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parte proponian las siguientes bases de avenimiento: Riva Agüero renunciaba la presidencia y aun al derecho de ser elegido: tambien cesarian el gobierno de Torretagle y el Congreso; los pueblos elegirian otro presidente y otros representantes; el Libertador garantizaria la validez de los actos del expresidente. El objeto era no concluir arreglos aceptables, sino ganar tiempo, esperando recibir entretanto el apoyo de Santa Cruz y de los realistas.

Bolívar, que estaba muy distante de aprobar las inedidas conciliatorias, participó al Congreso el poco. éxito de la comision encargada á Galdeano y Urdaneta: y despues de un acalorado debate y habiendo sido desechadas otras poposiciones, consiguió, que se adoptase la de Pedemonte concebida en estos térmi-t nos: "Cuando el Congreso fió á S. E. el Libertador la: pronta y mas feliz transaccion de las disenciones con el ex Presidente Riva Agüero, estuvo satisfecho de que S. E. sabria usar de los recursos de la fuerza, cuando contemplase infructuosos, los que le dictara su prudencia." Recibido este decreto, comisionó Bolívar al coronel argentino Araos, al peruano Alcazar y al teniente coronel.colombiano Elizalde para que hiciesen una intimacion amenazante y perentoria: ofrecia por segunda vez la amnistia absoluta y honrosa bajo la doble condicion de que reconociera el gobierno de Lima y de que la division del norte se dirigiera á

Jauja en el término de cuarenta y ocho horas; si no, convenia en esto, se le intimaria, que el ejército de la capital marcharia inmediatamente á extinguir aquella faccion, á restablecer la autoridad de la nacion y á castigar ejemplarmente á los gefes disidentes y prin cipales motores del escandaloso crimen.

Perez secretario de Bolívar decia á Riva Agüero en carta del 1° de octubre trasmitiendole el decreto del Congreso:

El Libertador tiene una repugnancia invencible á mezclarse en negocios entre hermanos, que disputan entre sí y se combaten de un modo cruel. Nada obli gará al Libertador á emplear la fuerza contra U. y sus partidarios; sino recibe nueva prueba de su obstinada negativa á la sumision, que se debe al Congre so Constituyente. Además será una causa mayor el empeño de U. en dar la muerte á su Patria, y una cooperacion muy directa en favor de los enemigos comunes, la negativa de reunir las fuerzas, que le obedecen á U., á los libertadores de la Patria, los aliados que han venido á servirla á costa de sus sacrificios mas dolorosos. U. está hostilizando el pais, que debe alimentarnos, y privándonos de los recursos, con que debemos hacer la guerra al enemigo comun. Las tropas del Perú, Chile Ꭹ Colombia están comprome tidas en la Paz y Arequipa contra fuerzas superiores, y el éxito de nuestros hermanos depende en gran par te de los esfuerzos de las tropas, que están prontas para marchar á destruir los cuerpos enemigos, que. ocupan el valle de Jauja. Todos los sacrificios los ha hecho Lima para esta expedicion; solo falta, que U. se someta al Congreso, para que no amenace á esta ca pital, y puedan desde luego salir de ella los valientes, sin riesgo del Gobierno y pueblo limeño. El Libertador está resuelto á marchar á Jauja inmediatamen te siempre que las tropas del mando de U. se sometan al Congreso Constituyente, y marchen á reunirse al ejército Libertador en el valle de Jauja. Si por el contrario U. y las tropas de su mando reusaren cumplir con su deber desconociendo la autoridad le. gítima y denegándose á contribuir á la libertad del ay Perú; el peso de la ley caerá sobre las cabezas de los culpables de lesa Patria, que han cometido el sacrilejio atroz de hollar el templo de las Leyes, y de emplear las armas de la Libertad contra los representan

tes del pueblo y sus derechos.

Los decretos del Congreso serán cumplidos religiosamente por el Libertador, si U. no quiere merecer por su sumision al poder Soberano la interposicion amistosa de un aliado, que nada tiene tan cerca de su corazon, como la libertad del Perú y los derechos del pueblo.

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presentarán á U. las miras del Libertador y las ofertas, que repite de perfecta garantía y seguridad en favor de U. y de los súbditos, que le obedecen."

