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cambió los trabajos forzados de varios por solo el destierro, decretando un indulto para solemnizar la jura de la ley fundamental.

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El General Necochea y cuatro coroneles habian sido separados del conocimiento del tribunal ordina rio. La severidad de la ordenanza fué mitigada para toda clase de delitos militares por el consejo de go. bierno. Poco despues se dió un reglamento organico al ejercito; se regularizó su contabilidad; se reglamentó tambien el servicio de bagages, que éra intolerable para los pueblos; se estableció el estado mayor general; se decretó, que los invalidos, especialmente los de Ayacucho, serian preferi ios para los empleos civíles segun sus aptitudes, y tambien serian aten lidos despues de aquellos, los oficiales, que, habiendo hecho una campaña, estuvieran separados del servicio, no siendo por mal comportamiento. La formacion de buenos gefes se facilitó con la creacion del colegio militar sobre buenas bases, y aun la de los soldados fué atendida, decretando el establecimiento de escuelas en los cuerpos.

La instruccion popular fué recomendada de nuevo á los perfectos, para pue los ciudadanos pudieran llenar la funcion de electores, aprendiendo á leer y escribir. Con ese fin se promovian especialmente las escuelas normales y las de los conventos.

Fué muy notable el reglamento de los regulares, que no permitía profesar antes de los veinte y cinco años, admitía las secularizaciones por motivos de conciencia, cerraba los conventos, que no llegaran á ocho religiosos, sujetaba los demas al ordinario, y no reconocia sino los prelados locales. En el intéres de las costumbres y del bienestar se disminuyó el numero de fiestas. Se presentaron Obispos para la diocesis de Lima, Trujillo, Mainas y Huamanga. Los Beletmitas del Cuzco, cuyas rentas fueron aplicadas á los colegios

de artes y de mugeres, vinieron á servir los hospitales de Lima. Para evitar epidemias mortíferas se procu ró con reiteradas ordenes la conservacion y propaga cion del fluido vacuno. A la salud general se atendia creando una junta suprema de sanidad en Lima, juntas superiores en las capitales de departamento y juntas municipales en los pueblos.

La prosperidad pública y privada se fomentaban con la proteccion decidida á las minas, cuyas muestras minerales debian enriquecer el museo; con el Ferro-carril del Callao á Lima concedido á una compañia particular, que no puso mano en tan importante obra; con libertar á la agricultura de muchas vejaciones y darle brazos; con las franquicias, algo restringidas, dadas al comercio, y con el nombramiento de un diputado general en vez del estinguido consu lado.

El servicio regular de la administracion se sistemaba con el de los secretarios de estado, con la buena organizacion de correos y con varios reglamentos sabiamente pensados. La hacienda, cuya prosperidad honra y favorece singularmente á los buenos gobier nos, ofrecia grandes mejoras: no resintiendose yá de los decretos de Bolívar, quien gastaba sin fijarse en el estado de las rentas y sin dar cuenta al ministerio; organizadas las contribuciones, general, de predios, patentes, y papel sellado; funcionando regularmente las oficinas fiscales; creada la contaduría general de cuentas con las atribuciones convenientes; determinados y pas ados con regularidad los sueldos de los emplea dos, incluso el servicio diplomatico; la importante administracion de rentas se hallaba en un pié satisfactorio y ofrecia un brillante porvenir. En 1826 las entradas generales de la república llegaron á 7.387,881 pesos 6 reales, figurando las de aduanas por 1.924,710 pesos 4 reales; los gastos se estimaron en 5.594,273

pesos 4 reales, de los que se habian invertido por el ministerio de guerra 2.458,000 pesos, por el de hacien da 1.334,000 y en el estado politco 96,000. La deuda interna liquidada ascendía á 7.069,298 pesos, un real, la del coloniage á 14.217,468 pesos, 7 reales; el emprestito ingles á1.777,500 £. esterlinas, fuera de los intereses vencidos; habia tambien, que tener en cuen ta las deudas de Chile y de Colombia. Los empleados pagados por el tesoro, excluyendo los servicios del ejercito, armada y resguardo, que tambien se hizo militar, eran en numero de 752, y sus sueldos su-. bian á 773,381 pesos; solo se consideraban 17,763 pesos para gastos de escritorio.

