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Cuando, meses despues del interrogatorio que le presentó Quiflones i al propio tiempo en que lo culpaba García Ramon, escribe Vizcarra al rei el 21 de setiembre de 1600, habla de sus dos sucesores no solo sin censurar la conducta de ellos, sino alabándolos, especialmente al último, por sus acertados gobiernos.

A pesar de eso, García Ramon quiso deshacerse de él, quizá para elevar a un amigo, i el 19 de enero de 1601 escribió desde Concepcion al cabildo de Santiago: «Visto lo mucho que el te<< niente jeneral ha trabajado despues de la desgraciada muerte « de Martin García de Loyola i la suma pobreza en que se « há i sus honrados años i acordándome que Vuestra Señoría me pidió le sirviese, he tenido por bien se vaya a descanzar»......, probablemente gozando su sueldo; lo cual no podemos saber por estar roto el manuscrito en la parte en que hemos puesto puntos suspensivos.

Sea que no alcanzara a dejar Vizcarra su destino o que lo repusiese Rivera inmediatamente en él, seis meses despues lo volvemos a encontrar desempeñándolo i en momento en que pudo vengarse de García Ramon.

Habia concluido el gobierno de éste, i Alonso de Rivera, queriendo como todos los gobernadores, manifestar que su predecesor le entregaba el reino en pésimo estado, levantó una informacion i tomó él mismo la primera declaracion que, lo veremos, fué tremenda contra García. Tuviese que salir de Santiago o juzgase suficiente lo hecho para perder a su predecesor, Rivera cometió las demas declaraciones a su lugarteniente Pedro de Vizcarra. El bondadoso anciano actuó con rara imparcialidad: oyó a los amigos del ex-gobernador i destruyó por completo, a nuestro juicio, el mal efecto que producia la declaracion tomada por Rivera.

Pedro de Vizcarra no estaba ya para prestar sus servicios en un puesto tan laborioso como el que desempeñaba i él i Rivera lo hacian presente al rei. «Tengo avisado a Vuestra Majestad, « escribia Alonso de Rivera el 5 de febrero de 1603, de que el teniente jeneral Pedro de Vizcarra es mui viejo i no está ya

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para el oficio que ejerce. I así Vuestra Majestad le podria ocupar en otras cosas de su real servicio, porque sus letras i bon<< dad lo merecen (14) i dar este oficio a otro que sea para él, pues para el buen gobierno, conservacion i aumento de este «< reino, es de tanta consideracion.»

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La misma súplica hacia cuatro dias ántes, el 1.o de febrero, Pedro de Vizcarra, fijándose especialmente en las «vacantes de plazas de audiencia, alcalde del crímen de los reyes.»

Solo un año mas tarde se realizaron los deseos del gobernador. El 17 de diciembre de 1603 llegó a Concepcion el licenciado Fernando Talaverano Gallegos (15), teniente jeneral, en reemplazo de Vizcarra, i el 2 de febrero de 1604 recibió de manos de éste la vara, signo de autoridad (16).

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(14) No siempre habia hablado Rivera con alabanzas de Vizcarra: "Este gobierno, dice al rei el 10 de marzo de 1601, lo tuvo a su cargo el licenciado "Pedro de Vizcarra, teniente jeneral, en cinco meses; i demas de haber criado por ostentacion una gran confusion de capitanes................, hizo otro mayor “daño on haber encomendado en personas que no tienen méritos cuantos "indios le pidieron, unos que no están descubiertos i otros por conquistar "i otros que tienen los dueños vivos; de manera que no dejó por ninguu "camino cosa reservada de que poder echar mano para entre ener a tanta "jente beuemérita i aflijida de necesidad i trabajos graves. I como quiera 66 que él no tuvo facultad para encomendar indios, mas de la administra"cion de la justicia como teniente de este reino i hombre letrado, la au. "diencia de los Reyes algunas de sus encomiendas que en grado de apela"cion han ido a ella las ha dado por nulas i ningunas. Lo mismo couviene "al servicio de V. M. que yo haga para descargo de su real conciencia i "algun premio de los que lo merecen. I así estoi determinato de reparar "este inconveniente deshaciendo sus encomiendas, escepto las que hubiese 66 en personas beneméritas."

