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tros en las del supremo delegado, y cada uno de ellos continuará recibiéndolo á las demas autoridades, segun el departamento, que presiden.

4.o Se hará una salva triple de artilleria en el acto, que el supremo delegado cumpla con lo prevenido en el artículo anterior, y saldrá con toda la comitiva á la iglesia catedral, donde se cantará el Te Deum. En esta noche y en la mañana, se iluminará la ca pital.

5.° Los miembros del Consejo de Estado prestarán el debido juramento la primera vez, que se reunan en la sala de sus sesiones, si no lo hicieren el dia de mañana, por estar comprendidos entre las autoridades, que concurran.

6. El Ministro de Estado queda encargado de comunicar este decreto á los gobiernos independien tes de América para su inteligencia, y á los presidentes de los demas departamentos, para que por su par te cumplan con lo que previene el artículo 3.-Pu blíquese por bando, é insértese en la gaceta oficial.

Dado en el palacio protectoral de Lima á 19 de Enero de 1822-3.°-Firmado-José de San Martin -Por órden de S. E.-B. Monteagudo.

CAPITULO II.

DELEGACION DE TORRETAGLE. 1822.

Habiendo sabido en Huanchaco, que el Libertador no bajaba por entonces á la costa, regresó San Martin á la capital; y convencido de que necesitaba dar un gran impulso á las operaciones militares, se retiró al inmediato pueblo de la Magdalena, á fin de consagrar la mayor atencion á las cosas de la guerra, aconsejándose del general Guido, como ministro del ramo. El supremo gobierno político seguia confiado al marques de Torretagle, quien en realidad era un simple instrumento del hábil y enérgico Monteagudo, secretario del gobierno interior y de las relaciones exteriores: aunque Unanue conservaba la cartera de hacienda, la subordinacion de esta á la marcha política y el débil carácter del sábio anciano, que no era un hábil financista, hacian predominar en todo el despacho la voluntad de su imperioso colega.

Tanto el Protector, como el delegado supremo, pudieron lisonjearse con la esperanza del próximo triunfo, sabiendo á principios de Febrero, que las aguas del Pacífico habian dejado de ser recorridas por la escuadra española. El comandante Villegas habia echado el sello del deshonor sobre la ya poco gloriosa armada realista, vendiendo al Perú en Guayaquil las fragatas Prueba y Venganza y la corbeta Alejandro por ochenta mil pesos, con las mal disfrazadas apariencias de un tratado decoroso, inspirado por el deseo de poner término á las calamidades de la guerra. Por mas despreciable, que fuese el venal traidor, cran incuestionables las ventajas de la traicion; por lo tanto pudo Torretagle, decretar con satisfaccion el 12 de Febrero, que el acontecimiento fue

se celebrado con iluminaciones, salvas de artilleria y repique general de campanas, y dijo en el preambulo del decreto:

¡¡Gloria al Perú!!

La providencia, que manda al destino, la naturaleza, que respeta sus leyes, y los hombres, que conocen su fuerza y su poder, quieren, que el Perú sea libre: ya lo es, y lo será siempre, mientras dure en el cora zon de los americanos el fuego inextinguible, que ha encendido el amor á la PATRIA. . . . . . á la PATRIA, que aman con entusiasmo, porque es suya, porque es be lla, y porque tanto les ha costado recobrar su libertad; esa libertad, que es mil veces mas dulce, que el reposo despues de una larga fatiga. El acontecimiento, que hoy ocupa toda nuestra atencion, causándonos un placer, que exije tener triple alma para sentirlo adecuadamente, es una proclama á los habitantes del mundo, que les anuncia con solemnidad, que ya está dada la última garantía de la INDEPENDENCIA del Perú, que es hora de venir á las costas del Pacífico á ver la tierra enjuta de lágrimas, y al sol, que antes no alumbraba sino á los que buscaban las tinieblas para llorar sin ser castigados, nacer hoy entre las aclamaciones de sus hijos, para que los opresores huyan, y los oprimidos respiren..

