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marido de Usted. Pero Usted no se aflija, porque la herida no es mortal.> A la página 234 Rey de Castro nos refiere, en sus Recuerdos del Tiempo Heroico, las entrevistas, con la mujer primero y con el marido en seguida, del mariscal en la mañana del 18 de Abril:

«En tal situacion fué transportado a su cama i reconocido inmediatamente por el Dr. Luna: tenía el rostro ensangrentado, i lavado que fué, se descubrió la herida en la cabeza. Al sacarle las botas, se observó en ellas alguna sangre, lo cual alarmó al doctor, temiendo que estuviese herido tambien en la caja del cuerpo: felizmente no era así. Vestía ese dia el uniforme popular de la Guardia Nacional, institución suya, de que él era el Coronel.

«Entre tanto, la noticia del suceso había consternado a toda la ciudad. El pueblo, lejos de simpatizar con los revoltosos, reprobaba su conducta con marcado desden. El Gobierno era amado como esencialmente paternal. No había el menor protesto para hacerle oposicion, ni levantar sediciones: todos se mostraban contentos i satisfechos con la política liberal, franca i progresista que reglaba sus actos. En vano los cabecillas habían procurado dar popularidad al movimiento: los síntomas i manifestaciones eran de disgusto i aversion: sus esfuerzos eran rechazados por la conciencia del apetecido bienestar que gozaban a la sombra del gobierno i de su filosófica admi istracion. Inconmovible el pueblo, el desengaño debía desarmar la perfidia; pero altas instigaciones estrañas, poderosos i eficaces estímulos de fuera, les mantuvieron en su propósito, decidiéndoles a buscar solamente en el cuartel lo que les negara el buen sentido del pueblo. Soldados sin patria, ajenos al sentimiento que ella inspira, faltos de moralidad, cedieron a la seduccion i vanas promesas de ambiciosos 1 aventureros.

«Quedó, pues, la ciudad bajo el peso del estupor, sin poder darse cuenta de lo que había pasado, i en inerte espectativa, hasta las doce del dia, en que un soplo maléfico encendió, en parte, los ánimos impeliéndola a que fraternizara con los rebeldes.

«Postrado en cama el Jeneral, se ocupaba su espíritu de los medios de evitar que cundiese el desórden i vinieran las desgracias sobre el inocente pueblo, objeto de su cariño i de su mayor interés. Muchas personas de diverso rango social, i particularmente varias señoras, se acercaban desde las ocho de la mañana al lecho del dolor en que yacía, para testificarle su pesar i adhesion. Entre ellas se presentó poco despues de esa hora, la señora de uno de los más eminentes práceres de Bolivia; preguntóme si podría ver al Jeneral, i con su consentimiento, la acompañé al dormitorio. Allí le espresó, a nombre de su marido, las más sentidas protestas del dolor que su deplorable estado le causaba, encareciendo la sincera lealtad de los ofrecimientos que por su órgano le hacía de emplearse en cuanto le quisiera ocupar; pidiéndole, por último, permiso para que fuera personalmente a verle. Agradeciendo finamente el Jeneral esta manifestacion, consintió en la solicitada entrevista, diciendo a la señora que nunca podría aceptar servicios rendidos a su persona que viniesen del señor su esposo, despues de la desleal conducta que con él había observado: hacía tiempo que su propia conciencia le había alejado del palacio, sin que por ello alimentase el Jeneral la menor animosidad contra él, espresándolo así en varias ocasiones.

«Como a las once del dia se presentó, pues, en el dormitorio el dicho señor, i tomando asiento cerca de la cama, reprodujo cuanto la señora había dicho, esforzándose en reiterar el ofrecimiento de sus particulares servicios. «Ellos podrán ser útiles a su patria, le dijo el Jeneral, si la consecuencia i lealtad viven todavía en el ánimo de usted. En cuanto a mi persona, los agradezco sin aceptarlos. Emplee usted su influjo sobre la tropa: evite usted que salga del cuartel i haga sufrir al pobre pueblo. Dicen que se habla algo acerca de la República Arjentina: hable usted con el señor Bústos, su representante... En fin, vaya usted i pregunte qué es lo que quieren... Si piden que yo muera, i esto pudiera salvar a Bolivia de los males que se la preparan, no escusaría el sacrificio. Si no solicitan esto, digales usted que todo quedará perdonado, que olvidaré los balazos, i sufriré en silencio mis dolores, con tal de que se restituya el órden, i no se dé tal escándalo a la América.>>

