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en los mayores enemigos de Riva Agüero. La asamblea, á la que cada dia entraban miembros mas respetables, recobraba su prestigio, y los que lamentaban mas sus defectos, no podian menos de reconocer, que era el único representante de la soberania, la sola fuen te de la legitimidad, y la sola expresion posible de la voluntad nacional. Por otra parte los diputados se iban elevando sobre las pequeñeces de partido á deliberaciones de interés trascendental: continuaron discutiendo la constitucion de la república; y en otro órden de ideas, decretaron, que el martir Olaya pasase durante cincuenta años revista de comisario como subteniente: al llamarlo debia contestar el mayor de plaza presente en la mansion de los heroes; el sueldo seria recibido por su madre y hermana; en la parroquia de su nacimiento debian celebrarse todos los años unas exequias solemnes con asistencia de la municipalidad, y se pondría su retrato en la sala consistorial. Los heroes La Rosa y Taramona pasarian revista mensualmente como presentes en la legion peruana; el comisario los llamaria en alta voz por sus nombres y clases; el inmediato contestaria: murieron heroicamente por la libertad del Perú; pero viven en la memoria de sus compañeros de armas.

La legitimidad de la representacion nacional, cada dia mas clara y mas acatada por el pueblo, no podia menos de contar con el apoyo del ejército colombiano. El general Valdes, que el 2 de agosto habia escrito á Riva Agüero aceptando el golpe de estado, le escribió el 21, aconsejandole con franqueza militar, que se retirara á la vida privada y desistiera de sus temerarias aspiraciones.

"La República de Colombia, le decia, tiene la mayor buena fé y sinceridad con la del Perú, y por esto protejerá siempre abiertamente con sus armas á las legitimas autoridades, como son el Congreso y el Gobier

no últimamente establecido por él, y tratará de hacer la felicidad del pais, y no la suerte de un solo hombre, que habiendose prevalido del nombre y fuerza de Colombia para entronizarse, la ha hecho aparecer parcial y pérfida en el concepto de muchos, y ha tratado luego de encender injusta é indignamente contra ella el odio y desconfianza del Perú, la division y desconcepto de los aliados, como lo hace Canterac. Estos hechos, arbitrios rastreros é indecentes, los he visto comprobados hasta la evidencia por sus cartas originales, tomadas en la Velóz Trujillana, y mis tropas debian ya haber marchado á vengar sus ultrajes y favorecer al Perú contra un individuo, que quiere oprimirlo contra su voluntad.

"U. desengañese: ningun patriota de corazon le quiere para el mando, y S. E. el Libertador, cuando sepa lo ocurrido será el mayor enemigo de U.; no por interés alguno particular, sino por el bien general del Perú, y de la America toda, en cuyo obsequio ha respetado siempre relijiosamente los Congresos de su país, aun cuando cometian errores. U. mismo es un testimonio autentico á favor de la legitimidad del Congreso del Perú, por cuanto, para aparecer y llamarse Presidente de la República Peruana, necesitó ocurrir á él por su legitimacion, reconocerlo y jurarle obediencia, sin embargo del apoyo de la fuerza armada, que extorsionó el nombramiento; U. que, cuando le conviene, hace uso de las bases de la Constitucion ¿halla en ellas ó en algun código alguna ley ó decreto, que lo autorice para ser el juez árbitro del Congreso; para sentenciarlo y absolverlo, constituyendose por su mero antojo en Legislador y Ejecutivo á un tiempo? ¿Para que andamos con enredos? Los pocos vecinos de esos pueblos, que han firmado por encargo y violencia de U. contra el Congreso, se retractan: consta por U. mismo, que ha hecho adelantar fechas, y ha

invitado miserablemente á que lo pidan. Esta es una tirania, manifiesta ya á toda luz. Los Senadores, que U. hizo, son los primeros y mas terribles contrarios, que, U. tiene aquí. El Perú ni ningun territorio de la América es patrimonio de ningun hombre. Ni Santa Cruz ni ningun buen Peruano puede entrar en tales maquinaciones, ni ir contra la voluntad general, ni aprobar sus desaciertos. Nadie, nadie quiere á U. No se aluci ne; si lo crée, no sea temerario. Aunque U. esté gratuitan ente persuadido, que es el Washington de esta America, como ningun otro está en esta presuncion, será U. víctima de su capricho, sino toma desde ahora el partido de retirarse á una vida privada, segun aparece, y dejar á otros el peso del Gobierno y de la Guerra del Perú.

