Imágenes de páginas
PDF
EPUB

las diez del mismo dia á que elijiese las nuevas autoridades. Reunido el pueblo en asamblea, proclamó entusiasta á Cordero de jefe superior de la provincia; i esto le era por demas debido, porque él no solo fué el alma sino tambien el brazo que habia conducido la revolucion á tan buen término. Su mérito subió de punto cuando, urjido, acariciado i rogado para que admitiera el cargo, supo resistir i resistió con firmeza sin admitirlo.

Desechado el cargo por Cordero, formaron una Junta gubernativa, compuesta de los señores Escobedo, presidente, doctor Vicente Espantoso, patriota i hábil jurisconsulto, i Jimena. Fué nombrado secretario con voto el doctor Luis Fernando Vivero, escritor bastante conocido en América por sus obras, i de mui vasta instruccion. La junta dió un decreto convocando al colejio electoral de la provincia, i un mes despues (8 de noviembre), reunido este colejio dió una constitucion provisional i formó otra Junta suprema que se compuso de los señores Olmedo, Jimena i Francisco Roca, presidente i vocales, i del doctor Francisco Márcos, secretario.

La junta gubernativa, que comenzó á obrar con la actividad que requerian las circunstancias, despachó á Villamil con la comision de que fuera á poner en conocimiento de lord Cochranne la noticia del cambio efectuado en Guayaquil, i al mayor Letamendi en el de Sanmartin. Cochranne, como veremos en otra parte, era el jefe de la espedicion marítima organizada en Chile contra el Perú.

El jeneral Sanmartin i Cochranne apreciaron como debian la insurreccion de Guayaquil

i festejaron esta noticia con entusiasmo, pues ya podia contarse con que los patriotas de esta ciudad impulsarian la opinion de los pueblos setentrionales del Perú, i con que la escuadra chilena tendria una provincia amiga en las cercanías donde estaba obrando.

Con la misma dilijencia despachó la Junta al frances, capitan Savayen, con la comision de que fuera tras el jeneral Bolívar á participarle la revolucion de Guayaquil. No sabemos si Savayen tocó personalmente con el Libertador; pero ello es que luego como supo este los acontecimientos habidos en el sur del vireinato, dispuso que viniera un escuadron de Guias de los mas afamados de Colombia. Por desgracia, salieron solo treinta i cinco, bien que con el jeneral Mires, español i republicano fogoso, i con los tenientes Moran i Pombo.

Repetidas i premiosas, por no decir importunas, eran, entre tanto, las cartas que dirijian los patriotas de lo interior á los de Guayaquil desde que supieron el buen exito de la proclamacion del 9 de octubre, empeñando á los del gobierno á que cuanto antes se organizara un ejército i saliera á combatir con las fuerzas realistas. Fuéronse para la costa unos cuantos serraniegos á ofrecer sus servicios i vestir las armas; i la junta, deseosa de corresponder á estos afanes con prontitud, formó su ejército mal organizado todavia, i se resolvió en mala hora á salir á campaña en busca del enemigo. Verdad es que Aimerich, militar de poca reputacion i embarazado en Pasto con los negocios de Calzada, no era enemigo que podia temerse; pero contaba con distinguidos capitanes i, sobre todo, con una caballería lucida,

de las mejores que entre nosotros se han visto aun despues de la independencia.

Secreto i no descubierto hasta el dia es el motivo porqué el capitan Cordero, el héroe del 9 de octubre, no fué puesto á la cabeza de ese ejército, i mas cuando sabemos que, á consecuencia de un atrevido movimiento hecho á retaguardia de una partida de tropas realistas, situadas en Camino real, i del triunfo que contra ellas obtuvo, se le habia ascendido á coronel. El famoso dicho frances, la revolucion es como Saturno que devora a sus propios hijos, principiaba tambien acá á ponerse en práctica, i la suerte de tantos de los hombres mas distinguidos en la guerra de la independencia prueba por demas tan aterradora verdad.

