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Bus respectivos destinos, si quieren continuar en ellos, si alguno ó algunos no lo fuesen, ó prefiriesen tras ladarse á otro país, serán comprendidos en los arts. 8.° y 5.°

9.

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Continuarán en sus destinos los empleados, que el gobierno guste continuar segun su comportacion.

10. Todo individuo del ejercite ó empleado, que prefiera separarse del servicio, y quedarse en el pais, lo podrá verificar; y en este caso sus personas seran sagradamente respetadas.

10. Concedido.

11. La plaza del Callao será entregada al Ejercito Unido Libertador, y su guarnicion será comprendida en los artículos de este tratado.

11. Concedido.- Pero la plaza del Callao con todos sus enseres y existencias será entregada á disposicion de S. E. el Libertador dentro de veinte dias.

12. Se enviaran jefes de los Ejércitos Español y Unido Libertador á las provincias para que los unos reciban y los otros entreguen los archivos, almacenes, existencias y las tropas de las guarniciones.

12. Concedido.-Comprendiendo las mismas formalidades en la entrega del Callao. Las provincias estarán del todo entregadas á los jefes independientes en quince dias, y los pueblos mas lejanos en todo el presente mes.

13. Se permitirá á los buques de guerra, y mercantes españoles hacer viveres en los puertos del Perú, por el término de seis meses despues de la notificacion de este convenio, para habilitarse y salir del Mar Pacifico.

13. Concedido. Pero los buques de guerra solo se emplearán en sus aprestos para marcharse, sin cometer ninguna hostilidad, ni tampoco á su salida del Pacífico: siendo

obligados á salir de todos los mares de América, no pudiendo tocar en Chiloé, ni en ningun puerto de América ocupado por los españoles.

14. Se dará pasaporte á los buques de guerra y mercantes españoles, para que puedan salir del Pací fico hasta los puertos de la Europa.

14. Concedido. Segun el artículo anterior.

15 Todos los gefes y oficiales prisioneros en la batalla de este dia quedarán desde luego en libertad, y lo mismo los hechos en anteriores acciones por uno y otro ejército.

15. Concedido. Y los heridos se auxiliaran por cuenta del erario del Perú, hasta que completamente restablecidos dispongan de sus personas.

16 Los generales jefes y oficiales conservarán el uso de su uniforme y espada; y podran tener consigo á su servicio los asistentes correspondientes á sus clases, y los criados, que tuviesen.

16. Concedido.-Pero mientras duran en el territorio, estarán sujetos á las leyes del país.

17. A los individuos del ejército, así que resolvieren sobre su futuro destino, en virtud de este convenio, se les permitirá reunir sus familias é intereses, y trasladarse al punto, que elijan, facilitandoles pasaportes ámplios, para que sus personas no sean emba razadas por ningnn estado independiente hasta llegar á su destino.

17. Concedido.

18. Toda duda, que se ofreciere sobre alguno de los artículos del presente tratado se interpretará á favor de los individuos del ejército.

18. Concedido. Esta estipulacion reposará sobre la buena fé de los contratantes.

Y estando concluidos y ratificados, como de he cho se aprueban y ratifican estos convenios, se formaran cuatro ejemplares de los cuales dos quedaran en poder de cada una de las partes contratantes para los usos que les convenga.

Dados, firmados de nuestras manos en el campo de Ayacucho á 9 de Diciembre de 1824.-José Canterac.-Antonio José de Sucre.

Condiciones tan generosas, que apenas habian podido esperar los defensores del coloniage, cuando estaban en un pié brillante, no pudieron menos de ser acogidas con gratitud por los mismos gefes, que habian rechazado con vergonzosa la primera idea de capitulacion propuesta por Canterac al consumarse la derrota. Antes de conseguirla con inesperadas venta jas se convencieron completamente de que ya no podian sostenerse por mas tiempo: los poco mas de mil hombres, que se habian reunido en la altura, principiaron á dispersarse, cuando se les habló de continuar la defensa, y algunos dispersos hicieron fuego á los oficiales, que procuraban contenerlos: se habia disipa do el prestigio fantastico del poder español, y nada era capaz de conservarlo. El indomable coronel Pacheco, que se retiró con un puñado de valientes, diciendo, yo no capitulo con nadie, se vió sin gente antes de pasar el Apurimac. El teniente coronel, Vicente Miranda que se hallaba del otro lado con poco mas de mil hombres, despues de una digna, pero breve oposicion, hubo de ceder á las fuerzas irresistibles, que se avanzaban. Las autoridades del Cuzco al recibir las primeras noticias del desastre habian nombrado virey, como el Mariscal de campo mas antiguo á D. Pio Tristan, que se hallaba en Arequipa, y expidieron órdenes á los caudillos del sur para que concentraran sus tropas todavia numerosas; pero nada pudo detener la marcha, triunfal de Gamarra enviado por delante al

