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do i toda corporacion debian arreglarse a las leyes i resoluciones dictadas por él o por el encargado del poder ejecutivo; declarando que, en caso contrario, se considerarian como atentadores contra la tranquilidad pública, i sujetos a las penas que impuso; i otro reuniendo los departamentos del Ecua-\ dor, Guayaquil i Azuai bajo la dependencia de un jefe superior, i con el ejercicio de las facultades estraordinarias. El nombramiento recayó en el jeneral Briceño Méndez, i temporalmente, miéntras viniera este, en el jeneral Pérez que andaba por acá.

Estos últimos decretos, principalmente, como se habrá notado, no guardaban consonancia con las palabras del Libertador, i ménos con el que espidió invistiéndose de las facultades estraordinarias, cuyo artículo 3.° decia: "Fuera de los objetos i casos que se determinaren para el ejercicio de las facultades (las dichas), la constitucion i leyes tendrán su debido cumplimiento". Así pues, cuentas ajustadas, la constitucion quedó por tierra i la dictadura enseñoreada de toda la república.

VI.

Púsose el Libertador en camino para Venezuela el 25 de noviembre. Desde su salida de Bogotá hasta Cúcuta fué dictando disposiciones relativas a la reunion de tropas para tener con que hacer respetar su autoridad i restablecer el órden público. En el camino de Pamplona le entregaron las copias del acta de Carácas, del 7 de noviembre, i del decreto del jeneral Paez por el cual con vocaba el congreso venezolano. Por el mismo camino supo tambien los malos

resultados de la comision del señor Guzman, relativa a inclinar la voluntad de los venezolanos a la adopcion del código boliviano, cosa que mortificó su amor propio de autor de una gran constitucion política.

De Cúcuta, donde se detuvo poco tiempo, pasó para Maracaibo, i en este camino supo la contrarevolucion de Portocabello contra el jeneral Paez, el decreto que dió este poniendo a Venezuela a merced de una dictadura militar, i las refriegas que habia habido en dicha plaza i en Cumaná. Conoció entónces, con harta pena, que iba a ser inevitable la guerra civil, i que, olvidado su influjo con el cual creia reducir a la obediencia a Paez i sus partidarios, iba a verse obligado a emplear la fuerza. En consecuencia, escribió al vice-presidente pidiéndole que inmediatamente le enviase tropas, armas i dinero, i siguió para Maracaibo, donde entró el 16 de diciembre. Aquí dió una proclama dirijida a los venezolanos, amonestándoles que calmasen sus ajitaciones i disturbios, i ofreciendo que apresuraria la convocatoria para la gran convencion. El 19 espidió un decreto poniendo bajo su autoridad los departamentos de Zulia, Venezuela, Maturin i Orinoco, i prometió que en Caracas daria el decreto de la citada convocatoria; pero ántes de salir de Maracaibo dió órdenes para que al punto le enviasen por mar algunas tropas i ausilios a Portocabello, como en efecto salieron de Cartajena la fragata Cundinamarca con el batallon Callao, i la corbeta Céres con un escuadron de caballeria. Estas fuerzas eran insuficientes para debelar al jeneral Paez, si, como era de temerse, le sostenian las provincias

decididas hasta entónces en favor suyo, i si, como iba sucediendo, Bolívar ya no podia contar con los ausilios pedidos al gobierno, abiertamente declarado su enemigo casi desde la salida de Bogotá. Ademas, Ibarra, enviado ántes por Paez con algunas comunicaciones para el Libertador, cuando estaba en el Perú, i ahora enviado por este donde Paez con otras de recomendacion para que se redujera a la obediencia; no habia podido obtener cosa ninguna, pues el rebelde se mantenia aferrado en separar a Venezuela de la comunidad colombiana. La comision de Ibarra no habia surtido otro efecto en el jeneral Paez, que el de animarle a dar una proclama, en que, entre otras cosas, decia: "El (Bolívar) viene para nuestra dicha, no para destruir la autoridad civil i militar que he recibido de los pueblos, sino para ayudarnos con sus consejos, con su sabiduria i consumada esperiencia, a perfeccionar la obra de las reformas." Como calumniosos, mas que descabellados, se miraron estos conceptos, pues no cabia que el presidente de la república fuese él mismo a menguar su dignidad dando consejos a un rebelde.