(15) Carta escrita por Talaverano al rei el 8 de marzo de 1604.

(16) Id. Testimonio dado por Jinez de Toro Mazote del recibimiento de Talaverano.

CAPÍTULO VII.

VENIDA A CHILE DE DON FRANCISCO DE QUIÑONES,

Don Luis de Velasco i la guerra de Chile.-Don Luis Jufré en Lima.-El consejo del virei.-Ofrécese don Francisco de Quiñones para venir a Chile.-Quién era el nuevo gobernador interino.-Triste estado del Perú.-Pequeño socorro que puede enviar el virei. Sacrificios que Quiñones i sus hijas hacen para equipar los soldados.-Su viaje a Chile: furiosa tempestad; indomable enerjía del gobernador.-Llegada a Talcahuano; cumplimiento de un voto.

Las noticias

que don Luis Jufré llevó a Lima llenaron de inquietud al virei del Perú.

Don Luis de Velasco se habia dado siempre con mucha atencion a los negocios de Chile i manifestado mui dispuesto a coadyuvar enerjicamente a la pronta terminacion de la guerra de Arauco. Buena prueba de ello fué su presteza en conceder lo que le pidió García Oñez de Loyola por medio de su enviado el contador Jerónimo de Benavides: el barco que traia a nuestras costas ese oportunísimo socorro se cruzó en alta mar con el que de acá llevaba la funesta noticia de la muerte del desgraciado gobernador. Don Luis Jufré, el enviado del cabildo de Santiago i del sucesor interino de Loyola, zarpó de Valparaiso en los primeros dias de enero de 1599 i llegó al Callao a mediados del siguiente mes, con la noticia de la trajedia de Curalaba. Aunque Jufré solo habia salido de Santiago pocos dias despues de saberse en ella la muerte de Loyola, la rapidez con que unas a otras se habian sucedido las desgracias sobrevenidas a la colonia, le permitió llevar gran número de noticias; i eso mismo mostraba que, por lo menos en esta ocasion, el pánico de los primeros momentos no habia dado a la sublevacion propor

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ciones mayores que las que en realidad tenia: la imajinacion habia quedado corta, aun en la escitacion del miedo, al calcular las terribles consecuencias de la muerte del gobernador i sus compañeros. No eran unos cuantos hombres los que habia perdido el ejército de Chile: era la existencia de la colonia lo que estaba en serio e inminente peligro.

Inmediatamente el virei reunió a los mismos consejeros que se habian ocupado en dictaminar sobre los asuntos de Chile para que, oyendo la esposicion que Benavides i Jufré hacian, proveyeran al pronto remedio de tantos males.

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Los procuradores de Chile espusieron que, aunque habia aquí mas de seiscientos escelentes soldados, era éste un número insignificante, atendiendo a que se necesitaba dividirlos en las diversas ciudades i que no seria posible reunir doscientos para rechazar un ataque de los indios. I ademas esos soldados « están tan pobres que ellos i sus hijos i mujeres no tienen ni alcanzan « una vara de lienzo para cubrir sus carnes i ansí han sido so« corridos siempre no solo de vestidos sino a veces de comida, re«jas, azadones i hierros para ayuda del beneficio de su labranza <«<i sementeras, con que sustentan sus familias con grandísima « escaseza » (1). Por lo mismo urjía i urjía muchísimo enviar a Chile toda la jente que se pudiese llevar» i un fuerte socorro en dinero para la tropa, fuera de doce mil pesos que habia que repartir en sueldos de empleados superiores del ejército i de los fuertes.

Pedian los procuradores ciento cincuenta arcabuces i mosquetes, trescientas espadas, doce cañones pequeños, pólvora, plomo i cuerdas; que se pagase adelantado un año de sueldo al piloto i marineros que habian de venir en el navío destinado a Chile; que se situase la paga para la jente de guerra, «porque es sin « comparacion mas barato que vivir de remiendos i limosnas. » Se unia a esto una minuciosa memoria de los útiles i de la ropa que

(1) Presentacion de Juf. é i Benavides leida en la reunion celebra la en Lima el 8 de febrero de 1599.

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