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que

se le daba para continuar en el gobierno, ce de Leon. Concluia el emperador su dándole los títulos de don y de adelantado carta diciéndole á Cortés, que tuviera á de Méjico, conforme à las cédulas que bien el haberse valido del oro y plata que llevaban sus procuradores Juan de Rive- remitia á su casa: que á este paso se hara su secretario, y fray Pedro Melgarejo. bia visto obligado por las necesidades del 17. Para autorizar el emperador á Estado, pero que se habian dado las conaquel juez de residencia en comision tan signaciones bastantes. Con esto acabó peligrosa, le dió amplias provisiones pa- aquel año, y en el siguiente halló 2 ra la audiencia de la española y para to- fueron alcaldes ordinarios Diego Baldecedos los gobernadores de Indias, con el fin bro y Juan de la Torre: regidores, Frande que á su requerimiento le acudiesen cisco Maldonado, Leonel Cervantes, Hercon el favor y gente armada que pidiera. nando López de Avila, Pablo Mejía, PeItem, setenta y tres cartas con firmas en dro Sanchez Farfan, Luis de la Torre, blanco para los capitanes y personas de Francisco Verdugo,' Rodrigo Alvarez Chicuenta de Méjico, de las cuales solo ha- co, Francisco Avila, García Holguin, Anbia de usar caso que Cortés se obstinara dres Barrios, Rodrigo Rangel, Jorge Alen no pasar á Europa. En la carta que varado, Alonso Paz, Alonso Dávalos, Carlos V escribió á Cortés para que no Francisco Villegas, y por el rey el doctor tuviera á mal que se le enviase juez de Ojeda, Luis de Barrio y Diego Fernanresidencia, le decia haber tenido muchas dez Proaño: mayordomos: Juan Tirado, delaciones de su persona, que bien que Fernando Villanueva y Cristóbal Salase persuadiera que nacian de malevolen- | manca: alcaldes ordinarios, Leonel Cercia de sus enemigos, por satisfacer á su vantes y Juan de Jaramillo: alcaldes maconciencia y acomodarse á los usos del yores, Juan de Ortega y Juan de hinojoreino, le enviaba al licenciado Ponce de sa: alguaciles mayores, Andres de Tapia, Leon por juez de sus acciones, para que y por el rey, Bernardino Vazquez de Taaveriguada la verdad fuera premiado co- pia: visitador, Alonso de Prado, y tenienmo merecia; que el dicho letrado era su-te de gobernador, Gerónimo Medina. Al geto de integridad y saber, y por lo mis- principio del siguiente año llegaron á mo tendria á bien que lo recibiese y tra- Trujillos en Honduras, donde á la sazon tase conforme á las provisiones que lleva-se hallaba Cortés, diversos correos con las ba, y que solo durarian tres meses, debiendo enviar al consejo lo que actuase. Añadia el emperador, que le habia disgustado sobremanera que en la reparticion que habia hecho de aquellas provincias se hubiese adjudicado las mas grandes, las mas ricas y fértiles, cuando á sí le habia señalado los menores y mas pobres; que aunque era razon que el autor de aquella conquista se utilizase, pero

lo excesivo se debia moderar, y por que eso en aquella materia le encomendaba que se conformase con el parecer de Pon

noticias de lo acaecido en Méjico. Pero él inmoble en su determinacion de no meterse en camino hasto no saber las resultas de los despachos que llevó Dorantes, los esperaba con ansia, mucho mas que se hallaba molestado de tercianas. Cuando estos pensamientos lo consumian, he aquí que llega de Méjico su pariente fray Diego Altamirano, hombre de valor, quien despues de contarle los sucesos de

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Méjico, le añadió, que sus enemigos Salazar y Chirinos habian despachado á la corte á su criado Peña con grandes riquezas para su protector el comendador Cobos, con el fin de mantenerse en el gobierno, y que él venia resuelto á hacerlo volver, porque de lo contrario perderia sus empleos. Este modo franco de su pariente, redujo á Cortés á volverse luego á Méjico, no tanto por las turbulencias pasadas, cuanto por no autorizar con su silencio las acusaciones de sus enemigos, pues desde Goazacoalcos no habia escrito al emperador. Así que, incontinenti dió órden de que por aquel largo camino se previnieran vituallas para sí y su comitiva, pero como esta resolucion no pareció bien á fray Diego, acordándose de los peligros que Cortés habia pasado en aquella jornada, se dieron las disposiciones para hacer el viaje por mar. Desde en tonces, á persuacion del mismo fraile, le llamaron señoría, y permitió se le pusiese estrado y dosel, que se le sirviesen los manjares cubiertos, haciéndole salva como gran señor; porque él decia que el no haberse tratado como gobernardor y capitan general, sino como un soldado gregario, era la causa del poco acatamiento que le haciau.

