Imágenes de páginas
PDF
EPUB

vista de estos pareceres y otros informes, el emperador premia á Cortés, y publica varias leyes.-339 Se refieren otras leyes y las acusaciones de Guzman y de la audiencia.-349 Nombra la emperatriz virey de Méjico y nuevos oidores.-359 El obispo Zumárraga excomulga á los oidores con su presidente: este va á la jornada de los chichimecas.-369 Llega Cortés ú Veracruz, y la audiencia le envia á intimar mandamiento de la emperatriz de que no entre en Méjico.

1. 1 Habiendo Cortés partido de Goa- | el mandamiento de captura, contra su vozacoalcos para las Ibueras y restituídose luntad lo suscribió, y se procedió á la priá Méjico Salazar y Chirinos, bien que ha- sion de Paz. Cargado éste de hierros, fuéllaran agitadas las desavenencias entre Es- encerrado en la casa de Salazar, que setrada y Albornoz contra la prohibicion de guro de su intento, pasa á verlo y mosCortés, no solo trataron de procesarlos, trándole el decreto de prision de los gosino que tuvieron la avilantez de romper bernadores Estrada, Albornoz y Zuaso, públicamente su mandamiento, que teme-no de otra manera que si se compadecieroso de sus violentos genios les habia da- ra de su desgracia, le dice: "He aquí la do por escrito. En estos contrastes pasa- recompensa á que has tenido de la amisron algunos dias, hasta que se comprome- tad y favores con que has colmado á estieron estar á lo que el Lic. Zuaso deci- tos gobernadores: si fueran tus amigos codiese: este declaró, que la voluntad de mo protestaban, y como en la realidad lo Cortés era que todos cinco unánimes go- somos Peralmindes y yo, no se hubieran bernaran el reino: resolucion que disgus- conjurado en perderte. Si deseas salvar tó tanto al factor y veedor, que de ella tu vida y vengar esta injuria, unámonos apelaron al emperador, y determinaron todos, que mañana luego te daremos la vengarse á su tiempo del que la habia da- libertad, y juntos, a tus tres enemigos do. Corrieron casi tres meses sin que el privaremos del gobierno." Oido este ramal ánimo de estos prorumpiera en algun zonamiento, y considerando Rodrigo de escándalo. Pero Salazar, que era el que Paz que aquellos en quienes mas confiaba mas ojeriza tenia á sus dos compañeros, se habian vuelto contra el, incautamente no pensaba entre tanto sino en perderlos: juró á Salazar y á Peralmindes Chirinos para esto creyó oportuno grangearse la eterna amistad. De hecho, estos dos al amistad de Rodrigo de Paz, hombre el mas poderoso acaso que habia en Méjico, pariente de Cortés y tenedor de sus bienes. Este designio lo ejecutó valiéndose de este diabólico artificio: propone á los tres gobernadores que se prenda á Paz: ignoro el pretexto que alegó para procedimiento tan irregular: lo que consta es, que Estrada creyendo que la proposicion de Salazar nacia de particular enemistad, hizo cuanto pudo por impedir aquella violencia; pero al fin sabedor de que los otros dos gobernadores habian expedido

[blocks in formation]

siguiente dia intercedieron con los tres gobernadores para que el preso saliera libre, como se ejecutó. Y para mas disimular su traicion Salazar, propuso á sus compañeros que al otro dia fueran á San Francisco á comulgar, con lo cual entenderia el pueblo que cuanto se habia hecho en la prision de Paz era con acuerdo de todos.

2. El convenio de Salazaz y Chirinos no fué tan secreto que entre tanto no lo barruntaran los tres gobernadores; por eso al siguiente dia habiendo concurrido, les dieron en cara con su traicion en estos términos: "Con capa de amistad nos habeis

engañadó: á nuestras expensas habeis com-jar, al fin se hubo de ceder á la mayor

[ocr errors]

