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i los patriotas, al saber su aproximacion, comprendieron que su desacuerdo iba á perderlos sin remedio, si no cortaban el mal con tiempo. Mostráronse, pues, arrepentidos de sus faltas, se dieron jenerosas i recíprocas satisfacciones i se abrazaron, resueltos á obrar de acuerdo contra el enemigo comun, á cuyo encuentro salieron inmediatamente.

Sámano, que habia pensado no tener que perseguir sino á los fujitivos de Quito, se sorprendió al tropezar con tropas regulares al parecer, i resueltas á disputar sus triunfos. Su sorpresa subió á mas cuando observó que se hallaba rodeado de multitud de enemigos por todos sus contornos, en circunstancias de tener atrasados los pertrechos. En tal apuro, escojitó el arbitrio de hacer flamear una bandera blanca, i luego el de provocar á una reconciliacion, manifestando que era absolutamente necesaria entre hermanos, hijos de una misma madre. Montúfar i otros capitanes, confiando en la sinceridad de lo propuesto, se le acercaron contentos con la esperanza de dar fin á una guerra de tres años que habia llegado á colocarles en apurados trances. El aislamiento á que estaban reducidas las provincias insurreccionadas, la falta de los mas de los artículos de primera necesidad, como papel, cacao, arroz i principalmente la sal, falta que habia desesperado á los pueblos, i la dificultad de proporcionarse armas i municiones; tenian ya convencidos á sus caudillos de lo intempestivo de la revolucion i de la impotencia de sostenerla, i andaban ansiando por terminarla.

"Sámano, veterano diestro para la política i

la guerra, dice el informe del coronel Francisco Flor, viéndose cercado de fuerzas numerosas, adelantó una bandera blanca i provocó á tratados. El coronel Montúfar i algunos otros señores se acercaron á Sámano, i á pocos momentos oimos víctores de paz en ambos ejércitos. Los tratados debian celebrarse en Ibarra.'

Los preliminares se ajustaron en el mismo campo del encuentro, en el punto llamado Loma de Paila, habiendo Sámano ofrecido delante de los cielos mediar con Móntes para que ningun mal se siguiera á la provincia, para que á nadie se persiguiera, se corriese un velo impenetrable sobre todo, i que en garantia él mismo se consignaria con su tropa, encuartelándose dentro de Ibarra, como Montúfar se lo impuso (*).

Tan formal i sincera parecia la paz que los dos ejércitos caminaron juntos hasta Sanantonio, donde Sámano, en son de dar descanso i raciones á sus tropas, pidió i obtuvo quedarse allí, mediante la oferta de que al dia siguiente se presentaria en Ibarra. Los patriotas, víctimas de la credulidad del tiempo de la patria boba, confiaron en su palabra sin tomar ninguna prenda de seguridad, i le dejaron en Sanantonio.

Sámano, militar antiguo i hábil, conoció durante el camino de Atontaqui para Sanantonio que los soldados de Montúfar, con cortísimas ecepciones, eran colecticios, incapaces de resistir á su escojida division, i desde que se vió libre de ellos principió á fortalecerse en este pueblo cerrando las bocacalles, montando ca

(*) Sal. Recuerdos.

ñones, formando cartuchos i echando postas sobre postas en toda la noche á que se apurase el camino de los pertrechos atrasados. El cura de la parroquia, patriota que alcanzó á conocer la perfidia del capitan español, dirijió un oportuno aviso al coronel Montúfar informándole de cuanto habia presenciado. Difícil, si no imposible, pareció á los jefes republicanos que un hombre de la categoría de Sámano manchase tan ignominiosamente su palabra, i tuvieron el aviso por falso; mas como de seguida se repitiese por otros conductos i con otros pormenores, les fué forzoso consentir en lo que no creian, i se determinaron á combatirle.

