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1826. I no solo el Perú, despues de la ausencia de Bolívar, sino tambien otras repúblicas abrazaron su voz i dijeron que trataba de coronarse i di vidir la América del sur entre él i el Emperador del Brasil; calumnia mal inventada, pues, por el contrario, aun estuvo a punto de hacerle guerra aliándose con Buenos Aires, cuando se trataba de una de sus provincias limítrofes. Cierto que tenia el proyecto de unir a Colombia con el Perú i Bolivia, como se colije del tratado que celebraron el 15 de noviembre los comisionados don Ignacio Ortiz de Cevallos, por parte del Perú, i el doctor Manuel Urcullo, por la de Bolivia, cuyos gobiernos debian luego nombrar Ministros plenipotenciarios para que vinieran a Colombia a obtener su asenso à la confederacion, i aun parece que tal proyecto fué manifestado por el mismo Bolívar con toda franqueza al vice-presidente i a los ministros de Estado; pero parece tambien que no tuvo empeño por su realizacion.

Que esta confederacion nos habria dejado cien años atras de la república es cosa que no puede negarse: que muerto Bolívar, no habria podido subsistir, cuanto mas prosperar, es tambien mui evidente; pero que le hubiese ocurrido el pensamiento de hacerse rei o emperador, lastimando así el orgullo de los pueblos que pelearan i se sacrificaran por no tenerle, es cosa, así mismo,. que solo andaba en boca de sus enemigos. Si las concepciones políticas de Bolívar fueron solo delirios, no se equivocó mucho al juzgarnos incapaces de ventura con las constituciones que antes se dieron ni con las que se han dado despues, porque el mal no provenia ni proviene de la lei, sino de los hábitos, ignorancia i

preocupaciones de los hombres a quienes habian de rejir, o con la cuales se estan rijiendo.

V.

Bolívar tocó en Guayaquil el 12 de setiembre, i al dia siguiente dió a la estampa esta proclama: "Colombianos! El grito de vuestra discordia penetró mis oidos en la capital del Perú, i he venido trayéndoos una rama de oliva. Aceptadla como el arca de la salud. ¡Qué! ¿faltan ya enemigos en Colombia? no hai mas españoles en el mundo? I aun cuando la tierra entera fuese nuestra aliada, deberiamos permanecer sumisos esclavos de las leyes, i estrechados por la violencia de nuestro amor......

"En vuestra contienda no hai mas que un culpable; yo lo soi. No he venido a tiempo: dos repúbli cas amigas, hijas de nuestras victorias, me han retenido hechizado con inmensas gratitudes i con recompensas inmortales. Me presento ahora para víc tima de vuestro sacrificio; descargad sobre mí vuestros golpes; me serán gratos, si satisfacen vuestros

enconos.

"Colombianos! Piso el suelo de la patria: que cese pues el escándalo de vuestros ultrajes, el delito de vuestra desunion. No haya mas Venezuela, no haya mas Cundinamarca: todos seamos colombianos, o la muerte cubrirá los desiertos que deje la anarquia."

Tan persuadido estaba Bolívar de que su ausencia habia producido la desunion, que muchas veces i públicamente aun se quejó del retardo con que Santander le comunicara los sucesos de Venezuela; i este retardo, sin embargo, no procedió del vicepresidente. Si lo hubo, debió provenir de otras

causas, mas no de la voluntad o intencion del jeneral Santander, que los participó en oportuno tiempo.

No quiso Bolívar investirse en Guayaquil de la dictadura con que le brindaran algunos departamentos, sino declaró, al contrario, que continuase en observancia el órden constitucional, i así lo comunicó al encargado del poder ejecutivo. Esto era lo debidamente justo, i sin embargo, saliéndose de esa órbita constitucional, obró siempre como dictador en el mismo Guayaquil, en Quito i en Pasto, pues desempeñó funciones que no le competian.

Desde Popayan comenzó a conocer con claridad cuan contraria le era la opinion pública respecto de la adopcion del código boliviano, valientemente combatido por los mas de los periódicos del centro, i con especialidad por La Gaceta de Colombia, donde el vice-presidente Santander publicaba sus artículos, i por La Bandera tricolor. Ora por esto, o porque en dicha ciudad recibió noticias circuns tanciadas del estado del Perú con respecto al menoscabo de su influencia en esta república, dirijió al jeneral Santacruz una carta elocuente, llena de gracia, de discrecion, de justicia i hasta modestia.

