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les i soldados que habian hecho la campaña en el Perú unos escudos de honor. La medalla i espada se trabajaron i obsequiaron; mas los honores del triunfo, decretados tambien al Libertador i al ejér cito, no pudieron realizarse por el modo como volvieron estos a Colombia.

El otro suceso es el de la reeleccion de Bolívar i Santander para la presidencia i vice-presidencia de la república. La eleccion, segun la lei, tocaba ya hacerse por las asambleas electorales, i aquellos majistrados debian dejar de serlo en el mes de agosto. Bolívar, hasta entónces, era el ídolo de los pueblos, i, por lo mismo, fué elejido por unanimidad de votos. No así el jeneral Santander, contra quien se habia levantado una grande oposicion i censurádosele por la prensa, principalmente en Cartajena i algunas ciudades de Venezuela. Sin embargo, como obtuvo un gran número de votos, bien que no todos los necesarios, segun el órden constitucional, hubo necesidad de someter el asunto al conocimiento del congreso, el cual lo reservó para la siguiente lejislatura, por no haber llegado oportunamente algunos rejistros a la capital.

CAPITULO V.

Campaña de Sucre en el Alto Perú.-Defecciones de las fuerzas realistas.-Combate de Tamusla.-Muerte de Olañeta. Asamblea de Chuquisaca.-Sitio del Callao i su rendicion.-Viaje de Bolívar por los pueblos del Bajo i Alto Perú.

I.

Como el jeneral Olañeta se mantenia aun con muchas fuerzas en el Alto Perú, se resolvió Sucre a pasar el Desaguadero, i abrió la campaña contra aquel capitan en los primeros dias del enero de 1825. La opinion de los pueblos i aun de las tropas, las mas de oríjen americano, aunque al servicio de España, estaban casi del todo inclinadas a la causa de nuestro continente, i así no podia ser dudoso, cuanto mas contrario, el éxito de esta nueva campaña.

Al saber el jeneral Olañeta la rota de Ayacucho, envió algunas tropas a Puno con ánimo de defenderlo; pero como las que iban tras ellas eran superiores por todos respectos, se desalojaron en breve

i fueron a dar en la Paz, que mui luego tuvieron tambien que desocuparla. En seguida, entró el coronel Lánzas con sus guerrillas, i luego el jeneral Sucre con algunas tropas el 8 de febrero.

Araya, comandante de los Dragones americanos, acantonado en Cochabamba, insurrecciona a su cuerpo, proclama la independencia de su patria i se acoje a las instituciones del Perú. La guarnicion de Valle Granada prende al brigadier Aguilera e imita el ejemplo de Cochabamba el 12 del mismo febrero; el 14 le imita la de Santacruz; i el 22 un escuadron que guarecia a Chárcas, i se incorporaron todos al ejército libertador. De este modo, sin mas ni mas que haber pisado el mariscal de Ayacucho las tierras del Alto Perú, quedó terminada la campaña, dando libertad a cerca de un millon de almas sin verter una sola gota de sangre.

Estos acontecimientos tan inesperados para Olañeta le obligaron a replegar al Potosí i reducirse a este único punto de ocupacion; bien que disponiendo todavia de cerca de dos mil hombres. Poco despues reunió una junta de guerra, i se resolvió que se retiraria a la provincia de Chichas a continuar allí la guerra por medio de partidas volantes. Mas, como bien pronto se supo que iban a ser atacados por el jeneral arjentino Arenáles, i que el coronel Urdininca habia ocupado a Tupisa, dispuso Olañeta que su ayudante Hevia, puesto a la cabeza de un batallon i un escuadron, fuese a maniobrar en combinacion con el coronel Medinaceli que comandaba en Copaguita otro batallon i dos escuadrones. ¡Inútiles esfuerzos! Medinaceli habia estado tambien ya decidido a proclamar la independencia, i la proclamó el 30 de marzo. Hevia, en consecuencia, se quedó en Tamusla hasta recibir las órdenes

de su jeneral, i Olañeta, reuniéndose con él en Vitiche, pasó el 1.° de abril tras Medinaceli. Como este se habia movido ya con igual objeto de combatir hácia Tamusla, sortearon la accion en este punto, i fué tan feliz para la causa americana, que casi toda la division española, con inclusion de Olañeta que salió mui mal herido, el parque, el dinero i cuanto poseia, cayeron en poder del vencedor. Pocas horas despues espiró Olañeta a causa de

sus heridas.

Valdez (el Barbarucho), único de los realistas que habia sobrado, se rindió mui luego a Chaquete, i se acojió a la capitulacion que Olañeta alcanzó a celebrar ántes de morir.

Así terminó el presunto vireinato de Olañeta en que, por mostrarse leal a su rei o, mas propiamente, por ambicion, puso a riesgo la causa a que servia, rebelándose contra el jeneral Laserna, i dejó espuestas igualmente su propia vida i fama. Olañeta era un mal hombre, así por la ferocidad de carácter como por su fanatismo, hipocresia i villanias. Unas semanas antes de morir habia comprado a un suizo de apellido Ecles, para que envenenase o asesinase al mariscal de Ayacucho i al jeneral Lánzas. Ecles fué tomado en Oruro con las comunicaciones de Olañeta, con las libranzas que de. bian cubrir el precio de su infamia, i con el veneno que entregó; i luego aun confesó su delito i el del jeneral español. Los que debian cubrir las letras eran don Francisco Ostria, don Miguel Cevállos, don Manuel Arguédas i don Hipólito Maldonado.

Sucre, respetador de los derechos del pueblo, espidió en breve el decreto de convocatoria para una asamblea nacional, con el objeto de que se consti

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