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IV

BOLIVAR VICTORIOSO

[Después del fracaso de 1814, se refugió Bolívar en Santo Domingo. En esta época llegó a la América, para acabar de sofocar la rebelión, el guerrillero español Pablo Morillo. Inculto y feroz, empezó por hacer fusilar a infinidad de patriotas. En 1817 estaban 5 Caracas y la mayor parte de Venezuela en su poder. Pero entre tanto había organizado Bolívar un nuevo ejército, con el cual regresó a su patria, y se estableció en la región llamada la Guayana venezolana, eligiendo como capital provisoria la ciudad de Angostura-hoy día llamada Ciudad Bolívar a orillas del 10 gran río Orinoco. Así comenzó el segundo período de la rebelión venezolana, que se distinguió del primero por ser más ancho su alcance, luchando Bolívar por la independencia no sólo de Venezuela, sino también de Colombia, Ecuador, Perú, y Bolivia. — Aquí comienza este capítulo, que se toma del mismo libro que el 15 precedente.]

DEL sistema de represalias implantado por los españoles en 1812 y seguido por los patriotas en 1813, éstos restaron en 1816 el bárbaro principio de guerra a muerte, pero mantuvieron el de secuestro y confiscación de bienes, alegando que Morillo 20 hacía lo propio en Caracas. El 3 de setiembre de 1817, Bolívar expide un decreto por el cual quedan secuestrados y confiscados a favor de la República los bienes muebles e inmuebles pertenecientes al Gobierno español, a sus vasallos de origen europeo, o a los americanos realistas, añadiéndose 25 que las propiedades quitadas por los españoles a los patriotas sean embargadas, hasta que se presenten sus dueños o herederos y prueben que han permanecido fieles a la causa de la

Independencia. Exceptúanse, empero, de toda confiscación, los bienes dotales de la mujer y la tercera parte del caudal del marido que se manda distribuir por partes iguales entre las hijas solteras y los hijos menores de catorce años. Además, a propuesta del tribunal de secuestros, establecido en An- 5 gostura el 23 de setiembre, se dijo el 18 de octubre que a las mujeres cuyos maridos incurriesen en la pena de confiscación, se les reservarían no sólo sus bienes dotales sino también los heredados y la mitad de los gananciales; que a ninguna mujer se le secuestrarían sus bienes, salvo en el caso extraordinario 10 de una adhesión decidida a la causa del enemigo, acreditada por actos de espionaje u otros de igual gravedad, y que los hijos que hubiesen tomado parte activa en favor de la República conservarían sus herencias legítimas. Con tales excepciones se dulcificó la dureza de las represalias, y mucho más 15 gracias a la benevolencia del tribunal, compuesto de hombres justos. En cuanto a las propiedades de españoles se dispuso especialmente, el 10 de octubre, que las que no se pudiesen enajenar a beneficio del erario, se repartiesen y adjudicasen al ejército en cantidades proporcionales, desde 500 pesos al 20 soldado hasta 25,000 al general en jefe. Única paga que recibieron los libertadores hasta su entrada en Bogotá.1

En los meses de setiembre, octubre, y noviembre expide Bolívar otros decretos de carácter urgente o transitorio. A fin de favorecer el comercio con el extranjero y aumentar así 25 las rentas públicas, declaró que la navegación del Orinoco

1 Desde la época de los conquistadores capital de Colombia. Este país, que se había rebelado contra la metrópoli simultáneamente con Venezuela, había sido reconquistado por los españoles en 1816. Como se leerá en las páginas siguientes, concibió Bolívar el proyecto de atravesar la cordillera andina para ayudar a los granadinos. Comprendía que la suerte de Venezuela estaba íntimamente ligada con la de Nueva Granada. Si este país continuara en cadenas, aquél las llevaría también,

sería libre para todas las naciones, aunque manteniendo por el pronto los derechos de entrada y salida establecidos por los españoles. Reconoció a Guayana 1 como provincia autónoma, ordenando en consecuencia que en el pabellón na5 cional se pusiesen ocho estrellas, en lugar de las siete que simbolizaban las provincias confederadas en 1811. Designó a Angostura como capital provisoria. Mandó formar una Alta Corte de justicia, tribunales de primera instancia, y otro de comercio. Decretó finalmente, que mientras no estuviese 10 libre la mayor parte del territorio ni se pudiese establecer el gobierno representativo, el Jefe Supremo tendría un "Consejo - provisional de Estado" para informar en los asuntos administrativos, y un "Consejo de Gobierno" en quien delegaría algunas de sus facultades durante su ausencia en campaña. 15 El 21 de noviembre sale Bolívar de Angostura a emprender campaña por los llanos de Calabozo 2 contra el ejército español mandado por Morillo y su teniente La Torre. Desde el principio le fué contraria la fortuna. La primera división patriota, que se había adelantado a las órdenes del general 20 Zaraza, encontró a La Torre el 2 de diciembre y quedó des

truida. Bolívar regresa a Angostura, organiza con su acostumbrada rapidez otra división de hasta 3,000 hombres, por mitad infantes y jinetes, remonta el Orinoco (31 de diciembre), y a los pocos días (enero de 1818) incorpora parte de las

1 Hay cuatro Guayanas: la francesa, la holandesa, la inglesa, y la venezolana. Aquí se refiere a la última, la cual está en los confines de Venezuela y de la Guayana inglesa. Esta frontera tiene para nosotros los norteamericanos un interés especial, por haber sido en 1895 casi una causa de guerra entre nosotros e Inglaterra. El presidente Cleveland había exigido que Inglaterra sometiera al arbitraje la cuestión de la frontera venezolana, afirmando que el no hacerlo sería contrario al espíritu de la Doctrina de Monroe. Por algún tiempo se negó Inglaterra a otorgar nuestra demanda, pero al fin cedió.