En las relaciones exteriores, dominado, como se hallaba el Perú por el Presidente de Colombia, no podia ser muy brillante la accion del consejo de gcbierno; por los recelos, que inspiraba Bolívar á Chile y Buenos Aires, habia con estas repúblicas pocas relaciones, y no muy cordiales. Las naciones europeas apenas podian considerar al Perú, como un país independiente, árbitro de sus propios destinos; Inglaterra no lo habia reconocido explicitamente, no obstante su firme y franca decision por la libertad de la Amé rica española; el gobierno frances, que con sus exajeradas ideas de legitimidad y sus aspiraciones comerciales se inclinaba á los términos medios, tuvo la estraña ocurrencia de emviar al Perú cierta especie de consul, con una patente firmada por el Ministro de negocios estranjeros, y con el título de Inspector Ge neral de comercio, en relacion con las autoridades locales. Cuando Monsieur Chaumette des Fosses se presentó con ese nombramiento, que hería á la digni'dad nacional, declaró Pando que:

El Gobierno del Perú se abstiene de investigar los motivos, que puedan haber inducido al de S. M. Crist:anisima á separarse en este caso, del uso estable

cido por el derecho de las Naciones; pero conociendo los suyos y el deber, que le incumbe de conservar la dignidad de la Nación, á cuyo frente se halla, Lo pue. de reconocer en U. nir gun caracter público, ni tra tarle de otro modo, que como á un caballero digno de aprecio y consideracion por sus prendas personales.

Puedo asegurar á U., que el Gobierno Peruano desea cultivar relaciones de amistad y comercio con todas las naciones, y particularmente con la Francia; y que au cuando no haya un Agente público de S. M. Cristianisima, sus súbditos encontra an en este pais la mas franca hospitalidad, y la proteccion de las leyes.

Ofrezco á U. las protestas de mi distinguida consideracion, como su atento obediente servido, J. M. de Pande.

. Señor Chaumette des-Fossés.

Insistió el comisario, en que debia recibirsele, imitando el ejemplo de Prusia en 1811 y el actual de Chile, y escusando la ofensiva frase de autoridades locales con la ignorancia, en que se hallaba de la instable constitucion, del Perú el gabinete de Versalles. En una réplica tan incontestable por su fondo, como bella por su estilo, hizo ver el Ministro peruano, que Chile éra dueño de proceder en sus relaciones, como creyesé conveniente; que la Prusia no habia hecho sino ceder á las infundadas exigencias del irresistible, cuanto altivo capitan del siglo, y que nada escusaba los procederes desdeñosos con la república peruana. "Prescindiendo, decia, al solutamente del título con que ha sido condecorado el señor Chaumette-desFossés, inusitado en las relaciones internacionales de Europa, y solamente conocido por haberle adoptado la Francia relativamente á algunos de sus agentes en las escalas de Levante; observa el infrascrito, que esa misma ignorancia, que se atribuye á las autoridades

de este pais con respecto á los usos de la cancilleria francesa parece, que debió inducirla á desviarse algun tanto de ellos para evitar los efectos, que no era dificil anticipar, cuando se pensaba en iniciar relaciones con una nacion nueva, mas susceptible por lo mismo de reparar en faltas de forma y de etiqueta, y mas necesitada de hacerse digna del rango, que sus esfuerzos le han adquirido, no degradandose desde los pri meros pasos de su existencia política. Ademas, se permitirá el que suscribe, lacer advertir, que esta ignorancia no es tan grande, como se quiere suponer; que tiene parte en la administracion d'1 Perú un Ministro, que ha pasado la mayor parte de su vida en va‹ rias cortes de Europa y desempeñado sucesivamente todos los empleos de la diplomacia, y que veinte años de experiencia y de manejo de esta cla e de negocios deben haberle ministrado bastante conocimiento de los usos de la cancilleria francesa para mantenerse en la persuacion de que no difieren esencialmente de los adoptados por las cancillerias de las demas potencias.

Nada obsta contra esta fundada y obvia persua cion el que el señor Chaumette des-Fossés obtuviese en el año 1811 una comision de consul de Francia en Prusia, firmada sclamente por el ministro de Relaciones Exteriores. No ignora nadie, que el jefe, que dominaba entonces á la Francia, orgulloso de su inmensa preponderancia, hollaba á su antojo las or mas y los usos mas generalmente recibicos; ni puede ocultaise, que su ejemplo no deberia ser el que se citase como digno de imitacion, sobre todo por un empleado de Su Majestad Cristianísima, aun cuando un ejemplo aislado fuese alguna vez capaz de servir de norma, ó de inducir á soportar el quebrantamiento de las reglas, que son de una observancia general y respetable. Por otra parte, ¿quien al recordar los sucesos de aquella época dejará de conocer cuáles se

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