prado la de Paz: gran premio á fé de ca- fuerza, y el Lic. Zuaso prendió á Estrada ballero obtendreis de esta maldad." Lue- y Albornoz, quedando asentado que desde go que Salazar y Chirinos oyeron esta re- aquel dia no se metieran en el gobierno. prension tan agria, enmudecieron algun La prision de estos fué de poca duracion tanto; pero Salazar haciendo del ingenuo, á lo que entiendo, pues hallo que al dia trajo á Dios y los hombres por testigos de siguiente Albornoz concurrió en S. Fransu sinceridad, y protestó que el no se cui- cisco á misa con Pedro de Paz, hermano daba de la amistad de Paz, sino de la de de Rodrigo, quien allí mismo lo zahirió sus compañeros, y para prueba de lo que públicamente del atentado que habia codecia les añadió, que si querian dividirian metido en mandar prender á su hermano: la historia. Pocos dias despues de suce- sobre esto se trabaron de palabras, y de dido esto, Salazar, Chirinos y Rodrigo de ellas pasaron á sacar las espadas. Corrió Paz, con algunos regidores que se habian la gente á separarlos, y algunos salieron ganado, en las casas de cabildo tuvieron de la refriega heridos. Estrada al fin los una junta, y en ella acordaron que se hi-sosegó, y Rodrigo de Paz puso á su herciera notorio á la ciudad que los tres gobernadores eran privados de su empleo. Efectivamente, este decreto se pregonó; pero de él se ocasionó un tumulto y todos se armaron; quien para defender el uno, quien el otro partido. El tumulto no pasó adelante, y Estrada, Albornoz y Zuaso siguieron despachando. Visto por Salazar y sus amigos que aquella tentativa se ha-ró en tal manera á los vecinos de Méjico, bia frustrado, se resolvieron de una vez á que quisieron salirse de la ciudad, y lo prender á Estrada y á Albornoz; pero de hubieran puesto por obra á no haberles ahí se suscitó otro tumulto, que procuró mostrado el decreto del empecador, que sosegar el alcalde Francisco Dávila, que como dijimos, mandaba á Cortés que lo prohibió que nadie acudiese con armas. enviara á Cuba á dar su residencia. ZuaEl factor, veedor y Paz, que se mezclaban so, á la verdad, era el mas bien quisto de en la refriega, dieron tras el alcalde, le los cinco gobernadores, no solo por sus quitaron la vara, y maltratado le pusieron personales prendas, sino tambien porque en la cárcel, y por no querer pasarse, lo en aquellos primeros años no habia otro condenaron á muerte sobre la marcha; pe- que fuese tan versado como él en los dero él se dió maña de ponerse en salvo. El rechos; pero por su desgracia tuvo la detnmulto entre tanto seguia, y seguramen-bilidad de firmar el decreto de la prision

1

te iria á parar en una guerra civil, si los padres franciscanos, que en aquel tiempo gozaban en Méjico de gran autoridad, no hubieran mediado, y aunque por algun tiempo ninguna de las partes queria aflo

1 1525.

mano en la cárcel, bien que aquella noche le mandaron soltar. A la siguiente, Rodrigo de Paz fué al cuarto del Lic. Zuaso (ambos vivian en el palacio de Cortés) y habiéndole quitado la vara de gobernador, lo envió preso á Medellin, y poco despues lo hizo embarcar para Cuba. Este procedimiento de Paz con Zuaso alte

[merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors]

dador Leonel Cervantes, Francisco Dávi- cuatro ó cinco, que mandaron azotar al dia siguiente, que fueron hidalgos, por la razon que daban de querer matar á los gobernadores. Entre tanto Estrada quedó bien asegurado, y Albornoz cargado de cadenas fué llevado al arsenal. Todas estas violencias hacian en Méjico Salazar y Chirinos por la sombra de Rodrigo de Paz, que siendo tan poderoso, tenia la mayor autoridad; pero estos ingratos, que creyeron no serles ya necesario tal hombre, se conjuraron contra su vida. Para obtener su intento Salazar se valió de la religion. ¡Perversidad intolerable que sirve de especioso pretesto á ánimos viles! Sabedor este que el custodio fray Martin de Valencia habia pensado prender á Rodrigo de Paz por mal cristiano, pasó á verlo, y le propuso que le haria aquella prision sin ruido. Escandalizado aquel religioso de este ofrecimiento, lo despidió, diciéndole que Paz se habia confesado, y estaba absuelto. Frustrada esta tentativa, á prevencion con su compañero Chirinos, divulgaron que habian recibido cartas, en que les avisaban que á Cortés con su comitiva habian muerto los indios: despues se dirijieron al tesorero Estrada, de quien

