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tan Jerónimo de Benavides para que, con la mayor urjencia, los obtuviera del virei.

Llegado a Lima Benavides, hizo presente a don Luis de Velazco, invocando en su apoyo el testimonio de don Gabriel de Castilla, maestre de campo que habia sido de Chile i residente. entonces en la ciudad de los Reyes, la suma necesidad del socorro que iba a pedir i que consistia en un barco para el servicio de nuestras costas, mejor i mas grande que el que en ellas habia, pólvora, municiones, instrumentos de labranza i ropa; «pues la «hambre i desnudez que aquellos presidios, no las padecen ta« les ninguno de los que sirven a la corona de España» (12).

El virei reunió a los oidores i a los oficiales reales de Lima i confirió con ellos acerca del particular i «fueron su señoría i̇ « todos de parecer que su señoría el seftor visorei mande i or« dene que se compren i envíen todas las cosas contenidas en la « dicha peticion en que se pide se socorra por ahora a aquella < provincia i reino por la órden que a su señoría pareciere, es«cepto el navío que piden, i que lo que en ello se gastare, lo « libre i mande pagar de la real. hacienda i que se despache a con la brevedad que fuere posible.»

Esta resolucion fué tomada en Lima el 16 de noviembre de 1598 (el 30 de enero de 1599 la misma junta acordó enviar a Chile el navío pedido por Benavides) i, co.no en el acta se dice, salió luego para nuestras playas el mencionado socorro, que no pudo llegar a ellas mas oportunamente.

El 22 de enero de 1599 fué para la ciudad de Concepcion el primer dia de contento desde que habia tenido noticia de la sorpresa de Curalaba i en él debió de creerse que pronto terminarian las desgracias de la colonia. En ese dia vió entrar a Pedro de Vizcarra que iba de Santiago con el refuerzo por él reunido i llegar a sus playas «el navío de Diego Sans de Alaisa «con cien botijas de pólvora, cincuenta quintales de plomo i

(12) Presentacion hecha al virei por el contador Jerónimo de Benavides, leida en la sesion que eelebró en Lima el consejo de don Luis de VeJazco el 16 de noviembre de 1598.

« hasta cinco mil pesos de ropa de paño de Méjico, i fierro, rejas «< i azadones i otras menudencias que de socorro envió el señor << visorei» (13).

Era mui buena suerte de Pedro Vizcarra tener todas estas cosas i setenta hombres: podia siquiera acudir a las mas urjentes necesidades. Entre ellas, la mas premiosa era el socorro de Arauco. Ahf Miguel de Silva habia comenzado, al saber la muerte del gobernador, por reducir la ciudad al fuerte para defenderse con facilidad i, en seguida, reunió a los caciques de los alrededores en número de diezisiete, les comunicó la noticia i recibió de ellos la promesa de permanecer siempre fieles i amigos (14).

Pero tales promesas, lo sabia demasiado el castellano, eran vanas i casi siempre falaces: el 16 de enero se sublevó toda la provincia i se reunieron no menos de tres mil araucanos para

(13) Relacion de Gregorio Serrano.

Los que deseen saber en qué consistian las demas "merudencias" lean las siguientes líneas de la citada pre-entacion de Benavides al virei:

"V. E. se sirva de hacerle merced (a Chile) de socorrerle en enviar un "navío que sea de mayor porte que el de allá, por ser demasiado pequeño, "i cient botijas de pólvora, cincuenta quintales de plomo, trescientas ha"chas de hasta rica, doscientos azadones, cincuenta barretas, mil herraduras "batidas, que han de servir de lampas, doscientas rejas de arar, encuenta "quintales de fierro, tres o cuatro paños azules, cincuenta docenas de cu"chillos, cien docenas de peines, treiota docenas de tijeras i doscientos o "trescientos pesos para algunas cosas. Todo esto es mui necesario para "sustentar las poblaciones que están hechas i dar estas menudencias a los "caciques e indios Catira's i Coynnches que sirven al gobernador con mil "lanzas siempre que las ha menester." En fin, pedia que el navío trajese por lastre dos mil arrobas de sul."

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(14) PUREN INDÓMITO, Canto II.

"Fué el primero que vino, Quintegieno
Jeneral de los bravos avancanos,

Que mucho tiempo amigo fué, i aún bueno.
Con grande lealtad de los hispanos:
Tarucan, el señor de aquel terreno
El segundo llegó con dos hermanos.

Huenterai.i Leviande eran sus nombres,
Caciques ricos i famosos hombres.
Guache, Alpen i Buri tam bien vinieron
Poqueñan el valiente i Pichincura,
Andali, Quindele fe con él fueron.
El bravo Navalgualo i Pincuncura,
Ante, Maulen, Pilan allí acudieron.
Navalande el sobervio, Tapanenra
El último tras de éstos llegó solo
El nieto del antiguo Colocolo."

poner cerco al fuerte. Con sus trece piezas de artillería i sus setenta arcabuces, los defensores de la plaza mantuvieron constantemente a los araucanos léjos «de las paredes» i no perdieron un solo hombre en los nueve dias que duró el asedio. Vizcarra mandó municiones por mar i cuando esto vieron los araucanos, levantaron el cerco (15).

Mui amenazada debió de juzgar el gobernador interino a Santa Cruz cuando de los setenta soldados reunidos en la capital envió allá treinta, i diez mas al fuerte de Jesus, vecino a aquella ciudad (16). En seguida «repartió por todas las fronteras la municion i socorro a los soldados» (17).