Bolívar recibió en Coro una cópia de esta proclama, i jeneroso como ninguno, sin darse por agraviado de aquel ultraje, le dirijió una carta llena de comedimientos, de verdades i de ese colorido embelezante que sabia dar a sus producciones: "Yo me estremezco cuando pienso (i siempre estoi pensando) en la horrorosa calamidad que amaga a Colombia. Veo distintamente destruida nuestra obra, i las maldiciones de los siglos caer sobre nuestras cabezas como autores perversos de tan lamentables mutaciones. Quie

ro salir ciertamente del abismo en que nos hallamos, pero por la senda del deber, i no de otro modo.

"La proclama de Ud. dice que vengo como ciudadano. I ¿qué podré yo hacer como ciudadano? ¿Cómo podré apartarme de los deberes de majistrado? ¿Quién ha disuelto a Colombia con respecto a mí, i con respecto a las leyes? El voto nacional ha sido uno solo: reformas i Bolívar. Nadie me ha recusado: nadie me ha degradado. ¿Quién pues me arrancará las riendas del mando? ¡Los amigos de Ud.; Ud. mismo!!! La infamia seria mil veces mas grande por la ingratitud que por la traicion.... No pretenda Ud. deshonrar a Carácas, haciéndola aparecer como el padron de la infamia i el ludibrio de la ingratitud misma...

"El Apure seria la habitacion del vacio, el sepulcro de sus héroes sin mis servicios, sin mis peligros i sin las victorias que he ganado a fuerza de perseverancia i de penas sin fin. Ud., mi querido jeneral, i los bravos de aquel ejército no estarian mandando en Venezuela, i los puestos que la tirania les habria asignado serian escarpias, i no las coronas de gloria que ahora ciñen sus frentes....

"Ud. me ha llamado, i ni siquiera me escribe una letra despues de tan graves acontecimientos: todo esto me deja perplejo. Crea Ud., jeneral, que a la sombra del misterio no trabaja sino el crímen. Quiero desengañarme: deseo saber si Ud. me obedece o no, i si mi patria me reconoce por su jefe. No permita Dios que me disputen la autoridad en mis propios hogares, como a Mahoma, a quien la tierra adoraba i sus compatriotas combatian. Pero él triunfó, no valiendo su causa

tanto como la mia. Yo cederé todo por la gloria, pero tambien combatiré contra todo por ella. ¿Será esta la sesta guerra civil que he tenido que apagar? ¡Dios mio, me estremezco!...

"Crea usted que no pretendo ni pretenderé jamas hacer triunfar un partido sobre otro, ni en la convencion ni fuera de ella. No me opondré a la federacion: tampoco quiero que se establezca la constitucion boliviana. Solo quiero que la lei reuna a todos los ciudadanos, que la libertad los deje obrar i que la sabiduria los guie, para que admitan mi renuncia i me dejen ir léjos de Colombia...

"Adios, mi querido jeneral: yo parto mañana para Portocabello; allí espero la respuesta de usted. Portocabello es un gran monumento de su gloria. ¡Ojalá que allí se alce tanto que pase la mia! Este voto es sincero, porque no tengo envidia de nadie."

Bolívar salió en efecto al dia siguiente para Portocabello, donde tocó el 31 de diciembre. Paez, entre tanto, alentado con los sucesos de Maturin, en donde el jeneral Bermúdez, que sostenia al gobierno, habia tenido que desamparar a Barcelona, se determinó a obrar de frente contra Bolívar, enviándole de comisionados al doctor Peña i al coronel Cistiaga, partidarios ardientes de la rebelion, prohibiendo que se admitiesen comunicaciones del presidente en el territorio de su mando, dirijiendo circulares al Apure a que se levantaran contra el Libertador, i disponiendo que una coluna de seiscientos a setecientos hombres ocupase a Barínas en combinacion con otra de docientos que debia salir del Apure,

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