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CAPÍTULO I.

MUERTE DE LOYOLA I RECIBIMIENTO DE VIZCARRA.

Estado del reino-Establecimiento i despoblacion del fuerte de Lumaco.-Pre parativos bélicos de los indios.--Sublevacion de Longotoro.-Sale de fa Im-.. perial el gobernador a sofocarla.-Plan de ataque de Pelantaro.Sorpresa de Curalaba-Muerte de Loyola i sus compañeros.-Despojos cojidos por el enemigo-Terrible impresion que en Chile causa el desastre del 23 de diciembre de 1598.-Los oficiales reformados.—Recibimiento de Vizcarra.-Títulos que éste tenia para hacerse cargo del gobierno.

Don Martin García Oñez de Loyola, del hábito de Calatrava, despues de felices sucesos en la guerra, habia logrado pacificar por completo la parte de Chile situada al norte del Biobio. I si bien al otro lado de este rio no habia seguridad ni siquiera para que los vecinos de Angol beneficiaran tranquilamente las viñas de los alrededores, a causa de los contínuos ataques de los indios que estaban a cuatro leguas de la ciudad (1), no se podia decir que hubiese guerra: esos enemigos eran partidas de ladrones mas bien que rebeldes capaces de presentar batalla. En esto se apoyaban muchos i principalmente los amigos del gobernador para creer que aquellas provincias se hallaban ya sometidas para siempre (2). Las únicas tribus que todos esceptuaban de

(1) Carta de García Oñez de Loyola, escrita en Concepcion el 12 de enero de 1598.

(2) Cartas escritas al rei por frai Antonio de Victoria, provincial de predicadores, el 12 de marzo do 1599; por los oficiales reales, el 9 de enero i por el cabildo de Santiago el 30 de abril del mismo año; informacion levantada en Santiago por Domingo de Erazo el 24 de enero de 1600.

esta supuesta sumision eran las que ocupaban las cercanías de La Imperial i Puren (3): léjos de cesar en la lucha, acababan de obligar a García Оñez de Loyola a abandonar el fuerte de Lu

maco.

A fines del siglo dieziseis comenzaban Las Vegas de Lumaco a adquirir la nombradía que despues tuvieron en la guerra de Arauco: servian de impenetrable asilo a los indíjenas que en aquellas islas ocultaban los ganados i aun dejaban con seguridad a sus mujeres e hijos mientras ellos combatian al español.

Para quitar a los indios este reparo, don Martin levantó un fuerte en las inmediaciones de Las Vegas. Mientras estuvo en él Loyola, los indíjenas disimularon el despecho que tal establecimiento les ocasionaba; pero no bien salió con doscientos hombres de caballería i mil indios amigos a sofocar una revuelta en la provincia de Tucapel (4), atacaron el fuerte en grandísimo número i pusieron a su guarnicion, compuesta de no menos de ciento ochenta soldados, en la imposibilidad de moverse «mas de lo que alcanzaban los arcabuces dende la muralla» (5). El gobernador fué en ausilio de los sitiados; pero tanta era la pujanza de los enemigos, que juzgó no se podia mantener esa importante posicion i desamparó el fuerte (6), por lo menos, hasta recibir de España refuerzos que le permitieran restablecerlo.

Este era el único sério contratiempo sufrido por Loyola en la guerra; mas, aunque único, bastó a impedir la completa pacificacion del reino i aumentó las alarmas de los que no lo veian todo color de rosa.

Habia, en efecto, muchos, especialmente entre los guerreros, que no compartian la opinion de que los indios estaban leal i

(3) Interrogatorio puesto el 6 de diciembre de 1599 por Quiñones a Viz. carra i absuelto afirmativamente por el último; poder dado el 27 de marzo de 1599 por el cabildo de La Imperial a don Bernardino de Quiroga.

(4) Carta de Alonso de Rivera al rei, fechada en Córdoba el 20 de marzo de 1606.

(5) Id. id.

