito, considerando esta provincia como una de las de Colombia, y espero la resolución de V. E. sobre si esto deba ser ó no conveniente en las presentes circunstancias.

Por parte de Colombia se ha hecho igual intimación á Quito, se suspenderá el ejército del General Sucre en Pasto ó donde se haya fijado, y S. E. el Libertador vendrá con uno muy respetable á dar después la libertad á este departamento y á cuantos pueblos lo necesitaren.

Es útil la cooperación de Guayaquil para tan grandes empresas; y el Gobierno de Colombia desea venga aquí una fuerza que asegure á este Gobierno, sea parte de sus ejércitos y ayude á su felicidad. Yo espero que V. E. se sirva decirme, si conviene en esto, qué número de tropas sería suficiente, qué auxilios le prestaría, qué buques facilitaría para su trasporte y de cuántos hombres podría ponerse un ejército en disposición de obrar.

Vivamente se interesa el Gobierno de Colombia en la felicidad de esta Provincia, y éstos son ahora sus mayores pensamientos. S. E. el Libertador me manda venga con la mayor celeridad, conduciendo un armamento, ofreciendo mis servicios y cortos conocimientos de utilidad de este Gobierno; yo lo he efectuado, pero aún no puedo ser útil como lo deseo esperando la resolución de V. E.

El verse asegurada la suerte de millares de hombres, é indestructible la libertad, pende por ahora de una feliz y pronta decisión de V. E. Los puntos que he propuesto á nombre de mi Gobierno son de la mayor entidad, y después de bien reflexionados, espero la decisiva contestación de V. E. para satisfacer con ella á S. E. el Presidente de Colombia; él se complacerá demasiado con el buen éxito de mi comisión, y volando vendrá á felicitar á este Gobierno por la tranquilidad que de este modo adquirirá.

Dios guarde á V. E. muchos años.

Guayaquil, Febrero 23 de 1821.

JOSÉ MIRES.

Señor General José Mires.

La Junta de Gobierno, al encargarme de dar á V. S. la contestación que hemos acordado á la nota oficial reservada que nos pasó V. S. con fecha del 23, me recomienda particularmente manifestarle la grande satisfacción que ha sentido al ver letras del ilustre Libertador de Colombia, al recibir la honrosa comunicación de aquel Gobierno y al

entrar en íntimas relaciones con un pueblo que después de tantos sacrificios ha asegurado al fin su independencia y libertad civil.

El armisticio de 25 de Noviembre último entre los Generales de Colombia y España debe ser admitido indispensablemente por el Presidente de Quito y con el mayor gozo; pues cualquiera ilusión de esperanza que pudiera mantener por la ventaja de su posición sobre el Juanambú, debe disiparse como un sueño al ver el nuevo refuerzo que han recibido las armas de la patria en aquel punto, y sobre todo al saber que se halla al frente el mismo Libertador, cuyo nombre solo basta para aturdir á nuestros enemigos.

Si prescindiésemos de los sentimientos de paz y humanidad de que debe estar animado todo el que sea verdadero amigo de la libertad, sería de desear que el armisticio no tuviese efecto en Quito, para apresurar la libertad de las provincias subyugadas aún y vengar los agravios que acaba de recibir este pueblo.

Por ahora no tenemos que temer una invasión, porque en la estación presente se hallan inundados todos los campos que los rodean y son intransitables los caminos; el Gobierno ha sabido aprovecharse de estas circunstancias para levantar y organizar algunas tropas que puedan, si no expedicionar contra Quito, á lo menos defender la provincia en la oportunidad. Esta fuerza, ó parte de ella, unida á la que pudiera remitirse del ejército de Colombia sería bastante (especialmente al mando de un General de tan acreditado valor y entusiasmo por la causa como V. S.) para libertar estos preciosos países.

Por estas consideraciones parece no convenir por ahora que V. S. use de su autorización para intimar el armisticio al Presidente de Quito; pues no siendo admitido, se debería marchar al punto contra él, lo que es imposible en la estación y en la situación militar en que nos hallamos. Y siendo admitido debemos consentir en que las provincias nuestras hermanas continúen bajo el yugo; y nos exponemos también á que, admitido por esta parte y por el Norte, queden paralizados los movimientos y planes del Libertador por todas partes. Parece, pues, que la prudencia y la política aconsejan esperar el resultado de aquella negociación y permanecer nosotros siempre en estado de obrar según las circunstancias, sin ligarnos por comprometimiento de que no resultaría ventaja á la causa común.

Entre tanto, nosotros debemos apercibirnos sin perdonar fatiga. para cualquier acontecimiento, y preparar desde ahora los movimientos simples ó combinados con que debamos obrar en la ocasión, para cuyo importante objeto la fortuna nos presenta en V. S. un

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