"Las circunstancias actuales son muy diferentes de aquellas, en que escribí á U. ántes. No habia Congreso; y ahora lo hay; esto basta. Los Diputados, que se quedaron en la capital, se han indemnizado públi camente de su conducta durante la invasion enemiga, y sobre todo el testimonio de los mas ilustres patriotas de esta ciudad los ha sincerado. Ultimamente nada creen tan malo todos, sino el depender de U. que no ha respetado la autoridad nacional, à la que no pue de U. sojuzgar por mas criminal, que lo suponga. Amigo: me ocurre tanto que decirle, que no tengo cuando acabar. No se precipite U. en un abismo de males, ni sea tan apegado á un mando, que, como lo quiere U. retener con violencia, no le ha de traer sino su descredito universal y su ruina. Si es patriota, no haga mas males á su país; y no parezca un ambicioso temerario.

"Me ha sido preciso hablarle á U. asi, porque soy franco, y porque le quiero hablar como amigo sincero. Si U. no se aprovecha de estos sentimientos, sentirá no poderselos manifestar en adelante su afectisimo seguro servidor. Q. B. S. M.-Manuel Valdez."

Bolivar habia inspirado efimera confianza á Riva Agüero contestando su afectuosa llamada como generalisimo del Perú en los siguientes terminos: Excmo. Señor:

Desde que V. E fué elevado á la presidencia del Perú, V. E. ha marcado cada dia de su mando con rasgos de sabiduria y desprendimiento. El Estado se hallaba anonadado por las causas lamentables, que la patria llorará largo tiempo. V. E. recoje las reliquias dispersas de la República, reconstruye el hermoso edificio político. Al nombre solo de V. E. todos nos apresuramos á poner en sus manos nuestros ejércitos, nuestros bajeles; y cuanto poseemos colombianos y chilenos, de mas precioso. Un grande ejército está á las órdenes de V. E: este ejército excítaria la ambicion del ciudadano mas moderado, porque él promete al nuevo mundo gloria y libertad. Los bravos de todos los angulos americanos se hallan á las órdenes de V. E. y sin embargo la moderacion de V. E. es tal, que se sirve llamarme para que vaya á privarle de la dicha de ser el libertador de su patria y el general del ejército aliado. Ciertamente no se que sentimiento domina mas en mí, si la admiracion, que excita tanta magnanimidad, ó la confusion, que me da un honor, que estoy muy lejos de merecer. Pero, si el Perú espera mis servicios, no vacilaré un momento, volaré al Perú y ofrecere á V. E. mi espada, luego que el Congreso de Colombia me haya concedido esta gracia, que espero por instantes.

Sírvase V. E. aceptar los sentimientos de la mas alta consideracion y distinguido aprecio, con que tengo el honor de ser de V. E. atento obediente servidor. -Bolivar.

Excmo. Sr. D. José de la Riva Agüero Gran Mariscal y Presidente de la República del Perú.

Cuartel general en Guayaquil á 8 de Mayo de 1823.

Sentimientos igualmente satisfactorios se manifestaban en la respuesta del Libertador á la primera invitacion del congreso peruano. "Nada puede expresar bastante, escribia; los sentimientos que me inspiran la bondad generosa del Congreso, de V. E. y del pueblo peruano hácia mí, honrandome de un modo que me causa confusion. El Perú me ha juzgado capaz de servir á su libertad, y yo no puedo pagar esta confianza, si no empleo todos mis esfuerzos en llenar tan lisonjeras esperanzas para mí. Ya habria volado á sacar mi espada para nuestros aliados y compañeros de armas, si un relijioso respeto á la letra de nuestras instituciones, no me hubiese retenido en la inaccion que me atormenta, mientras mis hermanos estan lu chando con gloria por la justa causa de la libertad. Protesto á V. E. que una mortal impaciencia me fatiga dia y noche al saber que el Perú está en peligro, ó combate por su existencia, y que yo no lo ayudo como soldado; pero esta impaciencia bien pronto será calmada, porque el Congreso de Colombia habrá tenido la dignacion de oir mis suplicas, y me habrá concedido probablemente á esta hora la satisfaccion de pisar el territorio peruano-V. E. tendrá la bondad de trasmitir al Congreso general del Perú, los ardientes votos que me animan por la salvacion de su patria, y mi decision para servirla.

Tengo el honor de ser de V. E. con la mas alta consideracion, obsecuente y atento servidor-Cuartel general en Guayaquil á 25 de Mayo de 182."

La autorización deseada se decretó por el Congreso de Colombia el 4 de junio con cierta limitacion. El decreto que la acordaba, concluia diciendo:

Está en arbitrio del Libertador Presidente mar char al Perú, con el objeto de dirijir personalmente la guerra que sostiene el Ejercito Unido, para defender la libertad é independencia de aquel estado, siempre

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