Imágenes de páginas
PDF
EPUB

injusta persecucion, fue absuelto por el consejo de Generales, á que habia sido sometido, cuando toda via no habia Îlegado á Guayaquil su poderoso perse. guidor.-El digno gefe de la escuadra peruana, terminada en aquel puerto la reparacion de los buques habia pedido al Gobernador Paz del Castillo treinta mil pesos para pagar la tripulacion, cuyo descontento podia tomar las proporciones de una peligrosa sedi cion, como por falta de pagos habia sucedido dos años antes con los marinos de la Macedonia y de la Limeña. Los términos de su peticion, por ser dema siado vivos, ó haber sido mal interpretados, fueron tomados como un reto á la poblacion; y habiendo él saltado á tierra para explicarlos de una manera satisfactoria, se retiraba hacia el muelle, creyendo conse guido ya su objeto; pero fné detenido por un motin popular, preparado, segun se cree, por el Gobernador a fin de hacerle pagar caro su reto. Sumido en un inmundo calabozo y juzgado por una junta de guer ra, compuesta de enemigos suyos, fué declarado merecedor de severos castigos, no por as amenazas á la poblacion, sino por otras faltas insignificantes ó imaginarias, como el haber retenido á bordo á un colombiano y el no haber traicionado á Riva-Agüero. En virtud de tan irregular proceso, fué remitido por tierra para ser juzgado en Lima, como un delincuente ordinario y con las molestias, que en tan penosa travesia no podia menos de sufrir un hombre, cuya vida habia sido por largos años enteramente maritima. Al llegar á Lambayeque se vió amenazado en virtud de órden superior de retroceder tambien por tierra para quedar de nuevo á disposicion de Paz del Castillo. Felizmente, compadecidas de su suerte las autoridades locales, le permitieron no volver atras, cohonestando la desobediencia con el certificado del medico, que aseguraba ser muy peligroso el regreso, atendida

la quebrantada salud del vice-almirante. De Lamba yeque logró este venir á Li a, y aquí se paralizó su injustificable causa, hasta que, ausente Bolivar,, tuvo libertad el consejo de Generales para decir con plena justicia.

"Ha declarado y declara dicho Consejo de Guerra, que el referido señor Contra-Almirante D. Martin

J. Guisse debe ser puesto en libertad, por haberse indemnizado completamente de todos los cargos, que se le han hecho; y que por el Supremo Gobierno debe reponérsele en su empleo y distinciones, como corresponde á sus muy distinguidos servicios militares y políticos en la escuadra de su mando; pidiendo la satisfaccion, que merecen el agravio é insulto nacional que dicho Intendente de Guayaquil ejecutó en su persona y bandera de nuestra República; quedando á dicho señor Contra-Almirante su derecho á salvo para repetir contra el Intendente de marina D. Salvador Soyer; y declarandose aprobadas las excepciones propuestas por dicho señor Vice Almirante en sus descargos á los espedientes de quejas particula res contra sus procedimientos, y que se han traido al juzgamiento de esta causa, segun las órdenes del Supremo Gobierno; á quien segun órdenanza se pasará el proceso y esta sentencia para su superior aproba cion. José Pascual de Vivero.-Doiningo Tristan. José Rivadeneira.- Juan Salazar.-Rafael Jime

Hipólito Bouchar.-Tomas Guillermo Carter. Bolivar, que supo en Popayan la absolucion de Guisse, apei cibiendose por ese indicio, de que su as cendiente declinaba en el Perú, escribió á Santa Cruz el 26 de octubre:

"Mi querido General;

que

He tenido el gusto de recibir las cartas de U. me ha traido el coronel Ibarra. Cuanto contienen estas cartas, es lisonjero para mí, porque veo, que ese

pueblo me honra con exceso, aun despues de mi ausencia. Todas las demostraciones son casi unánimes en mi favor, y por lo mismo propias para hacerme consebir las mas alegres esperanzas de armonia y fraternidad. Pero diré á U. francamente, que el juicio de Guisse me ha dado la medida del verdadero espíritu, que se oculta en el fondo le las intenciones: para mí este rasgo es muy notable y muy decisivo, para que me atreva á instar mas á U. sobre la represion de los enemigos de Colombia y de mi persona. No hay remedio, amigo; esos señores quieren mandar en Jefe y salir del estado de dependencia, en que se hallan, por desgracia por su bien, y por necesidad; y como la voluntad del pueblo es la ley ó la fuerza, que gobierna, debemos darle plena sancion á la necesidad, que impone su mayoría....

