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como convenia a los intereses personales de tantísimos aspirantes; cargó sobre sí toda responsabilidad i concentró la accion del poder público en solo él, porque conceptuó que sin una cabal enerjía, que no podia darla sino la union, tampoco podia sostenerse la república. Nueva Granada i Venezuela, cual mas cual ménos, habian sido sucesivamente víctimas de aquel sistema desacorde i sin accion que, enflaqueciendo a sus gobiernos, fortalecia por consecuencia al enemigo. Los resultados absolvieron la osadia de Bolívar, i la historia, imparcial i justiciera, tiene igualmente que absolver su ocasional i por entonces provechosa rebeldía.

Para redondear su plan de campaña ordenó que el jeneral Urdaneta se incorporase al coronel Girardot en Valencia, donde tenia las mejores tropas, i mui luego se trasladó él mismo a esta plaza con el fin de abrir las operaciones contra Portocabello. Pidió, para esto, al jeneral Mariño una escuadrilla ausiliar, i ademas algunas fuerzas terrestres con que perseguir a los realistas acampados de nuevo en las llanuras de la antigua provincia de Ca

rácas.

Urjia la necesidad de desalojar a los realistas de Portocabello, i desde el 26 de agosto principió a estrecharle con la ocupacion de Vijias i los afueras de la ciudad, despues de empleados mui recios ataques. Por entónces ya Bolívar pudo disponer de tres bergantines i tres goletas, i con estas naves completó el asedio, reduciendo a Monteverde a la pasiva ocupacion del castillo de Sanfelipe i de las estacadas puestas hácia la parte interior de la plaza. Corrian i corrian los dias en combates ciales, a veces llevándose los republicanos la victoria contra los realistas, a veces al revés, hasta que

par

Bolívar dispuso un ataque atrevido contra las murallas del castillo. Por desgracia, no solo fué infructuoso, sino demasiado sensible por la pérdida de tantísimos que cayeron muertos, i porque fueron rechazados los demas. En estos dias, atendiendo Bolívar a los clamores de la humanidad, propuso de nuevo el canje de algunos prisioneros, con el fin de provocar así a la regularizacion de la guerra, i recibió por contestacion: "Que solamente se haria el canje entre subalternos, persona por persona, protestando fusilar dos prisioneros patriotas por cada europeo que muriese en poder de los republicanos que mandaba don Simón Bolívar. En vano se intentó conmover a Monteverde con la amenaza de que se haria perecer á los seis mil hombres que, entre españoles i canarios, estaban en poder de los patriotas, luego como se supiera que un solo americano habia sido sacrificado; en vano insistió Bolívar en su primera solicitud hasta conviniéndose con dejar libres dos europeos por un criollo; porque Monteverde se negó impío i con tenacidad al canje del coronel Jalon, i aun mandó aprehender al comisionado Ortigoza. Continuaron pues los fusilamientos, i continuó activo aquel sistema de guerra, baldon de cuantos le conservaron.

El asedio de Portocabello siguió estrechándose con mas i mas vigor. Pero careciendo Bolívar de los elementos necesarios para un asalto, habiendo por otra parte asomado las calenturas endémicas a menoscabar las pocas fuerzas sitiadoras, i viéndose en la necesidad de atender a las provincias de lo interior que nuevamente se declararon por la causa realista, en circunstancias que Portocabello acababa de ser reforzado por una espedicion española, compuesta de seis buques de trasporte, protejidos

por una fragata de cuarenta cañones i una goleta de guerra; Bolívar, decimos, dió órden de levantar el sitio, i se retiró triste i disgustado.

Los tenientes de Bolívar, entre tanto, habian obtenido algunos triunfos, i merced a ellos se reani mó i pudo esperar tranquilamente la convalecencia de los apestados en Portocabello. Entónces fué cuando publicó aquel célèbre Manifiesto, resúmen breve de las crueldades de Monteverde, para deducir de la enormidad de ellas la justificacion de su conducta i la necesidad de seguir la guerra a muerte. Su constante anhelo de manifestar que se veia forzado a emplear las represalias, prueba a lo ménos que Bolívar sentia de todo corazon los golpes que descargaba contra la humanidad.

