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Lo que si tuvo efecto pocos dias despues de las amenazas del 2 de abril, fué la expulsion de los españoles no juramentados. Honrados padres de familia, utilísimos industriales, sacerdotes irreprensibles, ancianos, que habian identificado su suerte con la de los peruanos, salieron al extrangero, que para los mas era una verdadera expatriacion, no permitiendoles sacar sino una parte de sus bienes muebles. Lastimoso espectáculo ofrecieron á la compasion limeña centenares de expulsados, que marchaban á pié, con un venerable eclesiástico á la cabeza, rezando el rosario, entre las burlas de unos pocos desapiadados, que no sabian lo que se hacian, y mezclando sus sollozos con las lágrimas de sus familias desoladas. Los que fueron embarcados en el Monteagudo con direccion á Chile, hubieron de sufrir en la travesia duros tratamientos. Y todavia fué mas lamentable la suerte de otros, que habian logrado embarcarse en un buque mercante inglés para los paises del atlantico, pagando, segun rumores, cada uno mil pesos, por esta concesion. Queriendo obligar al capitan, á que los pusiese en tierra á la altura de Arequipa, pudo este impedirlo con el oportuno auxilio de un buque inglés de guerra. Los infelices fueron lanzados lejos de la costa en dos lanchas, casi sin viveres y sin medios de dirigirse; los que iban en una de ellas, vagaron varios dias en desconocidas olas, desfalleciendo de sed y de hambre; á fin de prolongar su espantosa agonia, echaron suertes para determinar aquel, que serviria de pasto á los demas compañeros de desesperacion; y hubo entre las victimas del azar alguno, que disputó la vida con las armas. Los sufrimientos, el sorteo y el combate los habian reducido á solo tres, cuando llegaron á tierra; dos de ellos sobrevivieron poco, y Heros fué el único, que prolongó su vida por muchos años.

No seria justo hacer responsable de tan espanto

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sos accidentes á un gobierno, á cuya prevision escapaban. Mas un hombre de estado, cuando no por compasion, debia vedarse, por motivos de conveniencia, los abusos de la fuerza, de que al fin habia de ser víctima el mismo, que los decretaba, y cuya odiosidad le hacian sentir por entonces las demasias de Cochrane. El noble Lord, que habia recorrido los puertos de Colombia y Méjico para dar caza á los buques españoles, al regresar de una expedicion, tan penosa, como estéril, supo con gran disgusto, que se habian entregado al Perú. Reclamándolos como suyos por solo el hecho de haberlos perseguido sin descanso, se apoderó á viva fuerza de la Venganza, que todavia estaba en las aguas de Guayaquil. Siendo vanas todas las reclamaciones, aun cuando fueron apoyadas por el general Lamar, lo único, que del Almirante pudo alcanzarse, fué que dejara el buque arrebatado, en depósito, al gobierno de Guayaquil, ofreciéndole la garantia de cuarenta mil pesos, mientras no se decidia la cuestion entre el Perú y Chile. Al fin abandonó el golfo despues de haber tenido á la poblacion en las mas serias alarmas por varios dias, y llegando al Callao, no intentó nada contra la Prueba llamada ya la Protector, que estaba bien resguardada; pero se apoderó de la Motezuma y cambió la bandera perua. na por la de Chile, sin prestar atencion á las observaciones de Monteagudo, que fué á la escuadra. Al mismo tiempo, reiteraba las reclamaciones apremiantes por los haberes de sus marinos y asi tuvo inquieto al gobierno; hasta que dejó para siempre las aguas del Perú. Solo sus grandes hazañas é inapreciables servicios pudieron hacer olvidar mas tarde exijencias tan inconsideradas.

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En estos mismos dias se ocupaba el gobierno en fomentar el patriotismo, uniendolo á la instruccion popular y dándole una direccion útil. El 13 de abril

se decretó, que los niños saliesen los domingos á las cuatro de la tarde á las plazas públicas, á cantar el himno nacional, y que las clases diarias se abriesen entonando tres estrofas. El 29 se ordenó, que se establecieran 20 lotes para ser distribuidos todos los años en la semana del aniversario de la independencia: dos de á 500 pesos, dos de á 400, dos de á 300, tres de á 200, ocho de á 100 y tres de á 65; la municipalidad presentaria una lista de profesores, industriales, comerciantes, hacendados, magistrados, y cualesquiera otras personas, hombres ó mugeres, que hubieran contribuido al progreso moral, intelectual ó material del Perú; y el gobierno recompensaria á los mas dignos. Tambien se decretó, que se distribuirian tres medallas de oro entre los patriotas mas eminentes.

