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su prision, se pone a la cabeza de un piquete de Húsares, se vá al cuartel del Rifles que lo habia mandado como jefe despues de la insurreccion de Lima, le habla de las glorias de Colombia, de la ingratitud con que trataban a Bolívar hasta muchos de sus mismos amigos, de la lijereza con que habian creido las imputaciones que le hacian, etc. etc., i reduce a ese cuerpo a la obediencia, i hace que proclame al Libertador. De seguida, mandó prender a Bustamante, a su consejero señor López Méndez, uno de los mas ingratos con Bolívar, i a cuarenta oficiales de los mas turbulentos. Luego hizo formar los cuerpos (eran los citados Rifles i Húsares, i dos compañias del Caracas) en la plaza mayor, i los cuerpos victorearon a Colombia, su gobierno i al Libertador, i fueron puestos bajo las órdenes del jeneral Ignacio Torres, que hacia de intendente del Azuai.

El jeneral Tórres envió a Bustamante, López Méndez i algunos oficiales a poder de Flóres, i puso en libertad a los demas, los cuales, llevando adelante su ingratitud contra Colombia, huyeron para Guayaquil o para el Perú. Bustamante fué bien recibido i bien tratado por el jeneral Flores, quien dispuso que partiese a Guayaquil a ver de reducir él mismo a los insurrectos a la obediencia. Bustamante, sin embargo, o no quiso o no pudo cumplir su comision i, echándola al trenzado, tuvo despues que espatriarse de Colombia e ir a peregrinar en Lima.

El gobierno, que creia necesario poner un caudillo a la cabeza de la tercera division, habia nombrado para este objeto al jeneral Antonio Obando, hombre de cortos alcances, quien por este tiempo

se hallaba ya en Guayaquil. El jeneral Lamar, a quien se comunicó este nombramiento por el jeneral Pérez que, faltando a sus compromisos, se habia restituido ya al sur por la via de Esmeraldas; le reconoció como jeneral de dicha division, pero se negó a restablecer las autoridades depuestas. La municipalidad volvió a desconocer la jefetura superior del jeneral Pérez, i las cosas continuaron en el mismo pié, sin que Obando diera i, tal vez, ni pudiera dar un solo paso para reponerlas al es tado constitucional.

Por lo demas, empleados, jente de valer i pueblo manifestaban en sus conversaciones, i los primeros en las comunicaciones oficiales, respeto i obediencia a la constitucion i leyes de la república; contradiccion palpable, en verdad, pero que armonizaba hasta cierto punto con las quejas i el sentido del informe que su cabildo dirijió al gobierno.

VI.

Dueño el jeneral Flóres de los soldados que habian vuelto a la obediencia en Cuenca, i engrosadas así sus filas, se puso en actitud amenazadora contra Guayaquil, i abrió la campaña con mil trecientos hombres. Hallábase ya posesionado de Babahoyo, cuando asomaron el jeneral Castillo i los señores Caamaño e Icaza, comisionados por el consejo municipal para ajustar algun arreglo que conviniese juntamente a los intereses de ambas partes. El jeneral Flores se prestó al arreglo, nombró un comisionado, i el 10 de julio quedaron convenidos en que las tropas de Guayaquil partirian, unas para Panamá, i otras para Pasto, pudiendo licenciarse las que quisiesen, o bien refundirse parte de

ellas en otros cuerpos. Guayaquil debia recibir una guarnicion de las tropas de Flóres, seguir Lamar con el mando del departamento hasta que el gobierno resolviera otra cosa, i salir de la plaza, con direccion a Bogotá, cuantos oficiales se hallaban comprometidos por la defeccion en Lima, a dar cuenta de su conducta, o bien espatriarse del terri torio colombiano. El jeneral Flóres, que no podia lograr cosa mas cabal a sus deseos, ratificó el tratado al punto; mas la municipalidad que, en aprobándolo, quedaba rendida, lo rechazó con la misma precipitacion; por que tales artículos, dijo, dejaban a los participantes de la revuelta a merced, no del jeneral Flóres a quien amaban i de quien nada temian, sino del jeneral Pérez, el jefe superior, a quien aborrecian de todo corazon.