«Estas palabras, que revelaban magnanimidad, abnegacion i patriotismo, proferidas, no con la arrogancia del que impera, sino con el desfallecimiento del que padece, habían hecho, al parecer, honda impresion en el ánimo del señor aludido; i debía esperarse que la buena fe i el amor al órden guiarían sus pasos. Salió conmovido, despues de asegurar al Jeneral, de la manera más sentida i persuasiva, en términos hasta tiernos i afectuosos, que descansase tranquilo: que el motin serís atajado i no tendría consecuencias, i que por su parte, cumpliría fielmente los encargos que acababa de hacerle.

«Fué grande el consuelo que esperimenté al oirle espresarse así. Conocía su

gran popularidad, el poder de su palabra, la influencia que ejercía cuando la dirijía al pueblo; i contando con la cordialidad de sus ofrecimientos, le seguí, lleno de esperanza, hasta fuera del palacio. Se hallaba la plaza poblada de jente, que en diversos círculos se ocupaba del suceso. Apenas se apercibieron de que el tal señor salía de haber visto al Jeneral, le rodeó una gran multitud. «Que se abra el salon del Congreso, les decía, i allí os daré cuenta de mi entrevista con el Gran Mariscal.»

«Como por encanto se abrieron las puertas del Congreso; i salon i patio fueron inundados de jente, que en bullicioso alboroto se afanaron por entrar. El silencio de la ansiedad sucedió al sordo murmullo, desde que el orador subió a la tribuna ¡Quién lo creyera! Este hombre, que pocos momentos ántes, impresionado por el deplorable estado del Jeneral, se empeñaba en derramar bálsamo sobre sus heridas, tranquilizando su ánimo i alejándole todo motivo de temor; este hombre, apenas se ve en presencia del numeroso i ávido auditorio, cambia como un Proteo, i alentado por la conviccion que acababa de adquirir sobre la impotencia física del Presidente de la República, se pone del lado de los sublevados, apolojiza la rebelion, atribuyéndola un mentido carácter, al proclamarla como el grito de los pueblos i del ejército, asegura que contaba con apoyo poderoso, acentuando las últimas palabras, i diseminando maléficos jérmenes disociadores.

«No hallando crímenes ni faltas de que acusar al gobierno, toda su malhadada elocuencia la empeñaba contra la Constitucion i el poder vitalicio, esgrimiendo el arma del estranjerismo con todo el calor i vehemencia que sólo la propia ambicion inspirara; sin dejar por eso de halagar ajenas aspiraciones, llevándoles al bello campo de las esperanzas.

Tristemente desengañado, i bajo la más dolorosa impresion, me restituí al palacio, i a la pregunta que el Jeneral, con alguna excitacion, me hizo, le contesté únicamente: que el antedicho señor, hablando al público, no había correspondido a sus promesas. Omití entrar en detalles, por no exacerbar más su lastimado ánimo.

«Desde entónces, comenzaba a incrementarse el motin, tomando otras proporciones. Salieron a luz los que lo habían promovido; se daba más aliento a la tropa, engriéndola i excitándola con lisonjeras perspectivas; prodigábasele cuanto había menester, sin escasearla socorros i aún licor, pero cuidando, por propia seguridad, que no se desbordara. Se pusieron oficiales de toda confianza: se tomaron, en fin, todas las medidas para precaver una reacción, entre ellas la de poner guardias al Jeneral Sucre, quien, luego que de ello se apercibió por un soldado que como centinela de vista se atrevió a entrar en su dormitorio, se enfureció, i amenazándole con un frasco de medicinas que había a la cabecera de su cama, lo hizo salir precipitadamente.

No cesaba la concurrencia de las señoras que alternativamente, en distintas horas del día, le acompañaban, encargándose de su asistencia; i la parte notable del vecindario entraba i salía, averiguando con solicitud afectuosa el estado de su salud.)