Para mejorar la instruccion del pueblo se acordó establecer escuelas de primeras letras en todos los conventos, mientras se podia introducir el sistema de enseñanza mutua, objeto entonces de esperanzas exageradas. Reiteraronse las órdenes relativas à la creacion de la biblioteca nacional, y se decretó la del museo. A fin de precaver los espantosos estragos de las viruelas, se previno, que los curas llevaran á sus doctrinas el fluido vacuno y cuidaran de su conservacion y empleo oportuno. La prohibicion de los juegos de suerte, que se habia procurado hacer eficaz, autorizando la denuncia de los jugadores por sus esclavos, se estendió al juego de gallos y al de carnavales. De mas alta importancia fueron el reglamento de presas, el de tribunales, que con algunas modificaciones subsistió hasta 1843, y el de cárceles, que abundaba en principios humanitarios y moralizadores, expuestos con tanta novedad, como elegancia. Para sostener viva la sobrexcitacion patriótica, los actos de los tribunales civiles y eclesiásticos habian de principiar, exclamando los presidentes y repitiendo los circunstantes,

viva la patria. A fin de recordar el noble entusiasmo desplegado á la bajada de Canterac se daria el nombre de siete de setiembre á la calle del frente del teatro, agrandada con el terreno cedido por los religiosos de San Agustin.

El 16 de mayo se inauguró entre descargas de artilleria, lucida procesion cívica, marcha patriotica y entusiastas aclamaciones, la creacion de un monumento, en el ovalo del camino del Callao, para recordar el dia, en que Lima juró la independencia. Una brillante comitiva de autoridades y ciudadanos seguia al supremo delegado, quien puso con palabras y juramentos solemnes la primera piedra y echó medallas de oro acuñadas y encerradas en una caja de plomo. En la misma hoya se echaron tambien otras medallas por varias personas, monedas de Colombia, Chile y Buenos Ayres, la lista de los gefes y oficiales del batallon Numancia y un paquete de documentos notables. Monteagudo lo habia mostrado antes al público diciendo: "señores, este es el sitio memorable, en que van á quedar depositados los nombres célebres del general San Martin, y de todos los gefes y oficiales, que le han acompañado en las grandes empresas de libertar al Perú: aquí quedan tambien el acta del primer juramento cívico, que hizo la capital de Lima, el estatuto provisorio dado por el Protector del Perú, y la institucion de la órden del sol sancionada por el mismo. Por último, señores, aqui queda depositado nuestro honor nacional, con el que hemos prometido responder al mundo de la independencia, que procla mamos ¡Quiera el supremo autor de los derechos del hombre, que, si algun dia registrando la posteridad las ruinas de los tiempos antiguos, llegase á descubrir este depósito, lejos de maldecir nuestra memoria, lea con enternecimiento y gratitud la siguiente inscripcion: La primera generacion independiente del Perú

á los siglos venideras!

Monteagudo, que parecia multiplicarse para atender al despacho corriente y á la plantificacion de grandes reformas, no dejaba de darse tiempo para cuidar, que la sociedad patriótica, cuyo presidente era, secundara sus planes monárquicos. Instalada esta corporacion el 12 de febrero, que era el aniversario de Chacabuco, el 18 del mismo mes le hizo aprobar su reglamento, y le propuso tres objetos preferentes de discusion; determinar la forma de gobierno, que mas convenia al Perú, señalar las causas, que habian retar dado la proclamacion de la independencia, y probar la necesidad de sostener el órden. En la sesion del 8 de marzo el presbitero Dr. D. Ignacio Moreno, que por su vasta instruccion y sus principios conservadores habia sido designado para ser el campeon de la monarquia, sostuvo, que la democracia no convenia al Perú, vista su reducida poblacion y su atrasada cultura: su discurso terminó con la sentencia de Homero: no es bueno, que muchos manden, uno solo impere, haya un solo Rey; agradó por lo tanto mucho al protectorado; pero fué oido con gran disgusto por varios socios. El medio racionero Arce, que habia pedido la palabra para impugnarle, comenzó diciendo, que la disertacion le parecia en cierto sentido digna de Bosuet y del siglo de Luis XIV; pero que los argumentos no le convencian y eran los mismos, con que poco tiempo antes se habia tratado de sostener al perfido é ingrato Fernando. Moreno, reclamó de estas palabras como de un insulto, y protestó retirarse, si no eran retractadas; y aun que la contestacion que se dió, no le satisfizo, cedió por que Monteagudo cortó el debate. Preguntando entonces Luna Pizarro, si habria completa libertad para combatir las doctrinas expuestas, dicho ministro contestó afirmativamente, y la misma seguridad se ofreció á los socios por supremo decreto. En la inmediata

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