Dividiéronse las fuerzas patriotas en cuatro colunas, que respectivamente fueron puestas á órdenes de Montúfar, de Calderon, de Gullon, frances que desde bien atras andaba al servicio de la patria, i de Polit, i se vinieron sobre la marcha á Sanantonio por diferentes puntos para caer á un tiempo sobre Sámano. Polit, al parecer, habia precipitado mas su marcha, pues fué por el punto que él debia acometer [el cementerio del templo] por donde tronaron los primeros tiros. Los capitanes Chiriboga i GuIlon, i los oficiales Núñez i Moscoso, que rejimentaban un escuadron, apresuraron tombien su marcha al oir el ruido del combate, i sin detenerse un instante acometen con tanto arrojo, que dentro de cinco minutos se hacen dueños de los cañones montados en la plaza, matando á unos cuantos de sus defensores, i obligan á los demas á refujiarse dentro del templo, edificio que Sámano habia convertido en fortaleza. Gullon fué mortalmente herido en el combate,

pocos dias despues hecho prisionero, i luego fusilado por advenedizo.

Metido Sámano dentro de las paredes del templo lanzaba á caso hecho tiros mortíferos desde las claraboyas i ventanas, i sus soldados los arrojaban chanceándose como seguros de no estar espuestos al fuego de sus enemigos: "Insurjentes, allá va la epistola de San Pablo; allá va esa antifona, decian al soltarlos, aludiendo al papel de los misales con que habian fabricado los cartuchos, trabajados no mas que en la no

che anterior.

Conserváronse aun así imponentes los patriotas casi todo el dia, sosteniendo un incesante fuego, bien que inútil, seguros de rendir al enemigo de hambre al andar de dos dias á lo mas. Sámano, cambiadas las circunstancias, no habria fluctuado en incendiar el templo i quemar vivos á los insurjentes; mas estos, propiamente cristianos i temerosos de Dios, respetaron su casa, contentándose con esperar á que el mismo Sámano se rindiese.

Veamos como se esplica el continuador de Ascarai en estos trances, i como nos hace saber los resultados del combate de Sanantonio. "Se rompió el fuego que se sostuvo de una i otra parte con tenacidad por muchas horas; mas como los quiteños peleaban con arrojo i aun con desesperacion, estrecharon de tal modo á las tropas de Sámano, que se vió en la necesidad de replegarse á la iglesia, formando en este sagrado edificio una bateria invencible, porque, abriendo troneras en las paredes, podia ofender con la seguridad de no ser ofendido. Pero como se le acabaron los pertrechos i no podia continuar

la defensa de aquel asilo, resolvió rendirse á discrecion, para lo que habia reunido á consejo de guerra á los jefes i oficiales de su division. Acabado el dia cesó el fuego, i por la noche corrió entre la tropa quiteña la voz de que se acercaba otra division en ausilio de Sámano. Bastó este vago rumor, esparcido entre las tropas liberales que ocupaban diferentes puntos, para que se diera la orden joneral de retirada á Ibarra. Cuando Sámano estaba en los conflictos de esperar el dia para proponer su rendicion, se encontró libre de todo peligro i sin un solo soldado al frente. Su gozo fué inesplicable, tanto por este feliz incidente, cuanto porque aquel mismo dia le entregaron algunos cajones de pertrechos que habian sido interceptados por los indios de las inmediaciones del pueblo de Sanpablo. Reanimado con tan favorables acontecimientos, pasó al dia siguiente á Ibarra, en donde la desmoralizacion se habia apoderado de las tropas liberales. La diverjencia de opiniones entre los jefes, la dispersion de los soldados, la escasez de elementos de guerra, i en fin todo concurria á obligar se tomaran medidas pacíficas: con este objeto los señores marques de Villa Orellana, don Carlos Montúfar i don Manuel Matheu dirijieron á Sámano un oficio proponiéndole una capitulacion que restableciese la armonia i union entre los americanos i españoles que luchaban por la misma causa, esto es por Fernando VII. Aunque Sámano conoció que aquella aparente sumision al rei venia del estraordinario apuro en que se hallaban los revolucionarios, dió cuenta al señor Móntes, i sin conceder tregua alguna se dirijió á ocupar á Ibarra, de donde fugaron eu

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