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agua, derribando árboles, grabando en ellos la señal de la cruz y ejecutando otros semejantes actos de dominio. El ancón donde estos sucesos pasaron recibió el nombre de "Golfo de S. Miguel," por ser aquél su día y, concluida la posesión, salió 5 Balboa a reconocer el país. Tropezó con un cacique que pensó resistirse, pero hubo de ceder, y en el presente que trajo como señal de paz, llamó la atención de los españoles una gran porción de perlas, que también ofreció. Preguntado donde se hallaban, señaló una de las islas de la costa. Quiso Balboa 10 pasar al punto a reconocerla, y aunque los indios trataron de apartarle de aquel intento, aconsejándole que lo dejase para otra estación más favorable, persistió en su idea, y entrando con sesenta hombres en unas canoas, bogó para una de las islas. Pero apenas se había apartado de la costa, vió que la braveza 15 del mar amenazaba destruir sus débiles embarcaciones y tuvo que acogerse una isleta. Creció la marea, cubrió la isla, pasaron la noche con el agua a la cintura, y al día siguiente, después de reparar con mil trabajos las averías de sus canoas volvieron a tierra sin haber salvado más que sus personas.

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Todavía pasó Balboa a las tierras de otro cacique vecino y allí fué donde recibió las primeras noticias de la existencia del Perú y donde vió un dibujo grosero del llama.1 De allí trató ya de regresar al Darién y emprendió la marcha, sujetando por bien o por mal las tribus indias que encontró por el camino; 25 padecieron en él los españoles las acostumbradas penalidades, y hasta el mismo Balboa se vió aquejado de calenturas. Por último, después de cuatro meses y medio de ausencia, llegó al Darién el 19 de Enero de 1514. Recibieronle

1 El llama (o la llama), cuadrúpedo del género del camello, pero con el lomo liso, y del tamaño de un ciervo, se encuentra sólo en la América Meridional, y sobre todo en las mesetas del Perú. Los indios lo utilizan y han utilizado siempre como animal de carga.

aquellos colonos con las mayores muestras de entusiasmo y también con la alegre nueva de haber llegado de Santo Domingo dos navíos con provisiones. Balboa procedió inmediatamente al repartimiento del despojo habido en la expedición, y en seguida envió a España a su amigo Pedro de 5 Arbolancha para dar cuenta al Rey de aquel importante descubrimiento y llevarle al mismo tiempo un valioso presente de las mejores perlas del despojo. Partió Arbolancha en Marzo de 1514 y Balboa, cambiado de soldado en labrador, se dedicó a extender las sementeras de la colonia, a propagar en ella 10 las semillas europeas, y a establecer el gobierno civil. Dos o tres correrías que mandó hacer a sus capitanes contra los indios, que aun resistían, tuvieron feliz éxito; todo marchaba prósperamente; la colonia crecía con los aventureros que de todas partes llegaban, atraídos por la fama de sus riquezas, y crecían 15 también las esperanzas de la conquista de aquellas ricas tierras, bañadas por el nuevo mar.

Pero todas estas esperanzas iban a desvanecerse muy pronto. Enciso había llenado la corte de quejas contra Balboa, e irritado el Rey Católico por el desgraciado fin de Nicuesa, no 20 quiso dar oídos a Zamudio, el agente de Balboa. Fué condenado este último a la satisfacción de los daños y perjuicios causados a Enciso y se le mandó formar causa para imponerle la pena a que fuese acreedor. Deseoso al mismo tiempo el Rey de cortar los disturbios del Darién, resolvió enviar un nuevo 25 gobernador y recayó la elección en Pedro Arias de Ávila,1 llamado comúnmente Pedrarias, caballero de Segovia, casado con Doña Isabel de Bobadilla, prima hermana de la famosa marquesa de Moya, favorita de la reina Doña Isabel. Mientras se dis

1 El apellido de este individuo, que tan ingratos recuerdos dejó en la historia de los primeros años de la dominación española en el Nuevo Mundo, se escribe generalmente Dávila.

ponía para partir, llegaron los comisionados Caicedo y Colmenares y sus relaciones hicieron formar al Rey mayor concepto de las riquezas del país, por lo que determinó enviar una armada más considerable de lo que pensaba al principio. Gastó en ello la 5 enorme suma de cincuenta y cuatro mil ducados: componíase de quince navíos bien provistos, y era tanta la codicia que habían despertado las noticias del Darién, que a pesar de haber mandado el Rey que sólo se embarcasen con el nuevo gobernador mil doscientos hombres, y haber éste negado a muchos el pasaje, todavía llevó dos mil, jóvenes los más y de buenas casas. Llevó también los oficiales reales para la colonia, yendo de alcalde mayor el Licenciado Gaspar de Espinosa, de veedor el cronista Oviedo, de alguacil mayor el bachiller Enciso, y de tesorero Don Alonso de la Puente. Embarcóse 15 también Fray Juan de Quevedo, religioso franciscano, consagrado ya obispo del Darién, a quien acompañaban otros varios religiosos, provistos de todo lo necesario para el culto divino.

