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hijo, yacian presos en un cuartel desde algunos meses atras. Hé aquí la causa i pormenores de la prision de esos hombres, en el sentir del cronista Parreño:

"El 19 de junio llegó expreso de Ibarra, avisando como se habia apresado á don Pedro Calisto, á su hijo don Nicolas, á su yerno con otros tres compañeros, sesenta negros con lanzas, cuarenta mulas cargadas de dinero, balas, pólvora, etc, en el pueblo de Tusa; porque iba á reunirse con los pastusos para venir á esta ciudad (Quito) á atacarnos i acabar con todo el vecindario i sus bienes."

Miró pues el gobierno como de absoluta necesidad librarse cuanto antes de dos inplacables enemigos de su causa, porque, en el supuesto de ser vencido, habian de perseguir con mas empeño a los comprometidos en la revolucion, segun el decir del continuador de Ascarai, i mandó fusilarlos en la misma noche que el ejército entró en Quito, i en el mismo cuartel que ocupaban los presos. Don Pedro, hombre de entrañable fé, se presentó sereno i se arrellanó en la silla en que iba á morir convencido, si no seguro, de que habia de ser santificado por su martirio. Don Nicolas, el hijo, asomó sobrecojido i temblando, aunque mui luego fué animado con la presencia de su padre i con algunas palabras de consuelo que le dirijió piadosamente i con la mayor calma. Una descarga hecha por las dos escoltas á una sola señal redujo á cadáveres sus cuerpos.

El historiador Torrente, en cuyas narraciones se palpa con frecuencia el vivo deseo de enaltecer la memoria de cuantos ingratos americanos combatieron contra su patria, compara á

don Pedro con Junio Bruto, ralata sucesos que no ocurrieron i transcribe testualmente, por su cuenta, discursos que no se pronunciaron. Vivos estan el coronel Flor, entónces ayudante de campo, i el alferes Vicente Guerrero, oficial de una de las escoltas que hicieron las descargas, ambos testigos presenciales i ambos de todo en todo conformes con lo que dejamos relatado.

V.

Tras una noche de conflictos i angustias, se ocupó el jeneral en jefe en fortificar la ciudad, obrando desde el amanecer con toda actividad i dilijencia. Quito en cuya entrada por el sur domina el montezuelo Panecillo, alto de 3161 metros sobre el nivel del mar, conservaba un fortin provisto de municiones de guerra, con la ventaja que por el lado que venia el enemigo es casi perpendicular. Resguardado así el fortin por su propia altura, colocó Montúfar la mayor i mejor parte de sus fuerzas en la entrada de Sansebastian, otra en la de la Magdalena i otra de jente colecticia con unos cuantos muchachosi hasta algunas mujeres sobre el Panecillo, al mando del abogado don Ignacio Ortiz, mas bien con el objeto de que hicieran bulto que propiamente con el de defender un punto de suyo inaccecible. El Panecillo, defendido por sus flancos oriental i occidental, i con los pelotones de Ortiz, dueños de cuatro ó seis cañones, se consideró como un formidable baluarte.

Bien por política ó porque realmente el jeneral español era hombre de humano pecho, tuvo la

cordura de dirijir al comandante en jefe i á las autoridades civiles i eclesiásticas una intimacion enér jica i perentoria por la cual debian rendirse si, no apreciando los buenos afectos que manifestaba, insistian en oponerle resistencia: "Los sentimientos de humanidad de que estoi animado, dice el oficio, no me permiten mirar con indiferencia la destruccion de esa ciudad; por lo que me ha parecido conveniente intimaros la rendicion en el término de tres horas, si quereis salvar vuestras vidas, bienes i haciendas; i de los desastres que resulten de la menor resistencia haré responsables, despues de los gobernantes, á los párrocos i prelados de las relijiones, si no hiciesen conocer su peligro á ese pueblo preocupado.--Campamento real en el puente del Calzado, á las ocho de la mañana del dia 6 de noviembre de 1812.-Toribio Móntes.-Señor comandante militar de la ciudad de Quito.-M. I. C., justicia i rejimiento de Id. -M. V. dean i cabildo de la santa iglesia catedral de idem." Curiosa, como se ve, es la direccion dada al oficio, por lo cual le hemos insertado desde el principio hasta el fin.

