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pretestando, que llevaban el cabello á la republicana. Besanilla, anciano respetable, fué puesto en cruz en una de las plazuelas por haber dado la noticia de que se acercaban los patriotas; un farol colocado sobre su cabeza permitia á los que pasaban, leer la sarcastica inscripcion siguiente, "aquí estará colgado BesaniIla, hasta que ent en los insurgentes." Por otra parte de tiempo en tiempo eran maltratados, los vecinos por las incursiones de los guerrilleros, prontos á convertirse en salteadores, siempre que pierden el temor á la disciplina y á las leyes.

Para libertar á Lima de opresores y de bandidos ordenó Bolivar al coronel Urdaneta, que con reclutas y salidos del hospital formará una pequeña division, y en reconociendose bastante fuerte, desalojase á los realistas. Hizolo así el indicado coronel; pero demasiado ardoroso comprometió un choque el 13 de noviembre con un destacamento del Callao cerca del sitio llamado la Legua; su mal disciplinada caballeria no supo resistir la primera carga del enemigo, y se dispersó en todas direcciones, perdiendo 208 lanzas, 111 tercerolas, 134 sables, 260 caballos y varias cargas de municiones, y siendo perseguida hasta las calles de Lima. El Libertador hubo de reprender á Urdaneta severamente, por que despues de este desastre se aventuraba á nuevos encuentros; y para poner las cosas en el mejor orden se vino á la capital desde su cuartel de Chancay el 7 de Diciembre. Los limeños, viendo en el su áncora de salvacion, le recibieron lo cos de contento: no satisfechos con mirarle en tropel, le tocab .n, le abrazaban y le llevaban en peso, estrechandole tanto, que les hubo de advertir, iban á ahogarle; dia y noche la entusiasmada concurrencia rodeaba su morada y las calles inmediatas, exhalando su alegria en vivas entusiastas, y suplicandole, que no desamparase al afligido vecindario. Resolvió el he

roe en vista de tan sentidas instancias permanecer en la ciudad, todo el tiempo, que le permitiesen sus atenciones militares.

La suerte del ejercito expedicionario preocupa ba vivamente al Libertador. En carta del 7 de No viembre habia dicho su seeretario al General Sucre: "S. E. me manda repetir lo que he manifestado á U. S. desde el principio de este oficio; esto es que obre U.S. con absoluta libertad, y como convenga en las respectivas posiciones, en que se encuentre el ejercito del mando de U. S. y el enemigo. La victoria es cuanto desea S. E. Mas Š. E. recomienda á U. S. las dos consideraciones siguientes: 1. Que de la suerte del cuerpo, que U. S. manda, depende la suerte del Perú, tal vez para siempre; y la de la America entera, tal vez por algunos años. 2. Que como

consecuencia de esto se tenga presente, que, cuando en una batalla se hallan comprometidos tantos, y tan grandes intereses, como los que llevo indicados, los principios y la prudencia, y aun el amor mismo á los inmensos bienes, de que nos puede privar una desgracia, prescriben una extremada circunspeccion, y un tino sumo en las operaciones para no librarlas á la suerte incierta de las armas, sin una plena y abso luta seguridad de un suceso....

Sabiendo Bolívar, que el virey no solo habia tomado la ofensiva, sino que se habia interpuesto entre Sucre y la Capital, llegando sus avanzadas hasta Huamanga, concibió las mas vivas inquietudes, y se perdia en conjeturas al querer darse razon de tan extraordinario movimiento: admitía la posibilidad de que los realistas quisieran dar una batalla, calificando este partido de imprudente, por que los patriotas se batirian á la desesperada: creia tambien, que podian bajar á la costa para fijar en el Callao la base de sus operaciones, lo que les exponia á perecer por el influjo

del clima y por la falta de recursos; conjeturaba á veces, que vinieran al norte para recibir algun refuerzo de la peninsula por la via del istmo; "puede tambien muy bien, deca, que nada de esto tenga lugar y que los enemigos hayan trazado un plan, que no nos sea dable descubrir de pronto." Por esta incertidumbre é inquietudes hacia decir á Sucre por su secretario Heres "en carta del 25 de noviembre:

A la distancia, á que U. S. se halla del ejercito y con los movimientos extraordinarios, que estan haciendo y pueden en lo sucesivo hacer los enemigos, no es posible, que S. E. dicte órdenes, que deben ser siempre conformes á lo que exijan las circunstancias. Así pues S. E. insiste, en que U. S. obre con absoluta libertad en virtud de la autorizacion de S. E. Sin em baigo S. E. me manda hacer á U. S. las siguientes observaciones ó indicaciones.

