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CAPITULO II.

PRESIDENCIA DE RIVA AGUERO. 1823.

No solo se habia abierto el abismo de las revoluciones militares; en el Congreso existia un nucleo de peligrosa oposicion, y la inminente bajada de los realistas á la capital no podia menos de producir en el ya sobreexcitado espíritu público una perturbacion vivísima, favorable á nuevos trastornos. Pero por de pronto la administracion de Riva Agüero presentaba brillantes principios y engañosas apariencias de estabilidad. El primer Presidente del Perú era patriota, activo, de inteligencia despierta y de sanas intenciones: obrero infatigable de la independencia habia trabajado por ella desde 1809, sin que quebrantasen su constancia los peligros, ni las persecuciones; el 7 de setiembre de 1821 fué el genio del entusiasmo popular; el tiempo, que le habian dejado sus deberes de Presidente del departamento, lo ocupaba en formar planes de campaña, supliendo con el ingenio lo que le faltaba de práctica en el arte militar. El ejército, que le habia elevado á la primera magistratura, se confirmaba en su adhesion; viendose recompensado con profusion de ascensos, y esperando nuevas glorias de la actividad con que se llevaban á cabo su reorganizacion y equipo; pronto se elevó á 3,000 hombres bien armados; y des pues de haber estado algunos dias bajo las órdenes del no bien quisto Martinez, se puso á los del general Santa Cruz, que gozaba de mucho crédito; para acrecentar la fuerza militar fué enviado á Trujillo el teniente coronel, Lafuente, quien con la activa cooperacion de su paisano el mayor Don Ramon Castilla logró formar el cuarto escuadron de husares, los futu ros vencedores de Junin. A la mejor educacion de los oficiales se dirigia un decreto, que creaba una academia

militar; y para la administraçion mas acertada de la guerra se leformó la organizacion del respectivo ministerio.

Por su parte el Congreso, ya por incensar al nuevo caudillo, ya por no herir las susceptibilidades de otros gefes de superior graduacion, se apresuraba á elevar al último grado de la escala militar á un coronel de milicias, que nunca habia estado en el campo de batalla. En vano con expresiones modestas resistió momentaneamente este ascenso Riva Agüero diciendo:

Excmo. Señor.

Una medalla cívica es el mayor premio, que puede apetecer un buen ciudadano, pues ella es el signo de que ha hecho servicios á su patria. Cuando el Soberano Congreso se dignó honrarme con un distintivo tan precioso, mi corazon rebosaba de placer,y no encontraba como manifestar los fuertes sentimientos, que le ocupaban. Colocado despues en el mando supremo de la república, mi gratitud habia llegado á su colmo por este singular favor, con que la soberanía nacional acaba de distinguirme, sin que yo por mi parte reconociese méritos, que me hiciesen digno de obtener la mayor confianza, que ha merecido algun peruano desde el principio de vuestra gloriosa lucha. ¿Cuáles habrán sido, pues, las emociones de mi corazon, cuando he visto el soberano decreto, en que se me concede el uso de la banda bicolor, y el empleo de gran Mariscal? Mis bienes y mi vida son muy pequeña ofrenda para manifestar el lleno de mi agradecimiento. Admito desde luego la primera gracia, como consecuencia de la anterior: pero como podria admitir la segunda, que es el último ascenso de los guerreros mas ilustres? Logre, Señor, otra mayor, y es que el Sobera

no Congreso me conceda no separarme jamas de la clase de coronel. En ella he sido elevado por la soberanía á la presidencia de la república, sea en ella mi bajada á la tumba. Generales muy beneméritos tiene el Perú: en tan dignas personas y en el ejército derrame la soberanía sus mercedes, que toda mi gloria y todo mi anhelo es la salvacion de la patria, la conservacion del Soberano Congreso, y la prosperidad y engrandecimiento del Perú. Pueda yo conseguir estos objetos y no habrá cosa alguna capaz de excitar mis deseos."

