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tas innecesarios para las operaciones bélicas, y los militares, que no estaban en servicio activo, dejaron de percibir sueldos, que demandaban con mas urgencia y provecho los defensores de la patria; aun estos solo percibieron la mitad ó la cuarta parte de sus haberes. El establecimiento de la contaduria mayor hizo. mas dificiles las dilapidaciones fi cales, que la temida severidad del Dictador reprimia al mismo tiempo con gran eficacia. Empleados así todos los fondos con ventajas del ejército, resignados los militares á las mayores privaciones, y mas dispuestos los ciudadanos á las crogaciones por la sagrada causa de la independencia, en poco tiempo se hicieron los aprestos nece sarios, no obstante la penuria del tesoro, como si se hubiera nadado en la abundancia. A principios de Ju nio, en tres meses escasos, se hallaba equipada y bien provista una fuerza, que si bien se elevaba á poco mas de nueve mil hombres, era muy superior en espí ritu militar, armas y disciplina á cuantos habian luchado por la independencia en cualquiera de las repú-' blicas hispano americanas.

El ejercito habia podido ponerse en tan brillante pié no solo por el prestigio del Libertador, sino por la activa cooperacion de otros caudillos. El entendido Lamar, bien secundado por Gamarra y otros gefes patriotas, puso la division peruana en un estado nada inferior á los colombianos; aunque estos eran ob eto de predileccion para Bolívar y sus favo ritos. La llegada de dos mil auxiliares de Colombia á las órdenes de Cordova y Figueredo hizo subir los cuerpos de la vecina república á mas de cinco mil hombres. La caballeria, que recientes defecciones y motines tenian mal reputada, adquirió un justo y merecido crédito por el empeño, con que era llevada á cabo su reorganizacion, y por la noble emulacion des pertada entre los colombianos, peruanos y argentinos,

cuyo espíritu marcial fomentaban Miller, Necochea y otros esforzados caudillos. Las peligrosas rivalidades, prontas á estallar entre diversos escuadrones, se reprimian ó sofocaban instantaneamente por el pavoroso respeto infundido por Bolivar; la relajada disciplin se restablecia, como por encanto, con algunos reformas militares; pocos dejaban de temblar sabiendo, que el libertador habia hecho fusilar sin dilacion á un oficial, que se le presentó embriagado. La desercion, antes plaga casi irreparable y muy dificil de estirpar á causa del violento reclutamiento de la tropa, se atenuó por varias causas: era un freno poderoso la pena de muerte impuesta á los desertores; los auxiliares no estaban muy tentados á correr los riesgos de abandonar las filas en territorio desconocido y poco favorable á su ocultacion; los peruanos recien incorporados en la costa á la hueste libertadora, y á quienes por lo mismo pudiera sospecharse de refractarios yugo militar, eran en su mayor parte entusiastas voluntarios.

al

Contando con una fuerza, cuya importancia numerica estaba singularmente acrecentada por el entusiasmo guerrero, creyó Bolívar llegado el caso de ir á buscar á los realistas en sus posiciones. El ejército, que con tiempo habia procurado acostumbrar al cli ma de la sierra, y que especialmente en el bellisimo. callejon de Huailas habia vigorizado su salud, estaba en la mejor disposicion para no perder la oportunida de atacarios, cuando mas empeñados estaban en la encarnizada contienda provocada por Olañeta. Este era perseguido con el mayor teson por Valdes, y meses despues iba á sufrir las derrotas de Tarabuquillo y La Lava, mas sangrientas, que decisivas. Con gran confianza escribia el Libertador á Sucre el 14 de abril desde Otuzco: "yo pienso, que debemos movernos en todo el mes de mayo, contra Jauja á buscar á

Canterac, que no puede resistirnos.... Desde Huaraz le decia el 9 de junio: "yo quiero, que mil hombres guerrilleros, por lo menos, nos precedan y envuelvan al enemigo por todas partes.. De todos modos tendremos tropas suficientes con que destruir á esos godos. Desde luego yo no creo nada de sus refuerzos, ni de sus movimientos; pero sea lo que fuere, yo estoy resuelto á todo. En nada me pararé un momento, hasta que no dé con ellos; pues estoy animado del demonio de la guerra y en tren de acabar esta lucha de un modo ó de otro. Parece, que el genio de la América y el de mi destino se me han metido en la cabeza; por otra parte estoy lleno de las esperanzas mas lisonge ras, por que hasta hoy todo se va haciendo á medida de mis deseos."