2 Véase arriba, página 72, nota 4.

fuerzas de Páez, mil y tantos jinetes. Páez,' que desde 1813 venía guerrilleando con varia suerte en la provincia de Barinas, había reconocido la autoridad suprema de Bolívar cuando se hallaba éste libertando a Guayana. El mismo Páez refiere: "Mostraron mis tropas gran contento al saber que se hallaba 5 en Guayana; pero al hablarles de que iba a reconocerle como jefe, la mayor parte del ejército y de los emigrados me hizo la observación de que, como al conferirme el mando supremo no se me facultó para delegarlo en otra persona, no me creían autorizado para dar aquel paso. Consultando sólo el bien 10 de la patria, teniendo en cuenta las dotes militares de Bolívar,

1 José Antonio Páez, predestinado para desempeñar gran papel en la historia de Venezuela, nació en la provincia de Barinas en 1790. Era mestizo. Hijo de padres muy pobres, no recibió en su niñez más que una instrucción rudimentaria. Era pastor cuando estalló el movimiento revolucionario, pero en seguida llegó a ser guerrillero sin igual. Unos quince años más tarde (en 1830) fué nombrado presidente de Venezuela, ejerciendo después varias veces la magistratura suprema. Murió en Nueva York en 1873. Al joven Páez le describe así el historiador argentino Mitre: "De fuerza hercúlea, domador de potros y nadador infatigable, diestro en el manejo de la lanza, la espada, y el puñal, era el primero en los combates y se imponía a todos por su energía personal y por su elevación moral. Sujeto a ataques epilépticos cuando se exaltaba su sistema nervioso, era un poseído en la pelea, y después de atravesar con su lanza hasta cuarenta enemigos, caía postrado en tierra como muerto. Audaz en sus empresas, y reflexivo en sus combinaciones originales, poseía a la par del ardor del guerrero el golpe de vista del general de caballería, y tan temerario en la acción como astuto en su preparación, siempre fué vencedor por sus propias inspiraciones. Era el ídolo de sus soldados, que le llamaban 'el tío' o 'el compadre.' Hijo de la naturaleza, criado en medio de los feroces llaneros que dominaba con su fuerza física y su voluntad superior, su índole era generosa, su carácter caballeresco y humano, y su inteligencia muy superior a su instrucción, pues entonces no sabía leer ni escribir. Su traje era una blusa de paño azul, polainas de llanero, la manta echada a la espalda sujeta con un broche de plata sobre el pecho, un chambergo con el ala de adelante doblada con una cucarda venezolana prendida por una presilla de oro, al cinto una espada toledana y una larga lanza que nunca dejaba de la mano en campaña, y que era su estandarte al frente de su tienda de campaña, que era un toldo de cueros."

el prestigio de su nombre ya conocido hasta en el extranjero, y comprendiendo sobre todo la ventaja de que hubiera una autoridad suprema y un centro que dirigiera a los diferentes caudillos que obraban por diversos puntos, me decidí a someter 5 mi autoridad a la del general Bolívar. Formé las tropas que tenía, hice venir al padre Ramón Ignacio Méndez, arzobispo después de Caracas, para que a presencia de aquéllas me recibiese juramento de reconocer como Jefe Supremo al general Bolívar, y mandé después que las tropas siguiesen Io mi ejemplo, ordenando que hiciesen lo mismo los cuerpos que se hallaban en otros puntos."

Las fuerzas de Bolívar y el contingente de Páez sumaron unos 4,000 hombres. Organizados de prisa, diestros solamente en correrías por los llanos, propensos a la indisciplina, apenas 15 vestidos, escasos de municiones, sobrados sí de bravura heroica, iban a medirla con los veteranos tercios españoles que venían de vencer a los franceses. Con la vanguardia de jinetes llaneros marchó Páez; con la infantería Anzoátegui, Valdés, y Pedro León Torres. Dos cuerpos de caballería for20 maron la retaguardia a las órdenes de Cedeño y Monagas. En el estado mayor, Soublette y Santander. El 12 de febrero sorprenden a Morillo a las puertas de Calabozo, le destrozan lo mejor de sus regimientos, persíguenle el 16 hasta el Sombrero, y oblíganle a fugarse a la villa de Cura.1 Pero el ímpetu 25 del ataque, si quebrantó al enemigo, causándole más de 800 bajas, disminuyó también en proporción las fuerzas patriotas, quitándoles de la mano el fruto de su victoria. Y hubo cosa peor. Páez, cuyo contingente era indispensable para seguir

1 Es decir, las fuerzas patriotas empujaron a los españoles desde el sur hacia el norte, hasta los valles de Aragua (véase arriba, página 67, nota 2), en donde están Villa de Cura (también llamada simplemente Cura) y el pueblecito del Sombrero.

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