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sentacion Nacional. El ejército está dispuesto á sacrificarse enteramente por la gloriosa lucha, que sostiene la America para sustraerse de la tirania, y por consiguiente no ha podido ser un mero espectador de la apatía é indiferencia, que advierte, en circunstancias las mas críticas, en que jamas se ha visto el Perú, desde que dió el sagrado grito de la libertad. Comprometida la suerte del pais, y el honor de sus armas, creyó propio de su deber dirijir á la Suprema Junta Gubernativa, una representacion la que hoy tiene la honra de acompañar al Congreso, y de que lo considera instruido desde aquella fecha.

No son en el dia unas simples conjeturas las que preveian los jefes del ejercito del centro, acerca de la suerte desdichada de la expedicion del sur: su destruccion está yá demostrada, como tambien los resultados calamitosos, que le son accesorios. Ha mas de un mes, que sucedió la desgracia, y el enemigo está en marcha rápida contra la independencia peruana: esto es, aproximandose á la capital. ¿Y qué medidas se han tomado durante ese tiempo para impedir, que esta sucumba? ¿Pueden acaso ser suficientes la saca de algu nos esclavos y caballos? No señor? El soberano congreso sabe muy bien, que sin la confianza pública nada puede hacer para salvar al pais. Es notorio, que la Junta Gubernativa no ha merecido jamas la de los pueblos, ni la del ejercito, que gobierna; y que en los momentos críticos, no son los cuerpos colegiados los que pueden obrar con secreto, actividad y energia, aunque los que los componen, se hallen adornados de virtudes y conocimientos. El caracter de la Junta Gubernativa, como el de todo cuerpo de esta especie, es la lentitud é irresolucion, y este vicio es inherente á todo cuerpo 6 tribunal.

Nuestra presente situacion requiere un jefe su premo, que ordene y sea velozmente obedecido, y que

reanime no solamente al patriotismo oprimido, sino que dé al ejército todo el impulso, de que es suscepti ble. Causa rubor decir, que el ejército carece de sus pagos hace dos meses, y que sus cuerpos no han recibido para reemplazar sus muchas bajas sino ochenta hombres solamente. Seria una injusticia el presumir, que en la sabiduria del Soberano Congreso se pudiesen desconocer estos errores y otros aun mayores, que desgraciadamente se palpan. Bien facil es concebir, que los enemigos no duermen, que su actividad es conocida, y que mientras ellos trabajan para dominarnos, por nuestra parte no se oponen sino teorias ó consuelos frívolos, que no sirven sino para encadenarnos. ¿Será posible, que esperemos, que nos den el golpe para intentar evitarlo despues de recibido? ¡Ah! lejos de nosotros esa nota de insensibilidad.

Los jefes que suscriben por el ejercito, se hallan altamente penetrados de respeto á la Representacion Nacional, y descansan en sus luces; pero no pueder omitir este manifestacion nacida de su acendrado patriotismo, porque consideran, que solamente en la separacion del poder ejecutivo del seno del Soberano Congreso consiste la salud de la patria. Reflexionese acerca de esto, y mientras mayores sean los conocimientos de la historia militar, mas y mas seran los recelos, que atormenten á los guerreros políticos. Patriotismo el mas exaltado, ejercito, organizacion de milicias, separacion de poderes, uniformidad de accion he aquí el único medio no solamente para rechazar á los enemigos, sino para exterminarlos prontamente en todo el Perú- El Sr. coronel D. José de la Riva-Agüe ro parece ser el indicado para merecer la eleccion de Vuestra Soberanía: su patriotismo tan conocido, su constancia, sus talentos y todas sus virtudes garantizan su nombramiento del jefe, que necesitamos. El trabajará siempre como patriota y como peruano, y

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asi aseguraremos nuestra independencia á la sombra de Vuestra Soberanía. El ejercito interpone á Vuestra Soberanía los sacrificios, que ha hecho, y que siempre hará, porque Vuestra Soberanía oiga esta vez su opinion, persuadido de que no tiene otro objeto, que la libertad del Perú. Este es el voto de cada individuo del ejercito, que antes desaparecerá su existencia, que capitular con el enemigo de la patria, ó continuar en una inaccion culpablė.

