Obras completas de don Miguel Antonio Caro, Volumen3

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Imprenta nacional, 1921
 

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Página 88 - Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.
Página 10 - ... y el choque asaz horrendo , de selvas densas de ferradas picas, y el brillo y estridor de los aceros que al sol reflectan sanguinosos visos,. y espadas, lanzas, miembros esparcidos o en torrentes de sangre arrebatados, y el violento tropel de los guerreros que más feroces mientras más heridos, dando y volviendo el golpe redoblado, mueren, mas no se rinden....
Página 125 - ... y para ti el maíz, jefe altanero de la espigada tribu, hincha su grano; y para ti el banano desmaya al peso de su dulce carga: el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes providencia a las gentes del Ecuador feliz con mano larga.
Página 114 - Primero el suelo nativo que nada: él ha formado con sus elementos nuestro ser; nuestra vida no es otra cosa que la esencia de nuestro pobre país; allí se encuentran los testigos de nuestro nacimiento, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado alma por la educación...
Página 159 - Por lo que a nosotros respecta, si la ley del ostracismo estuviese en uso en nuestra democracia, habríamos pedido en tiempo el destierro de un gran literato que vive entre nosotros, sin otro motivo que serlo demasiado y haber profundizado, más allá de lo que nuestra naciente civilización exige, los arcanos del idioma...
Página 12 - ¡oh pueblos! Para ser libres y jamás vencidos. Esta unión, este lazo poderoso La gran cadena de los Andes sea, Que en fortísimo enlace se dilatan Del uno al otro mar : las tempestades Del cielo ardiendo en fuego se arrebatan ; Erupciones volcánicas arrasan Campos, pueblos, vastísimas regiones, Y amenazan horrendas convulsiones El globo destrozar desde el profundo : Ellos, empero, firmes y serenos Ven el estrago funeral del mundo.
Página 13 - ... un poema épico. ¿Pero quién es el osado que pretenda encadenar el genio y dirigir los raptos de un poeta lírico? Toda la naturaleza es suya: ¿qué hablo yo de naturaleza? Toda la esfera del bello ideal es suya. El bello desorden es el alma de la oda, como dice su mismo Boileau de usted.
Página 26 - Yo con riendas de seda regí al pueblo, Y cual padre le amé ; mas no quisiera Que el cetro de los Incas renaciera : Que ya se vió algún Inca, que teniendo El terrible poder todo en su mano, Comenzó padre, y acabó tirano. Yo fui conquistador, ya me avergüenzo Del glorioso y sangriento ministerio ; Pues un conquistador, el más humano, Formar, mas no regir, debe un imperio. «Por no trillada senda, de la gloria Al templo vuelas, ínclito BOLÍVAR.
Página 126 - No así trató la triunfadora Roma las artes de la paz y de la guerra; antes fió las riendas del Estado a la mano robusta que tostó el sol y encalleció el arado; y bajo el techo humoso campesino los hijos educó, que el conjurado mundo allanaron al valor latino.

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