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Cartajena, se vino para lo interior de N. Granada i se presentó al congreso, reunido a la sazon en Tunja, a dar cuenta de su conducta i operaciones. El congreso, hecho cargo de las razones que Bolívar las desenvolvió con claridad i solidez, no solo las justificó, mas le nombró capitan jeneral del ejército de las provincias unidas.

Por este tiempo pisaba tambien Urdaneta las fronteras granadinas, perseguido sin tregua por el coronel Calzada. Veníase con mil hombres sucesivamente incorporados en el tránsito, entre los cuales se hallaba el capitan José Antonio Paez, aquel guerrero invicto con cuya fama nos envanecíamos en tiempo de Colombia, aquel a quien su mérito llamó despues a la cabeza del gobierno de su patria, i que ahora (1858) jime proscrito i desgraciado en forasteras tierras luchando con las necesidades i miseria.

El gobierno recibió aquellas fuerzas bajo su proteccion i dispuso que quedasen acampadas en la frontera; i Paez, a quien se le dió el grado de teniente coronel, aceptó la comision de ir a organizar en el Apure un escuadron de caballeria.

Los lectores recordarán el mal estado en que se hallaba el gobierno granadino a fines de 1814, a cosecuencia de los descalabros i prision de Nariño en Pasto, del anuncio de la gran espedicion que se preparaba en España, i de los demas sucesos correspondientes a la época en que Bolívar vino a Tunja. Consultada la opinion de este acerca del rumbo que tomaria la dicha espedicion que aun no se habia podido penetrar, manifestó que se traeria para Venezue

la i Nueva Granada, no porque estas colonias fuesen las mas apreciadas en España, sino porque supuso atinadamente que eran los puntos mas a propósito para comenzar por la pacificacion de ellas la de toda la América rebelde. Despues de oido este parecer, i conceptuándose que el principal estorbo para defender el territorio granadino procedia de la discordia en que seguian las provincias a causa de la malhadada division entre unitarios i federalistas, i de los celos suscitados entre tantos de los caudillos de la independencia; resolvió el gobierno de la Union que se emplease la fuerza contra el de Cundinamarca, con el fin de avasallarle a la autoridad del congreso jeneral. Para llevar adelante este proyecto, mandó poner a órdenes de Bolívar las fuerzas conducidas por Urdaneta.

Bolívar, para cumplir con este encargo, movió las tropas hácia Santafé por diciembre del propio año. Alvarez, el presidente de Cundinamarca, pretendió en mala hora defender la ciudad para que al cabo, despues de sacrificadas inútilmente muchas víctimas, tuviera que rendirse como se rindió. En consecuencia, se trasladó a Santafé el gobierno jeneral, compuesto entónces de tres miembros que eran los que desempeñaban el poder ejecutivo.

Pacificada así Cundinamarca, se destinó a Bolívar a que fuera a obrar en las costas granadinas, i allá se encaminó en efecto a estrellarse. contra una rivalidad antigua que desde tiempos atras habia ido encrespándose mas i mas. Hablamos de la que conservaban Bolívar i Castillo, hecho ya brigadier por entonces, que es quien dominaba en Cartajena. Bolívar, que conocia el

rencor que le guardaba Castillo i conocia su altivez, no debió aceptar semejante encargo sin estar seguro de que serian atendidas las órdenes del gobierno jeneral. Pero las cosas vienen como han de ser, i partió para Mompos deseoso de ocupar a Cartajena para de aquí pasar a Maracaibo con el fin de llamar la atencion de los españoles por este iado, i evitar el asedio de esa plaza que se tenia como seguro.

