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cillo de Vichilemo para defenderse tras las tapias de los ranchos. La cercanía de la ciudad permitió a Francisco Hernández Ortiz reunirse a Gutierrez con otros treinta soldados.

A mayor número i mandados por Jufré acababa de destrozar Pelantaro delante de los muros de Santa Cruz i no trepidó en atacar a Hernández Ortiz, le mató cuatro españoles, lo obligó a retirarse hácia Angol i lo persiguió casi hasta el pié de sus murallas (1).

Hemos dicho que en el fuerte de Molchen habia catorce españoles de guarnicion, i debemos agregar que, a pesar de là sublevacion de los indíjenas de las comarcas vecinas, los que estaban al rededor de Molchen permanecian tranquilos. Pero esa tranquilidad era, aparente i ordenada por nuestro conocido el cacique Nabalburi para adormecer la vijilancia de los del fuerte i sorprenderlos.

Mui luego se les presentó i aprovecharon la ocasion.

El jefe español envió a siete de sus soldados a un reconocimiento i, completamente confiado en los indios que siempre entraban i salian como amigos en el fuerte, se entregó al sueño con los demas. Los indios fueron entrando cargados de haces de leña, hasta que viéndose en número suficiente, se arrojaron sobre los españoles, los degollaron a todos i pusieron fuego al fuerte. Los otros siete que, de léjos, divisaron las llamas, huyeron a Angol (2).

(1) Alonso de Rivera, en su citado resúmen de 25 de febrero de 1602, dice que fueron cinco los españoles muertos en este encuentro. Seguimos esclusivamente a Gregorio Serrano en el relato de esta funcion.

Alvarez de Toledo está de acuerdo con Serrano en casi todo: notaremos, sin embargo, algunas variantes. Segun él, no fué Pelantaro sino Nabalbur: quien dirijió la espedicion; Gutierrez salió no con diez sino con once españoles; perecie on en el primer encuentro cuatro indios amigos; Jos enemigos se apoderaron de los caballos de los españoles i éstos se refujiaron en las bodegas i casas de Gamboa, cosa que no estaria en oposicion con la relacion de Serrano, si esas bodegas se hallaban en el pueblecillo de Vich lemo.

En canto a la salida de Hernández Ortiz, advierte que este capitan so encontraba al mando de Augol por haber ido Vallejo a Concepcion en de. manda de ausilios, i en lugar de treinta hombres dice que fué acompañado de tremta i tres. Añade que antes de dispersarse los victoriosos indíjenas destruyeron las bodegas de Juan Alvarez de Luna.

(2) Ea la copia que hemos tenido de la relacion de Grogorio Serrano

En seguida los indios arobaron mas de tres mil pesos de pla<ta i ropa de Diego Yañez de Saravia i don Juan Rodulfo <(Lisperguer) i luego dieron en la bodega de Andres Lope de « Gamboa, Artano i Bernal i otras i las abrazaron i rompieron las tinajas i robaron lo que en ellas habia. I, corriendo la ◄ campaña a tiro de pieza del pueblo, llevaron nueve mil ove«jas, mil vacas i cien yuntas de bueyes» (3). Tanto pánico habian infundido los triunfos de los indios que, a pesar de la inmediacion a la ciudad en que sucedian estas cosas, no se atrevieron los españoles a mandar partida alguna contra los que así devastaban los alrededores. Lo único que osaron fué habilitar un fuerte que junto a la ciudad «habia hecho don Alonso de Sotomayor. I, aunque no le hizo cubos, abrieron troneras i <«< con el artillería i mosquetes se defendieron.» Los rebeldes contentos con el mencionado adespojo, se retiraron a Puren» (4). No se retiraron, sin embargo, a descansar sino a prepararse la empresa mas audaz de cuantas hasta entónces habian acometido, a lo cual los convidaban estos triunfos parciales, que tanto entusiasmo causaban entre ellos: intentaban volver con mayores fuerzas i atacar a la ciudad de Santa Cruz.

