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sesion, en la que todos esperaban de él un liberal Ꭹ elocuente discurso, guardó Luna Pizarro silencio, cediendo á los consejos de su amigo Unanue; mas el sistema republicano fué bien defendido por D. Manuel Perez Tudela, fiscal de la alta cámara, con aplau so de la numerosa barra. El gobierno, que le habia oido con desagrado, recogió el número del periódico el sol, en que se publicaban los discursos de la sociedad y habia salido el de Tudela; providencia tanto mas chocante, cuanto que se habia dado publicidad á la disertacion de Moreno, quien fué agraciado con una canongia. No se consintió leer un pliego, que en favor de la república habia enviado cerrado el hábil profesor de San Carlos D. José Sanchez Carrion, ni otra memoria trabajada en el mismo sentido por el jóven Latorre, sobrino de Luna Pizarro.

En otras sesiones se trató del segundo punto señalado para la discusion: unos acusaron á Lima de poco patriotismo, y otros defendieron su retardo en pronunciarse por consideraciones de prudencia. Las sesiones de la sociedad, que no funcionaba al gusto del gobierno, ni podia satisfacer libremente las aspiraciones del espíritu público, se hicieron de dia en dia mas lánguidas, y acabaron sin interés alguno. Sin embargo no debe olvidarse, que del seno de esa distinguida corporacion salieron las primeras impugnaciones de la política monárquica.

El protectorado no dejaba de gestionar con varios gobiernos en favor de su proyectada monarquia. En enero habia sido enviado á Guatemala el general D. Manuel Llano, y á Chile marchó el 15 de mayo D. José Cabero y Salazar con instrucciones públicas y secretas. Las primeras tenian por principal objeto: llevar adelante las gestiones de Garcia y Parroissien; reclamar contra las demasias de Cochrane; negociar el reconocimiento de la independencia y celebrar trata

dos de comercio; las secretas se reducian á estos puntos; á que el gobierno chileno se uniformara en ideas al sistema político acordado anteriormente por el consejo de estado; á sorprender secretos, valiéndose del bello sexo, á á ganar los periódicos con dinero ú obsequios para que sostuvieran ó al menos no atacaran la política del Protector; á influir en el alza de derechos de adua na en Chile, á fin de que apareciera mas liberal al reglamento de comercio, del Perú; á ponerse de acuerdo con Mosquera para recabar de aquel gobierno la adhesion á la union americana; á solicitar la venida de una expedición á intermedios; á celebrar tratados secretos y extender sus gestiones á los gobiernos de las provincias argentinas. Al imperio de Méjico fué enviado el oficial mayor Don José Morales Ubalde el 13 de junio con iguales encargos públicos y secretos; pero llegó á aquella capital, cuando ya habia sido depuesto el emperador Iturbide.

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El Comandante D. Antonio Gutierrez de Lafuente partió el 27 de mayo á las provincias argentinas con instrucciones oficiales y recomendaciones particulares, á fin de recabar de los diferentes gobernadores el envio de una expedicion al Alto Perú, que distrajera la atencion de los realistas por la frontera argentina, mientras eran atacados de este lado; el gobierno de Buenos Ayres debia facilitar los principales recursos. La lamentable anarquia, en que estaban aquellas provincias, y la mala voluntad de algunos mandatarios especialmente el último desvanecieron las esperanzas, que al principio habian hecho concebir al comisiona do peruano la buena acogida obtenida en las mas provincias y los ofrecimientos de algunos gefes. En Buenos Ayres fué tratado como un simple correo de gabites, entregándole cerradas las contestaciones oficiales, y se le negó todo auxilio. Los empréstitos particulares, que su celo le hizo solicitar, á mas de ser tan onero

sos, como las circunstancias los imponian, no podian llevarse a cabo por falta de autorizacion, y suma difiá cultad de aplicarlos al fin deseado.

Si San Martin no podia ya esperar apoyo de las attoridades y de las tropas argentinas; estaba seguro de obtener grandes refuerzos de Colombia, cuya completa emancipacion se habia alcanzado por la accion combinada de colombianos y perua hos en la memorable batalla de Pichincha. Desde el mes de febrero la division peruana, puesta á las órdenes de Sucre, habia tomado posesion de Cuen y Loja sin la menor resistencia; pero á principios de marzo, cando ya podia lisonjearse aquel con la esperanza de próximas glorias, recibió Santa Cruz un oficio, en que se le obligaba á retirarse y quedar á la obediencia del gran mariscal Lamar. Esta resolucion, fundada ostensiblemente en la necesidad de rechazar una invasion de Laserna, provino de la violencia, con que Bolívar y otros gefes colombianos procedian en la anexion de Guayaquil. Sucre, que habia procurado aplazar tan enojosa cuestión, se opuso á la mal ordenada retirada, interponiendo su autoridad militar y la fuerza, de que disponia. Santa Cruz se prestó de la mejor voluntad á seguir adelante, y San Martin revccó poco despues su 6rden inconsiderada. De esa manera se alcanzó en la campaña el éxito glorioso, que era de esperar: el mayor Lavalle consiguió cerca de Riobamba contra fuerzas cuadruplas un señalado triunfo precursor de ventajas mas decisivas, y el 24 de Mayo las fuerzas reunidas del Perú y Colombia derrocaron la dominacion espe ñola en el Norte con la espléndida victoria de Pichincha.