Desechados los arreglos, Flóres continuó moviéndose con sus tropas, ocupó sucesivamente a Baba, Vínces, Balzar i Daule, i acampó cuasi todas en este lugar. El jeneral Obando, cuya conducta misteriosa no es dable esclarecer, o bien cuya falta de tino i resolucion le tenia reducido a la pasiva figura de titularse jefe de una division que no le obedecia; se contentó con ofrecer al jeneral Flóres que se obtendria la tranquilidad del departamento, siempre que el jeneral Pérez dejase de ser jefe superior.

En tal estado de cosas, Pérez, por órden del gobierno, fechada el 8 de julio, habia dejado de serlo, i hasta cesado del ejercicio de las facultades estraordinarias. Pero la gran distancia i entorpecimientos de comunicaciones entre Guayaquil i Bogotá hacian no solo nugatorias las órdenes del gobierno sino a veces, perjudiciales; por que cuando llegaban en el supuesto de un estado de cosas cono

cido en la capital, habian cambiado acá ya las circunstancias o modificádose de tal modo, que no era fácil saber a qué atenerse ni como obedecerlas. Así, el gobierno, que apénas conocia las instrucciones dadas por Pérez a Flóres para subyugar a Guayaquil, i los tratados hechos en Babahoyo, bien que ignorando su aprobacion i ejecucion, habia impartido las órdenes sobre una base que ya no subsistia.

De consiguiente, conceptuó el jeneral Flóres que no podia acceder a los ofrecimientos condicionales del jeneral Obando, sin ofender al gobierno i mas directamente al jefe superior, a quien, sin embargo de ello, los comunicó, sin dejar por esto de avanzar con las tropas hacia la plaza rebelde. Como esta

se hallaba resuelta a sostenerse i no acceder a cosa ninguna, mientras el jeneral Pérez no se desprendiese de la jefetura superior, se conservó en actitud hostil; i tanto que, para impedir al jeneral Flóres que pasara a Daule cuando se dirijia a este canton, aun hubo el 16 de junio, en el paso de Sangabriel, un encuentro con las avanzadas de la plaza en que se derramo de nuevo nuestra sangre en guerra civil. Las ventajas del encuentro fueron para el jeneral Flóres, i con razon, que ya por entonces aun se le habian incorporado cuasi los mas del batallon Carácas, algunos oficiales sueltos, i aun varios guayaquileños de los disgustados contra el jeneral Lamar i los coroneles Elizaldes.

Entre tanto, llegó para el jeneral Obando una comunicacion del gobierno (21 de mayo), en que, suponiendo que el jeneral Pérez no estaba ya en el departamento del Ecuador, se le ordenaba que, caso de que las tropas de Guayaquil no quisieran reconocerle por jefe, o hubieren hecho los pueblos

manifestaciones que vinieran a esponer la integridad de la república; debia hacerles entender que el gobierno lo desaprobaria i aun llegaria a emplear la fuerza para someterlos a la obediencia. Con tal objeto, se le conferia tambien la jefetura superior, i se le ordenaba que destinase al jeneral Torres para la intendencia de Guayaquil. Obando, que ya estaba reconocido como jefe de la division, discurrió que se hallaba fuera del caso condicionado por el gobierno; mas dispuso que Flóres retirase sus tropas para lo interior.

Iba ya a ejecutarse esta órden, cuando vino la comunicacion del 29 del mismo, por la cual se continuaba al jeneral Pérez en la jefetura superior, con la advertencia de que se arreglase a las instrucciones dadas al jeneral Obando, sometiese las tropas bajo la autoridad de aquel, i ordenase que el jeneral Flóres se restituyera al departamento del Ecuador. A juicio de Pérez, como al de cualquier otro hombre, no estaban ahora las cosas en el estado que suponia el gobierno, i en consecuencia previno, al contrario, que continuasen las operaciones de la guerra.

Antes de llevarlas a ejecucion, invitó a los disidentes a que aceptasen el arreglo que el jeneral Flóres habia principiado a ajustar desde Daule, i empeñó al jeneral Obando a que interpusiese su autoridad e influjo con el ayuntamiento, a fin de terminar en paz tan escandalosa contienda. Obando dió, en efecto, algunos pasos acertada o desatinadamente; mas el consejo municipal se negó a todo arreglo que no tuviera por base la separacion de Pérez; i el jeneral Obando mismo, conociendo a la postre su importancia, puso al coronel Antonio Elizalde a la cabeza de las tropas i desapareció de

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