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Bravo i Lerzundi a botar en Buenaventura, como para ponerlos a disposicion del vice-presidente Santander. En cuanto a él, desembarcó con la mitad de las tropas insurreccionadas en Payta, de donde se internó para Loja i pasó luego a situarse en Cuenca. La otra mitad, a órdenes del coronel Juan Francisco Elizalde, saltó en tierra de Manta, i distribuyó las tropas entre los pueblos de la provincia de Manabí. Parte de los del batallon Ayacucho, que se habian atrasado en la navegacion, tocaron el 16 de mayo con su jefe, el teniente coronel Anzoátegui, en Machala, i pasaron a Cuenca, cuando ya habia tocado Bustamante en ella; i la otra parte, a órdenes del segundo jefe, Barrera, seducida, al parecer, por intrigas que emplearon los amigos de Bolívar residentes en Guayaquil, fué a dar en esta plaza.

Dijimos que los tres departamentos del sur se hallaban interinamente rejidos por el jeneral Pérez, nombrado jefe superior, i que tambien estaba investido de facultades extraordinarias. Flóres, elevado ya a la categoria de jeneral, hacia por el tiempo en que ocurrieron los sucesos referidos, de comandante jeneral en el del Ecuador.

El jeneral Flores, casado tres o cuatro años ántes en Quito, no habia hecho hasta entonces mucha figura, pues ni la pacificacion de Pasto, donde solo tuvo que lidiar contra pelotones desconcertados, i obrar mas bien con maña que con fuerza, era cosa de mui relevante mérito. Jóven de veinte i siete años, de cuerpo algo bajo i delgado, de facciones animadas i traviesas; con fama de valiente i buen jinete, vivo, alegre, sagaz dotado, en fin, del don de jentes; habia llegado a ser por demas popular entre nuestros pueblos,

tanto por sus prendas propias como por las conexiones de la familia aristocrática i numerosa a que pertenecia. Añádase a lo dicho que se prestaba a cuantas diversiones habia con liberalidad i gracia, i se comprenderá entónces que su figura debió elevarse necesariamente sobre las de otros capitanes mas antiguos i afamados de los que tambien andaban por el sur. La carrera pública de Flores, a no dudarlo, tiene su oríjen en la época en que estamos de nuestra narracion, pues conceptuósele desde entónces como un activo i hábil capitan.

El jeneral Flores, al saber que los conjurados se venian para el sur de Colombia, noticia que no se tuvo sino con la llegada del coronel Urdaneta i del capitan Gabriel Urbina, partió inmediatamente para Guayaquil con el fin de concertar con los jenerales que residian en esa plaza los medios de contener i acaso castigar a los insurrectos, que de un dia a otro podian pisar las playas de Colombia. Hecho o no el concierto, se volvió cuasi de seguida para lo interior, resuelto a levantar cuantos cuerpos de tropa pudiere, i a proporcionar cuantos medios fueran necesarios para contrarrestar a los sublevados.

Al tocar el coronel Elizalde en Manabí, pasó al jefe superior, residente entónces en Guayaquil, una comunicacion (6 de abril), reducida a decirle que las mismas razones que la tercera division habia tenido en Lima para separar a sus jefes, subsistian en la actualidad para desconocer a cuantas autoridades andaban coligadas en punto al proyecto de formar un imperio de las repúblicas de Colombia, Perú i Bolivia: que estaba su division persuadida de que Bolívar ya

no pensaba en la felicidad de la patria sino en su esclavitud, como era de comprenderse por el empeño de que se adoptase la constitucion boliviana; i que, mientras el Libertador no se presentara ante el congreso colombiano a dar cuenta de su conducta en el Perú, la tercera division no reconoceria en los departamentos del sur otro poder que el de los consejos municipales. Elizalde dió fin a su oficio prometiendo que se mantendria tranquilo hasta que el congreso determinase la forma de gobierno mas conforme a las opiniones de los pueblos colombianos. I todavia el rebelde, metido a personero de pueblos que no le habian dado sus poderes, dirijió con la misma fecha otro oficio a la municipalidad de Guayaquil, insertando el anterior e invitándola a que restableciera la constitucion de Cúcuta, suspensa a causa de las facultades estraordinarias de que estaba investido el jefe superior, i a que nombrara un intendente de confianza, con la seguridad de que sus tropas solo obedecerian las órdenes de esta autoridad.