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18. Efectivamente, el 25 de abril se embarcó en Trujillo con veinte castellanos y buen número de caciques que desea ban ver á Méjico. Navegaba Cortés con próspero viento, cuando una borrasca le obligó á recobrarse en la Habana, á donde á la sazon llegaron algunas velas de Veracruz, y de los pasajeros supo que con estar Salazar y Chirinos enjaulados, habia renacido la calma en Méjico. Esta nue

va

la recibió con tanto gusto, que determinó holgar por diez dias con los muchos

1 Herrera, décad. 3, lib. 9, cap. 7.

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amigos que alli halló. Salido de aquel
surgidero con tiempo bonandeble, en ocho
dias llegó á Chalchicoeca, de donde por-
que venteaba el terral en el esquife, se
fué á la playa de Medellin, y hechas cin-
co leguas á pié, llegó áaquella colonia, que
en honor de su patria halló fundado, al tiem-
po que sus vecinos sesteaban, por lo cual sin
ser conocido, en derechura se fué á la iglesia
á dar gracias a Dios de los beneficios que
habia recibido en aquel viaje. Luego
corrió la voz de la venida de Cortés, aque-
llos colonos medio dormidos salian á por-
fia de sus casas á ver á su fundador y pa-
dre. Todos se le acercaban y ninguno
se saciaba de verlo: los regidores, que lue-
go acudieron, dudaban si aquel que veian
era el famoso Cortés que dos años antes
habia pasado por allí. ¡Tan demudado
volvia de las calenturas que por largo
tiempo lo habian aquejado! No poco le
aprovechó para su convalecencia la cor-
dial acogida de los castellanos de aquella
villa en los doce dias que allí se detuvo.
De aquí salió con ánimo de llegar presto
á Méjico; pero fueron tantos los obsequios
que recibia por aquel camino, que le era
preciso á cada paso detenerse, para oir
las diputaciones de los mejicanos, no solo
de las ciudades y pueblos vecinos, sino aun
do los que distaban sesenta leguas, que
le daban la bienvenida y le ofrecian cos-
tosos presentes de oro, plata, tejidos de
pelo, pluma y algodon, con cuanto tenian
de precioso y raro. Le componian y ade-
rezaban con flores los caminos por donde
pasaba, y con bailes divertian á su comi-
tiva, no de otra manera que si pasara por
allí su querido rey Moctezuma. Segura-
mente que Cortés en su vida no tuvo dias
mas alegres que estos, y como no se espe-
raba un recibimiento tan afectuoso, salta-

2 Gomara, Crón. de N. E., cap. 186.
O sea San Juan de Ulúa.

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canos.

bansele las lágrimas de contento. Albor- fué servido de un espléndido. banquete, noz desde Tetzcoco con muchos castella- del cual le sobrevinieron vómitos y cános salió á recibirlo una jornada. Estra-maras, indisposicion que los malignos atrida con el regimiento y casi todos los ve- buyeron á tósigo que Cortés le habia hecinos de Méjico, lo acompañaron á dar cho dar en un plato de natillas: mas la gracias a Dios á la iglesia de los francis- causa de esta novedad fué que aquel licenciado, hambriento y tostado del sol, comió demasiado y encharcóse de bebidas heladas. Otros muchos que asistieron á aquel banquete y comieron de todo, como el comendador Proaño, no experimentaron novedad en la salud. Despues de mesa, en nombre de Cortés se le hizo á Ponce de Leon un costoso presente que no quiso admitir.

