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un Ministro se oponga á una medida tan trascenden>> tal como es la amnistia, y que sin embargo continue »formando parte del Gabinete ?.... Yo, señores, no »salí del Ministerio por la cuestion de la amnistia, y como dijo muy bien el Sr. Presidente del Consejo, »por ninguna cuestion política..... El Sr. Presidente del Consejo de Ministros ha declarado muy bien que »no he salido por ninguna cuestion de Gobierno; he »salido por motivos, por riñas de familia; de familia, » entre la gran familia moderada á que pertenezco y » de la que jamás me separaré; y si en algun momen»to fueron justos y sirvieron para tomar la resolucion » que he tomado, si hoy tuviera que recordarlos, tal »vez los habria olvidado, porque los hombres que » pertenecen á una gran familia política olvidan estas » pequeñas disensiones ante los grandes deberes de »esta familia, y cumplen ante todas cosas sus deberes para con el pais en todos tiempos y lugares.»

Antes que el Sr. Mon, habia hablado el Sr. Duque de Valencia y habia dicho sobre este punto: «El señor »Olózaga ha tratado de un punto grave, y yo tengo »una satisfaccion en aprovechar este momento de dar » las explicaciones necesarias para que las cosas que»den en su lugar. El Sr. Olózaga, por rumores públi»cos y por lo que han dicho los periódicos, ha forma»do el juicio de lo que puede haber sucedido en la » crisis ministerial que produjo la retirada del Sr. Mon » del Ministerio. Señores, si los Ministerios tuvieran necesidad de decir todo lo que hacen, todas sus conferencias y hasta los discursos que se pronuncian en

el Consejo antes de aprobar ó desaprobar una cosa, »muy dificil seria gobernar y mucho silencio habria en los Consejos, porque ningun Ministro se atreveria »å hablar, si lo que allí hablase habia de ser luego >objeto de conversacion. En los Consejos de Ministros se habla, y se habla con la franqueza de compañe»ros y de amigos particulares, porque en estas dis>cusiones sabe el Sr. Olózaga que hay un término medio entre formalidad y amistad. Y lo que debe >verse despues es el acuerdo, es lo que firman los »Ministros, es lo que tiene relacion con la responsabilidad de los Ministros ante el pais y ante su Reina. »Por consiguiente, estos rumores, todas esas hablillas »y dichos de los periódicos, todo eso lo dejo aparte, y »me habria alegrado de que el Sr. Olózaga hubiera hecho lo mismo. Pero puesto que S. S. ha tratado de »este punto, yo aprovecho la ocasion para decir lo que Des de mi deber. Es falso, señores, absolutamente »falso, que el Sr. Mon ni ningun Ministro se haya »opuesto á la amnistía, ni haya salvado su voto. Esto »lo digo en obsequio á la verdad, á la razon y á lo que »se merece cada uno........ No pudo por consiguiente »ser ese el motivo de la salida del Sr. Mon. Se pre»guntará: ¿pero cual fué? y yo podria preguntar tam»bien: ¿y por qué se ha de satisfacer la curiosidad de » todos cuando un Ministro se quiera retirar, cuando »un Ministro tenga por conveniente retirarse, ó por»qué esté cansado, ó porqué esté enfermo, ó por que »la marcha general del gobierno no le parezca confor»me, ó porque no congenie con cualquiera de sus

»compañeros, ó por otras causas particulares? Pues »qué, ¿no puede un Ministro hacer dimision sin que »sea necesario decir porqué se ha retirado? Yo creo »que si, Señores; sin embargo, diré sobre esto que la »retirada del Sr. Mon no ha tenido ningun motivo po»litico, que no ha influido en nada en la política, y »que de ninguna manera se han podido resentir de ella >>los intereses del pais. Añadiré que el Sr. Mon ha sa>>lido del Ministerio porque lo ha tenido por conve»niente, que yo tuve una singular satisfaccion en acon»sejar al Sr. Mon que no se retirase, y que hasta el >> último momento se lo estuve suplicando. Ya sabe el »Sr. Olózaga todo lo que debe saber en esta cuestion »y los Señores Diputados pueden tambien estar satis» fechos. >>

Cuando se hicieron ya ostensibles y adquirieron mayor gravedad las desavenencias que originaron la salida del Sr. Mon, el Duque de Valencia se hallaba en los baños de Puertollano. Asi que regresó, el Señor Mon, segun se ha dicho, presentó su dimision del Ministerio de Hacienda, de cuyo propósito, formado de antemano firme é irrevocablemente, no hubo consideracion alguna que le hiciese desistir.