Dios guarde al Soberano Congreso muchos años. Cuartel general en Miraflores, Febrero 26 de 1823. 2. General del ejercito del Perú, Andrés Santa Cruz.- Coronel del número 1, Agustin Gamarra.— Coronel de Cazadores del Perú, Ramon Herrera.Coronel de Huzares, F. de Brandsen.-Coronel del número 2 del Perú, Felix Oyarzabal,-Teniente coronel del número 1, Juan Bautista Eléspuru.-Angel Antonio Salvadores,—Antonio Gutierrez de la Fuente.-Ventura Alegre.-Comandante accidental, J. M. Plaza.-Teniente coronel, Salvador Soyer.-Eugenio Garzon.-Enrique Martinez.

En este dia Luna Pizarro, Mariategui, Andueza y otros celosos defensores de las libertades públicas lograron con energicos discursos, que nada se decidie se bajo la presion de las fuerzas; que se oyera al ministro, y que se recomendase á Santa Cruz el respeto á la representacion nacional. Fl 27 tomó la revolucion un caracter mas resuelto; el ejercito situandose en el Balconcillo á media legua de la ciudad, renovó las instancias, y vino á ocupar las plazas en actitud amenazante, los gefes de la milicia le prestaban apoyo; el bullicioso Tramaria agente de Riva-Agüero, que era el alma de la conjuracion, agitaba á la irreflexiva muchedumbre, tumultosamente reunida cerca de la universidad. Luna Pizarro sin dejarse intimidar presentó la proposicion siguiente, que fué suscrita por Ferreiros, Ar

gote, Pielago, Mariategui, Muñoz, Iriarte, Ródriguez Quesada, Figuerola, Zarate, Andueza, Mendoza, Arellano, y Soto.

No teniendo libertad bastante en las actuales circunstancias para deliberar en un negocio, de que pende la salvacion del Pueblo Peruano; es mi voto: 1.° Que mientras la fuerza armada no sobresea de sus pretensiones, que necesariamente envuelven la coaccion del Congreso, no se delibere en la materia: 2.° Que, serenada la actual tormenta, desde luego proceda el Congreso, con conocimiento de causa y la detencion debida, á variar el Gobierno, si lo tuviere por conveniente, y resuelva lo que estime mas oportuno para la salud de la Patria: 3.° Que debiendo protestar contra toda violencia ó miedo grave, protesto de mi parte contra la que siento en el dia, declarando, que en consecuencia no puedo dar otro voto, que el presente. Lima, Febrero 27 de 1823.

Otros diputados protestaron tambien contra la coaccion, y el Sr. Arce manifestó, que en ese estado *los representantes de la nacion eran un vano simulacro; y, que si el poder militar podia por si solo salvar el Perú, hiciéralo enhorabuena, que la necesidad y no un consentimiento coacto le daria su legitimidad. Mas el Congreso, despues de un vivo debate y de haber oido al ministro de gobierno, aprobó las siguientes proposiciones de Unanue.

"A fin de evitar las funestas consecuencias, que puedan resultar de la division y de la anarquia, que amaga, pido:

"1. Que el ejército sé retire inmediatamente á sus cuarteles.

"2.° Que la Junta Gubernativa comisionada por el Congreso vuelva á su seno.

"3.° Que quede encargado interinamente de la administracion del Poder Ejecutivo el gefe de mayor

graduacion, hasta que la Representacion Nacional delibere definitivamente en la materia."

Conforme á lo resuelto se hizo cargo del mando el marques de Torretagle, y en la noche fué nombrado Riva Agüero para administrar el poder ejecutivo con el título de Presidente de la República. El ejér cito, mostrándose lleno de gratitud y respeto hacia el Congreso soberano, bendijo su decreto, como el medio mas seguro de salvacion, por que reunia á su defensa la opinion y la fuerza. Lo que en verdad reunia, era el efímero sufragio del vulgo, mas instable la que tempestad, y el apoyo de la fuerza material, siempre expuesta á destruir su propia obra. Santa Cruz habia profanado todas las instituciones, exigiendo, con su previa alocucion en el congreso, el nombramiento de Riva Agüero, despues de haber hecho prender al honrado general Lamar, principal cabeza de la Junta Gubernativa. Aquella revolucion militar no impidió, que los realistas devastaran á Lima antes de cuatro meses; el Presidente encumbrado por ella cayó sin gloria para dar lugar á la anarquia, que hizo inevitable la dictadura.

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