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tando 50. Reanimados los realistas, y siguiendo su marcha por el rio de Lurin, se reunieron en la Cieneguilla el 5 de setiembre, aguardando el ataque del ejercito libertador.

á

San Martin, que desde el dos de setiembre habia sabido la bajada de los españoles, la anunció en la noche del 4 á la alegre concurrencia del teatro; apeló á los sentimientos patrióticos, y se retiró luego á hacer los aprestos de defensa. Los espectadores mandaron tocar la marcha nacional, entonaron el himno de la patria, y pronunciados algunos discursos entusiastas, salieron a la calle con la música á la cabeza para dar noticia del peligro. En toda la poblacion, se juró con eléctrica animacion morir antes que doblegarse yugo colonial. El Presidente Riva Agüero dió creces al entusiasmo general, desplegando los recursos de su genio y haciendo valer la înfluencia que le daban su popularidad y su posicion. Los articulos de la gaceta oficial sostenían el espíritu público á grande altura, energico y puro. San Martin dió la siguiente

al

PROCLAMA.

¡Habitantes de Lima!-Parece, que el justo cielo, cansado de tolerar tanto tiempo á los opresores del Perú, los encamina á su destruccion. El general La Serna se ha movido de la sierra: una fuerza de 300 hombres de aquellas mismas tropas, que asolaron tantos pueblos, incendiaron tantos templos y destruyeron á millares de inocentes, está en San Mateo, y otra de 200 en San Damian. Si él avanzase sobre la capital, será con ánimo de inmolaros á su venganza, y haceros comprar bien cara vuestra decision y entu siasmo por la independencia. ¡Esperanza vana! Los brazos, que libertaron á la ilustre Lima, los que la

protejieron en los momentos mas difíciles, sabrán preservarla del furor del ejército español. Sí, habitantes de la capital: mis tropas no os abandonarán: ellas y yo vamos á triunfar de ese ejército, que viene sediento de vuestra sangre y propiedades, ó á perecer con honor; mas nunca seremos testigos de vuestra desgracia. En cambio de tan noble consagracion, y para que ella tenga el favorable suceso de que es dig. na, todo lo que exijo de vosotros, es union, tranquili dad y eficaz cooperacion: tan solo esto necesito para asegurar al Perú su felicidad y su esplendor.-San Martin.

El bello sexo, no contento con exhortar en secreto y perorar en grupos, se presentó con cuchillos y tigeras á falta de otras armas. Los mulatos organizaron un batallon para defender las murallas. Los eclesiásticos salieron á la calle, llevando crucifijos en una mano, y en la otra puñales. La exaltacion, que habia llegado á un grado indescriptible, subió al extremo al anunciarse, que el enemigo bajaba por la orilla izquierda del rio. El pueblo se precipitó á los cuarteles y acudió en tumulto al palacio, donde se decia, que La Serna habia dejado un depósito de armas. Derribada la puerta del presunto almacen, solo se encontraron algunas docenas de guadañas inservibles. La plaza mayor se hinchió de gente inflamada de ardor guerrero, formandose en linea de batalla los mulatos hacia el cabildo armados de cuchillos, y los clerigos. y frailes al pié de las gradas de la catedral, con espada en mano. Las señoras excitaban desde los balcones el mayor entusiasmo. Luego se reconoció, que era una falsa alarma, causada por los moradores del valle de Lurigancho, que venian á tomar parte en la defensa; pero no por eso se amortiguó el ardor patriótico: el 8 de setiembre se celebró el aniversario del desembarco

del ejercito libertador con alegre tranquilidad, y con la confianza de que no seria la última fiesta de la pa

tria.

Algunos hombres exaltados de aquellos, que por cobardia ó por corrupcion suelen deslucir las revolu ciones mas brillantes con actos de barbarie, ofrecieron mil quinientos puñales, que habian de ser repartidos entre la gente desalmada. Monteagudo aplazó la medida, y segun sus expresiones, se guardó de echar mano de los puñales, no siendo en un extremo urgente, por que estaba firmemente persuadido, que era perjudicial anticipar ciertas medidas, que por su naturaleza se reservan solo para los últimos casos; contaba con la plebe y especialmente con los negros para ese lance extremo, en que se debe sacrificar el todo por el todo, esperando conmoverla por medio de procla mas incendiarias, como para el objeto" Para evitar el desórden prohibió tocar campanas, disparar cohe tes y dar cualquiera otra señal de alarma. Dispuso, que las portadas estubiesen defendidas por destacamentos á cargo de oficiales veteranos, pensando, que todo lo demas era jarana. Sin embargo viniera de él ó de otro la provocacion para el crímen, se precipitó una multitud furiosa al convento de la Merced, donde por libertarles de violencias y precaver cualquier intentona de su parte, se habia obligado á encerrarse á los españoles residentes en Lima bajo pena de la vida. Los mas peligrosos habian sido remitidos á Ancon, y sin embargo los amotinados dieron contra los indefensos presos furiosos gritos de muerte. Por fortuna el oficial Castillo, que mandaba la guardia, cerró las puertas; los religiosos hicieron una llamada ferviente á los sentimientos de la caridad cristiana; las mugeres é hijos de los españoles clamaron contra los asesinos, y el humano Riva Agüero expidió las órdenes convenientes para impedir una de esas escenas de

