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lugar á sangrientas colisiones y á clamores populares de mueran los colombianos; principiaba á esparcir, sé la opinion, de que habia sido una calamidad para el Perú el haber reconquistado su independencia con la cooperacion de armas estrangeras. Estos rumores y antipatías debian tomar mas y mas cuerpo, por que propagandose en secreto, no podian ser eficasmente combatidos por refutaciones y explicaciones públicas. El consejo de gobierno decretó una libertad de imprenta, parecida á la de Figaro, que de todo permitia escribir menos de cuanto tuviese alguna importancia para el estado ó los particulares; la oposicion suplia con usura el silencio de la prensa nacional con las hablillas vulgares, ó con algunos periódicos de Chile y Buenos Aires, enteramente adversos á Bolivar. El odio oculto y la exaltacion nacional se extendian ya de manera, que la juventud unicamente queria lucir las corbatas encarnadas en ostentacion de su irritado patriotismo. Siendo tal el estado de la opnion pública, la presidencia vitalicia no podia durar mas tiempo, que el indispensable para sobreponerse á la presion de las guarniciones colombianas.

La ausencia duradera del Presidente y sus embarazosas atenciones en la lejana Venezuela avivaban la esperanza de sacudir pronto su yugo; y la oposi cion que contra su gobierno se levantó vigorosa en Colombia, iba á ofrecer la oportunidad deseada. Cuando Bolivar debia presentarse allí como el angel tutelar de las instituciones republicanas, se le vió con su mo descontento inclinarse cada dia mas del lado de los contrarios al regimen constitucional, como federalistas, como partidarios de la separacion de Venezuela ó como monarquistas declarados.

Al principio condenó los actos favorables á la dictadura y dió bellisimas proclamas, en las que, rebosando toda la grandeza de su alma, henchía los cora

zones de esperanzas y prometia anegar las pequeñeces de los partidos en la inmencidad de su patriotismo; pero no por eso dejó de tomar providencias dictatoriales, ni de ensalzar la malhadada constitucion bolviana; lo que era peor, en el despecho de la contradiccionó en el desencanto de sus visiones fantasticas se permitia apreciaciones tan inexactas y tan indignas de su genio, como propias de un espiritu descreido y sin grandes aspiraciones. "No hay, decia, buena fé en America, ni entre los hombres, ni entre las naciones. Sus tratados son papeles, las constituciones libros, las elecciones combates, la libertad anarquía y la vida un tormento." Santander le dijo en Bogotá con mas republicanismo y buen sentido: "apenas he podido cumplir lo que os ofrecí, cuando me encargasteis del gobierno. Dije entonces, que la constitucion penetraría mi espíritu y lo penetró; que haria el bien ó el mal, segun lo dictara, y lo he hecho; que sería esclavo de la ley y lo he sido." Todavia acrecentó momentaneamente su gloria Bolivar, ya sofocando la revolu cion de Venezuela con prodigios de actividad y prestigio, ya anunciando el pronto restablecimiento del órden en una proclama, en la que se leian estas sublimes palabras: "ahoguemos en los abismos del tiem po el año de 26.... Yo no he sabido nada." Pero to das las esperanzas se anublaron, y sus esplendores de pacíficador desaparecieron, luego que reconoció al caudillo de los revoltosos como salvador de la república, protegió decididamente al partido reaccionario y tra tó desdeñosamente á los leales servidores del gobier no. Desde entonces todos los defensores de las instituciones repúblicanas le miraron solo como un ambicioso, que quería militarizar su pais y tiranizar á sus conciudadanos

La division colombiana, que con unos dos mil quinientes soldados sostenia en Lima la presidencia

vitalicia, no podia menos de participar de los sentimientos ya bastante difundidos en su patria. Las noticias llegaban tarde y la situacion no estaba todavia bastante despejada; pero era claro, que allá, como aquí, pretendian los amigos de Bolivar falsear las institu ciones republicanas, y que actos, arrancados por la presion militar á los ciudadanos oprimidos o solamente suscritos por los gefes del ejercito, tendian á monarquizar la tierra de los libertadores. Excitados por el amor á la constitucion patria y por algunos hombres influyentes de Lima, que deseaban derrocar la constitucion Boliviana, el comandante Bustamante y casi to dos los oficiales de dicha division preparaban un movi miento revolucionario del que, avisado con tiempo el poco inteligente General Lara, no tomó medida alguna para asegurar la conservac.on de la disciplina. Pudieron por lo tanto realizar los conspiradores la revolucion militar al rayar el 26 de enero: presos los generales Lara y Sandes con los coroneles y pocos oficia les opuestos al cambio, levantaron una acta, en que protestaban de su adhesion á las leyes y gobierno de Colombia, y dieron dos proclamas, una á la tropa en el mismo sentido y la siguiente á los peruanos:

CIUDADANOS DE LIMA Y DEL FERÚ TODO.

