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ANEXO NÚM. 6.

Reclamación de Colombia por las elecciones de Dipu. tados al Congreso del Perú hechas en la provincia de Jaén. Año 1826.

REPÚBLICA PERUANA

Lima, Febrero 28 de 1826.

Al Señor Agente de Negocios de la República de Colombia.

El Ministro que suscribe, tiene el honor de decir al Señor Agente de Negocios de Colombia, en satisfacción á su apreciable nota de ayer, que se han convocado para el próximo Congreso los Diputados por Jaén y también los de la provincia de Maynas correspondientes á esta banda del Marañón.

El infrascrito Ministro asegura al Señor Agente, á quien se dirige, los sentimientos de consideración y aprecio con que es muy atento obediente servidor,

REPÚBLICA PERUANA

HIPÓLITO UNANUE.

Lima, Marzo 8 de 1826.

Al Señor Agente de Colombia cerca de este Gobierno.

SEÑOR AGENTE

El infrascrito, Ministro de Relaciones Exteriores de la República del Perú, ha tenido el honor de enterarse de la apreciable nota que le ha dirigido el Señor Agente de Colombia, datada el día de ayer, recla

mando sobre la elección de Diputados que se ha hecho en la provincia de Jaén de Bracamoros para el Congreso peruano, y en contestación debe decirle que, hallándose éste próximo á irstalarse, se le pasará la reclamación del Señor Agente con los documentos que dieron mérito á la convocatoria, para la resolución oportuna.

El infrascrito Ministro reitera al Señor Agente los sentimientos de consideración y aprecio con que es muy atento obediente servidor,

HIPÓLITO UNANUE.

Abril 3 de 1826.

Al Señor Agente de Negocios de la República de Colombia.

SEÑOR AGENTE

Correspondiendo exclusivamente al Cuerpo Legislativo arreglar los límites del territorio con los Estados circunvecinos, va á someterse á su conocimiento la muy atenta nota de V. S. fecha antes de ayer, con los demás documentos referentes á este asunto, para los efectos que tuve el honor de indicar á V. S. en nota de 8 del pasado.

Reitero á V. S. los respetos con que soy su atento obediente ser

vidor,

HIPÓLITO UNANUE.

ANEXO NÚM. 7.

Protesta del Representante de Colombia en Lima contra el nombramiento de obispo de Maynas. - Año 1826.

Véase página 21 del tomo 1.o de los Documentos anexos al Alegato del Perú, presentados á Su Majestad el Real Árbitro por D. José Pardo y Barreda, Encargado de Negocios del Perú.

ANEXO NÚM. 8.

Manifiesto de Colombia sobre la guerra contra el Perú. Año 1828.

MANIFIESTO QUE HACE EL GOBIERNO DE COLOMBIA DE LOS FUNDAMENTOS QUE TIENE PARA HACER LA GUERRA AL GOBIERNO DEL PERÚ.

Obligado el Gobierno de Colombia á emplear contra el Perú las armas que le dieron independencia y libertad, debe á la opinión pública, debe á los demás Estados de América y debe á todas las naciones la manifestación de los motivos que le hacen llevar la guerra al territorio á que antes llevó la paz y la felicidad.

Ninguna nación ha tenido el sufrimiento y la moderación de que ha usado Colombia con el Perú. Provocaciones, insultos, ultrajes, todo lo ha sufrido por el bien de la paz y por evitar un rompimiento entre Estados cuya existencia comienza y cuyos intereses debían estar íntimamente ligados para su defensa, para su dicha y prosperidad; pero el Gobierno del Perú, desatendiendo toda consideración, no ha cesado en sus ofensas, y ya no es posible sufrirlas sin renunciar al honor nacional y sin que Colombia se haga indigna de ser enumerada entre los pueblos independientes de la tierra.

Son bien notorios los servicios eminentes, los sacrificios heroicos que Colombia ha hecho para libertar al Perú de sus antiguos amos, de la deslealtad de sus hijos, de la guerra civil, del desorden y de la anarquía. Cuando todo estaba perdido en el Perú, cuando ninguna esperanza le quedaba de salvación, porque la fuerza de los enemigos era inmensa y la desmoralización general, entonces llama en su auxi

lio á Colombia; le prodiga ésta sus socorros, y Dios, que había protegido á los colombianos para destruir á sus opresores y hacer libre á su patria, les protege también para salvar al Perú y sacarle de la abyección y de la nada. Inmortales victorias coronaron sus esfuerzos é hicieron independiente á aquel país.

El Congreso se reune entonces: manifiesta la gratitud de la Nación, y, no juzgándola libre aún del influjo de las facciones y del poder de la anarquía, invoca nuevamente á Colombia y solicita de ella una División auxiliar. Conviene esta República en que sus tropas permanecieran en el Perú, y las tropas colombianas mantienen el orden y aseguran la tranquilidad. El Gobierno del Perú comienza aquí sus agravios: sin reconocer el beneficio que estaba recibiendo y olvidándose de todo sentimiento honroso y noble, paga á Colombia seduciendo á los auxiliares, infundiéndoles el espíritu de rebelión y haciendo que depusiesen á sus Generales y que se declarasen árbitros de la suerte de su patria. Es imposible dudarlo: militares tan subordinados como los colombianos, acostumbrados á obedecer á sus Jefes, á respetar á su Gobierno, y á quienes no eran indiferentes el honor y la gloria, sin una seducción muy fuerte, sin alicientes que sólo podían venir en parte de los mandatarios del Perú y sin contar con la protección eficaz de éstos, no se hubieran atrevido á faltar á su deber, á marchitar sus laureles y perder su reputación.

Violada la fe de la amistad, á quien se habían confiado el buen orden, la disciplina y subordinación de aquellas tropas, ya nada detuvo al Gobierno del Perú para obrar hostilmente contra Colombia. Formó el proyecto de apoderarse en profunda paz de los tres departamentos meridionales, y para que la ofensa fuese más grave y el ultraje más doloroso, resolvió valerse para esta empresa de los mismos cuerpos colombianos, á quienes encargó del sacrílego atentado de despedazar á su patria. Con protestas de amistad y de mantener la mejor armonía con Colombia, el Gobierno del Perú inspiraba la traición en las tropas de esta República; y la inspiraba en su provecho y en pago de los inmensos servicios que había recibido y que, siendo tan recientes, no podía haber olvidado.

La venida de la División auxiliar se acordó únicamente con el que se titulaba Comandante general de ella, principal cómplice de la sublevación; no se dió aviso anticipado ni al Gobierno de Colombia, ni á su Agente en Lima; no se esperaron sus órdenes, ni el General que el mismo Gobierno del Perú había pedido para que tomase el mando; se equipó de cuanto necesitaba con la mayor presteza y con la más gran

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