III.

Por demas obvio es conceptuar que a estas comunicaciones oficiales agregó otras particulares en idéntico sentido; pues Elizalde, hijo de Guayaquil, emparentado con familias distinguidas i conexionado con el vecindario, debió naturalmente contar con esta palanca para hacer mas realizables sus intentos. I sucedió en efecto, que ora por estas maniobras, o por que Guayaquil, profundamente disgustado de la inmoralidad i demasias de los jefes i oficiales venezolanos i grana

dinos que residian en la plaza, o por que realmente participara tambien de los recelos provenientes de las imputaciones hechas a Bolívar, o por todas estas causas juntas; léjos de que las autoridades i el pueblo favorecieran con sus opiniones los proyectos de los que pensaban defender la ciudad i castigar a los rebeldes asentados en Manabí, se resolvieron, por el contrario, a insurreccionar las tropas de la guarnicion. Montaban estas no mas que a docientas cincuenta plazas, i obtuvieron que el jefe de la coluna, comandante Rafael Merino, hijo tambien de Guayaquil, i el coronel Antonio Elizalde, hermano de Juan Francisco, que hacia de jefe de estado mayor del departamento, abrazasen el 16 del propio mes la causa de los sublevados en Lima. Igual parte tomó el jeneral Jesus Barreto, pues fué el seductor del escuadron Húsares, i el pueblo cuasi todo festejó a sus anchas el cambiamento, i proclamó, no de intendente, que esto se habria mirado como acto mui comedido, sino de jefe superior civil i militar al jeneral peruano don José Lamar, que, aunque hijo de Cuenca, era tio de los Elizaldes, i tan conexionado como estos con los de Guayaquil. Hollado así el imperio del órden público, el jefe superior, Pérez, el comandante jeneral, Valdez, i el intendente, Mosquera, se refujiaron en el bergantin de guerra Congreso, i el coronel Urdaneta, los comandantes Cámpos i Lecumberri i catorce oficiales fueron presos i llevados a los pontones: el único que escapó, entre los jenerales, fué Héres, por haber tenido oportunidad de ponerse en cobro.

Los jenerales Pérez i Valdez, i el intendente Mosquera, dueños del Congreso, pudieron salvar

este buque, juntamente con la goleta Olmedo i el bergantin Chimborazo; pero como no habian tenido tiempo de asegurar, cuanto mas librar, sus intereses, i acaso otros objetos mas queridos, tuvieron que arreglarse con las nuevas autoridades, proponiendo devolver los buqes a trueco de que les permitiesen sacar cuanto les pertenecia. Los nuevos empleados vinieron en ello, sin otra condicion que la de que dichos jenerales salieran para Panamá con el propósito de no volver al sur, como partieron efectivamente en buques de trasporte.

La municipalidad, despues de consumada la revolucion, convocó a los ciudadanos a que se reuniesen i formasen una asamblea popular.

Cuando el cabildo de Guayaquil elevó al gobierno un informe relativo a la mala conducta de aquellos capitanes, sin escluir a otro que a Mosquera, se esplicó larga i sentidamente a cerca de los insultos hechos a la moral pública i a todos los derechos sociales, e insistió en manifestar que Guayaquil nunca habia pedido otra cosa que la reforma del sistema central, que debia cambiarse por el federal, sin entrometerse en la conveniencia o inconveniencia de la adopcion del código boliviano, ni autorizado al Libertador para otro fin que para el de que convocase la gran convencion. Añadió que el acta del 28 de agosto del año anterior, causadora de la execracion i censura que recayeran sin motivo contra la ciudad, habia sido escandalosamente variada i correjida por las autoridades del departamento, i concluyó el informe con la protesta de sostener la integridad de la república, sin exijir otra cosa, por aquel acto de lealtad, sino el que

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