la y Cristóbal de Salamanca: procurador mayor, Pedro Sanchez Farfan: mayordomo, Fernando Lopez; y si el nombre y apellido no me engañan, fué tambien escribano de cabildo: alguacil mayor, Rodrigo de Paz, en cuyo lugar despues entró Alonso Villaroel: 'alcalde mayor, Diego de Ordaz: regidor por nombramiento del rey, Alonso Perez Varelo: por deereto de los gobernadores, Gutierrez SotoMayor, Diego Baldécebro, Gonzalo Mejía y Antonio Carbajal. Poco tiempo despues de la prision de Zuaso, Estrada y Albornoz salieron de Méjico á acompañar cierta cantidad de oro que se le despachaba al emperador; y aunque esto se habia hecho con parecer, á lo que creo, de los gobernadores, no obstante, Chirinos, que supo que en aquellos dias llegaba á Méjico Gil Gonzalez y Francisco de las Casas, aquel de quien dijimos se valió Cortés para matar á Olid, creyó que Estrada y Albornoz con el pretexto de couducir el oro se iban á juntar con estos famosos capitanes, para tomar de él y su compañero venganza: así que, preciándose de guapo, á toda furia partió con cincuenta caballos y buen número de escopeteros y balleste-estaban seguros que á trueque de su liberros en pos de ellos: á ocho leguas de Mé- tad, haria lo que quisieran, y le mandajico los alcanzó, y como Estrada y Albor- ron que requiriera á Rodrigo de Paz del noz vieron que Chirinos venia á ellos, se oro que habia despachado á quintar á Espusieron en son de quien se defieride. Los paña y á pagar sesenta mil pesos de oro padres franciscanos, que acaso acompaña- que Cortés debia á las cajas reales; pero ban al uno ó á los otros, se interpusieron, como de este requerimiento temieron que y Chirinos se contentó con que volvieran podia nacer algun motin, juntaron gente: presos á la ciudad. A la noche siguiente lo mismo hizo Rodrigo de Paz, resuelto á Salazar y Chirinos, siempre temerosos de no obedecer. En este estado se hallaban las sus compañeros, que conservaban alguna cosas cuando Estrada, sin duda obligado autoridad, con gente armada cercaron la de sus enemigos, con buenas razones apacasa de Estrada y le abocaron la artillería ciguó á Paz, y le persuadió que aquellas para derrocarla, lo que impidieron Fran- pretensiones se dejarian con tal que percisco de las Casas y Gil Gonzalez. Solo mitiese hacer el inventario del muerto las puertas se echaron abajo, prendieron Cortés, que era diligencia que se practi

Medina, se volvió á la ciudad, y, ó fuera por no parecer cobarde, ó acaso porque creyó la muerte de Cortés, hizo que aquela voz tomara tal cuerpo, que las mujeres de los que acompañaron á Cortés hicieron exequias á sus maridos. Los gobernadores señalaron dia en que se cele

caba con los que manejaban los intereses del público. Rodrigo de Paz, que ya estaba desengañado de la mala fé de los gobernadores, y aunque tarde, arrepentido de su union con ellos, vino en que se inventaran los bienes de Cortés, con la condicion de que su persona quedara segura. A Salazar y Chirinos, á quienes poco cos-braron solemnes funerales por el ánima de taba dar seguridades (bien que no las cum. plieran) hicieron de esto pleito homenaje en manos de Alvarada y Tapia, y pasaron á apoderarse de la hacienda de Cortés. En el registro que hicieron de su palacio, cometieron muchas villanías con las nobles mejicanas que Cortés habia encargado fueran servidas con todo decoro, lo que fué muy sensible á aquellos caciques. Entretanto Rodrigo de Paz, no fiándose de la palabra dada, trató de poner en salvo su vida é irse á Oajaca, y de allí con sus amigos pasar á Ibueras; pero su desgracia quiso que difiriera su viaje. En este tiempo los gobernadores prontamente dieron órden que se quitaran las velas de los navíos que estaban surtos en Medellin, para que ninguno se embarcara para España á dar cuenta de lo que en Méjico sucedia.

[ocr errors]

Cortés; en ellos el predicador franciscano que hizo la oracion fúnebre, por captar la benevolencia de Salazar y Chirinos, disminuyó las hazañas del conquistador. Los mismos oficios no solo se hicieron en todas las ciudades del reino, sino que aun sus familiares cumplieron con este deber, no porque ellos le creyesen muerto, sino por temor de los gobernadores. Todas las personas imparciales estaban altamente persuadidas que así como Salazar y Chirinos por los medios mas indignos se habian apropiado el gobierno, lo habian de conservar á fuerza de supercherias y castigos. Efectivamente, castigaban al que decia que Cortés vivia, y en este género no perdonaron al sexo, como lo experimentó Juana Mansilla, mujer de Pedro Valiente, que fué públicamente azotada. 4. 1 Perturbado de esta manera el go- Atemorizados de esta manera los vecinos, bierno, los amigos de Cortés deseaban dispusieron á su arbitrio del reino. Aldarle aviso de lo que pasaba; pero no atre- monedaron por poco los bienes de Cortés, viéndose á fiar en la incertidumbre de una de Gonzalo Sandoval y de los otros capicarta noticia tan peligrosa, ni menos resol- tanes que con él fueron á la jornada de viéndose á salir de la ciudad en un tiempo Ibueras: extrajeron de San Francisco el en que de todo se sospechaba, arbitraron oro que dejó Cortés depositado; y finalvalerse del capitan Francisco de Medina, mente, para complemento de sus designios que estaba fuera, para que se encargara contra la fé jurada, no solamente prendiede ir luego á Ibueras. Este efectivamen-ron á Rodrigo de Paz, sino que le dieron te emprendió aquel viaje; pero por des- tormentos para sacarle el secreto del lugracia halló á los indios de Xicalanco re-gar en que Cortés tenia enterrados sus tevueltos contra los españoles, á cuyas ma-soros; pero como la violencia del fuego nos murió. Intentó lo mismo Diego de lento, aplicado en las plantas ungidas de Ordaz; pero acobardado con la muerte de los piés, le comió hasta los tobillos, por no dejarlo estropeado, ó por mejor decir, porque no quedara aquel monumento de