Cerciorados por medio de Olañeta de que Sucre estaba realmente impedido, los cabecillas se ocuparon desde entonces en preparar un pronunciamiento ó comicio, no menos que en organizar la resistencia militar mientras Gamarra venía á apoyar la revuelta.

(162) 1545 LA REVOLUCION de la Independencia del Perú desde 1809

Cuando en 1860 Lima era residencia de VICUÑA MACKENNA y éste vivía estudiando los antecedentes de la revolución del Perú, no pudo menos que entusiasmarse con la persona del deuodado cura de Sicasica, uno de los revolucionarios del Alto Perú. José Antonio Medina, natural de las provincias interiores argentinas, doctor de Chuquisaca, fué uno de aquellos estudiantes juristas de esta Universidad, que según cuenta Mariano Moreno en sus Memorias, ya meditaban á principios de este siglo sobre el gran trastorno de la emancipación de estas colonias. Medina fué miembro de la junta revolucionaria de La Paz en 1809. Créese que era él quien redactó la proclama lanzada á los pueblos de ambos Perú (Julio 27) por dicha junta para que se alzaran en armas contra la dominación española. Bien lo saben todos. La revolución fué debelada tras de sangrientos combates por un ejército realista que dirigía el arequipeño José Manuel Goyeneche. Aquella pro. clama fué la sentencia de muerte de sus signatarios. Allí no hubo capitulación como en Caracas el año 1812. A punta de garrote, horca y cuchillo fué vencido entonces y ahogado en su propia sangre el primer partido patriota que ha militado en esta América por la independencia. De los siete individuos del gobierno,

uno de los tres que escaparon de ignominioso patíbulo, se libraba de la muerte sólo por su caracter sacerdotal: el cura Medina. Vicuña Mackenna se ocupó con fruto en Lima averiguando sobre los padecimientos ulteriores de este protoma tir de la Revolución, Dice en su ya rarísimo libro:

«Por esto habíase visto que un cura fuera el primero en alzar el grito de rebelión por la parte sud de nuestro continente, y fué éste el doctor Medina, párroco de Sicasica y uno de los miembros de la Junta Tuitiva de La Paz en 1809.D

Este modo exagerado de contar no conviene á la historia, ni aun por metáfora ó hipérbole retóricas, porque lleva no sin frecuencia al error. Si de grito de libertad se trata, el primero en gritarla, poniendo á la vez mano sobre la primera autoridad del rey para ineter esa inmune persona seis meses en un calabozo, fué antes que nadie en esta América el año 1809 el proselitista y novelero populacho de Chuquisaca, dirigido sin intento emancipador por los realistas Oidores y con intento emancipador por los revolucionarios Doctores. Si se trata del movimiento franca y decididamente por la independencia estallado en La Paz (Julio 16), mes y días más tarde, tampoco fué Medina primero, que tal calificativo merece Pedro Domingo Murillo, cabeza principal del movimiento y presidente de la junta y caudillo de las armas.

Veintidos años más tarde publicaba nuestro autor su libro El Tribuno de Caracas Rasgos noticias y documentos sobre la vida del ilustre prócer chileno don José Cortés Madariaga. Para entonces ya era proclamado por Vicuña Mackenna como primero entre los primeros de la independencia otro héroe presbítero de su actual predilección. Dice olvidandose ahora de Julio de 1809 en La Paz:

«Abril, Mayo, Julio y Septiembre de 1810,»-revoluciones de Caracas, Buenos Aires, Bogotá y Santiago de Chile-son las fechas del inevitable trastorno de la independencia continental, siendo Caracas, tribuna del sacerdote filósofo, la primera en desatar el nudo.» (Páginas 43 y 44).

Por eso mismo quiero adrede reproducir las interesantes noticias, que acerca del verdadero primer presbítero de la revolución hispano-americana, Vicuña Mackenna pudo recoger de fuente viva en Lima el año 1860, según constan del presente libro suyo sobre La Revolución de la Independencia del Perú. Hago previa salvedad de las inexactitudes de los primeros apartes por referirse á hechos notorios. Así, por ejemplo, quien se levantó en 1809 fué La Paz y no Chuquisaca, y quien se levantaba al año subsiguiente no fué tampoco Chuquisaca sino Cochabamba. En la conmoción de Chuquisaca, el 25 de Mayo de 1809, Medina no tuvo participación, bien así como ni tampoco en la de Cochabamba en 1810, sino en la del 16 de Julio de 1809 en La Paz, donde a la sazón residía:

«Medina es sin duda una de las figuras mas importantes de la revolucion de Sud América. Fué el autor principal del levantamiento de Chuquisaca en 1809, pues era profesor en su turbulenta Universidad y maestro de Monteagudo y del esforzado patriota arequipeño D. Mariano Alejo Alvarez.