Multitud de partidarios realistas se habian levantado, mientras tanto, por todos los contornos, llegando a participar de esta revuelta las provin cias setentrionales de N. Granada, i cortando por consecuencia la correspondencia con el gobierno de la Union. Los pueblos de Venezuela no podian sacudirse del prestijio colonial labrado por el singular reposo i arraigados hábitos de tres siglos, i violentados entónces por los reclutamientos, exacciones i mas vejámenes consiguientes a todo estado de guerra, i de guerra a muerte, era bien difícil que

realmente se sacudieran.

Fortalecido Monteverde con los ausilios que recibió de la Península, i mas alentado todavia con la retirada de Bolívar, salió de sus atrincheramientos con mil seiscientos hombres, i se acampó a dos leguas de Bolívar, en circunstancias que este deseaba lidiar a campo raso para aprovecharse de su exelente caballeria. En consecuencia, Bolívar mandó que Girardot, Urdaneta i D' Elúyar cargasen

contra la vanguardia enemiga, i portándose estos jefes con suma bizarría cerraron con ella i la desbarataron; bien que con el sentimiento de que el primero quedó sepultado en el mismo campo de victoria. El Ecuador conoció mas tarde el distinguido cuerpo que llevaba su nombre en memoria de aquel valiente granadino.

Monteverde, sin desalentarse por este fracaso, permaneció en Trinchéras aguardando que los republicanos le atacaran, hasta que efectivamente el 3 de octubre fué derrotado i desalojado por D' Eluyar, i tuvo que volver herido a encerrarse en Portocabello. El asedio de esta plaza volvió, por lo mismo, a restablecerse, i Bolívar, partiendo para Caracas a consolidar la organizacion del gobier no, encargó al mismo D' Eluyar el rendimiento de aquella ciudad.

Una asamblea que reunió el gobernador de Carácas proclamó a Bolívar Capitan Jeneral de Venezuela i su Libertador i, andando los tiempos, otros pueblos soberanos le confirieron tambien los mismos títulos.

V.

El coronel español, Campo Elias, puesto al servicio de la república con suma decision, acababa de obtener un rematado triunfo combatiende contra Bóbes, aquel sanguinario, al par que valiente, activo i emprendedor, cuya mala fama se estendió hasta los pueblos de la presidencia de Quito.

Como los sucesos ocurridos en la parte occidental fueron distintos, el Libertador se movió de Carácas i pasó a ponerse a la cabeza de los mil trecientos hombres de que se componia la division de

Urdaneta, acuartelada en Gamalotal. El 10 de noviembre dividió su ejército en tres colunas, poniéndolas á órdenes de los coroneles Palácios i Ducayla i del teniente coronel Rodríguez. Atacado el enemigo, coronel Cevállos, en Barquisimeto, i cuando ya la caballeria republicana habia obligado a la enemiga a encerrarse en la ciudad, i el pueblo festejaba su triunfo a campana herida; Cevallos rehizo sus desconcertadas tropas, cerró por la espal da con los que ya se conceptuaban vencedores i cambió sus apuros en completísima victoria. Esta derrota de nuestras armas fué desastrosa por demas para la república, no solo por la infinidad de muertos, heridos i prisioneros, mas tambien, lo que era peor, por la fuerza moral que perdió al punto.

Fuera de este completo triunfo de las armas realistas, el español Yáñes habia obtenido tambien tamañas ventajas contra las fuerzas republicanas de Barínas i, apoderándose de toda la provincia, abier to sus comunicaciones con Cevallos para obrar en combinacion contra Bolívar, concentrado en Valencia despues de su derrota.

Salomon, que accidentalmente hacia de capitan jeneral en Portocabello, hizo de sobresalto una salida de esta ciudad con mas de mil hombres, con el fin de impedir la marcha de las tropas republicanas que se movian de Carácas para Valencia. I cierto que la ocasion i fin eran acertadísimos, i el movimiento hubiera surtido sus efectos a no ser por las tempestivas disposiciones que dió Bolívar para que se reuniesen en tiempo señalado los cuer pos dispersos, como en efecto se reunieron en Vijirima hasta cosa de dos mil hombres. Puesto a la cabeza de estas fuerzas, dió el 23 la órden de aco. meter al enemigo: el combote duró cuasi todo el

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