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á V. E. I., en inteligencia de que las órdenes de S. E. son irrevocables.

"De órden superior lo participo á V. E. I. para su conocimiento, reiterandole los sentimientos de veneracion y respeto, con que soy de V. E. I.—Excmo. é Illmo. Sr. Juan Garcia del Rio.

El 1 de Setiembre respondió el respetable Prelado en un oficio tan digno, como elocuente: que no era lo mismo representar, que resistir; que sus deberes pastorales no le permitian obedecer sin replica cualesquiera órdenes sobre materias religiosas y eclesiasticas, y que dandose por irrevocables las ordenes del protectorado, renunciaba él su dignidad arzobispal en manos de S. E. Fuele aceptada la renuncia el dia 4, aunque el 24 de julio la habia hecho por primera vez, dandole 48 horas para su salida á Chancay; por haber sobrevenido al dia siguiente circunstancias mui apremiantes se le hizo salir á las 24 horas. Antes pasó sus facultades al Dean y cabildo eclesiastico; dejó una carta particular al Protector agradeciendole su exoneracion y ofreciendole sus muebles, carruages, dosel, dos sillas y una imagen de la Virgen; al despedirse por escrito de Cochrane, quien le habia tratado bien en Ancon, terminó su carta con las siguientes palabras "estoy convencido que la independencia de este pais está sellada para siempre, yo manifestaré está opinion al Gobierno Español y á la Santa Sede: haré al mismo tiempo, cuanto pueda para vencer su obstinacion, mantener la tranquilidad y secundar los votos de los habitantes de América, que tanto aprecio."

Si en las operaciones militares no aparecia toda la actividad deseada por los patriotas impacientes y por muchos jefes libertadores; no dejaba de atenderse á la marcha de la guerra, ni mucho menos se des

cuidaba la organizacion de fuerzas peruanas. Miller, que se habia visto obligado á dejar el Sur por falta de apoyo, desembarcó en Pisco el 19 de Agosto; á su llegada huyeron unos cincuenta realistas, que guarnecian la plaza; y su marcha á Ica hizo tambien correr desalentado al Subdelegado Santalla, quien tan violento como cobarde, se habia atraido el odio junto con el desprecio de los iqueños. Ostigado el fugitivo en las punas por los indios, regresó a la costa; en Capari perdió gran parte de su ya reducida hueste, y sor prendido con el resto cerca de Nasca, solo pudo salvar con unos pocos. Miller entró en Lima el 12 de agosto, con la honrosa nombradia, que merecian sus dotes guerreras y sus conducta caballerosa con los peruanos y los españoles.

Por otra parte se iba estrechando el sitio del Callao tanto por mar, como por tierra. El emprendedor Cochrane habia logrado el 25 de julio, que el capitan Crosbi incendiara dentro del puerto algunas embarcaciones y se sacara dos buques mercantes, una corbeta de guerra y varias lanchas. El ejército sitiador cruzaba repetidos fuegos con los castillos; la guarnicion fué rechazada en una salida; y el esforzado Las Heras intentó el 14 de agosto un golpe de mano, dando el asalto con 1150 hombres, mientras en las primeras horas de la mañana estaban echados los puentes levadizos. Ese dia los sitiadores partieron á carrera del campamento de Bellavista, pero no pudiendo atravesar el intervalo de unas dos mil varas, en menos de veinte minutos, la demora dió tiempo para que hallaran levantado el segundo puente, y siendo recibidos por descargas mortiferas, tuvieron 10 muertos y 18 heridos. Al dispersarse para no sufrir mayores pérdidas, acuchillaron ó hicieron prisioneros á los españoles, que estaban fuera del castillo. El golpe se habia fustrado; pero ellos habian dado una señalada

prueba de audacia, que no quedó sin recompensa.

Entretanto se ocupaba el Protector de dotar al Perú de un ejército y de una marina, que tuvieran caracter nacional. Al efecto acordó formar la legion peruana, compuesta de un regimiento de infanteria, de otro de caballeria y de una brigada de artilleria. La infanteria se dividiria en dos batallones y estos en ocho compañias de á 150 plazas; la caballeria en cuatro escuadrones, cada uno de dos compañias de á 150 hombres; tambien debia constar de 150 la bri gada de artilleria, que se ponia al ma ndo del hijo de Arenales; la caballeria quedaba al del exforzado Brandsen, y la infanteria á las órdenes de Miller; el jefe de toda la legion era el Marques de Torretagle, antiguo coronel de la Concordia, quien habia hecho un gran servicio á la independencia, pronunciándose al frente de la intendencia de Trujillo. Al mismo tiempo se reconocian como oficiales del Perú á todos los que habian venido con el ejército libertador ó pertenecian al batallon Numancia, se les aseguraba el pago de sueldos y pensiones, vitalicias y se les da ba una medalla con la inscripcion: yo fui del ejército libertador. La marina auxiliadora era objeto de igua les consideraciones.