«En la subsecuente revolucion de Chuquisaca en 1810, figuró como uno de los principales caudillos, ó acaso como el verdadero jefe del levantamiento. Por esto, capturado por Goyeneche, éste se resolvió á fusilarlo, y solicitó previamente su degradacion canónica del arzobispo de Buenos-Ayres, a cuya jurisdiccion estaba sujeto el cura-tribuno.-Estaba sujeto al obispo de La Paz con apelación al metropolitano del virreinato residente en Chuquisaca.-«Como ésta tardara, empe ro, por los acontecimientos de aquella capital en mayo de 1810, enviósele á Lima con una gruesa barra de grillos y una cadena á la cintura, y en el acto de llegar fué encerrado en la cárcel de Corte en el mismo calabozo en que hacía ya un año estaba confinado Figueroa. Debió Medina este acto de clemencia á la humanidad del alcaide Flores, pues el calabozo tenia una reja, que existe aun, y cae á la calle de la Pescaderia, y por ahí Figueroa y su compañero podian comunicarse con sus amigos,

«Cuando hubo un buque que se hacia á la vela para España, supo Medina su destino por la singular coincidencia de haber sido puesto en la cárcel, en esos mismos dias, acusado de falsario, un escribiente del asesor D. José Muñoz, llamado Gomez, quien dió la nueva á Figueroa, pues le constaba por haber visto la órden en la Asesoría; y en consecuencia resolvió evitarlo aun á costa de su vida, produciéndose una fiebre artificial con el influjo del ajo, usado de una manera estraña... El acceso se produjo, en efecto, estando solo Figueroa en el secreto; y cuando la escolta que debia conducirlo al Callao, en ancas de un soldado, entró al patio de la cárcel, encontró el oficial que la mandaba que era imposib e la conduccion del reo. Llamáronse médicos, principalmente por el empeño del jóven D. Ma riano Alejo Alvarez, que recien llegado de Chuquisaca, hizo algunos recursos por su maestro, y el virey envió al suyo propio, el Dr. Carmona, al famoso Dr. Valdes y á dos facultativos mas. A pesar de sus sospechas, Carmona informó que el ata

que era violento y el Dr. Valdes, inhibido en la trama, corroboró el certificado. Medina, en consecuencia, fué trasladado á los Descalzos, donde, al poco tiempo, con su espíritu ardiente, sn elocuencia y sn vasto saber captóse de tal manera la simpatia de los frailes, que le permitian salir de noche, hasta que al fin fugóse para Chile, embarcándose en Huaura en compañia de Zorrilla, como ya dijimos. «Era entonces el cura de Sica-Sica un hombre de 35 años, robusto y muy ardoroso. Goyeneche lo recomendaba en su despacho al virey, diciendo que «era capaz de hacer revoluciones hasta en el infierno y se dice que luego de haber llegado á Chile, visitando un monasterio, encontró en la sacristía los retratos de los protectores de la casa que eran españoles, y sin mas ceremonia ni permiso que quitarse el manteo, los descolgó de las murallas y los tiró al suelo, diciendo que ano debian profanar ningun sitio santo tales retratos de godos.» Hecho curioso en un sacerdote de aquellos tiempos y que en cierta manera prueba que Goyeneche no andaba equivocado al suponerle capaz de revolver los infiernos... pues ni los pacificos claustros escapaban á su voraz entusiasmo.

«Debemos estos curiosos detalles al mismo Sr. Figueroa, compañero de Medina. Nunca hemos podido, sin embargo, saber cual fué la suerte final de aquel hombre notabilísimo. Garcia Camba hace suponer que muriera en Chile.»>

Tengo averiguado en Buenos Aires que Medina volvió á su patria nativa después de Ayacucho. Asoció entonces sus luces y experiencia, aunque en subalterna escala, á los trabajos de la organización argentina. Murió en la provincia de Santafé el año 1828.

