El Parnaso oriental: antología de poetas uruguayos con un prólogo y notas crítico-biográficas

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Maucci, Hnos. e hijos, 1905 - 383 páginas
 

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Pasajes populares

Página 289 - Surge de tu guardapelo, Y llevan su desconsuelo Hacia vagos ostracismos, Floridos sonambulismos Y adioses de terciopelo. En este instante de esplín, Mi cerebro es como un piano Donde un aire Wagneriano Toca el loco del esplín.
Página 123 - ¡Sombras desnudas que pasáis de noche En pálidas bandadas, Goteando sangre que, al tocar el suelo. Como salvaje imprecación estalla: Yo os saludo al pasar. ¿Fuisteis acaso Mártires de una patria, Monstruoso engendro a quien feroz la gloria Para besarlo, el corazón le arranca? Sois del abismo en que la mente se hunde, Confusa resonancia, Un grito articulado en el vacío Que muere sin nacer, que a nadie llama.
Página 124 - ¡Tú hablas al indio! ¡Tú, que de las lunas Tienes la claridad! ¿Por qué lo hieres con tu voz tranquila, Tranquila como el canto del sabia?
Página 363 - Lamartine mi cariñoso guía. Jocelyn propició, bajo la umbría fronda vernal, mis ocios soñadores. Luego el bronce hugoniano arma y escuda al corazón, que austeridad entraña. Cuando avanzaba en mi heredad el frío, amé a Cervantes. Sensación más ruda busqué luego en Balzac ... y hoy ¡ cosa extraña ! vuelvo a Perrault, ¡me reconcentro y rio!
Página 24 - A qué lao caerá el dos, Aunque le esté viendo el lomo. Todo el Pago es sabedor Que yo siempre por la causa Anduve al frío y calor Cuando la primera Patria, Al grito se presentó Chano con todos sus hijos.
Página 135 - En ronda descompuesta e imposible En su almohada se alzaron, Y poblaron sus horas agitadas Las visiones de muerte atropelladas. Rodaron las corrientes sacudidas ; El incendio rodó por nuestro suelo ; El Plata rebramó sordas querellas, Y, como aliadas que aprestaba el cielo; Sus alas encendidas Agitaron, temblando, las estrellas. Ya es tarde...
Página 288 - LA NOVICIA Surgiste — emperatriz de los altares, Esposa de tu dulce Nazareno, Con tu atavío vaporoso, lleno De piedras, brazaletes y collares. Celoso de tus júbilos albares, El ataúd te recogió en su seno, Y hubo en tu místico perfil un pleno Desmayo de crepúsculos lunares.
Página 289 - Las ranas torturan en su acordeón un "piano" de Mendelssohn que es un gemido de ranas; habla de cosas lejanas un clamoreo sutil; y con aire acrobatil, bajo la inquieta laguna, hace piruetas la luna sobre una red de marfil. Juega el viento perfumado, con los pétalos que arranca, una partida muy blanca de un ajedrez perfumado; pliega el arroyo en el prado su abanico de cristal, y genialmente anormal finge el monte a la distancia una gran protuberancia del cerebro universal.
Página 137 - Con tu aliento poderoso Sus alas formaría la tormenta Para azotar la espalda del coloso Revuelto mar, y publicar su afrenta. Yo en tu potente espíritu me agito, Lato en tu corazón, ardo en tus ojos, Y en la idea, corcel de lo infinito, Sobre tus rudos hombros sustentada, Siento flotar mi vida, condensada En un grito de honor, eterno grito.
Página 27 - Roba un gaucho unas espuelas, o quitó algún mancarrón, o del peso de unos medios a algún paisano alivió, lo prienden, me lo enchalecan, y en cuanto se descuidó le limpiaron la caracha, y de malo y salteador me lo tratan. ya un presidio lo mandan con calzador; aquí la ley cumplió, es cierto, y de esto me alegro yo, quien tal hizo que tal pague.

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