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co importantes, vinieron en fin a empeñar un combate jeneral el 24 de julio.

El encuentro fué de los mas obstinados i horrorosos, i la suerte, ayudando la habilidad e intrepi dez del jeneral Padilla, le dió la Palma de la victoria. La escuadra enemiga fué completamente destrozada, pues volaron tres de sus buques, i los demas, hasta once i un falucho, cayeron en poder nuestro, i voló tambien despues el bergantin-goleta Esperanza. Laborde perdió como docientos hombres i tuvo que refujiarse en el castillo, i Moráles mismo se vió obligado a capitular, como capituló el 3 de agosto. Celebróse el convenio en Maracaibo, i fué aprobado por Manrique el 4 en Altagracia. Los mas del ejército del capitan jeneral se quedaron en Colombia, i Moráles partió el 15 con algo mas de mil plazas para Cuba. La pérdida total de los realistas montó a ochocientos hombres; la de Colombia a cuarenta i cuatro muertos, i ciento diez i nueve heridos, con inclusion de veinte i nueve oficiales entre unos i otros.

.X.

El jeneral Paez, comandante jeneral del norte i encargado del asedio de Portocabello, no habia podido hasta mediados del año de 1823 estrecharla con rigor, sin embargo de tener rendido el mirador de Solano. Despues de la toma de Maracaibo, cuya pérdida ya la sabia el brigadier Calzada, en castillado en aqueİla plaza, Paez, deseando no derramar una sangre que era inutil sacrificarla, i creyendo hallar en el enemigo el mismo afecto, le dirijió una comunicacion (17 de setiembre) exitándole a que depusiese las armas. En atencion al estado de cosas de Venezue

fa, inútil i hasta inhumana parecia en efecto cualquiera resistencia; pero los españoles, soberbios de índole i persuadidos los mas de aquella época, tal vez de buena fe, que sostenian un derecho lejítimamente adquirido con la posesion de tantos años, se aferraron a la dominacion de nuestros pueblos, no viendo en los americanos sino cuadrillas de rebeldes alzados contra su natural señor i rei. Calzada, pues, despreció con altanería las exortaciones del jeneral Paez, sin pensar mas que en vender cara la vida de cuantos fanáticos realistas le acompañaban. Desechada la voz de la humanidad, Paez cambió de lenguaje, de la comedida exitacion a la intimacion que le dirijió el 23 del mismo. Aun la repitió por dos ocasiones mas, i fueron tan infructuosas como la primera.

En consecuencia, el capitan colombiano abrió las operaciones principiando por construir baterias para atacar la orilla del Mangle. El brigadier Calzada se afanó por echarlas abajo, bien que sin poderlo, i renunció mui pronto la empresa por irrealizable, despues de sacrificados inútilmente unos cuantos hombres, muertos o heridos, que perdió: Sucesivamente Paez mandó levantar otras dos baterias en los dias 9, 10 i 14 de octubre, en los puntos de Santalucia, Vijiá baja i Cócos; i así de lance en lance, a fuerza de fatigas i combates incesantes, logró abrir una brecha en la casa fuerte asentada a la derecha de la línea esterior, i continuó estrechando mas i mas los fuegos. En tal estado, llegó el jeneral Bermúdez con el refuerzo del batallon Granaderos, i aumentó por consiguiente el brío de los sitiadores.

Los sitiados lograban las mas veces cerrar una brecha o desmontar una bateria, i sin embargo al

dia siguiente o en el mismo se reparaba esta con actividad, o se abria de nuevo aquellas. El 28 rindieron la Vijiá alta, el punto dominante, con lo cual apuraron mas la mala situacion del brigadier Calzada, porque desde entónces quedó privado de los avisos telegráficos. Una salida i acometimiento vigoroso que hicieron los sitiados el 31 les fuéron igualmente funestísimos, porque volvieron mui pocos a sus puestos.

En medio de estas ventajas, el jeneral Paez dirijió una nueva intimacion que debia aceptarse en el perentorio término de veinte i cuatro horas, vencidas las cuales ya no podria sino pasarse a cuchillo a los defensores; i todavia Calzada, embaucado con el pundonor militar, se negó a rendirse. Entónces Paez, Bermúdez i el jefe de estado mayor, Grohobern, inglés de nacimiento, se introdujeron el 7 de noviembre por la noche en el fondo del Mangle, i acometieron vigorosamente contra los sitiados, quienes defendiéndose, cuanto cabia defenderse, fueron al cabo arrollados, vencidos i hechos prisioneros, incluso entre estos el brigadier Calzada. Una vez dueños los vencedores del pueblo i de las baterias, con ecepcion únicamente del castillo, forzoso fué para los sitiados rendirse por capitulacion. El coronel Carrera i Colina se entendió con el jeneral Paez, i Paez la concedió una mui honrosa el 10 de noviembre, permitiendo que cuantos realistas habian sobrado se trasladasen a Cuba a costa del gobierno de Colombia.

Con la rendicion de Portocabello quedó espurgado i libre de enemigos todo el territorio de la República, pues solo sobraron algunos guerrilleros de mui poca importancia, i uno que otro individuo fanáticamente decidido por el gobierno de los reyes.

CAPITULO II.

Estado político del Perú.-Lord Cochranne.-Espediciones marítimas de Chile.-Espedicion de Sanmartin:Armisticio de Miraflores.-Presa de la fragata "Esmeralda".-Defeccion del Numancia.-Deposicion del virei Pezuela.-Armisticio de Punchauca.-Sanmartin en Lima.-Canterac en el Callao.-Derrota de Tristan.-Congreso constituyente.-Separacion de Sanmartin.-Campaña de Alvarado.-Solicitud del ausilio de Colombia.

I.

Lo que ahora decimos República del Perú habia dejado correr desadvertida la insurreccion de Chárcas (Bolivia), levantada en 1808; insurreccion que, como la de Quito i las de otras colonias españolas, tendia a conquistar su independencia. Cierto que, a principios del siglo XVII, habia ocurrido en Po tosí la conjuracion acaudillada por Alonso Ibáñez, quien, por demas atrevido para aquel tiempo, proclamó la independencia del vireinato. Cierto así mismo, que los patriotas del Perú enviaron á Europa, por 1798, a don José Caro a que solicitase de los gobiernos de Francia i Gran Bretaña algunos

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