horror y de sangre, bastante comunes en los pueblos mas cultos en situaciones análogas, pero muy opuestas al caracter dulce y benévolo de la sociedad de Lima.

Entretanto San Martin, acampado primero en la pampa del Pino á corta distancia de la ciudad y despues en la chacra de Mendoza á dos millas de la muralla, esperaba en buena posicion el ataque de los realistas, sobreponiendose á las apremiantes instancias de los que le aconsejaban ir á atacarlos. En vano el audaz Cochrane, que habia desembarcado y hecho un hábil reconocimiento, unia sus vivas exortaciones á las de los jefes mas influyentes, y en vano vino á provocarle Canterac, derribando en la noche las tapias intermedias, y desfilando á corta distancia -mediante maniobras, que le ponian en comunicacion con el Callao. El Protector dió una prueba insigne de prudencia y de sangre fria, calmando la impaciencia de su jente con palabras moderadas y con la esperanza de que el enemigo seria atacado, una vez llegada la ocasion oportuna. En verdad, los patriotas tenian la superioridad del número y del entusiasmo; pero era aventurado lanzarlos á descubierto contra fuerzas veteranas, bien disciplinadas y bajo jefes muy expertos. Habrían sido incalculables y muy dificiles de reparar los daños de una derrota á las puertas de la capital, y eran muy limitadas las ventajas que podian reportarse del triunfo á no ser decisivo. Con razon permaneció pues el ejercito libertador á la defensiva, y cuando los enemigos se dirigieron al Callao, cambió de posicion para seguir sus ulteriores movimientos, cubriendo siempre á Lima. No hubo mas hecho de armas, que la esforzada defensa de dos compañias de civicos al mando del capitan Iscue, los cuales retiraron su avanzada de Bellavista, haciendo frente á los realistas.

Aunque habia logrado entrar sin combate en la

plaza del Callao, no pudo felicitarse Canterac de su penosa expedicion. Los sitiados, que le recibieron con gran jubilo esperando ser socorridos, segun les habia ofrecido el virey al retirarse á la sierra, tuvieron el desconsuelo de saber, que no les traia viveres, y que no podia proporcionarseles. Por un momento se creyó, que les serian suministrados por comerciantes ingleses, dandoles al contado cien mil pesos y prometiendo cuatrocientos mil sobre las cajas de Arequi pa despues de la entrega; con esa confianza expedicionarios y vecinos aprontaron la primera cantidad; pero el comisionado para la compra no encontró, á la persona con que debia entenderse, y el dinero hubo de emplearse en otros gastos del servicio. El general Lamar, que mandaba los fuertes, resistió su desmantelamiento, porque eso habría sido entregar á discrecion á las muchas personas, que alli se habian refugiado, descansando en la proteccion ofrecida por La Serna. Tampoco pudieron los expedicionarios llevarse los pertrechos de guerra, como habian pensado, por que no habia medios de transportarlos. Asi es que hubieron de salir del Callao, como habian entrado, dejando á los refugiados casi sin recursos y con solo la espectativa de un combate proximo, anunciado por las últimas disposiciones militares, pero cuyo exito se presentaba ya mas que dudoso. Al pasar á cierta distancia del mar, Cochrane, que por alli estaba á la capa, hizo dos descargas de metrallas sobre el primer cuerpo, que se desbandó en parte. Internandose mas como, si fueran en busca de los contrarios aunque conforme á las prevenciones de La Serna y al dictamen de la junta de guerra, tenian resuelto no aventurar un combate se sostuvo la moral de la tropa; pero hubo de pronunciarse la retirada, y desde entonces abandonadas las brillantes esperanzas, que habian hecho llevadera la bajada á la costa, y presentandose en todo

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