Para cosas que se refieren al Perú y una idea de los escritos que han tenido por asunto dicho país, es útil el siguiente

-Catálogo, por el órden alfabético de sus titulos, de las publicaciones que por la prensa hizo Don Benjamin Vicuña Mackenna, desde que comenzó su fecunda carrera de escritor público hasta que falleció. Santiago de Chile Imprenta Nacional, Moneda, 112 1886.-Es un 4.o de 175×102 con 29 páginas.-A, VI, 45. Su autor es el antiguo director de la Biblioteca Nacional Ramón Briceño. Conforme al sistema usado por éste en esta clase de trabajos, las designaciones están consignadas en casillas marginales á modo de pólizas de aduana.

(163) 1549 EL RIO Amazonas y las comarcas

Posible es que las planillas de guarismos, y aun los itinerarios y los mercados de esta monografía, de mucho momento años atrás, hayan sufrido alteración de entonces á la fecha. Pero alteración en el sentido del acrecentamiento del comercio por la apertura de nuevas fuentes extractivas en los tributarios del Amazonas. La exportación de la goma (caucho), por ejemplo, desde que Bolivia regaló al Brasil gratuitamente los inmensos territorios que todos conocen, aumentó la renta aduanera del imperio en algunos cientos de miles de fuertes, según me lo aseguró el ingeniero Antonio Rebouças en Río de Janeiro el año 1881. Acerca del mayor trático del Amazonas por esta causa, y de la consiguiente despoblación de Mojos para el beneficio de aquella resina en las márgenes de los afluentes del gran río, pueden consultarse las dos obras que siguen impresas en Londres:

-The Amazon and Madeira rivers (4. mayor ancho con XVI y 177 páginas con grabados intercalados). Su autor es el ingeniero FRANZ KELLER.

-Up the Amazon and Madeira rivers through Bolivia and Peru by Edward D. Mathews, Assoc. Mem. Inst. C. E. London: Sampson Low, Marston, Searle et Rivington, crown buildings, 188, Fleet street. 1879. Es un 8.o de XV, una y 402 páginas con grabados intercalados.

Agregaremos á las anteriores las tres piezas que siguen:

-Apontamentos sobre a via de communicação do Rio Madeira pelo Engenheiro Antonio Rebouças. Memoria escripta em Santiago do Chile em 1868, e offerecida ao Conselheiro Felippe Lopes Netto, então Ministro Plenipotenciario do Brasil na Bolivia. Rio de Janeiro. Typographia Nacional. 1870. Es un 4.° de 161×84, con 56 páginas.-N, VII, 78. Contiene toda suerte de cálculos sobre fletes, precios, distancias etc. etc.

-El Rio Amazonas, las Regiones que forman su Hoya y las vertientes atlanticas de Sud-América. Folleto escrito en Inglés por M. F. Maury. Director del Observatorio Astronómico de Washington, y traducido al castellano. La Paz, Abril de 1954 (sic.) Imprenta Paceña: administrada por E. Alarcon. Es un folio menor de 207 × 141, con una página de dedicatoria+VII de prólogo+42 de texto á dos columnas. -N, I, 26. Sin fin. Impreso en 1854. Traducido por Rafael Bustillo.

-O Amazonas. Breve resposta a Memoria do Tenente da armada Americana-Ingleza F. Maury sobre as vantagens da livre navejṛção do Amazonas. Pelo Dr João Baptista de Castro Moraes Antas. Rio de Janeiro Typographia de M. Barreto Rua da

Quitanda N. 55. 1854. Es un folio menor de 206×131, con 50 páginas numeradas al pie y una más de erratas. Sin fin. Rectificaciones de especie varia, pero que en lo principal se relacionan con el hecho de la navegación hasta Nauta y Loreto. Según un aserto del autor, «A republica do Perú é depois do Brasil a nação a quem mais interessa o estabelecimento da navegação a vapor nas aguas amazonicas; Bolivia não póde esperar vantagens da navegação pelo Amazonas.»

