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de sus altas aspiraciones, y que por cierto valen para la ventura de las naciones mas que las hazañas de mayor nombradia. El tiempo, que borra l:.s impresiones de los partidos, que calma todas las impaciencias y que explica los inevitables desaciertos, hará que no se culpe al padre de la patria por predilecciones monárquicas muy naturales en su situacion personal, por no haber derrocado completamente en dos años la dominacion colonial, que contaba cerca de tres siglos, y por que no todas sus providencias fueron dignas de su constante y abnegado celo por la regeneracion del Perú. El pueblo con el feliz instinto, que se anticipa á la prevision de los sábios, á poco de haber llegado la expedicion libertadora, unió en admirable consorcio los nombres de Santa Rosa y de San Martin; si la patrona de Lima es el objeto del culto religioso, el héroe de Buenos Ayres será para los peruanos agradecidos objeto de la mas profunda consideracion política, y del mayor entusiasmo.

Desde que se retiró San Martin del Perú, no volvió á figurar en la vida pública: de Santiago de Chile, en que desde luego buscó un tranquilo retiro, fué ahuyentado por el odio bárbaro de algunos chilenos y por las rencorosas acusaciones de Cochrane; la persecucion de los enemigos políticos lo ahuyento igualmente de Mendoza, que fué su segundo asilo; en febrero de 1823, resuelto su viage á Europa, escribía al desterrado Ohiggins: "vamos, amigo, donde nos acor demos, que existen todavia hombres," Aunque fué bien recibido en Inglaterra, que celebraba con entusiasmo á los hombres de la independencia; la falta de recursos le obligó á establecerse en Bruselas para atender de cerca á la educacion de su única bija en una modesta pension. El Protector del Perú vivia en un cuarto alquilado y comia en mesa de huespedes; en 1828 se embarcó para Buenos Aires por asuntos de familia

pero viendo, que era inminente una terrible guerra civil, no pasó de Montevideo, y solicitado allí por todos los partidos, apresuró su regreso á Europa. Como dice Vicuña Mackena en su brillante biografia: "Repetia de continuo, aquel hombre eminentemente sagaz, un proverbio, que para él debia ser mas que una maxima moral; porque era la definicion filosofica de su vida: "Seras lo que debes ser" (decia á cada momento en el seno de la intimidad), y sino no seras nada." El habia sido lo que debia ser: un libertador. Ahora ya no era nada, y no queria ser mas que nada. San Martin, como Washington, fué un gran filósofo político.

Por otra parte, su alma se hallaba profundamente consternada por el cuadro de disolucion, que comenzaba á ofrecer la América en el primer ensayo de su orga nizacion. Sucre asesinado á balazos. Bolivar, asesinado por la melancolía. Lamar, expulsado del Perú por Gamarra, para morir como Bolivar. Chile rifando sus destinos en los campos de Lircay. Las dos riberas del Plata anegadas en sangre. ¡Qué espectáculo para el hombre, que habia roto el dique á las primeras pasiones de la desbordada revolucion!

Para San Martin la América era en consecuencia solo una inmensa playa cubierta de naufrajios. El faro de la revolucion estaba apagado. La Europa era siquiera un puerto despues de la borrasca...

Los últimos años de San Martin, ya en las cercanias de Paris, ya en Boulogne sur le mer, se deslizaron en apacible retiro, con los habitos de una sencillez antigua: vestia con menos lujo, que un capitan espartano; era extraordinariamente sobrio; daba largos paseos, en las ciudades á pie y en el campo á caballo; usaba mucho de la pipa; se entretenia en obras de carpinteria ó en iluminar gravados, y se entregó con pasion á la lectura. Su antigua dolencia de estomago, dos ataques de có

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lera morbo, la ceguera inminente, la terrible impresion del sacudimiento general de Europa en 1848,y mas que todo la vejez, quebrantaron su robusta constitucion, y, á la edad de setenta y dos años murió casi subitamente en su residencia maritima, en el seno de su afectuosa familia, compuesta de su digna hija, Balcarcel su hijo político, y dos encantadoras nietas, el 13 de agosto de 1850, vispera del aniversario de su salida de Valparaiso para el Perú, con la expedicion libertadora.

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LIBRO II.

EL CONGRESO CONSTITUYENTE 1822-1824.

CAPITULO I.

LA JUNTA GUBERNATIVA 1822-1823.

Las ideas democráticas se habian sobrepuesto por la fuerza de las cosas al prestígio de San Martin y á la habilidad de Monteagudo, quienes en vano habian hecho grandes esfuerzos por el establecimiento de una monarquía. Instalada la representacion nacional el 20 de setiembre, pudo consagrar el triunfo de la democrácia, sin obstaculo y con asentimiento comun, por los dos decretos siguientes.

El Soberano Congreso Constituyente del Perú.

Deseando llegue á noticia de todo el pueblo peruano haberse reunido por medio de sus representantes, y entrado en la plenitud de su soberanía, ha venido en decretar y decreta lo siguiente:

1.° Que se halla solemnemente instalado el Soberano Congreso constituyente del Perú.

2.° Que la soberania reside esencialmente en la nacion; y su ejercicio en el Congreso, que legitimamente la representa.

Imprímase, publíquese y circúlese por quienes corresponda. Dado en la sala del Congreso, en Lima á 20 de Setiembre del año del Señor de 1822.-3.° de la independencia del Perú.-Javier de Luna Pizarro, presidente. José Sanchez Carrion, Diputado secretario.-Francisco Javier Mariátegui, Diputado secre

tario.

El Soberano Congreso Constituyente del Perú.

Atendiendo á que por su instalacion han cesado en su ejercicio todas las autoridades cíviles, militares y eclesiasticas, que dependen del Estado desde el momento, en que quedó instalado este cuerpo representativo de la nacion; y que es indispensablemente necesario el uso de sus funciones respectivas; ha venido en decretar, y decreta lo siguiente:

1.° El Congreso Soberano habilita por ahora á todas las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, que dependen del Estado en todo el territorio.

2.° Se exceptúa del artículo anterior la administracion del supremo poder ejecutivo, de que aun no se ha desprendido el Congreso Soberano.

3. Igualmente se excluye el Consejo de Estado, sobre el cual recaerá posterior resolucion...

Renacia el entusiasmo y se esperaba generalmente, que á la inauguracion de las instituciones liberales seguiría de cerca el triunfo de la independencia. Sin embargo la situacion era tan dificil, como nueva, y la naciente república tenia que atravesar un camino azaroso, debiendo sobreponerse en su debil infancia, á las muchas y poderosas resistencias, que hasta hoy no dejan de dificultar sus naturales adelantos.

El espiritu publico, aletargado por muchos sig los y violentamente comprimido bajo el protectorado, contaba apenas dos meses de libre expansion; faltaban

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