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del coloniage con la abolicion de la monarquia: la causa del Rey era diametralmente opuesta á la causa de la patria; el pueblo propendia instintivamente á la república, y los patriotas mas ilustrados eran en general republicanos entusiastas.

dió

Desconociendo las exigencias de la opinion, que era su principal elemento de triunfo, no San Martin un paso en el Perú, que no creyera en armonia con las proyectadas instituciones monarquicas. Al desembarcar en Pisco se apresuró á ganarse en una proclama el apoyo de la nobleza, la que, por lo comun falta de luces y de energía, podia influir muy poco en los destinos del estado naciente. Acampado en Huaura y creyendo llegada la oportunidad de echar las primeras bases de una constitucion política, se guardó mucho de invocar princi pios democraticos, y dió un reglamento provisioñal, favorable á sus ulteriores miras, sin fundarlo en otras razones, que la necesidad, el imperio de las circunstancias y la urgencia de las reformas. En el Pacificador redactado por Monteagudo se defendió abier tamente la causa de la monarquia; y en las negocia ciones con el Virey se trató de que el Perú fuera regido por un Principe enviado de España. Al ocupar á Lima, todo se olvidó, los tratados de intervencion, las primeras proclamas, las prevenciones del gobierno chileno, las consideraciones debidas al pueblo peruano, las necesidades de la guerra y hasta el nombre de libertadores, pensando ante todo en no crear obstáculos á los proyectos monárquicos. No tanto por miras de engrandecimiento personal, cuanto por establecer con mayor desembarazo las instituciones favoritas, asumió San Martin con estraña franqueza una dictadura, que el sufragio popular le habría conferido; y dijo en su memorable decreto de 3 de Agosto de

1821:

DON JOSE DE SAN MARTIN,

Capitan general de ejército, y en jefe del libertador del Perú, &. .

"Al encargarme de la importante empresa de la libertad de este pais, no tuve otro móvil, que mis deseos de adelantara sagrada causa de la América, y de promover la felicidad del pueblo peruano. Una parte muy considerable de aquellos se ha realizado ya; pero la obra quedaria incompleta, y mi corazon poco satisfecho, si yo no afianzase para siempre la seguridad y la prosperidad futura de los habitantes de esta region."

"Desde mi llegada á Pisco anuncié, que por el imperio de las circunstancias me hallaba revestido de la suprema autoridad, y que era responsable á la patria del ejércicio de ella. No han variado aquellas circunstancias, puesto que aun hay en el Perú enemigos exteriores, que combatir; y por consiguiente es de necesidad, que continúen reasumidos en mí el mando político y el militar."

"Espero, que, al dar este paso, se me hará la justicia de creer, que no me conducen ningunas miras de ambicion, si solo la conveniencia pública. Es demasiado notorio, que no aspiro sino á la tranquilidad y al retiro despues de una vi la tan agitada; pero tengo sobre mí una responsabilidad moral, que exije cl sacrificio de mis mas ardientes votos. La experiencia de diez años de revolucion en Venezuela, Cundinamarca, Chile y provincias unidas del Rio de la Plata, me ha hecho conocer los males, que ha ocasionado la convoeacion intempestiva de congresos, cuando aun subsistian enemigos en aquellos paises: primero es asegurar la independencia, despues se pensará en establecer la libertad sólidamente. La religiosidad, con que he cum

plido mi palabra en el curso de mi vida pública, me da derecho á ser creido; y yo la comprometo, ofrecien do solemnemente á los pueblos del Perú, que en el momento mismo, en que sea libre su territorio, haré dimision del mando para hacer lugar al gobierno, que ellos tengan á bien erigir. La franqueza, con que hablo, debe servir como un nuevo garante de la sinceridad de mi intencion. Yo pudiera haber dispuesto, que electores, nombrados por los ciudadanos de los departamentos libres, desiguasen la persona, que debia de gobernar hasta la reunion de los representantes de la nacion peruana; mas, como por una parte la simultánea y repetida invitacion de gran número de personas de elevado carácter y decidido influjo en esta capital, para que presidiese á la administracion del Es tado, me aseguraba un nombramiento popular; y por otra habia obtenido ya el asentimiento de los pueblos que estaban bajo la proteccion del ejército libertador, he juzgado mas decoroso y conveniente el seguir esta conducta franca y leal, que debe tranquilizar á los ciudadanos celosos de la libertad.