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Arreglado ya todo, y entregada a Pedrarias una larga ins20 trucción por donde debía regirse, salió la flota de San Lúcar el II de Abril de 1514, y después de tocar en algunos puntos intermedios, arribó al Darién el 29 de Junio del mismo año. El emisario que envió al punto Pedrarias para avisar su llegada a Balboa, le encontró dirigiendo a varios indios que le techaban 25 de paja una casa, vestido con el pobre y desaliñado traje de aquellos colonos. Su respuesta fué que estaba pronto a reconocer la autoridad de Pedrarias, y habiendo desembarcado éste, salieron a su encuentro Balboa y todos los vecinos, recibiéndole con el mayor respeto. Los recién venidos se alo30 jaron en las casas de los antiguos colonos, y aunque comenzaron a vivir en buena armonía, ésta fué de muy corta duración. Pedrarias por su parte pidió desde luego a Balboa un informe

de todo lo que había hecho y del estado actual del país: diólo inmediatamente por escrito y con toda minuciosidad. Procedióse en seguida a tomarle residencia, en lo que entendía el alcalde Espinosa. Pero no fiándose Pedrarias de él comenzó por su parte una pesquisa secreta contra Balboa. Ofendido 5 éste de tal procedimiento y conociendo la persecución que se le preparaba, comenzó a tomar sus medidas para defenderse. Sabiendo pues que según la instrucción de Pedrarias, tenía éste que consultar todas sus providencias con el obispo Quevedo, trató de tenerlo por suyo. A este 10 fin no economizó obsequio ni regalo; dióle parte en todas sus granjerías, y ganó de tal modo su voluntad que no sólo le dió el obispo el manejo de todos sus negocios, sino que aun llegó a poner de parte de Balboa a la misma esposa del gobernador. Concluyóse en esto la residencia del Licenciado Espinosa, quien dió por libre a Balboa de todos los cargos criminales que se le hacían; pero le condenó al pago de los daños y perjuicios causados a particulares, y se procedió en esto con tal rigor que casi le dejaron en la mendicidad. No satisfecho aún el gobernador, quería enviarle a 20 España cargado de cadenas: opúsose el obispo, quien no quería perder un excelente administrador de sus negocios e hizo ver al gobernador que enviarle a la corte era enviarle a un triunfo seguro, porque la relación de sus hazañas en su propia boca no podría menos de causar grande impresión, de manera 25 que se exponía a verle regresar más ensalzado y favorecido que antes; y que el medio más seguro de inutilizar a aquel hombre temible era tenerle siempre envuelto en pleitos y contestaciones para que no pudiese alzar la cabeza en la colonia. Agradó al gobernador el consejo y por cierto que era muy acertado, pero 30 el mayor enemigo de Balboa no pudiera haber discurrido un medio más seguro para causar su ruina, que el que halló en

tonces su protector para detenerle. En virtud de este consejo, se le restituyeron sus bienes, se le dió alguna parte en el gobierno, y aun se creyó comúnmente que Pedrarias se había reconciliado con él.

5 En el entretanto, el hambre afligía de nuevo a la colonia : los antiguos pobladores rehusaron socorrer a los recién venidos y éstos, nuevos en la tierra y muy poco diestros en lo general para procurarse por sí mismos la subsistencia, morían en gran número. Fué necesario dividir la gente para disminuir en 10 algo la escasez, y salieron diversos capitanes a correr el país vecino, pero con tan poco tino y prudencia, que todos volvieron derrotados. Hasta el mismo Balboa alcanzó la mala suerte que parecía perseguir a cuanto ordenaba Pedrarias, pues en una expedición que hizo a las bocas del río, fué derrotado por los 15 indios y llegó herido al Darién. El efecto que produjeron estas excursiones, hechas sin tino por hombres crueles e imprudentes, fué un alzamiento general de los indígenas, que pusieron en grande aprieto a los hambrientos y desmayados españoles. Pedrarias escribió a la corte quejándose de Balboa 20 y éste por su parte no trataba mejor a Pedrarias en las cartas que dirigía al Rey. La opinión del monarca era muy desfavorable a Balboa, pero la llegada de Arbolancha con la noticia de la brillante expedición al Mar del Sur produjo un completo cambio en los ánimos. A no haber partido ya la armada 25 de Pedrarias, acaso Balboa habría conservado el gobierno: pero era tarde y sólo obtuvo el título de adelantado del Mar del Sur y la gobernación de las provincias de Coiba y Panamá, aunque sujeto a las órdenes de Pedrarias. A éste se le previno que favoreciese en todo al nuevo adelantado y le hiciese 30 conocer lo mucho que el Rey apreciaba su persona y servicios. Tal arreglo era muy fácil en la corte pero imposible en el Darién. A la llegada de los despachos en 1515, Pedrarias

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