El presidente Aymerich, reconociendo la inferioridad de su ejército, habia tomado posicion al pié del Pichincha, a las puertas de Quito, queriendo permanecer á la defensiva, mientras le llegaban refuerzos de

Pasto. Para precisarle á combatir, maniobró diestramente el ejército unido, escalando las escabrosas alturas del volcan, en lo que cupo la parte mas señalada á la division peruana; y habiendo logrado anticiparsele no obstante las enormes dificultades del terreno en la ocupacion de una altura á 4,600 metros sobre el nivel del mar, se travó el memorable combate á las nueve y media del 24 de junio: se peleaba sobre el ardiente crater, cerca de picos nevados, y teniendo por espectadores cuarenta mil quiteños, cuya libertad iban á decidir las ar mas del Perú y Colombia; en bien reñida lucha la tenian ganada á las doce del dia. El enemigo habia dejado en el campo cuatrocientos cadáveres y ciento noventa heridos, en poder del vencedor mil cien soldados, ciento sesenta oficiales, catorce piezas de artilleria, mil setecientos fusiles y otros muchos elementos de guerra; sus restos, que se habian refugiado en el fuerte del Panecillo ó querian huir hacia el Norte, hubieron de rendirse; Aymerich capitulaba al siguiente dia; Quito solemnizó el acta de su independencia y su incorporacion á Colombia el 29; los pastusos, que habian resistido con heroico teson á las armas de Bolívar, cedieron á la fortuna irresistible de la patria.

El Libertador de Colombia en uso de sus facultades extraordinarias recompensó á Santa Cruz con el generalato en aquella república, decretó una medalla para todos los individuos de la division peruana con las inscripciones, Libertador de Quito en Pichincha-Gratitud de Colombia á la division del Perú; los reconoció beneméritos en grado eminente, y se confesó su deudor por una gran parte de la victoria. En 17 de Junio escribió al Protector, expresando los mismos sentimientos y el mas vivo deseo de retribuir el beneficio recibido, prestando al gobierno peruano los mismos y aun mas fuertes auxilios. ""Al llegar á esta capital, decia, despues de los triunfos obtenidos

por las armas del Perú y de Colombia, en los campos de Bomboná y Pichincha, es mi mas grande satisfaccion dirigir á V. E. los testimonios mas sinceros de la gratitud, con que el pueblo y gobierno de Colombia han recibido á los beneméritos libertadores del Perú, que han venido con sus armas vencedoras á prestar un poderoso auxilio en la campaña, que ha libertado tres provincias del sur de Colombia y esta interesantísima capital, tan digna de la proteccion de toda la América, porque fué una de las primeras en dar el ejemplo heróico de la libertad. Pero no es nuestro tributo de gratitud un simple homenaje hecho al gobierno y ejército del Perú, sino el deseo mas vivo de prestar los mismos y aun mas fuertes auxilios al gobierno del Perú, si para cuando llegue á manos de V. E este despacho, ya las armas libertadoras del sur de América no han terminado gloriosamente la campaña, que iba á abrirse en la presente estacion.

Tengo la mayor satisfaccion de anunciar á V. E.; que la guerra de Colombia está terminada, y que su ejército está pronto á marchar donde quiera que sus hermanos lo Îlamen, y muy particularmente á la patria de nuestros vecinos del sur, á quienes por tantos títulos debemos preferir, como los primeros amigos hermanos de armas."

Ꭹ .

Abundando en iguales sentimientos escribió Sucre al ministro de la guerra: "Nada será ciertamente mas lisongero á Colombia, que los mismos soldados que unidos dieron la libertad al primer pueblo de la república, que proclamó su independencia, se vean otra vez como camaradas en la Paz, que dió el mismo ejemplo en el Perú. Los estandartes, que la for tuna y la gloria ligaron para siempre sobre el Pichincha, es justo, que se hallen alguna vez unidos y triunfantes en la tierra de los Incas. ¡Dichoso yo, si puedo ser testigo de este lazo, y de todos los lazos, que ha

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