Durante la ausencia del Duque de Valencia, cuando realmente se manifestó aquella desconfianza y surgieron las disensiones, que se disimulaban pero que realmente estaban produciendo sus efectos, se contaba con la posibilidad, ó mas bien con la probabilidad de que el Señor Mon saliese del Ministerio; eventualidad que habria asustado, que ciertamente se habria evi

tado, cortando aquellas disidencias, sino se hubiese contado al mismo tiempo con que el Duque de Valencia se encargaria del Ministerio de Hacienda. Esperábase que la grande autoridad y el inmenso prestigio del General Narvaez, trascendiendo á las disposiciones importantes y regeneradoras que dictase, transformarian completamente, con grande mejora y adelanto, la Hacienda pública, y de consiguiente cambiaria de todo punto la faz de la Nacion. Esta entusiasta creencia hacia preveer con menos disgusto la eventualidad de la salida del Señor Mon, considerando que por aquellos motivos, los cuales no le eran ofensivos, ocasionaria la entrada del Duque de Valencia, con gran provecho de la Nacion.

Llegado el momento, el Señor Mon presentó, segun se ha manifestado, su dimision y se mantuvo firme en el propósito que habia formado, á pesar de que se le hicieron instancias reales y positivas para que desistiese; y cuando se esperaba alguna indicacion acerca de que el Duque de Valencia se encargase del departamento de Hacienda y su conformidad en aceptarlo, y no se hizo respecto de ello ni la mas remota alusion, se comenzó á pensar en persona que pudiera desempeñar aquel Ministerio, recordándose algunos nombres, y se dió claramente á conocer de este modo que el Duque de Valencia no se prestaba á ello. Si habia hecho antes sobre esto alguna indicacion, en la cual se fundase aquella esperanza, habia meditado posteriormente en ello y habia desistido del pensamiento.

La investigacion à que se entregó el Consejo de Mi

nistros acerca de la persona que pudiera convenientemente reemplazar al Señor Mon, duró algunos dias: se invitó al Señor Don Ramon de Santillan, con quien se celebraron conferencias en el Consejo de Ministros. El Señor Santillan tenia compromisos contraidos solemnemente, y, mas que compromisos, tenia ideas fijas acerca de los aranceles (asunto de inmediata y necesaria resolucion) que no se avenian con los principios que habian dominado en la ley recientemente aprobada y que seguia el Ministerio. No fué posible, por esta causa, utilizar los conocimientos rentísticos y las recomendables cualidades del Señor Don Ramon de Santillan.

Hubieran todos los miembros del Gabinete tenido grande complacencia en que aceptase aquel cargo el Duque de Sotomayor, que desempeñaba la Embajada de Paris, á la cual habia pasado del Ministerio de Estado. Se le escribió con este objeto, invitándole con el mayor encarecimiento. El Duque de Sotomayor se consideró imposibilitado de aceptar, por falta de salud y por otros motivos, y muy cortesmente, y mostrando sentimiento de no poder asociarse al Gabinete, del que antes habia formado parte, se negó de todo punto.

Creo que se pensó en algunas otras personas, aunque no recuerdo pormenores, y se tropezó tambien con obstáculos insuperables. Pensóse en instar de nuevo al Señor Mon, y aun creo que, confidencial y reservadamente, se le hizo alguna indicacion; pero el propósito del Señor Mon habia sido deliberado é invariable. En la absoluta falta de persona competente en

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