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Cuando esto supo Francisco Jufré i que ya habia reunidos mas de cinco mil indíjenas, despachó un mensajero a Vizcarra, que estaba en Concepcion, pidiéndole que decretara la despoblacion i el abandono de Santa Cruz, ántes que llegara a atacarlo el enemigo. Para pedir esto se fundaba en «que no se a podia sustentar cargado de mujeres i niños i sin bastimentos i « que no podia ser socorrido.» La situacion en que se hallaba

está incompleto lo relativo a la toma del fuerte de Molchen. Por lo mismo, nos hemos guiado por lo que refiere Alvarez de Toledo en el lugar citado. Su relato está confirmado por Alouso de Rivera que, en la citada carta de 25 de febrero de 1602, dice al rei que en esta ocasion murieron siete espafioles en Mo chen.

Antonio de Avendaño, en la tambien citada informacion de 8 de noviem. bre de 1599, en respuesta a la pregunta tercera, dice que en Molchen murieron diez soldados: "Así mismo, se llevaron el fuerte de Molchen, dos le'guas de Engol, matando diez soldados que en él estaban."

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(3) Relacion de Gregorio Serrano.

(4) Id. id.

la ciudad era mui crítica no solo por la falta de víveres, sino principalmente por la de agua; pues el pueblo, situado en una altura, tenia suma dificultad para proveerse de ella. Pelantaro pensaba mui bien al escojer a Santa Cruz: era quizá la única ciudad que no podria resistir sino mui pocos dias un asedio; la única, por tanto, que estaba verdaderamente espuesta.

Vizcarra habia atendido al mantenimiento de Santa Cruz con especial cuidado, durante el mes i medio que estaba en el sur i debia de sentir sobremanera verse en la necesidad de despoblarla; pero tampoco queria cargar con la responsabilidad de negarse a la peticion de Jufré: al dia siguiente podrian destruirla los indios, i los muertos i los cautivos los pondrian los enemigos del gobernador en el cargo de la cuenta de él.

En consecuencia, reunió una especie de consejo de guerra, compuesto de los capitanes i jente de esperiencia» para discutir lo que deberia hacerse en esa circunstancia.

A nadie se ocultaba el funesto efecto moral que causaria el abandonar al enemigo una ciudad floreciente: fundada cinco años antes por el gobernador Loyola i decididamente protejida por él, la ciudad de Santa Cruz habia alcanzado en tan corto tiempo prosperidad relativamente mui grande: tenia el no escaso número de ochenta vecinos i contaba con dos conventos de relijiosos franciscanos i mercenarios. I al mal efecto moral debia agregarse la mucha falta que iba a hacer para facilitar las comunicaciones con las ciudades australes, cosa a que se prestaba admirablemente por su situacion. «La ciudad de Santa Cruz (dice « Rivera en las instrucciones que da a su apoderado Domingo << de Erazo el 15 de enero de 1601) la pobló el año de noventa «i cuatro el gobernador Martin García de Loyola doce leguas « de la Concepcion i catorce de San Bartolomé i ocho de Arau« co, a la otra parte del rio de Biobio en la provincia de Milla«poa i Mareguano en términos de jente mui belicosa, que serian « tres mil indios. I los tuvo de paz, juntamente con los de esta « parte del rio que son los coyunches, el tiempo que duró su po«blacion. En cuya comarca se fundaron muchas estancias i here

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« dades de viñas, sementeras i ganados, que de todo acudia en «< abundancia. I tiene en sus contornos muchas minas de oro i se <«labran las de Quilacoya.» Pero todas estas consideraciones desaparecian, si en realidad estaba en inminente peligro de ser destruida; porque pérdidas materiales i mal efecto moral serian en este caso incomparablemente superiores. Ademas, tales comolas cosas iban poniéndose, no era posible quizás mantener con escasas fuerzas tantas ciudades i seria preciso concentrar la jente en ménos puntos para rechazar al enemigo cada dia mas pujante. Teniendo presente esto, las razones aducidas por Francisco Jufré i la autoridad del parecer de ese distinguido i respetado jefe, el consejo opinó que debia hacerse lo que proponia el teniente jeneral.