Por desatentadas i vanas, ya que no ridículas, se tuvieron las amenazas é intimacion de Móntes, i acordaron despreciarlas. Asistíales derecho para defenderse, contaban con huestes, si no bien armadas i aguerridas, numerosas i entusiastas, i usando del mismo lenguaje i tono, contestaron haciéndole iguales amenazas é intimacion. Trascribiremos las dos contestaciones que dieron, porque una i otra, á cual mas, son de curioso interes para penetrar bien la índole de esa época atrasada.

Contestacion del comandante en jefe:

"La fidelidad que este pueblo jeneroso i su go

bierno han profesado al señor don Fernando VII, á quien tantas veces se ha jurado i reconocido, no le permite mirar con indiferencia ocupadas estas bellas porciones de sus dominios por una gavilla de bandidos i sus intrusos mandatarios; ni ménos el que la relijion santa de Jesucristo sea desterrada de ellas por los emisarios del usurpador Napoleon. En su consecuencia, dentro de dos horas de recibido este evacuareis el territorio que habeis profanado contra el derecho de jentes i sin acreditar el título de vuestra mision, aun cuando sea cierto proceda de los mercaderes de Cádiz."

"Tales son, en contestacion á vuestro exhorto, los sentimientos de este pueblo fiel, de sus representantes i de todo el ejército que tengo el honor de mandar.-Quito i noviembre 6, á las diez de la mañana de 1812.-Carlos Montufar.-Señor don Toribio Móntes."

Contestacion del pueblo quiteño:

"Si no estuviese persuadido este pueblo fiel i relijioso que el estilo de los piratas, que solo miran en sus empresas las vergonzosas pasiones de la ambicion ó el interes, es el que se lee en vuestro oficio, nunca creeria que os atrevieseis á insultar los sagrados derechos que ha proclamado esta ciudad por el cautiverio de nuestro amado monarca, el señor don Fernando VII de Borbon; pero nada debe estrañarse de un hombre sin principios de relijion ni de política, i que aspira á formar su suerte con el robo, el asesinato i los demas exesos i crímenes de un hombre corrompido. Mas os engañais con la turba de facinerosos que se os han asociado, pues los individuos de este supremo gobierno, las corporaciones, el venerable clero, la nobleza, el pueblo bajo i las tropas de esta plaza, se hallan prontos á

manifestar á la faz del universo que no es fácil subyugar á hombres resueltos que pelean por su libertad; i en su virtud, se os intima que dentro de dos horas desocupeis estos territorios, en intelijencia que de lo contrario ni vos ni vuestras tropas tendreis cuartel, pues se han dado las providencias convenientes para que no escape ninguno.-Quito i noviembre 6 de 1812.-El pueblo quiteño.-Se ñor don Toribio Móntes."

El cabildo no dió contestacion ninguna.

Los tres dias empleados por Móntes en descubrir campo i en hacer algunas tentativas, aunque flojas, contra los fuertes defendidos, bastaron para que los patriotas tuvieran tiempo de fortificar la ciudad de un modo al parecer mui provechoso. Todas las calles de las entradas fueron obstruidas con piedras i maderos gruesos, los balcones de las casas se cubrieron con colchones, se repartieron entre las de mas bulto algunas granadas, pistolas i cohetes de anzuelo, i se taladraron las paredes de medianeria para la recíproca comunicacion de ellas. Don Juan Larrea, haciendo de injeniero, halló medios de poner en accion las escopetas i fusiles viejos, colocándolos sobre caballetes jiratorios. El pueblo estaba animado de entusiasmo; nada faltaba i todo parecia bien arreglado.

Pasados los tres dias, el jeneral español, viejo soldado desde 1766 que habia encanecido en los campamentos, se presentó el 7 de noviembre con su ejército en via recta hácia la base meridional del Panecillo que la ocupó, librando así á su tropa del fuego de los cañones puestos sobre la cumbre del monte, como del de los costados de Sansebastian i del arco de la Magdalena, que quedaban distantes." Destacó de seguida una de sus divisiones por el Ma

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