Apenas los cabildos ade algunas de las ciudades de arriba supieron la llegada de Vizcarra a Concepcion, se dirijieron a él para pedirle el socorro que acabamos de ver les envió luego i.... que les cambiara correjidores «por estar mal con los oficiales del muerto.» I Vizcarra, siguiendo el camino por él ya adoptado, accedió a peticiones que le presentaban la oportunidad de ofrecer buenos puestos, aunque fuera por pocos meses, a sus parciales (18).

Dábase por mui contento el gobernador con impedir que las ciudades cayeran en poder de los rebeldes i, por entonces, no habia que pensar en sujetar las provincias sublevadas. A medida que cada una de ellas se iba insurreccionando, se hacia mas crítica la situacion de los españoles, los cuales pronto pudieron conocer que la rebelion iba a ser jeneral i que todos los indios se preparaban a la guerra. Si bien terminó el mes de enero sin que todas las tribus de ultra Biobio se declarasen enemigas, los primeros dias de febrero presenciaron el pronunciamiento de los que todavía se llamaban amigos: «A los cuatro de hebrero se «alzó la comarca de Angol, alzándose todo lo que trajo de paz <<< don Alonso de Sotomayor, hasta el rio de la Laja. A los seis

(15) Relacion de Gregorio Serrano.

(16) Id. id.

(17) Id id.

(18) Id. id.

.

« del dicho se alzó Catirai, Mareguano, Millapoa, Talcamávida i todo lo que estaba de paz de la otra banda de Biobio» (19).

No perdian tiempo los rebeldes, i al dia siguiente de haberse sublevado, el 7 de febrero, ya estaban a la vista de Santa Cruz, mandados por Pelantaro i en número de mil doscientos, cuatrocientos de los cuales eran de caballería (20). Segun cuenta Rosales, Pelantaro comenzó por atacar a los indios amigos de Catirai i por tomarles prisioneros sus mujeres e hijos. Es probable que el deseo de mostrar a los amigos que se les defendia moviese a Francisco Jufré a dejar los muros de la ciudad, donde tantas ventajas tenia sobre los asaltantes, i salir a campo raso a escarmentar a los pureneses, i arrebatarles los prisioneros.

Reunió al efecto doscientos indios amigos i con cincuenta soldados españoles presentó batalla a Pelantaro.

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Hemos tenido ocasion de notar que uno de los mayores peligros que en aquellos dias corrió la colonia fué el pánico que entre sus defensores difundieron las victorias de los indíjenas. Así, en esta batalla no todos los militares respondieron a la janza de los rebeldes con el valor que debia esperarse de soldados españoles i hubo muchos «que anduvieron mui ruinés», por mas que con su ejemplo i derramando su propia sangre procuró alentarlos Francisco Jufré. No estaban los jefes habituados a las derrotas ni a abandonar el campo a los indíjenas i Jufré hizo prodijios por librarse de esta vergüenza; pero al fin, viéndose con muchas heridas», cansada su jente i muertos gran número de indios amigos, se hubo de resignar a pasar por ella i se retiró a la ciudad, dejando a Pelantaro dueño del campo i orgulloso con la victoria. El triunfo le habia costado al vencedor cien hombres caidos en la refriega, cuarenta caballos i cinco ootas que le tomaron los españoles.

En la batalla se hacia notar un purenés ostentosamente vestido: llevaba «la ropilla de Loyola con el hábito de Calatrava».

(19) Relacion de Gregorio Serrano.

(20) Rosales dice que Pelantaro llegó a Santa Cruz con ochocientos indios. Seguimos a Gregor.o Serrano en todo este hecho de armas.

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A todas luces era, si nó el que dió muerte al desgraciado gobernador, uno de los que a ello contribuyeron, i los españoles habian de hacer sumo empeño por tomarlo i quitar a los rebeldes aquellos despojos, que servirian siempre para darles mayor avilantez: a pesar de tener que retirarse, consiguieron aprisionar al indio. ¡Pobre consuelo de una derrota!

Francisco Jufré no fué el único ni el mas grave de los heridos: un soldado lo fué de mas gravedad i murió a poco de esta jornada, en la cual aprisionó Pelantaro a otro español llamado Juan Gago, a quien hizo matar algunos dias despues (21).

Con la noticia de la victoria se unieron al toqui otros dos mil hombres, probablemente cuantos en los alrededores habia capaces de tomar armas, i, así reforzado su ejército, se dirijió Pelantaro contra la plaza de Arauco, a la que, sin embargo, no pensó sitiar. Fortificadas i vitualladas las posesiones españolas, poco importaban los cercos que les ponian los indios, los cuales ni llegaban a las murallas por temor a las armas de fuego, ni mucho menos podian prolongar su estadía junto a una ciudad.

La irregular organizacion de los ejércitos indíjenas los hacia inadecuados para continuar un sitio en regla. Acostumbraban vivir con lo que cada cual llevaba i con los recursos que les iba suministrando el pais recorrido: ni una ni otra cosa eran de larga duracion, cuando se reunian algunos miles de hombres en lugar no preparado a recibirlos: no habia quién cuidara de proporcionar el comun sustento, ni siquiera posibilidad de conseguirlo. Por eso, a los pocos dias de comenzar un cerco se veian obligados a levantarlo i se retiraban a sus respectivas comarcas, citándose para la próxima reunion i, a lo mas, dejando cierto número de guerreros que hostilizaran a los españoles con ataques imprevistos i guerrillas para impedirles que se comunicaran con otras ciudades i mantenerlos en alarma hasta la vuelta del grueso del ejército indíjena.

(21) Serrano no menciona la muerte sino el cautiverio de Gago; pero Rosales (que lo llama Alonso Gayo) la afirma. Preferimos su aserto por estar conforme con el de Rivera, que dice al rei el 10 de mayo de 1601 que en este encuentro murieron dos españoles. Probablemente, cuando Serrano escribió su Relacion se ignoraba el fiu del prisionero.

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