19. Pocos dias despues de haber llegado Cortés á Méjico, mandó prender á Gonzalo de Ocampo, amigo del veedor, que hubia tenido parte en el gobierno de aquellos tiempos de iniquidad. Deshizo tambien lo que Salazar y Chirinos habian dispuesto de los repartimientos: trataban de volver las cosas al estado en que las dejó, cuando recibió una carta venida de 20. Este á la madrugada del 2 de juEspaña en que le avisaban que se dispo- lio entró á Méjico, á quien Cortés acomnia al embarco un juez pesquisador, que pañado de Pedro de Alvarado, Gonzalo iba á Méjico. En efecto, el dia de San de Sandoval, Alonso de Estrada, RodriJuan, asistiendo á una corrida de toros, go de Albornoz y del regimiento, recibió llegaron á la ciudad despachados del li- á la entrada de la ciudad y condujo á oir cenciado Ponce de Leon, Lope de Sama- misa á S. Francisco, de donde lo acompaniego y Gomez de Ortega, que le entre- ñaron á su posada. Aquella tarde pasó garon los pliegos del emperador y una Cortés á visitarlo, y resolvieron de acuerdo carta de aquel licenciado en que le daba que al siguiente dia se leerian los despaparte de su comisión. Incontinenti Cor- chos del emperador y se comenzaria la retés le respondió felicitándolo de su viaje sidencia. En efecto, á la mañana siguieny preguntándole ¿cuál de los dos caminos te, leidos los despachos del emperador y escogia para ir á Méjico, si el poblado, obedecidos por Cortés y el regimiento, toque era el mas largo, ó el otro, escabro-mó el escribano testimonio de aquel auto: so y mas corto? Entre tanto para que na- inmediatamente los alcaldes ordinarios da faltara á la comodidad y regalo de tal presentaron sus varas y Ponce de Leon se hombre, por ambos caminos despachó sus las restituyó. Hizo Cortés el mismo deber, criados; pero como los enemigos de Cor- y aquel juez le dijo: Esta vara del señor tés representaron á aquel juez que no te-gobernador la guardo para mí. Despues nia otro motivo de saber el camino que de estas formalidades, se echó el bando de debia tomar sino para sorprenderlo con residencia, para que los que se hallaban gente armada y en el intermedio ejecutar agraviados de Cortés se querellasen, lo á Salazar y Chirinos sin ser visto de los que alborotó notablemente á Méjico, pues criados de Cortés, en cinco dias se puso en los unos esperaban ganar mucho con el Ixtacpalapan, ciudad que está á las oriproceso de Cortés, otros temian, y buena llas de la laguna de Méjico, en donde parte metia zizaña; pero poco les duró á todos este afan, por que el licenciado Ponce de Leon aquella misma mañana, de

2.

1 Herrera, déc. 3, lib. 9, cap. 7.

2 Gomara, Crónica de N.-E., cap. 187.

San Francisco en donde se habia tenido tapar la boca á sus enemigos. Acaso esaquella junta, volvió á su casa calofriado, ta indecision hubiera tenido consecuencias

y

sin que le aprovecharan los medicamen- gravísimas, si no se hubiera dado el corte tos, á pocos dias murió, dejando sustitui- de que Estrada con Sandoval gobernaran do en presencia del regimiento al licencia-el reino en lo civil, y que Cortés entendedo Márcos de Aguilar, que habia llegado ria en lo militar y negocios de los indos. de la española, hasta tanto que el empe- Cortés no condescendió, á lo que juzgo, en rador determinase otra cosa: al mismo ese medio término, sino para evitar la anartiempo entregó la vara de alguacil mayor quía. Estrada luego que se vió gobernador, de la residencia el comendador Diego mandó poner en libertad á Salazar y ChiHernandez Proaño. Muerto Ponce de rinos, á quien Cortés habia puesto en San Leon, hubo sus diferencias sobre si podia Francisco por escrúpulo de haberlo preó no poner á otro en su lugar. Despues so en la casa de los padres franciscanos de muchos dias se decidió que habia pro- de Tlaxcala, que saliera del retraimiento. cedido conforme á derecho, y así Márcos 1527. 21. En el siguiente año fuede Aguilar fué reconocido por gobernador ron alcaldes ordinarios Cristóbal Flores y y juez de residencia. En aquel tiempo D. Juan de la Torre: alguaciles mayores, el contador Albornoz se volvió á España, Gaspar pacheco, Diego Masariegos y Juan publicando con los enemigos de Cortés, Gonzalez Bocanegra: mayordomo, Alonque Ponce de Leon habia muerto de ve- so Dávila: procurador mayor, Bernardino neno. Ni valieron para desimpresionar de Santa Clara: regidores, Gonzalo Rodrilos ánimos de estos las deposiciones jura-guez, Alonso Villanueva, Juan de Rivera, das de los médicos, que uniformes testi- Pedro Carranza y Gonzalo Rodrigo Cano. ficaban haber muerto de fiebre maligna, 2 Por estos tiempos aportó á las costas. como muchos otros que pasaron aquel año de una de las islas de Mazatlan en el mar á Méjico. Aguilar, entre tanto, como del Sur, una vela que hacia parte de la enfermo crónico, no pudo resistir al peso escuadra con que el comendador Loaiza de un gobierno tan dilatado y una re- por el estrecho de Magallanes iba en desidencia tan enredada, y así á los dos me- manda de las islas de la Especeria. De ses de posesion nombrando en su lugar al esta ocasion se valió Cortés para despatesorero Estrada, murió. Por la muerte char tres navios que tenia listos en aquel de Aguilar se movió la cuestion de si un mar, con órden á los capitanes que dieran sustituto en un empleo podia sustituir á socorro á aquella escuadra, y si no la enotro, duda que por largo tiempo con per- contraban, como sucedió, que siguieran juicio del reino no se resolvió; y aunque aquel rumbo. Efectivamente, así se hiEstrada quiso hacer valer sus derechos, la zo, y con felicidad llegaron á las Molucas; apelacion interpuesta al emperador se los pero la ocupacion de los portugueses fué debilitaba. Entre tanto el ayuntamien- la causa del poco fruto de aquella expeto suplicó varias veces á Cortés que rea- dicion. Entre tanto que esto sucedia, Alsumiese el gobierno; mas á esta propuesta bornoz habia empeorado las cosas de la siempre se negó, así por hacer constar su Nueva-España, y por sus informes dictaliempieza y fidelidad, como tambien por dos por el rencor contra Cortés, á quien