Sea de esto lo que fuere, el capitan Urdaneta, hijo de Coro en Venezuela, ascendido tambien á coronel, fué puesto á la cabeza del ejército patriota. Urdaneta, á quien conocimos despues, pudo tal vez haber valido algo cuando jóven, pues la toma del cuartel del Daule prueba á lo ménos su arrojo. Lo que fué posteriormente lo darán á conocer sus hechos, segun adelantemos en la narracion; pues no le veremos, las mas veces, sino causándonos daños ó poniéndonos en mui graves conflictos. El jeneral Míres se habia retrasado en el camino, que de otro modo, él, de seguro, se habria hecho cargo del ejército.

X.

Sucesos de menor monta, pero en todo caso recomendables, son los combates navales habidos en las aguas de Puná i Punta Galera que, aun

que anteriores á la proclamacion de Guayaquil, tuvieron lugar en su territorio. Contábase como un año que el comandante Juan Illingrot, corsario al servicio de Chile, se andaba haciendo presas en el Pacífico i comunicándose con los independientes de otras secciones americanas. Mandaba la corbeta Rosa de los Andes, de 36 cañones, de 175 infantes bajo las órdenes del capitan Desseniers, i de 35 artilleros bajo las del alférez Fierro Calvo, chileno de nacion. Hallábase Illingrot en las aguas de Puná cuando el 24 de junio de 1819 se encontró con la fragata Piedad, de la cual habia deseado huir por ser en todo mui superior á su corbeta; mas ahora, estrechado ya por el encuentro, arrió la bandera española con que navegaba, i enarboló la de Chile para combatir. La Piedad, al observar este cambio, se puso en facha, cual estaba ya la Rosa, i de seguida se asestaron terribles i repetidas andanadas. Gravísimas fueron las averias que padeció la Rosa, pues quedaron muertos ó heridos mas de los dos tercios de la tripulacion, las velas hechas jirones, inutilizados el timon i el baupres, i aun abiertos algunos agujeros en el casco. Pero sin duda que no fueron menores las averias de la Piedad cuando, con ser tan superior á la enemiga, léjos de atreverse á abordarla, se apartó del punto del combate.

Por la noche se ocupó Illingrot en reparar cuanto pudo i como pudo las averias de su buque, i ya recompuesto, confió en que no seria apresado i se burlaria de la persecucion del enemigo. Dos buques balleneros que encontró le proporcionaron el medio de reparar la jente que habia perdido en el combate, i receloso de que,

sabido esto en Guayaquil, despacharian en su persecucion las fragatas Prueba i Venganza, hizo rumbo para las solitarias islas de Galápagos. A cosa de un mes se puso en estado de seguir el corso, i despues de haberse tomado la isla Taboga con cuanto tenia su guarnicion, asaltado á Guapi, en el Chocó, i hecho algunas presas en hombres, buques i armas, logró que, con motivo de este asalto, proclamaran su independencia los pueblos de Micai, Iscuandé, Buenavista i Tumaco.

Deseando las autoridades de Guayaquil recobrar el Chocó, despacharon la fragata de guerra Prueba, de 52 cañones i 550 hombres de tripulacion, i el 12 de mayo de 1820 fué á dar esta con la Rosa de los Andes en las aguas de Punta Galera. Illingrot, que conocia la superioridad de la fragata por mil respectos, procuró atraerla á los bajos i arrecifes de la costa para balancear así las ventajas de los enemigos; mas estos comprendieron el intento i lo esquivaron, i al dia siguiente obligaron á la corbeta á combatir con todas las desventajas en contra. Harto bien se sostuvo el corsario con sus acertadas maniobras, i cuando todavia esperanzaba salir airoso del combate fué herido de un astillazo terrible, i se vió obligado á remontar las aguas del Iscuandé. La falta de conocimientos prácticos de este rio hizo que encallara su corbeta, i fué abandonada por la tripulacion. Illingrot desde entónces se puso al servicio del gobierno de Colombia, i despues al del Ecuador.

Durante las correrias que acabamos de relatar debió el tan entendido marino Illingrot descubrir la comunicacion interoceánica entre el

« AnteriorContinuar »