Su propia ambicion y la resistencia de los diputados cohonestadas con el pretexto de que el gefe del Estado á nadie debia ceder en graduacion, movieron á Riva Agüero á no rechazar por muchos dias el nombramiento de gran mariscal del ejército. Favorecido con tan honrosa investidura, y viendo el apoyo que la asamblea prestaba á sus proyectos, creia contar con la mayoria; y desde luego sus enemigos polí ticos estaban desconcertados ó sobrecogidos: Luna Pizarro se habia ido á Chile con licencia, y la Junta Gubernativa fué sometida al juicio de residencia. Mas decidida, que el Congreso, se mostraba en su favor la opinion pública: la muchedumbre le consideraba siempre como su amable amo el niño Pepe; la alta sociedad le daba la acojida correspondiente á las relaciones de su noble familia y á sus maneras distinguidas; todos le agradecian la retirada de decretos irritantes, como el sorteo de negros, y se alababa la diligencia con que procedia en el recogimiento del papel moneda, cuya amortizacion mediante pagos al tesoro ó adjudicacion de fincas se habia ordenado con satisfaccion universal. Los mas prevenidos contra el gobierno revolucionario tenian que confesar la asombroza rapidez, con que renacia la confianza, en vista de los soldados, fondos y demas elementos de triunfo,

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al parecer improvisados por el Gran Mariscal.

Habian sobrevenido circunstancias, que favorecian mucho los esfuerzos de la nueva administracion. Recien instalada, adquirió mayor respetabilidad con la llegada de Campino ministro de Chile, y con la de Prevost, representante de la poderosa federacion norte americana. Una caudalosa fuente de recursos y de crédito le fué abierta con el emprestito celebrado en Londres el 13 de Octubre del año anterior entre Tomas Kendall y los comisionados de San Martin: la negociacion se hizo por 1.200,000 libras esterlinas valor nominal al 65 por 100, con el interés del 6 y 2 de comision; la entrega se realizaria en seis plazos, señalándose para el último el 15 de Mayo de 1823; para la amortizacion se remitirian en Diciembre de 1826 treinta mil libras esterlinas y catorce mil en los años siguientes hasta la total estincion de la deuda. Al pago del capital é intereses quedaban afectas todas las rentas del Estado, no pudiendo desviarse á ningun otro objeto la suma, á que aquel alcanzara; no podrian celebrarse nuevos emprestitos, que pasasen de 2.000,000 de libras esterlinas, hasta la cancelacion del presente. Este fué aprobado por el Congreso el 14 de marzo; y casi al mismo tiempo se obtenian facilidades para que el Gobierno de Chile trasladara al Perú la quinta parte de cinco millones negociados por su cuenta en Londres, sin imponer mayores gravámenes y riesgos. Con este crédito abierto se pudieron librar para provisiones de guerra 1.599,375 pesos, desde el 26 de marzo hasta el 2 de Junio, sin contar los libramientos directos contra el tesoro, que ascendieron á 736,331 pesos.

La facilidad de encontrar auxiliares se conseguia simultaneamente con el aumento de socorros. Chile, que meses antes no mostraba la mejor voluntad para reforzar el ejército libertador, despues de una revolu

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cion, que dió por resultado la caida de O'higgins, que riendo desembarazarse de una parte de su tropa, convenia gustoso con Larrea, nuevo agente del Perú, en enviar para principios de julio de 2,500 á 3,000 hombres. Aunque Buenos Ayres no estaba en disposicion de prestar los auxilios solicitados por San Martin; algunas de las provincias fronterizas prometian cooperar á las operaciones sobre el alto Perú con fuerzas comandadas por el General Urdininea. Mas la principal esperanza de Riva Agüero reposaba en las huestes, que de Colombia debia remitirle Bolívar. Lo acaecido con la division de Paz del Castillo y las poco encubiertas aspiraciones del Libertador debian inspirarle serios recelos de que, una vez enviadas al Perú fuerzas irresistibles, el titan de Costa firme qui siera imponerle la ley y lo consiguiera facilmente, asi por su genio superior, como por el imperio de las circunstancias.

Pero el vulgo juzgando, solo por las apariencias concedia al Gran Mariscal mucho ascendiente, y él incurria en la funesta ilusion de considerarse eminente hombre de estado por haber sido hábil agitador, y de imaginarse guerrero entendido, por que sabia multiplicar los planes de campaña sobre el papel.

El 1 de marzo escribió Riva Agüero á Bolívar la siguiente carta:

Excmo. Señor D. Simon Bolivar.

Lima, Marzo 1.o de 1823.

Muy señor mio y de mi mayor aprecio: Las grandes virtudes del héroe Americano, que libertó á Colombia, inspiran tanta confianza y amor

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