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gre y aun con mi honor, esta constitucion, que encierra los derechos de dos pueblos hermanos, ligados por la libertad, por el bien y por la gloria. La constitucion de Colombia será junto con la independencia, la Ara Santa, en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé á las extremidades de Colombia á romper las cadenas de los hijos del Ecuador, á convidarlos con Colombia, despues de hacerlos libres.

Señor: espero, que me autoriceis para unir con los vínculos de la beneficencia á los pueblos, que la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabiduria y de mi celo, nada mas que la paz nos puede faltar para dar á Colombia todo-dicha, reposo y gloria. Entonces, Señor, yo ruego ardientemente, no os mostreis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor, que me piden á grandes gritos, que no sea mas que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la República, al que el pueblo señale como el jefe de su corazon. Yo soy el hijo de la guerra, el hombre, que los combates han elevado á la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este rango, y la victoria lo ha confirmado. Pero no son estos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha y por la voluntad nacional. La espada, que ha gobernado á Colombia, no es la balanza de Astrea: es un azote del jénio del mal, que algunas veces el cielo deja caer á la tierra para el castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no pue de servir de nada el dia de la paz, y este debe ser el último de mi poder; por que así lo he jurado para mi, porque lo he prometido á Colombia, y porque "no puede haber República, donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades. Un hombre, como yo, es un ciudadano peligroso en un gobierno popular: es una amenaza inmediata á la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para

que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque este emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cambiadme Señor, todos mis dictados por el de BUEN CIUDADANO."

SE LEIA EN EL ELOJIO POR MR. SOUY.

En todos los paises, donde la libertad ha perecido, ha sido por la espada de los jefes militares. En Atenas y en Siracusa fué encadenada por las guardias de Pisistrato y de Dionisio. Cesar la desterró de Roma: Francisco Sforcia de Milan: Monk de Inglaterra; y Filipo la arrebató á los Tebanos, que lo habian nombrado general despues de la muerte de Epaminondas. Mario y Sila, habiendo entrado en Roma por la fuerza antes de Cesar, Sila enseñó á los generales romanos á violar el asilo de la libertad, y para inclinar á los soldados á este grande atentado político, los corrompió repartiendoles las tierras de los ciudadanos, sin atender á que, por sus lideralidades espoliadoras, él introducia en los ejercitos dos azotes destructores de todas las garantias sociales: la avidez y la violencia. Los soldados, que habian comenzado por vender la libertad acabaron por poner el trono en almoneda. Despues de haber muerto á los ciudadanos para apoderarse de sus tierras, degollaron á los emperadores para dividir entre sí sus tesoros y vender su corona.

Preferir la conservacion de la República y del príncipe á la de sus bienes, de su mujer, de sus hijos y de su propia vida: corejir las faltas y castigar los cri menes de sus súbditos: tener por los vencidos la compasion, que se debe á la desgracia: tratar á los pueblos conquistados con dulzura y con equidad: manifestarse paciente en los trabajos y las fatigas, modesto en la prosperidad, valeroso en las desgracias: no tener otro objeto, que la felicidad, la libertad y la gloria de su

pais; pero rehusarla, si estos mismos bienes no pueden adquirirse ó conservarse, sino por medio del crimen ó de la justicia:-tal debe ser un general. La historia antigua ofrece cinco ó seis ejemplos, y los tiempos modernos solo presentan dos-WASHINGTON y BOLI

VAR."

La mayoria de los diputados queria darle la plenitud del poder; pero á fin de no emplear términos, que pudieran herir sus aspiraciones secretas, se le consultó el 4 de setiembre, y él afectando un gran desprendimiento, contestó: que solo habia venido para dirigir la guerra y restablecer el gobierno constitucional; que, recobrada la soberanía del Congreso y nombrado un gobierno de su espontanea eleccion, ya no dirigia sus solicitudes y meditaciones sino al único fin de su vida, la guerra americana; que volvia á ofre cer su activa cooperacion á la salvacion de la patria, estendiendo solamente su oferta al empleo de su espada; que sin embargo protejeria con toda la fuerza de las armas de Colombia la ilimitada libertad de las deliberaciones de la representacion nacional; y que ayudaria al poder ejecutivo en cuanto alcanzaran sus facultades mentales.