"Cuando tenga la satisfaccion de renunciar el mando, y dar cuenta de mis operaciones á los representantes del pueblo, estoy cierto, que no encontrarán en la época de mi administracion ninguno de aquellos rasgos de venalidad, despotismo y corrupcion, que han caracterizado á los agentes del gobierno español en América. Administrar recta justicia á todos recompensando la virtud y el patriotismo, y castigando el vicio y la sedicion en donde quiera que se encuentren, tal es la norma, que reglará mis acciones, mientras esté colocado á la cabeza de esta nacion.

"Conviniendo, pues, á los intereses del país la instalacion de un gobierno vigoroso, que lo preserve de los males, que pudieran producir la guerra, la licencia y la anarquía, por tanto declaro lo siguiente:

1. Quedan unidos desde hoy en mi persona el el mando supremo político y militar de los departamentos libres del Perú, bajo el título de Protector. 2 El ministerio de Estado y relaciones exteriores está encargado á don Juan Garcia del Rio, secretario del despacho.

3. El de la guerra y marina al teniente coronel don Bernardo Monteagudo, auditor de guerra del ejército y marina, secretario del despacho. 4. El de hacienda al Dr. don Hipólito de Unánue, secretario del despacho.

5 Todas las órdenes y comunicaciones oficia les serán firmadas por el respectivo secretario del despacho y rubricadas por mí; y las comunicaciones, que se me dirijan, vendrán por medio del ministerio, á que correspondan.

6 Con la posible brevedad se formarán los reglamentos necesarios para el mejor sistema de administracion, y el mejor servicio público.

7 El actual decreto solo tendrá fuerza y vigor hasta tanto que se reunan los representantes de la nacion peruana, y determinen sobre la forma y modo de gobierno.

Dado en Lima á 3 de Agosto de 1821-2 de la libertad del Perú-José de San Martin.

Por mas que el gobierno discrecional fuera una necesidad de la situacion, todo aconsejaba mostrar mas respeto á las formas populares y no disponer del gobierno del Perú, como si se tratase de un pais conquistado, con el que no hubiera ninguna palabra empeñada, ninguna susceptibilidad patriotica, que tener en consideracion, ninguna opinion liberal, á que rendir humilde homenaje. Si lo que no está probado, la simultanea y repetida invitacion de muchas personas, cuyo influjo era decisivo en Lima, para que presidiera la administracion del Estado, aseguraba á San

Martin un nombramiento popular; nada habria sido mas conveniente, que manifestar tan respetables opiniones, y apoyandose en ellas fortificar la dictadura con la explicita voluntad de los peruanos. Por haber prescindido en lo ostensible del voto de los pueblos, se dió ocasion á peligrosos disgustos y aun á suposiciones de supercheria. Cuando los patriotas víeron el establecimiento del protectorado, principiaron á decir: ¿Se quiere disponer de nosotros, darnos libertad segun los caprichos ó preconcebidos planes de los nuevos tutores del Perú?. ¿Quienes seran los que decidan, cuando y como se nos dará la libertad?. ¿Quien será el que la medirá, como los mercaderes miden las varas de genero?. Segun asegura el respetable Mariategui, fué tal y tan grande el descontento, tan serias y claras fueron las apreciaciones del público, tanto se quejó de la arrogancia de los libertadores, que para dar esperanzas dulcificó San Martin el primer título simple de Protector, poniendo á los decretos el encabezamiento de Protector de la libertad del Perú: formula, que se abandonó, cuando creyeron sus consejeros devanecidas las primeras impresiones y la exaltacion producida por las sujestiones de unos pocos.

El 4 de Agosto, dia siguiente á la proclamacion de la dictadura, tuvo el Protector una discusion acalorada con Cochrane, que venia á reclamarle el pago de los sueldos atrasados y de los premios ofrecidos á la escuadra y que no estaba dispuesto á reconocer la supremacia inherente á la autoridad protectoral. No contestó de oficio á la comunicacion, en que el nuevo gobierno le participaba su instalacion; solo envió el almirante una carta privada, en la que entre otras cosas decia:"

"En manos de V. está el ser el Napoleon de la América del Sur ó uno de los hombres mas grandes, que en el dia figuran en la escena del mundo: V. tie

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