Efectivamente, al saber Castillo que Bolívar se dirijia a Cartajena, se asentó firme en esta ciudad, asusó el descontento, se fortificó i publicó, no un manifiesto, sino un libelo que, como era de ser, fué condenado por el gobierno. Bolívar, portándose con cuanta cortesía era compatible con la dignidad, comunicó a Castillo el nombramiento de jeneral en jefe i las órdenes que llevaba, i si bien dió este una contestacion por la cual le reconocia como a superior, arbitró los medios de impedir la entrada de Bolívar en Cartajena. Tres comunicaciones le dirijió este jeneral con el fin de reducirle a la obediencia, i pasado algun tiempo otras dos; i Castillo i las autoridades de Cartajena se mantuvieron rebeldes, aunque sin manifestarse a las claras que lo eran. Trascurria el tiempo, los conflictos apuraban, i tanta terquedad de parte de las autoridades inferiores esponia la vida de la república, i fué necesario domarla por medio de la fuerza. Bolívar reunió un consejo de guerra, i dada la resolucion se determinó a expugnar la plaza.

1815. El 27 de marzo de 1815 se apoderó de la Popa i en seguida de Tolú. El 30 provocó nuevamente a entrar en algun arreglo i aun insistió en ello el 9 de abril, i por contestacion re

cibió una proclama incendiaria, pagando así con ultrajes el patriotismo de Bolívar i sus deseos de evitar la guerra civil: "Si pido tregua, olvido i amistad, no es para mí; es para mis compañeros de armas que las reclamo," dijo Bolívar en una de sus últimas comunicaciones. Aun insistió otra vez en tan sano objeto i agotó cuantos medios de conciliacion le inspiró su fecundo injenio, i todo fué inútil i hasta mirado con desden.

El 24 llegó la mala nueva de que la espedicion de Morillo habia tocado ya en tierras de Venezuela, i ni esto fué bastante para domar el capricho i rencores de Castillo, quien prefirió el sacrificio de la patria al de sus malas pasiones. Hubo algunos momentos de esperanza de que vendrian a parar en un avenimiento, pero bien pronto fueron burlados. Entónces Bolívar, para quien la patria era el todo, como nada, nada, su individuo, reunió á los jefes que estaban a sus órdenes, les manifestó que, a vista de los males que ya pesaban sobre la república, convenia un nuevo sacrificio, separándose no solo del mando sino del territorio granadino; i obtenido su asentimiento, acordado por acta del 7 de mayo, se embarcó el 9 en un bergantin ingles i partió para Jamaica.

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Las resoluciones de este jénero constituyen la fama i grandeza de los hombres, i mucho mayor aparece Bolívar sacrificando su amor propio i altivez en obsequio de la concordia, que recojiendo los laureles conquistados por su espada.

La ingratitud i celos vergonzosos separaron de nuestro territorio al hombre que estaba llamado a darnos la independencia, i mucho tendríamos que lamentar i maldecir de tan negros

procedimientos, si la Providencia que llevó las cosas como convenia, no hubiera obrado con el fin de coronar su proteccion para mas tarde. ¿Quién nos diria que Bolívar no se hubiera rendido al poder de las fuerzas de Morillo, como se rindieron casi todos los próceres de la independencia, con inclusion del mismo Castillo, en ese innumerable sartal de combates que se dieron en su ausencia? I entónces ¿en qué palacio o cabaña moraba el hombre que habia de abatir ese poder i fuerzas a las cuales se rindió todo el vireinato? Harto bien sabemos que la causa de la libertad hace brotar héroes del suelo mas ingrato, i no acusamos á nuestra patria de infecunda cuando ya habia producido tantos. Pudo haber otro guerrero eminente, uno que pudiera reemplazarle en esa época; mas no asomó i se quedó en su puesto. Solo Bolívar fué el que, pobre, abandonado, ultrajado, seguia allá, léjos de su patria, ajitándose i revolviendo sin descanso acerca del modo de volver a la pelea para domar al enemigo, nuevamente enseñoreado del suelo en que se habia fundado la república. Si la conducta de Castillo fué la causante de los males que deploramos, la conducta de Castillo preservó al héroe de quedar envuelto entre esos males. Dios protejió nuestra independencia, protejiendo al que habia de conquistarla i afianzarla. ¡Merced a vos, jeneral Castillo, merced a vuestra terquedad i pasiones, Bolívar escapó de la cuchilla de Morillo, i sin vos, tal vez Colombia no habria resplandecido tan breve!

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