San Martin aprovechaba aquel favorable acontecimiento, que como guerrero valiente y honrado no tenia por que glorificar; y activaba sin recelos maríti mos los aprestos belicos en el norte y centro del Perú. La division organizada en la presidencia de Trujillo preparaba á su patria dias de gloria, componiéndose de una tropa, que el entusiasmo popular habia permi tido organizar sin violencia alguna, y siendo mandada por gefes esforzados y peritos. La legion peruana,

que en Lima estaba reforzando al ejército libertador, debia inmortalizarse, asi en la victoria, como en honrosos contrastes. Otra iba á ser la suerte de la division llamada del sur, que principiaba á organizarse en Ica bajo lisonjeros auspicios: llevaba consigo de 1700 á 1800 hombres; iba provista de armamento suficiente para doble fuerza, de dinero, de víveres y hasta de una imprenta de campaña; estaba á las órdenes del noble general Tristan, siendo gefe de estado mayor el entendido coronel Gamarra, y habia recibido excelentes instrucciones-Como primera base del poder militar, sostendria por medios prudentes la unidad de accion con la union de gefes y uniformidad de aspiraciones-Promoveria el entusiasmo popular, á favor de la expedicion, respetando asi la religion, como las costumbres, considerando á los blancos y atendiendo á los indios, sin darles una parte principal é independiente en el plan de la guerra-No prodigaria los grados-Prestaria mucha atencion á la disciplina-Conservaria cuidadosamente el armamento-Gastaria los víveres con la mayor economíaDeberia practicar las marchas con la rapidez posible -No comprometeria accion alguna sin ventaja conocida-Si pensaba en la retirada, deberia dejar los víveres necesarios en escalones establecidos-Mirando la capital como el centro del poder independiente, no debia perder de vista la posibilidad de socorrerla en caso necesario-Si en ello habia interés, podria partir la division en dos expediciones-No se interrumpiria la comunicacion con la capital-El Protector da ria por separado el plan de campaña....

Por su parte los realistas no habian descuidado sacar el mayor partido posible de la poco disputada posesion del interior. El virey se habia dirigido al Cuzco, despues de la desastrosa expedicion de Can-terac, y alli habia establecido el centro de la domina

cion colonial; el general Ramirez con Valdes por gefe de estado mayor, comandaba las fuerzas de la costa meridional desde Arequipa, y desde Jauja organizaba Canterac con notable actividad las del centro. El último caudillo oscurecía sus hechos de armas, decretando, haciendo ejecutar por sus tenientes y ejecutando por sí mismo friamente sobre miseros pueblos destrucciones vandalicas: no solo se debieron á sus órdenes las crueldades de Loriga al regreso del Cerro y las de Carratalá en Cangallo, sino que el mismo dispuso el incendio de varios pueblos próximos á su cuartel general, por que en ellos hallaban abrigo intrépidos guerrilleros. A la barbarie del hecho añadió la ferocidad del lenguaje, pretendiendo intimidar á los patriotas con la siguiente proclama:

PROCLAMA DEL GENERAL ESPAÑOL CANTERAC.

Estoy bien penetrado de vuestra situacion: los que os gobiernan hoy, han sido, y serán siempre vuestros enemigos: el ejército, que tengo el honor de mandar, olvidará gustoso los acaecimientos pasados, por el placer de abrazaros como amigos, el dia mismo, que su valor os devuelva el título de ciudadanos de una nacion grande, si vuestra conducta fuere de los habitantes pacíficos; pero si ciegos á vuestro interés favoreceis los designios de los revoltosos, tened á la vista el castigo, que acaban de sufrir los habitantes de Huayhuay, Chacapalpa y otros. CUYOS PUEBLOS

POR SU OBCECACION HAN SIDO ENTREGADOS Á LAS

LLAMAS. Este ejército espera de vosotros una conducta, que no exceda, si es posible, su generosidad. Estos son sus sentimientos, que garantiza su general y vues. tro amigo.-José Canterac

Al mismo tiempo los realistas, que en ciertas provincias del norte 6 se hallaban exasperados por las

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