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DON JOSE DE SAN MARTIN,

Capitan general de ejército, y en jefe del libertador del Perú, &.&.

"Al encargarme de la importante empresa de la libertad de este pais, no tuve otro móvil, que mis deseos de adelantar la sagrada causa de la América, y de promover la felicidad del pueblo peruano. Una parte muy considerable de aquellos se ha realizado ya; pero la obra quedaria incompleta, y mi corazon poco satisfecho, si yo no afianzase para siempre la seguridad y la prosperidad futura de los habitantes de esta region."

"Desde mi llegada á Pisco anuncié, que por el imperio de las circunstancias me hallaba revestido de la suprema autoridad, y que era responsable á la patria del ejércicio de ella. No han variado aquellas circunstancias, puesto que aun hay en el Perú enemigos exteriores, que combatir; y por consiguiente es de necesidad, que continúen reasumidos en mí el mando político y el militar."

"Espero, que, al dar este paso, se me hará la justicia de creer, que no me conducen ningunas miras de ambicion, si solo la conveniencia pública. Es demasiado notorio, que no aspiro sino á la tranquilidad y al retiro despues de una vi la tan agitada; pero tengo sobre mí una responsabilidad moral, que exije cl sacrificio de mis mas ardientes votos. La experiencia de diez años de revolucion en Venezuela, Cundinamarca, Chile y provincias unidas del Rio de la Plata, me ha hecho conocer los males, que ha ocasionado la convocacion intempestiva de congresos, cuando aun subsis tian enemigos en aquellos paises: primero es asegurar la independencia, despues se pensará en establecer la libertad sólidamente. La religiosidad, con que he cum

plido mi palabra en el curso de mi vida pública, me da derecho á ser creido; y yo la comprometo, ofreciendo solemnemente á los pueblos del Perú, que en el momento mismo, en que sea libre su territorio, haré dimision del mando para hacer lugar al gobierno, que ellos tengan á bien erigir. La franqueza, con que hablo, debe servir como un nuevo garante de la sinceridad de mi intencion. Yo pudiera haber dispuesto, que electores, nombrados por los ciudadanos de los departamentos libres, designasen la persona, que debia de gobernar hasta la reunion de los representantes de la nacion peruana; mas, como por una parte la simultánea y repetida invitacion de gran número de personas de elevado carácter y decidido influjo en esta capital, para que presidiese á la administracion del Estado, me aseguraba un nombramiento popular; y por otra habia obtenido ya el asentimiento de los pueblos que estaban bajo la proteccion del ejército libertador, he juzgado mas decoroso y conveniente el seguir esta conducta franca y leal, que debe tranquilizar á los ciudadanos celosos de la libertad.

"Cuando tenga la satisfaccion de renunciar el mando Ꭹ dar cuenta de mis operaciones á los representantes del pueblo, estoy cierto, que no encontrarán en la época de mi administracion ninguno de aquellos rasgos de venalidad, despotismo y corrupcion, que han caracterizado á los agentes del gobierno español en América. Administrar recta justicia á todos recompensando la virtud y el patriotismo, y castigando el vicio y la sedicion en donde quiera que se encuentren, tal es la norma, que reglará mis acciones, mientras esté colocado á la cabeza de esta nacion.

"Conviniendo, pues, á los intereses del país la instalacion de un gobierno vigoroso, que lo preserve de los males, que pudieran producir la guerra, la licencia y la anarquía, por tanto declaro lo siguiente:

1. Quedan unidos desde hoy en mi persona el el mando supremo político y militar de los departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector.

2 El ministerio de Estado y relaciones exteriores está encargado á don Juan Garcia del Rio, secretario del despacho.

3. El de la guerra y marina al teniente coronel don Bernardo Monteagudo, auditor de guerra del ejército y marina, secretario del despacho.

4. El de hacienda al Dr. don Hipólito de Unánue, secretario del despacho.

5 Todas las órdenes y comunicaciones oficia les serán firmadas por el respectivo secretario del despacho y rubricadas por mí; y las comunicaciones, que se me dirijan, vendrán por medio del ministerio, á que correspondan.

6 Con la posible brevedad se formarán los reglamentos necesarios para el mejor sistema de administracion, y el mejor servicio público.

7 El actual decreto solo tendrá fuerza y vigor hasta tanto que se reunan los representantes de la nacion peruana, y determinen sobre la forma y modo de gobierno.