1. Que no divida US. nunca el ejercito.

2. Que procure US. conservarlo a todo trance. Dividiendo US. el ejercito se esponia US. á un riesgo conocido y esponia los grandes intereses de la América por un bien comparativamente pequeño.

Se esponia US. á ser inferior á sus enemigos y perder una batalla por ocupar algunas leguas mas del país. S. E. está persuadido, de que la libertad del Perú no ha de venir por la ocupacion material de terre no, sino que ella está en el mismo campo, en que obtengamos una victoria contra los enemigos.

Por esta misma razon recomienda S. E. la esme rada conservacion del ejercito. Las bajas, que éste tenga, no las podemos nunca reemplazar, y en el caso mas favorable llenariamos nomentaneamente nuestras plazas con gente del país, que, como US. sabe, tiene horror al servicio, y por consiguiente desertaria en mas número, que en el que la tenemos; á mas de que vendriamos á quedar con un ejercito igual en clase al

de los Españoles y esto podria hacer incierta la suer te de las armas".

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Laserna habia pensado reparar la gran derro ta de Junin haciendo esfuerzos supremos; el recluta miento mas activo, los ejercicios asiduos y la llama is de Valdez, que hubo de dejar el Alto Perú al ya •a• si abatido Olañeta, pusieron con asombrosa rapidez el ejercito del Cuzco en el pié de unos doce mil hom bres. Para quitar peligrosas competencias el mismo virey quiso dirigir personalmente la campaña; Canterac fue nombrado gefe de Estado mayor general; Valdes, Monet y Villalobos tomaron el mando de tres divisiones, que se elevaban á 8,500 (ocho mil quinientos) hombres de infanteria; Ferraz comandaba 1,500 caballos, y Cacho 14 piezas de artilleria de montaña. Dejadas las indispensables guarniciones y he chos los arreglos políticos, se emprendió por los realistas la campaña el 22 de octubre, pasando el Apu rimac por Acchá, y el 31 del mismo mes llegaron á las alturas de Mamará, en cuyas cercanias se ha Hlaban algunos cuerpos de los patriotas.

Sucre tenia distribuido su ejercito desde Andahuaylas hasta Abancay; atendia con toda solicitud a las necesidades, y no creyendo próxima la apertura de una nueva campaña, habia ordenado á los dueños de tierras, sembrasen cebada en abundancia para su ca balleria, ofreciendoles el correspondiente pago. Cuando supo, que el virey se proponia atacarle, se limitó por lo pronto á concentrar su hueste en Lambrama, y solo el 6 de noviembre, en que Miller llegó al cuar tel general, anunciando la proximidad del enemigo, empezó á moverse en la direccion de Guamanga con la calma, que da el sentimiento de la propia fuerza. Conforme á las instrucciones de Bolivar evitaba to mar la ofensiva; pero no queria consumir su hueste en una retirada precipitada, en la que le habrian lle

vado los realistas, señalada ventaja por la mayor mo. vilidad de sus infantes. Ademas el espiritu indoma ble y la decision entusiasta del ejército le inspiraban gran confianza de renovar las glorias de Junin, luchando contra enemigos mas numerosos. Los defensores del Rey solo presentaban una superioridad aparente: la mejor tropa, que era la de Valdez, esta ba quebrantada por haber andado en pocos dias mas de 300 leguas despues de peligrosos combates; los restos de Canterac no se habian repuesto bien de sunterior derrota, los demas eran casi en su totali dad al disciplinados reclutas. Ademas los indios, que formaban la masa del ej rcito realiasta, solo eran re tenidos bajo las banderas del Rey por el temor del castigo y por el ascendiente del imperio secular: como habia conocido Bolivar, si resistian toda clase de intemperie, tambien aguardaban escaparse á todo trance por lugares conocidos, en tanto que los mas de los patriotas, no contando con la facilidad de salvarse despues de la derrota, se batirian heroicamente. En fin los mismos caudillos del vireinato, aunque casi to dos eran peninsulares, tenian ya muy quebrantado el orgullo de dominadores, habian perdido la estrechisima union, principal secreto de sus victorias, miraban mal á Canterac por su origen francés, por su al tivez y su vergonzosa retirada, murmuraban en alta voz contra la prudente dilacion de los ataques, y en medio de una arrogante confianza tenian cierto presentimiento de la derrota, que para ellos debia ser irreparable.

Cuando pudiera creerse inminente la accion por hallaise tan próximos los ejércitos beligerantes, se alejó el virey de Matará, emprendiendo la marcha hacia el norte para cortar las comunicaciones de los patriotas; mas, estando ya cerca de Huamanga, supo, que Sucre se hallaba á retaguardia, y retrocedió en

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