Obras completas de don Miguel Antonio Caro, Volumen3Imprenta nacional, 1921 |
Otras ediciones - Ver todas
Términos y frases comunes
admiración alma Alvarez de Velasco América americano amigo amor anacreóntico Anquises antiguos Arboleda armas arte artista asunto autor Bello Bogotá Bolívar Camila canto Caracas carácter Caro Castellanos católico ciencia científica ción citado civilización clásicos Colombia Colombiano composición conquista cristiano crítico debe dice doctrina edición Ejército Elegías elogio Eneas epigrama escribir escritor escuela España española espíritu estilo Estudios literarios Fallon filosofía género gloria Gonzalo guerra hemos herejes hijos historia Homero horaciana Horacio hubo ideas ilustre imaginación imitación Indias Inquisición Inquisición española inspiración jesuítas juicio Junín latino libertad libro lírica literatura Macaulay madrigal Menéndez Pelayo mente modo Mosquera muerte mundo Musa nación nombre obra obras Olmedo opinión Oviedo Oyón Padre pasaje patria patriotismo pensamiento Pentesilea Pérez Bonalde Píndaro poema poesía poeta poética política Popayán principio propia Pubenza público pueblo punto religión religioso Sainte-Beuve Saluzzo Santo sentimientos siglo silva Tejera tomo triunfo Tunja versos Víctor Hugo Virgilio Zarama
Pasajes populares
Página 88 - Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.
Página 10 - ... y el choque asaz horrendo , de selvas densas de ferradas picas, y el brillo y estridor de los aceros que al sol reflectan sanguinosos visos,. y espadas, lanzas, miembros esparcidos o en torrentes de sangre arrebatados, y el violento tropel de los guerreros que más feroces mientras más heridos, dando y volviendo el golpe redoblado, mueren, mas no se rinden....
Página 125 - ... y para ti el maíz, jefe altanero de la espigada tribu, hincha su grano; y para ti el banano desmaya al peso de su dulce carga: el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes providencia a las gentes del Ecuador feliz con mano larga.
Página 114 - Primero el suelo nativo que nada: él ha formado con sus elementos nuestro ser; nuestra vida no es otra cosa que la esencia de nuestro pobre país; allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado alma por la educación...
Página 159 - Por lo que a nosotros respecta, si la ley del ostracismo estuviese en uso en nuestra democracia, habríamos pedido en tiempo el destierro de un gran literato que vive entre nosotros, sin otro motivo que serlo demasiado y haber profundizado, más allá de lo que nuestra naciente civilización exige, los arcanos del idioma...
Página 12 - ¡oh pueblos! Para ser libres y jamás vencidos. Esta unión, este lazo poderoso La gran cadena de los Andes sea, Que en fortísimo enlace se dilatan Del uno al otro mar : las tempestades Del cielo ardiendo en fuego se arrebatan ; Erupciones volcánicas arrasan Campos, pueblos, vastísimas regiones, Y amenazan horrendas convulsiones El globo destrozar desde el profundo : Ellos, empero, firmes y serenos Ven el estrago funeral del mundo.
Página 13 - ... un poema épico. ¿Pero quién es el osado que pretenda encadenar el genio y dirigir los raptos de un poeta lírico? Toda la naturaleza es suya: ¿qué hablo yo de naturaleza? Toda la esfera del bello ideal es suya. El bello desorden es el alma de la oda, como dice su mismo Boileau de usted.
Página 26 - Yo con riendas de seda regí al pueblo, Y cual padre le amé ; mas no quisiera Que el cetro de los Incas renaciera : Que ya se vió algún Inca, que teniendo El terrible poder todo en su mano, Comenzó padre, y acabó tirano. Yo fui conquistador, ya me avergüenzo Del glorioso y sangriento ministerio ; Pues un conquistador, el más humano, Formar, mas no regir, debe un imperio. «Por no trillada senda, de la gloria Al templo vuelas, ínclito BOLÍVAR.
Página 126 - No así trató la triunfadora Roma las artes de la paz y de la guerra; antes fió las riendas del Estado a la mano robusta que tostó el sol y encalleció el arado; y bajo el techo humoso campesino los hijos educó, que el conjurado mundo allanaron al valor latino.