En la misma carta manifestaba Bolivar á Santa Cruz que él no tenia interés en contrariar la voluntad pública, y que sus amigos en el Perú no debian empeñarse en sostenerle contra el conato nacional; les aconse jaba, que se pusieran á la cabeza de la oposicion, y en lugar de planes americanos adoptaran designios esclusivos al bien del Perú. Santa Cruz, á quien la prudencia y lealtad movian á no abusar de semejante autorizacion, demasiado lata para ser sincéra, quiso mostrarse consecuente con el prohombre de America, que le habia elevado á la suprema magistratura: nombró de ministro de la guerra á Heres, fiel instrumento del Dictador; hizo, que el gobierno no aprobase la sentencia absolutoria de Guisse, sino dos meses des pues (17 de Noviembre) y declarando, que el consejo de guerra se habia excedido al exigir satisfacciones del insulto nacional, inferido por Paz del Castillo.

Entretanto el egemplo dado por el colegio electoral de Lima, el terror permanente de la dictadura, las influencias ejercidas por los prefectos, los medios

de seduccion, el aislamiento é ignorancia del gran número de electores facilitaron la aprobacion gene ral de la constitucion vitalicia. Cincuenta y ocho colegios la aprobaron con la precisa condicion de que Bolívar fuese el primer presidente vitalicio; los del Cuzco y Ayacucho pusieron la única adicion de que la religion del Perú fuese la católica con la exclusion de cualquier otra; el de Arequipa, que esperaba ser la capital del Sur del Perú, espuso la necesidad de que fuese efectivo el sistema federal con los demas estados. Solo algunos electores pertenecientes á Catacaos en la provincia de Piura no temieron contradecir abierta mente á la mayoria de sus comprovincianos. El colegio de Tarapacá osó declarar; que no estaba bastante ilustrado para resolver cuestion tan delicada; que por consiguiente no aprobaba, ni rechazaba el proyecto; y que se sometia á las opiniones de Arequipa, y no desmentiria la obediencia al gobierno, siempre que, como esperaba, fueran conformes con los principios liberales. Una declaracion tan cuerda y tan varonil se debió principalmente al Doctor D. Santiago Zavala, y todo el colegio la sostuvo, no obstante los esfuersos y amenazas de las autoridades.

El consejo de gobierno decretó en 30 de Noviembre; que el proyecto de constitucion, sometido á la sancion popular el 1 de Julio, era la ley fundamental del estado, y S. E. el Libertador Simon Bolívar, el Presidente vitalicio de la república, bajo el hermoso título de Padre y Salvador del l'erú, que le habia dado la gratitud del Congreso. Este décreto se había arreglado á la voluntad nacional, altamente pronunciada por el voto de los colegios electorales, por aclamaciones unanimes y espontaneas de los pueblos, y por las exposiciones libres y energicas de inumerables municipalidades y cuerpos civíles, eclesiasticos y militares: jamas se habia manifestado la voluntad de una na

cion con tanta legitimidad, órden, libertad у de

coro.

No tardó en ponerse en claro, cuan diversa era la verdadera voluntad nacional de las manifestaciones oficiales. Se aguardaban en Lima grandes demostraciones de entusiasmo popular el 9 de Diciembre, dia señalado para jurar la constitucion vitalicia con la mayor solemnidad. Pero la ceremonia del juramento no pudo ser mas deslucida: las corporaciones convocadas oficialmente se presentaron á jurar muy diminutas y con una mala voluntad manifiesta; el pueblo oía silencioso y triste la proclamacion, que se hacia en las principales plazas con gran aparato; cuando se trató de que los ciudadanos juraran en las parroquias fué escasisima la concurrencia y en algunas no hubo mas asistencia, que la del sacristan У el músico; era evidente, que el codigo boliviano nacia muerto. Para que apareciese menos viable, tropezó desde luego el gobierno con la dificultad de elegir tribunos, censores y senadores, y por un decreto arbitrario apoyado por la corte suprema, ordenó, que las provincias solo tuvieran una ó dos clases de representantes, careciendorespectivamente de tribunos, censores ó senado

res.

La impopularidad del nuevo colegio perjudicó mucho al prestigio de la administracion, la que semostraba cada dia mas tolerante y gobernaba con celo ilustrado. De los encausados por la conspiracion denunciada á fines de Julio, habian sido condenados á muerte en primera instancia el guerrillero Ninavilca con otros cinco, á destierro seis, y á trabajos forzados, cuatro; por la sentencia de revista, en que se dió por comprobado el proyecto de revolucion contra el orden público, mas no el de asesinato, solo dos debian sufrir el ultimo suplicio, y los condenados á presidio lo eran por menos tiempo; el consejo de gobierno

« AnteriorContinuar »