La Libertad, que ha defendido siempre el Ejér cito de Colombia, y la estabilidad de la Constitucion, que sancionaron los representantes de aquella Repú blia y que juramos todos sostener, ha sido lo que nos hapuesto sobre las aimas; prefiriendo ser víctimas de una revolucion á verla caer por tierra. Hemos hecho lo que creíamos de uuestros deberes patrios. Nuestra posicion de auxiliares en la República del Perú será mantenida con sumo respeto al Gobierno y las leyes, y podeis descansar seguros de que nuestros votos serán siempre por la felicidad del Perú,

Lima, Enero 27 de 1827.

El Comandante General-José Bustamante.

Libre el espiritu público de la presion extrangera, ostentó los sentimientos liberales, que hasta ese dia habia reprimido á duras penas. El 27 de enero se pidió en cabildo abierto la abolicion del có igo impuesto por la violencia y el fraude, la separacion de los ministros, el restablecimiento de la constitucion nacional y la convocacion de un congre o, que hiciera las convenientes reformas y nom rase un Presidente de la repúbl ca peruana en vez de Bolívar, quien no podia serlo, ejerciendo la presidencia d Colombia. La extinguida municipalidad se dió por res tablecida; la tropa peruana se dispuso á sostener una revolucion tan incruenta como trascendental, y no hallando por el momento los liberales otro hombre, que pudiera regir interinamente al Perú independiente, convinieron en conservar en la presidencia de la República al presidente del consejo de gobierno.

Santa Cruz, cuya ambicion se prestaba fa ilmente á los cambios de política, y cuya fidelidad no estaba á prueba de los grandes sacrificios, observó una conducta irresoluta: absteniendose por de pronto de tomar una parte activa en pro, ni en contra de la revolucion, vaciló entre los que le aconsejaban apoyarla y los que le propusieron ir á Jauja ó embarcarse para el norte con el objeto de preparar los medios de sofocarla; habia resuelto marchar al interior, cuando, recibida una diputacion de Lima, dijo, que era de su agrado lo que se estaba practican lo; un puntilly de honor únicamente le habia detenido. Ya en camino para la capital, regresaba á Chorrillos á instancias de Pando para emprender el viage maritimo; pero, frustrado este por la energica actitud de los patriotas, que

dueños del Callao, amenazaban cañonear el buque, en que habia de embarcarse, vino á sostener la causa del pueblo, que le recibió con aclamaciones y repiques de campanas.

El 28 de enero fueron admitidas las renuncias de Pando Ꭹ Heres, aplazandose por algunos dias la admision de la presentada por Larrea, quien era menos impopular y podia prestar importantes servicios. A la cabeza del nuevo ministerio fué colocado Vidaurre, presidente de la Corte Suprema y agente principal del cambio: tuvo por colaboradores á Salazar en la guerra y á Galdeano en el despacho de hacienda, ambos patriotas de honradez acreditada.

Desde que aceptó el cambio, se apresuró Santa Cruz á dirigir á los pueblos la siguiente proclama:

Peruanos:

El Gobierno del Perú no seria fiel á sus obliga ciones, si desatendiese un eco, que llega á sus oidos desde los puntos mas remotos de la República, y le dice-la Constitucion para Bolivia no fué recibida por una libre voluntad, cual se requiere para los códigos pó íticos. El Gobierno no puede consentir en que se crea, que pudo tener la nas pequeña connivencia en la coaccion, por que es el garante de la li bertad nacional y de su absoluta inde endencia.El Gobierno, que sabe hacerse obedecer y respetar, tambien conoce, que debe prestar oido atento á los justos deseos de los pueblos; y por esto es que en es te mismo dia convoca un Congreso constituyente, que examine, arregle y sancione la Carta, que debe regir. nos. Así lo habria hecho antes á no haberse persuadido, que un consentimiento espontáneo se prestaba á la Constitucion que se juró. Ñada mas puede exigir el amante de su patria: -pretensiones desordenadas

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