que seguia de cerca la hueste vencedora. La antigua corte de los Incas abrió con jubilo sus puertas á Suere, que entusiasmó á sus habitantes con la siguiente proclama."

Cuzqueños!

El Libertador de Colombia os envía la paz y la redencion. Del otro lado del Ecuador, él oyó los jemidos del pueblo querido de los Incas, y vino á salvarros de la esclavitud. Vuestros hermanos os presentan á su nombre los dones de la independencia nacional.

Cuzqueños: al pisar vuestra patria, mi corazon ha tenido las emociones mas sensibles: he visto cumplidos yuestros deseos, y satisfechos los votos del Ejército Unido: en los campos sagrados de Junin y Ayacucho quedaron rotas para siempre las cadenas, que os ataban á un poder estraño. Dejasteis eternamente de ser españoles: sois ya Peruanos: sois libres. En adelante los destinos de la República dependeran de vuestras virtudes y patriotismo.

Cuzqueños: el Ejército Libertador, que desde tierras lejanas viene combatiendo por traeros la libertad, os pide en recompensa vuestra amistad y union. La dicha del Perú son los bienes, que anhela; y volver a su pais. llevando por trofeos, dulces recuerdos y las bendiciones de los remotos descendientes del Sol.

Cuartel general en el Cuzco á 29 de Diciembre de 1824. Antonio José de Sucre.

En Ayacucho habia dicho al ejército unido: Soldados:-Sobre el campo de Ayacucho habeis completado la empresa mas digna de vosotros. Seis mil bravos del Ejército Libertador han sellado con su constancia y con su sangre la Indepenuencia del Perú y la Paz de América, los diez mil españoles, que vencieron catorce años en esta República, estan humillados á vuestros piés.

Peruanos:-Sois los escogidos de vuestra patria.

Vuestros hijos, las mas remotas generaciones del Pe rú, recordaran vuestros nombres con gratitud y orgu llo.

Colombianos:-Del Orinoco al Desaguadero habeis marchado en triunfo: dos naciones os deben su existencia, vuestras armas las ha destinado la victoria para garantir la libertad del Nuevo Mundo.

Cuartel general en Ayacucho á 10 de Diciembre de 1824.-Antonio José de Sucre.

Habiendose pronunciado Puno, se puso á las ordenes de D. Rudecindo Alvarado, que estaba cautivo en la isla de Esteves con los demas prisioneros del Callao. En Arequipa el Virey Tristan reconoció el gobierno independiente de su patria, antes que llegara Otero encargado de someterles.

Laserna hubo de embarcarse en Quilca el 2 de Enero, recibiendo los últimos honores de la escuadra realista, que tambien iba á dejar estos mares; á los pocos dias fué apresado por un buque chileno ignorante de los últimos sucesos, y puesto luego en libertad, continuó su viage á la peninsula, donde el 7 de dicho mes era creado, Conde de los Andes: sino llevaba los laureles de la victoria, dejaba en el Perú una buena reputacion, tan dificil de adquirir y conservar en su puesto eminente durante un cambio tan radical de gobierno. Los demas gefes españoles, aunque despues recibieron el vergonzoso dictado de aya cuchos como simbolo de cobardia ó perfidia, habian peleado con una constancia digna de las mejores causas: Valdes llevaba ademas el envidiable renombre de honrado; mientras sus compañeros de infortunio volvian con una fortuna bien o mal adquirida, el no sacaba del rico Perú sino pobres vestidos. Las sospechas de traicion, que ante la impresion de la no prevista derrota principiaron á difundirse cerca del campo de batalla, no tienen el menor fundamento, y

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