1 Herrera, Décad. 3, lib. 6, cap. 12.

su perfidia y crueldad, con pretexto de que alborotaba al pueblo, lo condenaron á la horca.

rian gente, y vendrian sobre ellos; así que, para prevenirlos los hicieron prender, y con el pretexto de la muerte de Olid, los 5. Entregado ya Rodrigo de Paz al condenaron á pena capital. No les huverdugo, Salazar, como si se compadecie- biera valido la apelacion al emperador, de ra de su desgracia, le volvió á prometer que entonces no se hacia caso, si los vecila vida si descubria el lugar en que esta-nos de Méjico unidos no hubieran mediaban soterrados los tesoros de Cortés; pero do. Pero Salazar y Chirinos se libraron él le respondió que le habia entregado de estos enviándoles presos á Veracruz, y cuanto tenia de aquel: que do su inicua de allí haciéndoles embarcar para Castisentencia apelaba otra vez al emperador, lla en compañia de Juan de la Peña su y volviéndose á los circunstantes les ha- criado, á quien dió Salazar doce mil pesos bló en estos términos: "Señores: decid á en oro, con muchas joyas y ricos presenCortés que me perdone el haber dicho en- tes para sus amigos, bien que todo se pertre los tormentos que se habia llevado to- dió cerca de la Isla de Tayal. Al tiemda su hacienda, lo que no es verdad." La po que estos navegaban, los gobernadoinicua sentencia luego fué ejecutada, con res, ansiosos de asegurar á los que se les sentimiento de toda la ciudad. Despues habian escapado y refugiado en San Franlos gobernadores para ño omitir diligen- cisco, cercaron aquel convento, y sacados cia en las pesquisas de estos tesoros, tala- de él los pusieron en la cárcel. Esta indraron los cimientos del palacio de Cor- solencia no la sufrió Fr. Martin de Valentés, y Salazar, que queria conciliarse amis-cia, que era el juez eclesiástico en Méjico, tad de Albornoz, puso preso á Pedro de é inmediatamente requirió por tres veces Paz su enemigo; pero este escapó de la á los gobernadores amenazándolos con las cárcel al retraimiento de San Francisco. censuras eclesiásticas, si no reponian en Muerto Rodrigo de Paz, se creyeron Sa- el mismo lugar á los retraidos; pero Salalazar y Chirinos que ninguno de los veci-zar y Chirinos, sordos á estos requerimiennos de Méjico era capaz de disputarles el puesto que habian usurpado; no obstante, para todo lance se ganaron amigos: estos eran sus mas semejantes, porque los hombres de bien detestaban su perfidia. De aquella suerte de gente les pareció ha-tos de los gobernadores, que se veian sin cer caudal, creyendo que sacarian por ellos la cara caso que la fortuna se mudara, sin acordarse de lo mismo que ellos habian hecho con Paz. En efecto, á estos dieron los repartimientos que Cortés habia distribuido entre sus soldados. En esto entendian, cuando advirtiendo que se hallaba fuera de Méjico Francisco de las Casas, Gil Gonzalez y Diego Hurtado de Mendoza, capitanes de nombre, temieron que siendo estos amigos de Cortés junta

tos, no cesaron. Visto esto por el custodio, fulminó entredicho en la ciudad; con sus frailes y vasos sagrados, salió en procesion de Méjico, y se fué á Tlaxcala. Esta demostracion desconcertó los proyec

fuerzas bastantes para hacer frente á un pueblo, que tocado del poco respeto que mostraban á las penas eclesiásticas, iba á hacer en ellos un ejemplar, y así poseidos de este temor, hicieron volver á los religiosos, y repusieron los retraidos en el convento. Fr. Martin de Valencia luego que volvió de Tlaxcala los absolvió públicamente, bien que en este acto de reli

1

Herrera, Décad. 3. lib. 6, cap. 12.

« AnteriorContinuar »