Dado en Lima á 3 de Agosto de 1821-2 de la libertad del Perú --José de San Martin.

Por mas que el gobierno discrecional fuera una necesidad de la situacion, todo aconsejaba mostrar mas respeto á las formas populares y no disponer del gobierno del Perú, como si se tratase de un pais conquistado, con el que no hubiera ninguna palabra empeñada, ninguna susceptibilidad patriotica, que tener en consideracion, ninguna opinion liberal, á que rendir humilde homenaje. Si lo que no está probado, la simultanea y repetida invitacion de muchas personas, cuyo influjo era decisivo en Lima, para que presidiera la administracion del Estado, aseguraba á San

Martin un nombramiento popular; nada habria sido mas conveniente, que manifestar tan respetables opiniones, y apoyandose en ellas fortificar la dictadura con la explicita voluntad de los peruanos. Por haber prescindido en lo ostensible del voto de los pueblos, se dió ocasion á peligrosos disgustos y aun á suposiciones de supercheria. Cuando los patriotas vieron el establecimiento del protectorado, principiaron á decir: ¿Se quiere disponer de nosotros, darnos libertad segun los caprichos ó preconcebidos planes de los nuevos tutores del Perú?. ¿Quienes seran los que decidan, cuando y como se nos dará la libertad?. ¿Quien será el que la medirá, como los mercaderes miden las varas de genero?. Segun asegura el respetable Mariategui, fué tal y tan grande el descontento, tan serias y claras fueron las apreciaciones del público, tanto se quejó de la arrogancia de los libertadores, que para dar esperanzas dulcificó San Martin el primer título simple de Protector, poniendo á los decretos el encabezamiento de Protector de la libertad del Perú: for mula, que se abandonó, cuando creyeron sus consejeros devanecidas las primeras impresiones y la exaltacion producida por las sujestiones de unos pocos.

El 4 de Agosto, dia siguiente á la proclamacion de la dictadura, tuvo el Protector una discusion acalorada con Cochrane, que venia á reclamarle el pago de los sueldos atrasados y de los premios ofrecidos á la escuadra y que no estaba dispuesto á reconocer la supremacia inherente á la autoridad protectoral. No contestó de offcio á la comunicacion, en que el nuevo gobierno le participaba su instalacion; solo envió el almirante una carta privada, en la que entre otras cosas decia:"

"En manos de V. está el ser el Napoleon de la América del Sur ó uno de los hombres mas grandes, que en el dia figuran en la escena del mundo: V. tie

ne la facultad de elegir su carrera. Si los primeros pasos, que da, son falsos, la altura, á que V. se encuentra, contribuirá á hacerlo caer, como del borde de un precipicio, de una manera mas fuerte y segura.'

"Los escollos, contra los que hasta aquí se han estrellado los gobiernos de Sud-América, han sido la mala fé y el empleo de medios efímeros."

"No ha surgido un hombre, excepto V. mismo, capaz de elevarse sobre los demas, y de abrazar con mirada de águila la extension del horizonte político. Mas, si V. va fiado en las alas de la fortuna, cual otro Icaro, con las alas de cera, su caída pudiera aplastar la naciente libertad del Perú y envolver á toda la América del Sur en anarquía, guerra civil y despotismo político".

San Martin en una habil contestacion respondió á las precedentes reflexiones diciendo:"

"Como conozco, por una parte, que la buena fé del que preside á una nacion, es el principio vital de su prosperidad, y como por otra un órden singular de sucesos me ha llamado á ocupar temporalmente la suprema magistratura de este país, renunciaria á mis sentimientos, si una imprudente elacion ó una servil deferencia á consejos ajenos me apartase de la base del nuevo edificio social del Perú, exponiéndolo á los vaivenes, que con razon teme V. en tal caso. Conozco milord, que no se puede volar bien con alas de cera, distingo la carrera que tengo, que emprender, y confieso, que por muy grandes, que sean las ventajas adquiridas hasta ahora, restan escollos, que sin el auxilio de la justicia y de la buena fé no podrán removerse."

"Nadie mas que yo, milord, desea el acierto en la eleccion de medios para concluir la obra, que he emprendido. Arrastrado por el imperio de las circunstan cias á ocupar un asiento, que abandonaré, libre que sea

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