Conociendo los diputados las disposiciones, que animaban á Bolívar, y cediendo al imperio de las circunstancias, trataron de conciliar la dictadura, de que iban á investirle, con los miramientos debidos al presidente de la república, y procuraron establecer la armonia, siquiera en las apariencias, entre las funciones de ambos poderes. Con tal fin expidieron el decreto de 10 de setiembre, por el que conferian al Libertador el supremo poder militar y político con la extension, que exigiera la salvacion del Perú, y con los honores del poder ejecutivo, el que procuraria secundar sus miras con la mejor voluntad. Era darle la realidad del poder y dejar á Torretagle un vano simulacro de

autoridad con una inmensa responsabilidad. Desde el dia 4 le habian autorizado para extinguir la rebelion de Riva Agüero y á sus complices, sin detenerse en tramites.

El cuidado, con que Bolívar ocultaba sus aspiraciones al poder supremo, atenuaba los recelos, que no podia menos de inspirar su ambicion. Su incuestionable desinterés le hacia popular; habiendosele señalado el sueldo de cincuenta mil soles, lo renunció manifestando, que le bastaba el sueldo de Presidente de Colombia. Su arrebatadora elocuencia, inspirada por, sentimientos sublimes, fortificaba la admi-, ración, causada por hazañas inmortales. En un convite, que se le dió en palacio, y en el que brindaron con calor en honor suyo Figuerola, Torietagle, Unanue, Berindoaga, Guido, O'higgins ya desterrado de Chile y el plenipotenciario Mosquera, dirigió él á su vez los brindis mas expresivos y oportunos: 1.° "por el buen genio de la América, que trajo al General San Martin con su ejército libertador desde las márgenes del Rio de la Plata hasta las playas del Perú: por el General O'higgins, que generosamente lo envió desde Chile: por el Congreso del Perú, que ha reasumido de nuevo los soberanos derechos del pueblo, y ha nombrado espontanea y sabiamente al General Torretagle de Presidente del Estado; y por que á mi vista los ejércitos aliados triunfen para siempre de los opresores del Perú;" 2.° "por el campo, que reuna las banderas del Plata, Colombia y Castilla y sea testigo de la victoria de los americanos ó los sepulte á todos" 3.° "por que los pueblos americanos no consientan jamas elevar un trono en todo su territorio: que, asi como Napoleon fué sumerjido en la inmensidad del oceano y el nuevo emperador Iturbide derrocado del trono de Méjico, caigan los usurpadores de los dere chos del pueblo americano, sin que uno solo quede

triunfante en toda la dilatada extension del nuevo mundo."

Habiendose presentado Bolívar en el Congreso para dar gracias y ofrecer sus servicios, estuvo tan inspirado, como en el banquete, y terminó su elocuente discurso diciendo: "Cuento tambien con los talentos y virtudes de todos los peruanos prontos á elevar el edificio de su hermosa república: ellos han puesto en las aras de la patria todas sus ofrendas: no les queda mas que su corazon; pero este corazon es para mi el paladion de su libertad. Los soldados libertadores, que han venido desde el Plata, el Maule, y el Orinoco, no volveran á su patria sino cubiertos de laureles, llevando por trofeos los pendones de Castilla. Vencerán y dejarán libre el Perú, ó todos morirán: Señor, yo lo prometo." Figuerola, que presidia la asamblea, concluyó una oportuna contestacion con estas bellas expresiones. "El Presidente del Congreso os dice Patria, Patria, vos obrad segun las emociones de vuestro corazon al escuchar este nombre divino." Conmovido el Libertador replicó: "yo ofrezco la victoria, confiado en el valor del ejército unido, y en la buena fé del Congreso, poder ejecutivo y pueblo peruano; asi el Perú quedará independiente y soberano para todos los siglos, de existencia, que la Providencia Divina le señale" Ante ese arranque sublime todos se sintieron llenos de la confianza, que rebosaba en los labios del héroe, y todos pudieron acoger la exclamacion feliz de Pedemonte: "Si Bolí var nos engaña, no hay que confiar en ningun hombre."

Todavia no habia perdido el desgraciado Riva Agüero la esperanza de conservar el poder, sea con la preponderancia de las armas nacionales, sea mediante negociaciones dirigidas con habilidad. Desde luego pensó encontrar un fuerte apoyo en el ejército del norte, cuya adhesion quiso asegurarse, decretando

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