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EXPOSICION

DE LOS SENTIMIENTOS DE LOS FUNCIONARIOS PUBLICOS, ASI NACIONALES COMO DEPARTAMENTALES Y MUNICIPALES, Y DEMAS HABITANTES DE LA CIUDAD DE BOGOTA, HECHA PARA SER PRESENTADA AL LIBERTADOR PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.

La gloria de V.E. està ya identificada con la libertad de su patria... Así los mas zelozos amigos de la libertad de Colombia, son necesariamente los mas ardientes amigos de la gloria de V. E.

Excmo. Sr. Libertador y Presidente de la

república.

DESDE que se tuvo noticia del extraño y funesto acontecimiento de Valencia, todos los amigos de la estabilidad, del orden público y de la gloria de su patria, formaron la mas lizonjera esperanza de que no seria muy difícil serenar aquella turbacion. El origen, los motivos, los medios por los cuales se habia realizado, eran tan oscuros y criminales que atraian sobre él el descrédito y la indignacion : no tenia siquiera un objeto fijo y determinado que le diese un punto de unidad, deslumbrase las miradas de los pueblos y fuese capaz de formar un partido considerable. Para no dar á este suceso la importancia de que carecia, el gobierno prefirió las medidas prudentes, y se creyó que en todo caso bastarian el influjo de las leyes y el nombre de V. E. sin necesidad de llegar nunca á los horrores de la guerra civil.

Estribaba esta confianza en los mas seguros fundamentos. V. E. habia sido el Libertador de estos pueblos por su influencia se habian unido en un solo cuerpo de nacion: V. E. habia promovido y favorecido la reunion del congreso constituyente: habia mandado ejecutar la constitucion: V. E. habia jurado solemnemente guardarla y sostener su inviolabilidad por diez años.

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Los sucesos de Guayaquil y Quito fueron mirados con el desprecio que se merecian: aparecia claramente la obra de solo cuatro intrigantes y facciosos no se descubria en ellos sino una sérvil y ridícula imitacion, inconsecuencias y contradicciones que causan rubor. Habiamos visto á estos mismos pueblos tres años antes, al recibir su libertad, hacer reuniones espontáneas y que nadie les exigió, para ratificar las instituciones y las leyes de la república, dictadas antes de su incorporacion. Algunos dias despues de haber pedido tumultuariamente que Colombia se dividiese en estados federativos; por una rara é inexplicable versatilidad, oimos que ya no aclaman sino una concentracion mas fuerte, que piden un dictador, la constitucion boliviana, y que la inmensa y gloriosa Colombia, que de nadie necesita, que se ha hecho independiente por sus únicos esfuerzos, excluyendo tambien los de Quito y Guayaquil, que esta patria de republicanos mendigue magistrados eternos, y su incorporacion á otros estados que sin su brazo estarian en las cadenas.

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Entretanto, los demas departamentos de la república no solo se mantenian fieles á la constitucion y al gobierno, sino que miraban con horrory escándalo los delirios de los disidentes,y protestaban no consentir nunca en la profanacion del sagrado pacto de Colombia. Las sugestiones y maniobras de los rebeldes y de sus agentes y espias, eran desechadas y denunciadas. Se habian distinguido particularmente el departamento de Maturin, la mayor parte del de Orinoco, y los generales Bermudez, Arismendi, Urdaneta, Guerrero y tantos otros. Era conocida la uniforme opinion y consagracion por la inviolabilidad de la constitucion, de los departamentos del Magdalena, Istmo, Cundinamarca, Boyaca, Cauca y el del Zulia, en cuya capital habia sido frustrado el proyecto de unos pocos criminales; y lo que es mas notable, se sabia que en la misma cuna del primer movimiento, en la ilustre Venezuela, los facciosos estaban destituidos de partido, divididos y desacordes entre sí mismos, y abandonados de todos los buenos ciudadanos: los últimos acontecimientos eran de tal naturaleza, que anunciaban el mas próximo restablecimiento del orden público: se habia separado el batallon Apure con el general Macero y una multitud de beneméritos oficiales y de honrados eiudadanos: en los demas cuerpos de las tropas que tenia á sus ordenes el general Paez existian las mismas disposiciones: y los votos de casi todos los magistrados, gefes y personas de influencia estaban por el gobierno y en contra de aquellas turbaciones

. Tal cra el consolador estado de las cosas: la insurreccion originada en un punto de Venezuela iba a ser extinguida por los mismos venezolanos: los disidentes mismos imploraban ya la indulgencia. Este suceso iba á tener el resultado mas briHlante en favor de la república. ¡Que gloria para ella que aquellas armas, que se habian pretendido emplear contra las leyes,fuesen las restauradoras de su imperio, que los propios ciudadanos de cuyo nombre se abusaba hubiesen vuelto por su honor y por el de su patria, y que un general tan justamente respetado y querido por su valor extraordinario y sus reelevantes servicios, se hubiese visto abandonado en el momento que habia hecho traicion á las instituciones y á las leyes! Colombia iba á presentarse á las naciones llena de un justo orgullo, como una nacion perfectamente consolidada y vigorosa; cuyos destinos no dependian de ninguna influencia particular, cuya suerte no estaba en manos de ningun hombre. Tal vez el pronto resultado hubiera sido el reconocimiento solemne de aquellas naciones europeas que no le han prestado; y acaso de la misma España, desengañada en fin, por un golpe tan decisivo.

En tan halagüeña perspectiva, un periódico de Guayaquil nos trasmite una carta del secretario de V. E. á aquel intendente, que parece aprobar el primer movimiento de aquella ciudad, y que ofrece la constitucion de Bolivia como la profesion de fe política de V. E. Sucesivamente se asegura que

los ulteriores movimientos son hechos tambien conforme á su voluntad. Llega despues el correo de Cartagena, y vemos la acta celebrada por aquel pueblo, en que el alcalde municipal 1°., cuya opinion en contrario habia sido tan solemne y aplaudida en los dias anteriores, propone que se revista á V. E. de facultades extraordinarias, afirmando que sabe por personas respetables y de poder que esta es la voluntad del Libertador. Esto mismo se afirma en toda la correspondencia que viene, añadiéndose que ha llegado con cartas de V. E. un comisionado, Leocadio Guzman.

Es imposible pintar la extraordinaria y rápida impresion que hicieron en los ánimos noticias semejantes, y con particularidad la ocurrencia de Cartagena y aun del Istmo, de cuyas excelentes disposiciones en favor del orden constitucional, estabamos bien seguros. Era tan grande la confianza que teniamos del heróico desprendimiento de V. E. y de su religioso sometimiento á las leyes, eran tan multiplicadas y decisivas las pruebas de todo género que habia dado V. E. durante el curso de su dilatada y brillante carrera política, que la sorpresa, la confusion y los sentimientos alternativos dominaban nuestras almas.

¿Seria posible que faltase V. E. un instante á sus juramentos? Seria posible que dividiese la causa ¿ de los culpables? ¿Podriamos persuadirnos que cuando la opinion de la gran mayoría de la repú blica estaba tan fuertemente unida al rededor del

T. VIII.

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