1 Herrera, décad. 3, lib. 8, cap. 9.

2 Herrera, décad. 3. lib. 9, cap. 9.

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acusaba de haber dado veneno á Ponce de go de la discordia entre Estrada y CorLeon, el emperador mandó que solo Estés iba á abrasar el reino, en solas cuatro trada, hasta nueva órden, gobernara el horas en una canoa se puso en Méjico, é reino. Publicado en Méjico este despa-inmediatamente trató de reconciliarlos. cho, Estrada, que tenia muchos resenti- Me persuado á que la meditacion de este mientos contra Cortés, y cuya autoridad obispo fué poderosa, así por la santidad y poder le parecia oscurecerlo, quiso, ya de su vida, como tambien por dar ejemque no podia echarlo de su conquista, á plo á aquella cristiandad reciente, del reslo menos desfogar su cólera: para esto se peto que se debe á los obispos. Apeganó amigos, y una ocasion que se le pre- nas se habian aquietado estos disturbios, sentó, le pareció oportuna. Fué el caso, cuando Cortés recibió una de las mayores que Diego de Figueroa trabóse con Cris- pesadumbres que le amargaron la vida. tóbal Cortejo, criado de Cortés: este hirió Siempre habia estado persuadido que las á su enemigo, lo que sabido por Estrada, iniquidades é injusticias de Salazar y Chilibró mandamiento de prision, y en el cor- rinos eran tan notorias y de tal naturaleto espacio de una hora, sin peticion de la za, que luego que llegaran á oidos del emparte y sin querer oir los descargos del perador, mandaria hacer con ellos un ejemreo, hecha á la mano una especie de pro-plar, y este fué el motivo, á mas de no ceso, le mandó cortar la mano izquierda, ser tachado de que hacia las veces de juez sin que le valiera á aquel infeliz, ni lay parte, porque se contuvo para no senapelacion que interpuso, ni menos las representaciones que el escribano que habia de intimarle la sentencia hizo á aquel juez, de que aquel proceso y sentencia eran ilegales; antes bien á este con un puñal en la mano lo maltrató de palabras, y despues le quitó el empleo y sus bienes. No satisfecho Estrada con esta violencia, dió órden que Cortejo volviera á la cárcel, y pasados dias los desterró del reino, y, ó como si Cortés tuviera alguna parte en el hecho de Cortejo, ó mas bien temeroso Estrada de que este sacara la cara por su criado, hizo notificarle destierro de la -ciudad; pero á temeridad tan descomunal sirvió de reparo la prudencia de Cortés, que obedeciendo aquel mandamiento, impidió una sublevacion general de españoles y mejicanos, pues casi todos estaban á su devocion. Disponia ya Cortés salir de la ciudad, cuando llegó á Méjico fray Julian Garcés, primer obispo de aquel continente, quien informado en Tetzcoco de lo sucedido con Cortejo, y que el fue

tenciarlos á muerte; pero en estos dias le avisaron sus procuradores desde la corte, que por la proteccion del comendador Cobos, privado del emperador, se daba órden que salieran de la prision, sin que se hablara ni de la disipacion de sus bienes, ni de la muerte de Rodrigo de Paz.

22. Esta proteccion no impidió que la madre y hermanos de este, que veian iba á quedar impune un atentado tan horrible, se presentaran al consejo de Indias pidiendo justicia contra Salazar y Chirinos; mas estas diligencias fueron vanas, porque diferida aquella causa á otro tiempo, aquel tribunal mandó solamente que los bienes de ambos se depositaran. Al mismo tiempo se proveyó que se restituyeran los repartimientos que el factor y veedor habian quitado á los que acompañaron á Cortés á Ibueras, y á Dávila su procurador, que habia sido llevado prisionero á la Rochela. 1 Con estos despachos fueron á Méjico otros de mayor importan1 Herrera, décad. 4, lib. 1, cap. 7 y 8.

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