Canterac no se movió de su campamento para oponerse á los patriotas en su peligrosa travesia de la cordillera; ya por que al principio no juzgaba prudente, ni necesario alejarse mucho de su base de operaciones; ya á causa de que, enviado el entendido y acti vo Miller para ponerse á la cabeza de los guerrilleros de Junin, logró ocultar en los últimos dias las ope raciones del ejército libertador.

Todo estaba preparado en los primeros dias de junio para que la hueste de Bolívar hiciese el penoso paso de los Andes sin riesgos y con las menores molestias posibles. La estacion seca dejaba los senderos mas transitables; en los lugares convenientes habia los necesarios repuestos; caballerias, viveres, forrages y fondos se hallaban á disposicion del ejercito en la cantidad indispensable; la opinion de los patriotas de Huanuco venia en apoyo del entusiasmo de los soldados, y sobre todos se hacia sentir la influencia vivificadora de Bolívar. Habiendo llegado sin contras tes á la mesa de Junin, á siete leguas de Pasco, pasó revista al ejército el 2 de agosto en los llanos de Sa

cra familia y el Diezmo.

El espiritu de los patriotas brilla en la siguiente proclama.

Soldados:-Vais á completar la obra mas gran el cielo ha encargado á los hombres:-la de salvar un mundo entero de la esclavitud.

de, que

Soidados: Los enemigos, que debeis destruir, se jactan de catorce años de triunfos; ellos, pues, serán dign s de medir sus armas con las vuestras, que han brillado en mil combates.

Soldados:-El Perú y la América toda aguarda de vosotros la paz, hija de la victoria; y aun la Europa liberal os contempla con encanto, porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿La burlareis? No! No!! No!!! Vosotros sois invenci bles.-Bolivar.

Canterac, que solo habia sabido la aproximacion de Bolívar en los últimos dias de julio, salió de Jauja en su alcance el 1.° de agosto con una division de 8,600 hombres, entre los que se incluian 1,300 de caballeria. El 4 se habia avanzado con parte de esta

Pasco, y sabiendo allí, que Bolívar se dirigia al válle por el lado occidental de la laguna de Reyes, con. tramarchó precipitadamente, á fin de no perder su base de operaciones. El 6 salió temprano de Carhuama yo, y como á las dos de la tarde divisó la caballeria de los patriotas, que bajaban á la pampa. de Junin. Aquellas llanuras ofrecen ancho campo para que los ejercitos puedan evolucionar con amplia libertad conforme á las reglas estrategicas; pero los beligerantes estaban impacientes por venir á las manos, y esperaban la victoria mas bien de sus impetuosos esfuerzos, que de sabias maniobras. Canterac la tenia por cierta, viendo el ardimiento de su hueste y las ventajas, que llevaba á la contraria en número, armas, caballos y disciplina. Con esta confianza, mas ardoroso, que refle

xivo, precipitó el combate sin las precauciones, que la prevision de un revés aconseja á los menos cautelosos: no dejó ninguna reserva, ordenó á su infanteria, que continuára la marcha, y sin sacar partido de la artille ria, ni de los cazadores, segun le aconsejaba Maroto, lanzó su caballeria á la carga, para que la de Bolívar, que tambien se habia adelantado al resto del ejerci to patriota, no tuviera tiempo de formarse.

Al salir del desfiladero la cabal.eria independiente, habia encontrado cortada la pampa, de un lado por algunas colinas, y del otro por el terreno pantanoso, que inundan los derrames del lago. Viendo cerca de si al impetuoso enemigo á las cinco de la tarde, solo pudo formar dos escuadrones en batalla; los demas hasta el número de ocho se dispusieron en columna por mitades; los husares del Perú quedaron fuera de formacion, junto al pantano, á las órdenes del teniente coronel Suarez; si no formaba un extenso frente, estaba libre de ser flanqueada. Una enérgica carga del fogoso Canterac puso la linea en completo desorden. Bolívar, creyendo perdida la accion, corrió con su estado myor á encontrar la infanteria. Segun dice Miller, uno de los mas señalados combatientes en quien, por haberse puesto fuera de combate el valiente Necochea, recayó el mando: "reinó la mayor confusion, todo se hallaba perdido, cuando la caballeria peruana, puede decirse, que dió la ganancia del dia." El escuadron de husares, que no habia sido atacado y quedaba á retaguardia de los presuntos vencedores, se conservaba tranquilo, mientras los demas huian. En tan critico instante su intrepido comandante Suarez, de propia inspiracion, ó segun tradicion no comprobada, por consejo del sanpedrano Rasuri, dió sin vacilar la orden de ataque, que, siendo imprevisto, desconcerto á los realistas ya desordenados para perseguir á los fugitivos; algunos de estos reunidos por los

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