á

Los realistas no tardaron en poner a prueba la decision de los patriotas. El virey, habiendo rehecho su quebrantada bueste en el abundante y vivificador valle de Jauja con una prontitud sorprendente, determinó enviar contra las fuerzas libertadoras una expedicion, de la que probablemente las noticias trasmitidas por los reaccionarios le hacian esperar seña ladas ventajas. Enviaba 2500 infantes, 900 caballos y 9 piezas de á cuatro, á las órdenes del acreditado brigadier Canterac, trayendo á la cabeza del estado mayor á Valdes y entre otros jefes distinguidos á Loriga y Monet. Si los expedicionarios nada podian con

lo

seguir sobre la misma capital, se prometian por ménos socorrer la estrechada plaza del Callao, y en el último caso dejarla desmantelada, llevándose á la sierra su numerosa guarnicion y sus abundantes pertrechos de guerra.

Canterac salió de Jauja el 24 de Agosto; y, como era la estacion seca de la sierra, hizo el corto transito de la cordillera sin grandes dificultades; en la quebrada del Rimac dividió su fuerza en dos cuerpos uno al mando de Loriga y otro bajo sus órdenes inmediatas; con el objeto de ocultar el término de su bajada que era la Cieneguilla, el primero se encaminó directamente por la quebrada del Espíritu Santo; el otro continuó durante el dia por la del Rimac, y llegada la noche se empeñó temerariamente y sin guia en cortar las alturas para unirse con los que iban por delante. Perdidos los senderos practicables, vinieron estos expedicionarios á dar en una de esas escabrosas elevaciones de la cabecera, que prolongan la esterilidad del desierto. Ni caballos, ni hombres podian avanzar sin riesgo de despeñarse, y hubieron de bajar por entre horribles precipicios, arrastrandose con gran pena; por lo que dieron á aquella bajada un nombre tan grosero, como significativo. Entretanto la ardiente reverberacion del sol y la agitacion febril de la marcha les hacian sufrir la horrible agonía del que muere de sed entre áridas arenas. En vano se esforzaban por mitigar su incomparable angustia, bebiendo la orina. Al fin descubrió Canterac un arroyo, y aplacada la sed de su comitiva, pudo llevar agua á los que yacian rezagados, sin aliento y sin orden; para algunos llegó el refrigerio demasiado tarde, y el mismo Valdes estuvo á punto de morir. En aquel estado una corta guerrilla los habria deshecho; pero Loriga habia derrotado poco antes á unas compañias, que quisieron disputarle el paso, tomando 26 prisioneros y ma

tando 50. Reanimados los realistas, y siguiendo su marcha por el rio de Lurin, se reunieron en la Cieneguilla el 5 de setiembre, aguardando el ataque del ejercito libertador.

San Martin, que desde el dos de setiembre habia sabido la bajada de los españoles, la anunció en la noche del 4 á la alegre concurrència del teatro; apeló á los sentimientos patrióticos, y se retiró luego á hacer los aprestos de defensa. Los espectadores mandaron tocar la marcha nacional, entonaron el himno de la patria, y pronunciados algunos discursos entusiastas, salieron á la calle con la música á la cabeza para dar noticia del peligro. En toda la poblacion, se juró con eléctrica animacion morir antes que doblegarse al yugo colonial. El Presidente Riva Agüero dió creces al entusiasmo general, desplegando los recursos de su genio y haciendo valer la influencia que le daban su popularidad y su posicion. Los articulos de la gaceta oficial sostenían el espíritu público á grande altura, energico y puro. San Martin dió la siguiente

PROCLAMA.

¡Habitantes de Lima!-Parece, que el justo cielo, cansado de tolerar tanto tiempo á los opresores del Perú, los encamina á su destruccion. El general La Serna se ha movido de la sierra: una fuerza de 300 hombres de aquellas mismas tropas, que asolaron tantos pueblos, incendiaron tantos templos y destru yeron á millares de inocentes, está en San Mateo, y otra de 200 en San Damian. Si él avanzase sobre la capital, será con ánimo de inmolaros á su venganza, y haceros comprar bien cara vuestra decision y entu siasmo por la independencia. ¡Esperanza vana! Los brazos, que libertaron á la ilustre Lima, los que la

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