(6) En la citada carta atribuye Alonso de Rivera a la falta de infantería la necesidad en que se vió Loyola de abandonar el fuerte de Lumaco. Censura vivament el que toda su guarnicion fuera de caballería.

definitivamente sometidos (7). No faltaba razon a los pesimistas, i los hechos parecen haberse encargado de manifestar que la supuesta sumision de los indíjenas era solo habilísimo i continuado ardid.

Si hemos de creer lo que despues de los sucesos escribia al rei el cabildo de Santiago (8), esos seis años de paz fueron para los indios tiempo de secreta preparacion a la guerra. No solo aumentaron considerablemente sus ganados, sino que poco a poco i por medio de incesantes cambios se proporcionaron gran cantidad de armas i caballos; de manera que, ejercitados en el manejo de las primeras i diestros jinetes, estaban a fines del siglo XVI, respecto de los españoles (9), en condiciones mui distintas de las en que éstos los habian encontrado sesenta años antes.

El ojo esperto de los antiguos militares notaba semejantes cosas i mas de un capitan llamó a ellas la atencion del gobernador, quien pudo aun convencerse, segun el documento a que nos vamos refiriendo, de que los indios intentaron mas de una vez asesinarlo por medio de mensajeros enviados a él en mentida prenda de amistad. Sea que no creyese en la efectividad de tales intentos, o que juzgara prudente disimular o perdonar, Loyola nada hizo a fin de precaverse contra los denunciados planes de sublevacion.

Así estaban las cosas cuando el gobernador, que se hallaba en La Imperial, recibió una carta del capitan Vallejo, correjidor de Angol, con alarmantes noticias. Le decia que, habiéndose apartado dos soldados del fuerte Longotoro a cojer frutilla, habian sido asesinados por los indios, i que este asesinato, convenida señal de rebelion, acababa de poner en armas a toda aquella

comarca.

Fernando Alvarez de Toledo nos lo refiere así en su

Puren

(7) Citada carta del cabildo de Santiago al rei, fechada el 30 de abril de 1599

(8) Id. id.

(9) Siguiendo la manera de hablar entónces usada, que facilita mucho la narración, llamamos españoles no solo a los que por su orijen lo eran, sino tambien a los criollos descendientes de los conquistadores. En contraposi

Indómito (10), i agrega que el indio portador de la carta, burlando la confianza de quien lo enviaba, preparó la ruina del gobernador. Llamábase el mensajero Navalburi, i, en lugar de llenar su cometido, llevó noticia i carta al cacique Pelantaro, a quien todos consideraban entre los indios el jefe principal.

Resuelto Pelantaro a sublevarse abiertamente, vió en esto escelente oportunidad de comenzar con un audaz hecho de armas que, acertado, produciria en el pais conflagracion jeneral: Hernando Vallejo llamaba urjentemente al gobernador i si, como debia esperarse, Loyola acudia con presteza a él, no iria sino con corto número de soldados i Pelantaro podria sorprenderlo i despedazarlo en el camino, advertido por el mismo Navalburi del dia de la partida. En consecuencia, ordenó al infiel mensajero que llevara la carta al gobernador i lo tuviera al corriente de los sucesos.

Don Martin García resolvió ir en el acto a Angol i salió de La Imperial el 21 de diciembre de 1598, acompañado de cincuenta soldados españoles (11), de Francisco Rodriguez de Ga

cion a les indios, llevaban en toda América el nombre de españoles los hijos de la raza latina que obedecian al rei de España, 1 basta hoi somos conocidos con esta designacion entre los indios cuants descendemos de conquistadores o colonos.

Tambien, i aunque en esto nos separemos de lo que entonces se usaba para acomo 1arnos al lenguaje de los sig os po-teriores, llamaremos muchas veces araucanos, no solo a los indios de la provincia de Arauco sino tambien a todos los de tierra firme al sur de Biobio.

(10) Canto I. PUREN INDÓMITO, de tan escaso mérito como poema, es inapreciable como crónica. Comparando los mis insignificantes pormenores referides en él con los documentos de la época s conoce la rigurosa exactitud con que relata Alvarez de Toledo: por eso no trepicamos en seguirlo cuando apunta circunstancias calladas por los demas.