Siempre con el fin de ganar tiempo no se dió el expresidente por ofendido de amenaza tan insultante, y para seguir negociando comisionó al coronel Lafuente, que entre sus favoritos era el de mayor crédito é influencia. En la primera conferencia con los de Bolívar convino el nuevo comisionado, en que se trasladaria con uno de ellos á Lima á fin de recabar, que se les ampliasen los poderes, y se prosiguieran las negocia ciones en Pativilca, promedio de la distancia entre la capital y Trujillo. Una vez en Lima, no pudo Lafuente resistir á las seducciones de la capital, á la elocuencia fascinadora del Libertador y al desprestigio de su partido. Aqui halló la opinion fuertemente declarada contra su favorecedor, al Congreso con la respetabilidad de sus augustas funciones y de muchos diputados eminentes, á Torretagle realzando la esplendidez de palacio con el lustre de su casa, y á BoKvar con todo el prestigio de su genio. Ademas supo, que el ejército de Santa Cruz, único baluarte de los rivagüeristas estaba deshecho; que sus restos, la division de Sucre y los auxiliares de Chile podian formar una fuerza de mas de diez mil hombres sin contar otra division colombiana ya en camino del Itsmo; y que Riva Agüero se hallaba en tratos con Laserna. Esta última noticia le hizo acordar, que el presiden

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te le habia dicho: que convenia mas al Perú sujetarse á los españoles, que unirse con desaire à los auxiliares, y que valia mas un capitan español, que un General de la patria." Bajo tales impresiones estipuló: que Riva Agüero reconoceria al Congreso y á Torretagle, y quedaria con el mando del ejército, ó aceptaria una mision diplomática para Europa, siendo validos todos sus actos y olvidándose las pasadas disenciones.

Bolívar prometió enviar á Pativilca á los coroneles, Morales y Araos para concluir definitivamente este convenio con dos comisionados de Riva Agüe ro, y escribió á este la siguiente carta:

Señor Don José de la Riva Agüero.

Lima á 25 de Octubre de 1823.

Mi querido amigo:

Incluyo á U. una carta, que le dirige el General Santa Cruz, y que mandó abierta para que yo la viera. El General Sucre llegó anoche dejando su division en Pisco. Sucesivamente llegará la division chilena y los restos de la del General Santa Cruz.

He resuelto marchar, con todas las tropas de Colombia, Peru y aliadas, que hay en esta capital, á Jauja para aprovechar la feliz oportunidad de tener los enemigos todas sus fuerzas en el Sur, y solo espero la noticia, de que esa division de su mando ha marchado toda á Pasco, llevando todas las mulas, caballos y ganado posible, para marchar yo.

Como considero, para estas horas, terminadas todas las diferencias, me apresuro á decir á U., que mueva esa division y que me participe haberlo hecho así para moverme yo hácia Jauja, para lo cual está todo prevenido, y aprovechar momentos tan felices. Soy de U. atento servidor y amigo.-Bolivar.

Riva Agüero contestó:

Señor Don Simon Bolívar.

Trujillo, 1.° de Noviembre de 1823.

Mi distinguido amigo:

La favorecida de U. 25 del pasado me ha sido muy grata, como que con la llegada á Lima del ejér cito unido conseguiremos asegurar la suerte del pais con mucha mas probabilidad, que en la distancia, despues que en tiempo oportuno no se ha cooperado por el centro, segun estaba combinado. Yo confieso á U., que desde que comenzó la anarquía, consideré perdida la division del mando del General Santa Cruz, y lo que se haya salvado, es un portento. Esto me hizo entablar relaciones con los enemigos, á fin de conseguir una suspension de hostilidades; porque sin ella, tarde ó temprano debia sucumbir no solo la parte del mando de Santa Crnz, sino todos los restos; pues la unidad de accion, que tienen los Españoles, les dá una decidida ventaja.

La division, que tengo en esta parte, marchará muy pronto, y yo me complaceré toda mi vida de que sirva para sostener la causa de América, y que el mundo todo vea, que yo no he pretendido mandos, ni tomarme autoridad; sino que mi honor y compromisos son los que han obrado.

Para el movimiento de esta division á la sierra necesito mil y quinientos juegos de herraduras, y unos cuantos herradores; porque aquí no los tenemos. Le hice este encargo á Alcazar para que lo significase á U. Entre tanto se me dan las seguridades correspondientes y se arregla el tratado de Pativilca, voy a prepararlo todo para que marche á la mayor brevedad esta division, de lo que no debe U. dudar, así lo veri

á

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