El Libertador habia dejado la gobernacion del Perú en manos del jeneral Santacruz, presidente del consejo, i de los Ministros Pando, Larrea i Loredo, i el jeneral colombiano, Héres, i entre otras cosas le dijo que el consejo de gobierno, desentendiéndose de proyectos americanos i consagrándose a los propios del Perú, debia obrar con toda libertad, segun los impulsos de su conciencia, i lo que demandasen el querer i prosperidad de los pueblos de esta nacion. Añadió que si las tropas colombianas estorbaban en el Perú para poder constituirse

libremente, las hiciera volver para su patria, pagando el todo o parte de sus haberes, o nada.

go.

De Popayan continuó el viaje para Bogotá, donde entró el 14 de noviembre. En el recibimiento oficial que le hizo el vice-presidente, rodeado de los secretarios de Estado i mas altos empleados, le dijo, entre otras cosas, estas notables palabras: "De mi parte recibid la mas profunda satisfaccion al veros en la capital: yo no he hecho bien alguno durante mi administracion. Apénas he podido cumplir lo que ofrecí cuando me encargásteis del bierno. Dije entónces que la constitucion penetraria todo mi espíritu, i lo penetró: que haria el bien o el mal, segun la dictase, i lo he hecho: que seria esclavo de la lei, i lo he sido. Nada me ha arredrado, i os puedo asegurar que ni me arredrará para ser constantemente fiel a mis deberes, vuestro admirador i vuestro leal amigo." Por desgracia, estas últimas palabras no armonizaban ya con sus afec tos, pues Santander, por entónces, bien por darlas de republicano severo, bien por celos u otra cosa, no estaba de acuerdo con el Libertador, ni con otros hombres de importancia, ni consigo mismo. A veces opinaba en favor de la constitucion de Cúcuta, que supo, como ántes dijimos, acatarla casi en todos sus actos gubernativos; a veces la combatia como ineficaz por demasiado favorecedora de la libertad; a veces creia conveniente la presidencia vitalicia de Bolívar; a veces se oponia a ella con

calor.

Bolívar manifestó en Bogotá sus opiniones acerca de la necesidad de reformar la constitucion, i aun el deseo de que se adoptase la boliviana, porque, a su juicio, no podian por ningun caso subsistir los gobiernos americanos, combatidos como an

daban por las elecciones periódicas, i sin un presí dente i senado vitalicios.

Por decreto de 23 de noviembre declaró que, conforme con lo que permitia la constitucion, se investia de las facultades estraordinarias, i que el vice-presidente, en su ausencia, quedaba asímismo con el ejercicio de ellas. Esto fué monstruoso, i tanto mas cuanto el decreto fué acordado por el consejo de gobierno i con aprobacion del vice-presidente Santander.

Por un impulso noble i delicado, los secretarios de gobierno, señores Castillo, de hacienda, Restrepo, de lo interior i justicia, Soublette de marina i guerra, i Revenga, de relaciones esteriores, creyéndose comprendidos en los cargos hechos contra el gobierno de Santander por la prensa de Venezuela, o en las desconfianzas de Bolívar; elevaron en una cuerda la renuncia de sus destinos. El presidente apreció como debia esta delicadeza, pero se negó a admitirles la renuncia.

Ocupóse luego en hacer algo por el lastimoso estado de la hacienda pública, si no estableciendo algunas fuentes para las rentas, economizando los gastos que ciertamente era lo primero a que por entonces se podia atender. Suprimió con tal fin las cortes superiores de Guayaquil i Zulia, algunos gobiernos de provincia i algunas comandancias de armas; suspendió los juzgados de letras cantonales, i el pago de ciertos sueldos i pensiones gravosas; retiró algunos de nuestros ministros diplomáticos que inútilmente gastaban el dinero en las naciones estranjeras; invistió a los recaudadores de rentas de la accion coactiva, etc., etc. Fuera de estos decretos, dió otro reuniendo en una sola autoridad los mandos civil i militar; otro por el cual todo emplea

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