(11) Hablando del número de sollados españo es que acompañaron a Loyola, el cabildo de Santiago i los oficiales reales, en carta de 9 de enero de 1599 dirijida al rei, dicen que eran cuarenta; varios rei iosos de Valdivɛa, en una relacion que en setiembre de 1599 enviaron a Quiñones los hacen subir a cincuenta i siete; por fin, A'on-o de Rivera, en un r súmen que el 25 de febrero de 1602 hizo de las pérdidas que habia sufrido Chile desde la muerte de Loyola, afirma que eran se enta.

Para estar por el número cincuenta nos apoyamos en la mejores autoridades.—Es el número que señalan: 1? Fernando Alvarez de Toledo, en el citado canto de PURE INDÓMITO; 2? Frai Antorio de Victoria en cata al rei de 12 de marzo de 15.99; 3? El cabildo de La Imperial, que mas bien que todos debía de saber esto, en el poder que d'ó a don Bernardino de Quiroga el 27 de marzo de 1599; i 4? El capitan Gregorio Serrano en una RELACION enviada por él al virei del Perú. Esta RELACION, que comienza coa

llego, que hacia las veces de secretario (12), de un sacerdote. secular, de tres relijiosos franciscanos (frai Juan de Tovar, provincial de la órden en Chile, su secretario frai Miguel Rosillo i el Hermano fai Melchor de Arteaga) i de trescientos indios. amigos. Dejó instrucciones a Andres Valiente, segun dice Alvarez de Toledo, para que el 27 del mismo mes enviara el resto de la tropa a Angol al mando de Pedro Olmos de Aguilera.

El gobernador debió de salir tarde el dia 21, porque en la noche alojó con su comitiva en un sitio llamado Parlachaca, solo una legua distante de La Imperial. Navalburi, que hasta ese momento acompañaba a Loyola, envió de ahí a Millategua a dar el convenido aviso a Pelantaro (13).

La noche siguiente don Martin i su escolta, mui ajénos del peligro que los amenazaba, sin suponer ni siquiera la posibilidad de una sublevacion en los alrededores, se entregaron al sueño en el sitio denominado Curalaba, junto a la Quebrada Honda, desenidando las mas elementales precauciones; descuido que,

la muerte de Loyola i cocluye el 19 de marzo de 1799 es un diario de los sucesos que va ocurrid, i puede considerarse como el mas exacto i curio o resúmen de aquel períc do. Como veremos, Serrano fué comisionado por Vizcarra para visitar las ciudades i fuertes del sur i pado por lo tanto, dar los mas min iciosos pormenores Es el docamento que mas nos ha seivido para estudiar lo referente al gobierno interino de Vizcarra.

en el número de los indíj nas que acompañaban a Loyo a, seguimos lo que dice el cabildo de La Imperia: habiendo salido el gobernador de esa cindad, na lie podia conocer mas bien las cosas.

Por lo que hace a la fecha de 14 muerte de don Martin García Oñez de Loyo'a, que la mayor parte de los crosistas suponen equivocadam nte a fines de noviembre de 1598, no cabe ia mas remota duda. Podemos citar en apoyo de nuestro serto, entre otros documentos i aut ridades, la Rela cion de Gregorio Serrano; la carta de los oficiales reales de 9 de enero de 1:99; la informacion de Domingo de Erazo de 24 de enero de 1600; el testimonio dado a favor de Quiñones por el cabildo de Concep ion el 24 de agosto del mismo año 1600; i Alvarez de Toledo, que nos da tambien la fecha de la salida de la Imperial:

"Partióse lunes, dia señalado,

“Dei incrédulo santo i benemérito,

"El que metió la mano en el costado

"Del maestro a quien antes no dió crédito."

El mismo nombra el lugar donde Loyola alojó la primera noche. (12) Encontramos el nombre del secretario del gobernador en un tesțimonio dado por el escribano Danian de Jeria, en cumplimiento de una órden de Alonso de Rivera, el 8 de julio de 1662. Dice Damian de Jeria que Rodriguez de Gallego "servia la secretaría como mi teniente."

(13) PUREN INDÓMITO, citado canto.

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