(164) 1552 SALTERIO español o Version parafrástica

Dicen que existe una prosa estética, una prosada elocución tan exquisita, que con todo de haber prescindido del metro, acertó alguna vez á ser perfecta poesía. En principio, en sana teoría, nada más razonable si, como parece ser, consiste la poesía en las cosas esencialmente y no en las palabras que las dicen. Eso sí, que, viniendo á la práctica, la realización de la poesía en frases prosadas es caso que comporta dificultades. En el género lírico de poesía, por ejemplo, esa prosada poesía, que dicen, es cuando menos cosa rarísima. Oda castellana producida originariamente en prosa, digo en dicción prosada, no conozco ninguna que pase de mera tentativa. Hoy como antes nuestra lengua echa siempre menos, en este linaje de producciones, la entonación metrificada, ó si decimos el lirismo, esos números bien proporcionados y cadentes, que tan á maravilla sirven á aparejar el género lírico de poesía con la música.

De aquí es que no poca suma de sustancia poética, no poca magia de poesía, esté en el género lírico vinculada á la materialidad misma del verso. Pero no siempre. Por ejemplo, estas odas metrificadas de OLAVIDE. Versiones parafrásticas son de la poesía lírica más sublime que se conoce; así y todo, versiones son que no pasan de prosa rimada. Tan lejos está de contener su dicción métrica quilate alguno de poesía, que no acierta á asumir cautivo siquiera un adarme de la poesía del fondo. Aun oratoriamente hablando son flojas estas para frásticas odas de Olavide. Alguna vez cae la elocución en tierra con su carga, cae agobiada bajo la sublimidad sencilla del pensamiento original.

No han pensado así otros consumidores de poesía. La chata nobleza de estos versos académicos un tiempo fué tomada en cuenta de belleza. Las ediciones se sucedieron unas á otras rápidamente. Cosas del gusto. Y ¿por qué no decir más bien adel mal gusto»? Para afirmarlo el criterio de certidumbre no sería otro que el oído. Olavide carecía orgánicamente de entonación poética, carencia irremediable por el hecho de ser nativa.

Conviene advertir en justicia que esta prosa metrificante, inhabilidad de un ingenio hermoso por otros lados, no desdice del asunto hasta el extremo de envilecer su médula; no. Por eso, y en gracia de la simpatía que el autor merece, bien pudieran hoy escucharse un rato alguno que otro acorde del Salterio Español. Vendrían no nada mal ahora; sí, hoy que ya fatigados de violines, pianos y orquestas, hemos caído en la flor de volver al arpa, á la cítara, á la guitarra, hasta á la bandurria y la bandola.

(165) 1570 SEGUNDA Parte de las Obras Patrióticas

La literatura política de Moxó en 1807 había ido enderezada contra los ingleses invasores del virreinato del Río de la Plata. Y á fe que con ella consiguió levantar el espíritu patriótico de los altoperuanos, quienes veían amagado entonces de muy cerca con una conquista extranjera el suelo nativo. La literatura política de Moxó en 1808 tiene blanco muy distinto. Va contra los franceses invasores del suelo de la metrópoli. Este otro suelo, para él sagrado como que era el natal, ¿lo era tanto y en calidad tan entrañable también para los altoperuanos? No, por cierto, y Moxó mismo había tenido el año anterior buena parte en encender dentro de esos pechos otro amor exclusivo y excluyente. Los naturales desde entonces se sentían más bien que nunca hijos sólo de su propia tierra,

Es lo interesante, que no siendo lo mismo un suelo que otro, no ocurriendo identidad de causa, los efectos de la propaganda del vehementísimo peninsular tenían que ser, y fueron, por todo extremo diferentes. Es todavía más interesante saber que el arzobispo no acertó nunca á darse cuenta de esta grave distinción política, entusiasmado como estaba por las demostraciones de fidelidad á España que por dondequiera descubría. Con el fuego más intenso del alma hablaba en 1808 el arzobispo. Las órdenes del gobierno de Madrid, que á Murat obedecía temblando, órdenes para que estas colonias se sometieran al rey Jose Bonaparte, le traían aquel año medio loco en Chuquisaca. Pintaba lástimas y desastres de la metrópoli para inflamar patéticamente el ánimo de los hijos del Alto Perú.

Pero es cosa vista, que mientras más inculcaba el morir por rechazar de la patria

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