Inmediatamente comunicó Vizcarra a Jufré lo resuelto i le encargó «que él i los capitanes que consigo tenia, viesen lo que « mas convenia al servicio de Dios i del rei. I con esto a los 7 « de marzo se despobló Santa Cruz i se fortificaron junto a La «Laja, donde entra en Biobio» (5), en el lugar donde ahora está San Rosendo.

Entre Concepcion i este punto, en Talcamávida, habia un fuerte denominado Jesus, que, al mismo tiempo que se llevaba a cabo la despoblacion de Santa Cruz, era atacado por una partida de rebeldes. El comandante se hallaba ausente i la plaza al mando del teniente Hernando de Andrade, que resistió tenaz i heróicamente durante dieziseis horas, hasta que, sabedor Jufré del peligro, le envió un refuerzo de catorce hombres, a las órdenes del teniente Delgado, con los cuales puso en fuga al enemigo. Mas esa victoria no podia ser de importancia; pues los rebeldes eran demasiado numerosos en los alrededores para que no volvieran pronto a tomar desquite de su derrota. Por lo mismo, Jufré determinó despoblar tambien ese fuerte i al efecto envió a él un nuevo destacamento capitaneado por Pedro de

(5) Relacion de Gregorio Serrano. Todos los pormenores de la despoblacion de Santa Cruz están tomados de la mencionada relacion.

Leon con suficiente número de caballos para trasladarlo todo a su campo, como se hizo.

Apenas hubo reunido la jente, el 9 de marzo, dos dias despues de haberse situado en la confluencia del La Laja i el Biobio, abandonó Jufré definitivamente esas comarcas i «se retiró a Chillan sin perder artillería ni municiones» (6).

Este poblar un fuerte a la orilla de La Laja para despoblarlo a los dos dias, atribuido por Serrano a la jeneral sublevacion, fué, segun dice Alonso de Rivera al rei, en carta escrita en Córdoba el 20 de marzo de 1606, nada mas que un ardid empleado por Jufré a fin de engañar a los vecinos de Santa Cruz, que no se habrian conformado con la despoblacion de la ciudad, despoblacion que era para ellos la ruina mas completa: «La ciudad « de Santa Cruz se despobló por decir no la podian socorrer, « porque estaba tres cuartos de legua de la otra parte del rio « de Biobio. I el capitan que la despobló fué con engaño, di« ciendo a los vecinos i moradores que haria una palizada sobre « el rio de Biobio i que allí tendrian el socorro seguro. I despues que los tuvo fuera, los pasó de esta otra parte del rio, << diciendo que allí estaria mejor la palizada; luego se fué sin « hacer nada; que fué esta la total ruina del reino de Chile i se <«< ha quedado sin castigo.»

Si no pidiendo castigo como Rivera, a lo menos con igual enerjía condena la despoblacion de Santa Cruz el inmediato sucesor de Vizcarra, don Francisco de Quiñones, en carta al rei fechada en Concepcion el 15 de julio de 1599, es decir, cuatro meses despues de haberse llevado a cabo aquella medida: «Sobre todas « las desgracias que han sucedido, dice, la de mayor daño ha « sido el haberse despoblado la ciudad de Santa Cruz, que esta«<ba en sitio i comarca que hacia frente a toda la guerra que « correspondia a las ciudades de Angol, San Bartolomé i la

(6) Alvarez de Toledo, de quien tomamos los pormenores del ataque i despoblacion del fuerte de Jesus, lo designa en el canto VIII con el nom. bre de Talcamávida. Las últimas palabras copiadas son de Gregorio Se

rrano.

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